Dicen
que si lo bueno es breve, dos veces bueno. Eso debió pensar Marcial, allá por
el primer siglo de la Era Cristiana que, nos guste o no, es la que se impuso de
manera casi universal para contabilizar el paso del tiempo desde la Edad Media,
pero esto ahora no viene al caso. El caso es que nuestro primer poeta
conceptista español ya encontró hace dos mil años una sociedad miserable en la
que tenían cabida sinvergüenzas, degenerados, hipócritas, aprovechados... y se
propuso burlarse de ellos de la manera más hiriente, de forma directa, sin dar
demasiadas explicaciones, sin moralizar. Probablemente Quevedo leyó a Marcial y
Gómez de la Serna también. Indudablemente Minerva Margarita Villarreal lo ha
leído. Y nos lo trae en dosis pequeñas. Pero no importa si no lo conocemos.
Marcial, el que aparece en los poemas de Villarreal, puede convertirse
perfectamente en cualquier nombre actual porque, ironías de la vida, la
sociedad no ha cambiado tanto en este tiempo, al menos en cuanto al
comportamiento humano se refiere.
Así
pues, al leer De amor y furia. Epigramísticos, nos encontramos con 83 poemas
que retratan diferentes aspectos de una sociedad universal para clavar un dardo
certero en el maltrato a la mujer, en la humildad forzosa de las prostitutas,
en la indiferencia, en el orgullo de ser mujer o en la fuerza de la palabra. Pues,
con pocas palabras y una profunda observación, la autora extrae los
sentimientos y nos los ofrece limpios, sin maquillar, para que encontremos en
ellos sentencias humorísticas,
tienen
lo que a ti te falta.
agudezas
satíricas,
Aseguras
que los grandes no tienen lectores,
con
razón montones te siguen a diario.
epígrafes
líricos
Que
desnuda vivo para la posteridad.
o
pensamientos obscenos.
Más
vale una chupada ajada
a
que enmudezca el pajarito.
Todo
cabe en la vida, por lo que el volumen adquiere un tono fresco, vital.
A
ello contribuye el hecho de que aun en los casos más graves, en las denuncias
más duras, no encontramos enseñanza. Puede haber sarcasmo en algunos, o ironía,
pero la mayoría encierra un temperamento humorístico, un punto de agudeza;
punto al que podemos asirnos para
escapar de la brutalidad que nos rodea. El mundo de la droga es algo que
probablemente Minerva M. Villarreal tenga muy presente, todos sabemos el problema
que están sufriendo en México, pero también nos salpica, y la beatería, y el
querer aparentar, y los gobernantes que no hacen nada, y las ansias de poder a
costa de lo que sea y la corrupción.
No
es necesario ser mexicano para entender los poemas, el vocabulario es
totalmente conversacional; aparecen algunos términos locales (basurales, Rayita de Abajo, tomo,
tallereaba, moches, zíper) pero se entienden en el contexto.
En
el estilo predomina el lenguaje usual, con numerosas connotaciones que ayudan a
situarnos en una temática cotidiana.
La
primera persona marca normalmente una expresión íntima de los sentimientos. En
los epigramísticos no es el yo de la poeta el que aparece abiertamente, sin
embargo advertimos una implicación total; incluso cuando la persona cambia a
segunda para dialogar o a tercera para funcionar como observadora, encontramos
el punto de vista de Villarreal en el interior de sus personajes hasta que
consiguen mostrarnos una postura totalmente afectiva.
Llama
la atención el amor a la vida. Sólo alguien que crea posible una vida feliz
será capaz de denunciar, como el peor de los males, a la inercia ¿Es que no nos
damos cuenta de que se imponen cambios en el mundo? ¿O es que también la abulia
embota nuestros sentidos?
Sólo
alguien segura de que existe la belleza en la poesía, y sabe de su poder
seductor es capaz de afirmar rotundamente «Mas
no escaparás de mis versos».
La
estructura del libro es lineal. Los epigramas pueden leerse, lógicamente,
separados, sin ningún orden, sin embargo algunos componen un todo. Esto es lo
que ocurre con Aforístico, sentencia
que bien podría ser la declaración de determinadas mujeres antes de casarse «Por la cuerda floja de mi inseguridad voy a
lugar seguro». A esta decisión le siguen 9 poemas que cuentan la historia
de su matrimonio,
Con
tal de librarme de ti
haré
construir un palacio
una
unión basada en la soledad, en las
apariencias, en el engaño y la destrucción.
Otros
redondean una idea expuesta cuatro o cinco poemas antes; así la homosexualidad
a la que es alentado Flavio en En la
lucha «No claudiques, Flavio», sirve para devolver a modo de burla brutal
una crítica literaria negativa en Testimonio.
Visualmente,
podemos enlazar dos poemas situados uno al lado del otro si, como ocurre en Inconforme y Trascendencia, ambos denuncian un tema común: la anteposición de la
pasión por el dinero a la pasión por la literatura; en el primer epigrama afea
el plagio para enriquecerse y en el segundo afea la vida del que es alabado por
el dinero y no por su obra.
