NO PUDO SER
¡Hola de nuevo!
¡Hola de nuevo!
Hoy saludo con más entusiasmo que nunca a pesar de que no llegué a Alcalá. No pudo ser.
Pero estos días han dado para mucho; es verdad que mi mente no ha estado en el teatro, pero ayer, jugarretas del pensamiento, que va por libre, mientras esperaba noticias en el hospital me acordé de un entremés de Cervantes, "La elección de los alcaldes de Daganzo", e inmediatamente me vino a la memoria Eduardo Mendoza y la novela que algunos de vosotros habéis leído este curso, "El laberinto de las aceitunas". No es que tengan nada que ver, pero tras comentar la crítica social que late en "El laberinto" (la ridiculización de los médicos, de los policías, de los empresarios corruptos) la asocié de inmediato a la crítica que Cervantes realiza al poder eclesiástico que se entromete en asuntos civiles, y al poder municipal de "sus alcaldes de Daganzo", que tan de moda sigue cuatro siglos después.
Ambos escritores se valen de recursos similares para tratar estos temas desde el humor y la ironía, a saber, la forma incorrecta de hablar, presentar como méritos para obtener un puesto habilidades que nada tienen que ver con el trabajo al que se aspira, la comicidad de los nombres que aportan una fresca ironía, Humillos, Algarroba, Jarrete, Rana, Panduro en Cervantes, y Pandora, Plutarquete, Pepito Purulencias, Ceregumio Lavaca, Cándida o el comisario Flores en Mendoza.
Ambas obras presentan situaciones disparatadas, ritmo ágil y dinámico y corrupción en determinados sectores de la sociedad.
Y mi pregunta, y es la que lanzo en el supuesto caso que alguien lo lea, es: ¿Podemos hablar de plagio en casos como éste? o es que sólo los grandes se atreven a aprender de los grandes con gran humildad.
Ojalá todos podamos seguir teniéndolos de maestros.