Ha
recibido el Premio Prometeo de narrativa por lo que Miguel García Serna es una
promesa novelística; andando el tiempo espero con absoluta sinceridad, que sea
una realidad, pero por ahora, tras leer el primer tomo de Martín Zarza creo que
estamos ante literatura juvenil. Aunque el protagonista, quien da nombre a la
novela, tenga 28 años, su forma de pensar, sus expectativas, sus progresos
truncados, su personalidad disparatada, sus problemas de comunicación, así como
la desorientación que ostenta en sus ambiciones o en sus sentimientos son de un
adolescente. Hay algo paradójico en sus actos y su razonamiento, No es habitual
que un chico que trabaja en una televisión local y en una productora en la que
realiza vídeos para cursillos en español lo deje, porque su sueldo es precario,
sin tener nada a la vista y más cuando se va a ir a vivir solo a otra ciudad,
donde no va a poder recibir ayuda de ningún amigo o familiar. Además Martín,
ambicioso, aspira a un trabajo en toda regla, un trabajo en el que poder
ascender, que se le tengan en cuenta sus conocimientos, titulaciones y demás
elementos que suelen conformar un currículo; el suyo, casualmente está lleno de
verdades a medias, no ha terminado la carrera y no ha hecho otra cosa que lo
anteriormente citado. Esto es propio de una mente soñadora adolescente, que con
cualquier evento construye un castillo en el aire que se derrumbará ante el más
mínimo contratiempo.
El
caso es que se veía venir; en poco tiempo Martín se queda sin ahorros y sólo
cuenta con la fantástica casa de un tío que, repleta de buena música y
literatura, le deja en herencia, por lo que decide alquilar la única habitación
e instalarse él en el estudio. Hasta ahí voy a desentrañar la novela, sin
embargo no me resisto a insistir en que las razones por las que se guía para
alquilar la habitación, sin pedir referencias ni pago por adelantado ni
cualquier garantía, son exclusivamente la atracción física que siente hacia una
chica que quiere alquilarla
La única tía que se ha interesado era
una estudiante de no sé qué ingeniería y, como corresponde a su gremio, era más
fea que un tritón. […] Ella ha llegado hoy y se llama Julia. Julia es un ser
perfecto, una criatura del Señor […] Me siento trastornado […] Hoy cuando le
enseñaba el piso me dio por decirle que le iba a poner televisión […] que para
mí ahora es lo que para alguien normal es un yate o algo así de superlujo.
De
nuevo su edad natural contrasta con la mental. Para pensar es necesario
utilizar únicamente el cerebro y lo sorprendente es que, con una chica delante,
es lo que no usa. Por eso encuentro la novela ideal para adolescentes. Los
temas son aquellos a los que se enfrentan los jóvenes de hoy, el paro, la
soledad y la frustración; ese determinismo que parece hundirlos cuando algo no
les sale bien, porque aunque creamos vivir en una población bondadosa con los
chicos de clase media-alta, en realidad somos parte de una sociedad engañosa,
que miente a los niños para no traumatizarlos: no se les puede llevar la
contraria por si se deprimen, hay que respetar sus derechos para que se sientan
importantes; pero es una sociedad blanda a la hora de exigirles esfuerzo hasta
que, una vez abandonan el instituto, aparece la cruda realidad que rompe, de un
mazazo, todos los sueños que tenían. O se trabaja duro, o se es constante o
pierdes para siempre, porque es un mundo competitivo, que no va a regalar nada
Todos esos rollos psicológicos de
complejos, rencores, trampas, manipulaciones… Todo eso impone una dinámica, una
forma de relacionase y de vivir, la única que pueden llevar, que es
insoportable y agotadora.
Así
que el protagonista, como tantos otros, acorralado, miente y exige a los demás
lo que no se ha exigido a él mismo. Esta contradicción, y esto es lo más
triste, continúa hasta la madurez, de ahí que Martín Zarza, a pesar de sus
años, sea un ejemplo bastante realista de lo que está ocurriendo en la
actualidad. Puede ser que, como la esperanza de vida es mayor, también lo sea
la infancia, la adolescencia y la juventud.
