Hasta
casi el final de las 285 páginas se mantiene la tensión de esta novela, porque
la historia está tan bien hilada que hasta los sucesos inexplicables tienen
aclaración. Hay que leer, entera, La cripta negra para entender la
trama, entonces incluso no nos extrañará que un chico tenga visiones
paranormales, visiones que lo ponen en contacto con fallecidos cuyas muertes
han estado envueltas en el misterio. El poder de la clarividencia es uno de los
dones que muchos querrían poseer. No es el caso de Daniel Villena quien, a
pesar de que lo tiene, le gustaría no conocer determinados hechos que lo
asustan y, sobre todo, lo hacen sufrir.
Daniel es un chico de veinte años que desde casi siempre ha podido ayudar en investigaciones policiales que han quedado estancadas. Los muertos acuden a él reclamando justicia.
La
clarividencia, en el mundo real, podría despertar en algunos cierto
escepticismo, lo que no cabe duda es que es un recurso fantástico para la
literatura. Juan Ramón Barat lo
sabe, por eso, desde que escribió Deja en
paz a los muertos, con un Daniel Villena de 16 años sufriendo al
introducirse en el más allá, ha desarrollado una saga. En La cripta negra Daniel es ya estudiante de periodismo; debido a su inteligencia
le surge una oportunidad para ir a México con un grupo de profesores y
arqueólogos. Van a abrir un sarcófago encontrado en una cripta recientemente
hallada en las pirámides de Teotihuacán.
Paralelamente,
en Madrid, él está sufriendo visiones de un chico que, tras señalar un punto
determinado, se lanza al vacío desde la azotea de un edificio.
Una
vez en México, Daniel se da cuenta de que los problemas que surgen al encontrar
la tumba vacía están relacionados con sus visiones. Y así comienza otra nueva
aventura para este joven, esta vez sin Alicia, su novia, que lo había
acompañado siempre con gran intuición y perspicacia
Alicia
desapareció de la pantalla y yo me quedé esperando como un bobo […]
—Magnífico,
esa es la palabra que debes buscar
[…]
—Eres
increíble
—Y
tú un alma cándida
Barat
consigue, con esta saga, favorecer el hábito lector; el léxico es actual,
adecuado, va evolucionando con el personaje aunque no incide en la jerga
juvenil, por lo que asegura un uso más formal y un progresivo perfeccionamiento
del protagonista al ir asimilando más cultura; en ningún momento resulta
pedante, todo lo contrario, es fácil empatizar con él y con su familia, pues
representa un grupo bastante normal exceptuando al propio Daniel y su capacidad
que es, no obstante, la que da un plus de tensión a las novelas, «El sol […] estaba circunvalado por una
serpiente enroscada cuyas plumas en forma de cresta parecían rayos luminosos.
Recordé mi sueño del sarcófago y la momia, y me estremecí». El misterio de la
cripta negra, y lo sobrenatural que hay en ella, se unen a problemas
actuales como la corrupción de las altas esferas policiales o políticas. Todo
esto favorece el pensamiento crítico de los jóvenes lectores.
Mientras
intentan resolver el misterio que alberga la cripta, los chicos muertos el día
del solsticio de verano de diferentes años pasados se le aparecen a Daniel para
que pare el horror que, no cabe duda, continuará el 21 de junio actual con «aquel joven que se había aparecido […] un
fantasma de humo que incluso había llegado a susurrarme una frase escalofriante
“no quiero morir”».
Podemos encuadrar la trama en la novela detectivesca, en la que el protagonista, Daniel, investiga un suicidio que podría no haberlo sido; para ello estudia minuciosamente el espacio donde ocurrió. De esta manera, mediante la observación y el análisis resuelve el enigma que un muerto le plantea. Como en los casos anteriores, La sepultura 142 o Llueve sobre mi lápida, el enigma consiste en crímenes que, en este caso, puede resolverlos con ayuda de Valeria, la chica mexicana que lo lleva a donde él le indica.
La
estructura de la novela está muy bien ideada pues la trama se construye en
torno a un secreto, oculto para el lector y para el protagonista quien,
conforme avanza el argumento, lo va desvelando. El narrador es el propio
Daniel, por lo que el punto de vista es bastante subjetivo, tanto cuando cuenta
su propia historia como en sus descripciones.
En
la narración encontramos digresiones históricas con las que aprendemos sobre la
cultura nahualt, otras éticas en las que Daniel valora la amistad, el cariño
familiar y la fidelidad a su pareja. Hay digresiones mitológicas que aportan el
ambiente mágico, «en todas estas
dualidades siempre figura el Padre Sol, que es invariablemente el dios
fecundador de la vida, el origen de todo». Asimismo las digresiones
simbólicas desarrollan la ocultación, «Es
el color de la vida (el rojo) y de la
eternidad. Como el color que tuvieron en su día estas paredes, cuando fueron
pintadas con la sangre humana de gente sacrificada al dios Ometeotl». Por
otro lado, la curiosidad del lector se acrecienta con algunas digresiones
basadas en celebraciones tradicionales, «La
alegría de los vivos había tomado por asalto lápidas, tumbas, cruces y
mausoleos».
Por
todo ello podríamos incluir la novela de Juan Ramón Barat en lo que Poe llamó
“cuento del raciocinio” pues el objetivo principal es averiguar la verdad de
los sucesos a través de un proceso complejo que combina la intuición, la
lógica, lo posible y lo imposible, la realidad y la ficción, consiguiendo una
trama totalmente emotiva y humana, «su
figura había comenzado a difuminarse […] tuve tiempo de advertir que su rostro
expresaba un profundo terror […] De repente […] volví a leer los datos…».
Las
visiones de Daniel, junto al diálogo abundante, aportan el ritmo y la tensión
que pueden ralentizarse con los incisos. De hecho, el misterio y la angustia
van creciendo de forma exponencial conforme se descubren nuevas pistas,
probablemente porque hay quien no quiere que se desvele nada del secreto de la
pirámide, «Estaba a punto de tocar aquel
símbolo con mi dedo índice cuando una fuerza terrible me levantó del suelo y me
lanzó contra la pared contraria».
Los
personajes secundarios son fascinantes, pues aunque algunos exponen
características sospechosas (o amables) en un primer momento, pueden
evolucionar a lo largo del argumento hasta hacernos cambiar de opinión sobre
ellos, «nos había tratado con bastante
frialdad, como si no estuviera muy conforme con nuestra presencia».
Casi nada es lo que parece en La cripta negra. Habremos de leerla entera para entender qué ocurre durante el solsticio de verano, qué significa el sexto sol y quién tiene intereses ocultos. Mientras tanto realizaremos un viaje por México acompañados de fantasmas, esqueletos vivientes, momias que desaparecen, hipnosis, falsos suicidios, sensaciones paranormales, muertos que nos guían hacia el horror… Al final del camino todo tendrá sentido y Daniel podrá respirar, aunque parece que Barat no le va a dar mucha tregua.
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