Hay
estructuras que encierran una genialidad absoluta, prueba de ello son Inconveniente y Arrepentido, colocados asimismo al lado, en el espacio que forma la
página abierta. De esta manera es más fácil percibir el punto de vista
diferente de las dos voces que dan vida a los poemas, la de ella en el primero,
la de él en el segundo. Ambos formados por siete versos, de estructura paralela
entre sí, que sólo experimentan un cambio en el tiempo, modo y persona
verbales, lo que refuerza aún más la diferencia de pensamientos, enlazados
magistralmente por la similicadencia antitética de sus versos finales
más
pronto te habrías alejado.
nunca
te habría dejado.
Estructura
diferente es la que encontramos en Self-confidence,
pues funciona como una pequeña escena narrativa en la que el narrador
omnisciente sitúa al lector, quien descubre en la sinestesia de ojos, que arañan, husmean, cierta personificación de los mismos, con la que
pueden desposeer de discernimiento a la mujer «más allá de lo que imagina». Una vez expuesta la situación la
persona narrativa cambia a segunda, como en un diálogo interior en el que la
propia mujer se cosifica «sabes perfectamente
la clase de ficha que eres» para desvelar la hipocresía de su matrimonio y
el verdadero origen de los celos.
¿Qué
estamos dispuestos a pagar por llevar una vida de lujo? Quizás nos exijan un
precio demasiado alto; la enumeración animalizadora con la que Drusio define a
su esposa
llamándote
perra, flor de puta, insaciable
depredadora
de sus bienes
da
fe de ello en un epigrama totalmente prosaico, donde explica las consecuencias
de un matrimonio cuyo pilar es la droga «llamada
cristal». La violencia de esa vida tendría salida si Drusila fuera capaz de
enfrentarse a ella con humor y «volvieras
a tu puesto de cajera en el banco.»
Creo
distinguir en los Epigramísticos cierto apego a la libertad poética, cierto
rechazo a las normas o al encorsetamiento. Villarreal define la Poética como
caudal
del río
que,
súbitamente, brota entre las páginas
por
eso, aunque «Puedes levantar monumentos
con la hipérbole» (¿hay imagen más sugestiva?) considera que la poesía
no conoce de regla ni ley que detengan
la fuerza de su paso
Estoy
de acuerdo, de hecho la poesía de Minerva M. Villarreal es fuerza en sí misma,
pasión, y es precisamente la maestría en el uso de la palabra la que consigue
que esa pasión se transforme en despecho y la fuerza en ternura. No quiero
desvelar más epigramas, pero es justo señalar que la gran carga expresiva que
contienen se ve reforzada a veces por la continuidad que aporta la aliteración
de la nasal «tus versos me encadenan»;
la fuerza de la vibrante consigue una imagen casi indestructible de la mujer «los ovarios no se presumen: / dentro crece
su fuerza»; la aliteración del sonido lateral confiere una suavidad que
contrasta de forma humorística con el significado, (para que no nos fiemos de
las apariencias) «Ligia, eres feminista /
salvo cuando / flecha en vuelo / un falo se cruza...»
Fantástico
el eco de «Hiede hiena el cumplido» ya
que multiplica la fetidez de lo hipócrita.
El
poder vehemente de los epítetos marca con eficacia la finalidad perseguida, ya
sea denunciar la riqueza material «poderoso
oro», «lustroso mármol», como
abogar por el sexo apasionado «selvática
noche», «erecto pene». Asimismo
la elocuencia del adjetivo queda reforzada al aparecer solo; el significado de ¿Fea? se hace patente con el verbo
elidido.
Cuando
dos términos opuestos (silencio, palabra)
se colocan en una estructura paralela de gradación ascendente se acentúa el
final demoledor. Es lo que ocurre en De
hecho, epigrama que denuncia el maltrato.
Casi
todo tiene un final. Pues el del amor se agudiza en Lección con la reduplicación humorística de dura.
Cuando
encontramos una enumeración de apelativos para la mujer que la ignoran, como hija de ..., mujer de..., hermana de ...,
amante, sabemos que la finalidad es empobrecer su existencia hasta negarla.
Ante tamaña humillación sólo le queda, con buen criterio, «disfrutar los huevos de los vivos».
Los
cohipónimos máscara y disfraz retratan la falsedad de la
persona al connotar de manera negativa lo accesorio del hiperónimo ropa.
También
queda en evidencia la hipocresía de los poderosos, al igualar en el plano
semántico dos términos antitéticos humildad
– soberbia.
Asimismo
el juego de palabras, del que destacamos la unión de contrarios esclava – casi deidad y la complexión de
una serie de versos formados por la ampliación de un mismo sintagma, refuerza
humorísticamente el autoconvencimiento ficticio de dueña [,,,] de la finca para, con ironía, terminar en la miseria
con lo que más deseaba, en libertad.
Puede
que Catulo no aceptara de buena gana la proposición de Lesbia comprensiva, pero estaría bien que hubiera seguido su
consejo «ve y pon mis medias en las
piernas de otras»; estaría bien que, de acabarse el amor, tuviera un final
humorístico, alejado de los celos y la violencia.
Por
mi parte he disfrutado, y mucho, con este libro. Si el epigrama, tal como
indica su significante, nació para ser escrito encima de algo, me encantaría
ver en la puerta de una biblioteca, o en el cabecero de una cama, la soberbia
definición que la autora da del amor, simplemente utilizando una epéntesis de venido
Porque
has vencido
no
te irás