Todo
lo que implique reconocer que debemos hacer algo, que tenemos deberes, se puede
posponer hasta la eternidad; contradictoriamente los derechos se adelantan
hasta casi la ridiculez, los niños tienen sus móviles, sus redes sociales, sus
discotecas… y cada vez hay más parados, más borrachos y, aunque no aparezca en
la novela sino que se insinúe, a veces de forma nítida, más machismo.
Mi ofensa a Roger fue una infamia sin
valor basada en mentiras […] que se vuelve ahora contra mí […] ellos están allí
fuera, haciendo lo que quieren, y tú estás aquí, solo, sin hacer nada. Pero…
todo parece centrarse en ella, en la chica que estaba con ellos […] como si
fuese la representación viviente de todo lo que nos separa a Roger y a mí
Las
críticas sociales son abundantes, tanto de manera directa, hacia la precariedad
de contratos y el aprovechamiento que las empresas suelen mostrar hacia sus
contratados
Me dijo que lo reconsiderase, incluso
puso sobre la mesa un contrato de ser humano libre, con vacaciones, alta en la
seguridad social, con un “salario” de verdad y todos esos “privilegios” como
ella los llamaba
como
de forma implícita, en las dificultades que surgen al independizarse
Lo peor de todo ha sido el papeleo.
Que si el empadronamiento que si la domiciliación de facturas, que si el médico
(mil putos papeles, por cierto, como si viniese de otro continente o algo así.
Les faltó ponerme en cuarentena)
Las
alusiones a los sueños, enfrentados a la realidad de la manera más cruda se
muestran matizadas mediante el humor, una característica constante en García
Serna
Sé que esta vida de aristócrata tiene
más de espejismo que de realidad, […] acabaré […] puteado como la mayoría con
una vida insulsa, malgastada en trabajos de mierda, embalsamado en el
conformismo
Al
igual que los sueños se desvanecen al toparnos con la realidad, ésta nos hace
pensar que lo vivido debe ser un sueño, puesto que también puede desaparecer en
un momento determinado. Nada es seguro. Nada es para siempre. Y de nuevo, son
las redes sociales, la escasez de humanismo que hay en ellas, las responsables
de que el hombre no sea realmente libre; aunque nos creamos con poder absoluto
de hacer lo que queramos, la carencia de intimidad, ligada a la falta de
libertad y de pensamiento es una constante en aquellos que son fruto de la
cibercultura
De vuelta a la carpeta donde se
almacenaban las descargas […] Abrió una «Curriculum vitae» […] Entonces llegó al “curriculu” de un antiguo empleado de la
construcción de cincuenta y seis años […] y al final de todo… una descripción
de su situación familiar… que apelaba textualmente a la caridad de quien
tuviera a bien contratarlo
Hay
otra curiosidad de contenido, pues la novela empieza con el protagonista dentro
del Mercamil, un supermercado de
Sevilla, y termina prácticamente ahí. El Mercamil
es el eje vertebrador de la novela, como representante de la sociedad actual y
como parte de la vida de Martín, de ahí que en esa microsociedad aparezcan los
tópicos representantes de una clase social, las típicas muletillas y las
consabidas triquiñuelas para aprovecharse del más débil y reforzar así la falta
de imaginación, de cultura y de libertad de nuestro país
Ser reponedor es una mierda […] la
gente pasa por mi lado como si estuviese camuflado en la decoración […] He aquí
uno de los mensajitos que ponen a todas horas, antes de anunciar la oferta de
turno
Mercamil te gusta
Mercamil calidad.
Ni rima ni mierdas; así, tal cual, mil
veces repetido […] ¿Quieres comprar arroz? pues te jodes y pasas por donde
están las salsas, los huevos y demás […] EL ENCARGADO […] es un tío gordo y
calvo […] bastante siniestro […] no se cortaba a la hora de mirarle las tetas a
Charini y a mí me hablaba como si fuese subnormal, en plan «Oye, tú…
En
cuanto al estilo, me gustaría destacar que el narrador es omnisciente, con
diálogos directos. Esto consigue aproximar al lector e infundir realismo, máxime
cuando está salpicado de una variedad geográfica, el andaluz, escrito de manera
tan cerrada que en ocasiones es una garantía humorística, pues llega a reflejar
la falta de entendimiento que puede darse entre habitantes que no hablan un
mismo dialecto o modalidad verbal. Por eso se vale también de las jergas, a
veces, cuando quiere representar a un personaje determinado
—Hola —contestó ella […] —¿Taheta
sociomí?
—¿El qué?
[…]
—Que si tiene tarheta de púntoh del supermercao
—le aclaró
Otra
característica del realismo es aportar datos indecisos, algo que viene
utilizándose desde el siglo XIII, con Berceo y que aún hoy sigue surtiendo
efecto
Ya no recuerdo por qué, pero me puse
esa cifra en un principio, 1.700 euros, cuando estaba planificándome el viaje
Sin
embargo hay expresiones totalmente líricas, incluso capítulos que forman un
auténtico microrrelato. La variedad estilística es notable
VIII
La noche que Julia llegó al piso,
Martín apenas pudo dormir. Tenía la impresión de que el hombre del cuadro, que
ahora estaba colgado en una pared del estudio, lo acosaba en la oscuridad.
El
estilo es ágil, comienza in medias res
y termina de manera abierta, como si fuese el final de otro capítulo, de ahí
que se sepa con certeza que, al menos, hay una segunda parte
Era el cerrajero. Después de
explicarle que él no lo había llamado […] Martín volvió al dormitorio. Deshizo
la cama […] y metió toda la ropa en la lavadora
aunque
también refleja la miseria que supone para el ser humano estar solo.
Queda
mucho por conocer de Martín, de su compañera de piso y de sus compañeros de
trabajo. En cuanto al pasado, sabemos lo necesario, lo que nos interesa, bien
por diálogos
—No sé si habrá sido mi imahinación,
pero he notao como que había mal rollo entre Roger y ese amigo vuehtro […]
—Las rivalidades, nena, que son muy
malas
bien
por su diario
Solo importan la experiencia laboral,
los estudios […] Dejar la carrera es como un sacrilegio para ellos
En
esto encontramos otra originalidad del autor, pues en cuanto Martín descubre en
casa de su tío una máquina antigua “Hermes Baby”, decide escribir un diario de
todo lo que le sucede en Sevilla desde que llega allí. A lo largo de ese diario
observamos las ilusiones, los sueños y expectativas que tiene al llegar, cómo
se van diluyendo con el paso del tiempo, cómo vuelven a la más mínima
oportunidad y cómo va madurando desde que se da cuenta de que debe
arreglárselas solo.
…ahora me comporto como una persona
ordenada y pulcra. En ocasiones me sorprendo a mí mismo haciendo cosas como cuadrantes
de comidas y planes de limpieza
El
narrador omnisciente es quien va exponiendo la personalidad de Martín, sus
pensamientos y formas de actuación ante determinadas situaciones, es más
detallista. Martín, en su diario, se centra, después, más en los actos, con un
lenguaje mucho más coloquial, a veces vulgar, lo que no le impide alabar las
Humanidades, tan denostadas y vapuleadas hoy por el Ministerio de Educación y
Cultura, y de las que él es un reflejo perfecto
Sé que sin Borges no habría habido
Cortázar ni muchos otros que ya sí me gustan […] ha sido maravilloso volver a
leer como antes […] leer a Chejov para mí es como escuchar una vieja canción
impregnada de pasado
La
mezcla de símbolos que ya forman parte de nosotros mismos, con los sucesos
reales, es una combinación perfecta para que fluya el humor, si bien no
desatando la carcajada, sí manteniendo la sonrisa en numerosas ocasiones
El cielo bajo, amenazante, lleno de
nubes compactas y oscuras […] casi parecía que de un momento a otro iba a
surgir de entre las nubes una B enorme
Asimismo
la ironía es perfecta para hacernos sonreír y en Martín Zarza, los comentarios irónicos, de la mano del propio
protagonista son un reflejo más de las condiciones casi infrahumanas por las
que deben pasar aquellos que buscan la autosuficiencia en la vida
…el puto calentador del agua […]
(ahora me ducho solo cuando no queda más remedio […] cuando empiezo a oler. Es
lo bueno del invierno y de no follar, que no sudo)