Hay
algo en Todo es real que me fascinó
desde el primer poema, puede que sea el ritmo rápido del verso o puede que su
vocabulario coloquial, salpicado, sin embargo, de algún término específico,
culto, mitológico que paradójicamente consigue una lectura más fluida de la
poesía de Misael Ruiz Albarracín.
Ahora
viene la mayor incógnita, ¿dónde estaba este poeta hasta ahora? ¿o dónde estaba
yo que no había oído hablar de él? De nuevo una alumna me ha sacado de la
oscuridad; mi amiga invisible me ha regalado este XXX Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás. Nunca podré agradecer bastante a los alumnos su
alegría, disposición y bondad pero, cuando me abren los ojos a lo desconocido
el agradecimiento se transforma en reconocimiento, en algo que, aunque a
algunos les parezca imposible, nunca olvidaré.
Gracias,
Carlota, por este libro, indudablemente merecedor del premio.
Todo es real es una colección de 51 poemas
divididos, en principio, en tres partes:
Flujo o materia: 11 poemas
Ida y vuelta: 28 poemas
Todo es real: 12 poemas
Los
poemas de Flujo o materia establecen
desde el principio la belleza de lo efímero, el milagro de lo que es y deja de
ser, lo que creemos que es nuestro verdadero mundo, formado por nuestras
palabras, por aquellas que conocemos y en las que nos encerramos para no salir
de él; el inesperado paraíso sólo nos acerca a la muerte, por el contrario, la
vida nos obliga a sentir la angustia de lo que nos rodea, que, por supuesto,
está fuera de ese paraíso. El verdadero no está formado de materia o de nuestro
flujo de palabras y pensamientos, el verdadero paraíso mantiene la esencia de
lo natural a pesar del paso del tiempo.
Los
poemas de Ida y vuelta se recrean más
en el individuo, en el ser capaz de penetrar en los demás a través de la
naturaleza. El tiempo es circular, todo se repite, sólo hemos de contemplar a
nuestro alrededor para darnos cuenta de que no somos dueños de nada
Ya
he estado donde estoy,
en
otro cuerpo, en otro tiempo.
Lo
que somos es un compendio de sensaciones y palabras, que permanecen en la
memoria mientras vamos siendo. La verdadera opulencia del ser está en la
introspección; es lo que de verdad nos pertenece y es sólo nuestro
la
del silencio y el vacío, la
del
aire que apenas se mueve,
la
del olvido, la de la vida
sin
huella, la de lo nunca dicho
Como
si fuéramos una ola podemos sentir la formación y el declive a partes iguales,
en un momento:
...y, un instante
es
la ola en todo su esplendor.
En
ese instante nace
su
muerte...
Aunque
de lo que nos haya hecho conseguir el esplendor sólo recordaremos secuencias,
ficciones
Somos
como una pequeña tribu de animalillos que disfrutan la vida a través del deseo:
Esta
mañana, un petirrojo,
un
mosquitero y una curruca
[...]
La
abubilla sacude
su
áspera corona.
No
recuerda su crimen:
ha
olvidado al vencejo
...
y lo
hacen porque no se sienten más que nadie, no tienen conciencia de su identidad
en la sociedad
es
el mismo y no es el mismo
de
hace un año.
Este
tema que trata del ser como individuo social nos recuerda a los versos del
maestro:
Creo
que una brizna de hierba no es menos
que
el camino que recorren las estrellas
y
que la hormiga es perfecta
y
que también lo son el grano de arena y el huevo del zorzal,
y
que la rana es una obra maestra digna de las más altas,
y
que la zarzamora podría adornar lo salones del cielo
...
Pues,
si Walt Whitman cantó a la maravilla que es la vida humana, Misael Ruiz hace
una llamada a que aprendamos a intuir las sensaciones de la naturaleza para que
luego puedan calar, hondas, las palabras.
Si
aprendemos a identificar las sensaciones que nos manda la vida estaremos
también familiarizados con la muerte, como si se tratase de un ciclo natural,
nada traumático
...no siento
felicidad
ni tristeza; solo
el
frío en la yema de los dedos.
Este
segundo apartado de Ida y vuelta nos
advierte de que a veces vienen recuerdos, otras se van, a veces acuden imágenes
que desaparecen enseguida, otras veces encontramos cosas que son realmente
sombras de lo que fueron. Todo va y viene de forma efímera, por eso no debemos
olvidar que la muerte está presente, no podemos evitarla aunque intentemos
constantemente no hablar de ella
juega
con él, deja que huya
allá
donde lo espera.
No
es traumático el dejar de ser materia puesto que
Quedarán
sus
cuerpos inútiles proyectados
hacia
el interior de otro cuerpos,
[...]
Renacen en un gesto, una
idea, un afán o un sueño injertado
Ruiz
Albarracín continúa con el mismo optimismo que embargó a Whitman. Todo renace
desde el momento en que una flor nos recuerda a otra que teníamos hace tiempo, en
el instante en que una sonrisa o una lucha por conseguir un ideal nos lleva
hasta otros que no están presentes pero siguen, como flujo, con nosotros. Sólo
quienes olvidamos son los que mueren de nuevo.
La
vida son recuerdos y deseos, si nos falta el deseo, el fuego que arde en
nuestro interior, nos quedan sólo cenizas, estaremos muertos. El deseo es como
un viento, es la potencia que nos empuja, si no hay deseo estamos acabados; nos
dejamos llevar por él, por eso, cuando se desvanece porque ya se ha obtenido,
se va hacia otros cuerpos
Veo
el deseo
[...]
Me
acerco
[...]
disuelto
ya
en su carne, nada soy
sin
él.
[...]
errático
hacia
otros cuerpos
que
se anudan
convulsos...
Nada
puede perdurar ni detenerse. Todo pasa, hasta los buenos momentos
Igual
que el sol
no
puede detenerse a mediodía,
En
esta Ida y vuelta la vida, así como
la muerte, se encuentran en la naturaleza. Ella nos lo da todo y nosotros somos
...como la alimaña
que
se oculta entre las zarzas
El
secreto está en saber vivir y renacer en cada ocasión, fundiéndose en los
demás, disfrutando, sin obsesiones preocupantes, dejando que pase el tiempo de
forma constante
Ser
la llama y el humo,
extinguirse:
arder.
Me
gustaría poder afirmar que en estos sentimientos del deseo aparece una gran
influencia de los poemas de amor de Cernuda para quien «Donde habite el olvido» es «donde el deseo no exista »
En El pájaro celeste descubrimos gran influencia
de la Generación del 27; la o
igualadora de Cernuda en «canto o cuerpo»,
la elisión del verbo para dejar el concepto «tu
oro, las estrellas», y por supuesto, «la
sombra del paraíso» es como en Vicente Aleixandre, la naturaleza que
recuerda a antes de estar mancillada por el hombre, por eso
seas
sólo aire y, en el aire,
un
tumulto de sueños,...
La
voz poética de Misael Ruiz anhela el glorioso cosmos perdido. Asimismo el
lenguaje se torna más surrealista aunque sin llegar al de principios del XX
Pájaro
—canto o cuerpo—:
tu
oro, las estrellas.
El
final del libro Todo es real resuelve
la disyuntiva del principio, también aquí es igualadora
la conjunción de Flujo o Materia, y viene a certificar lo
expresado anteriormente. La realidad va cambiando, lo que se repiten son las
sensaciones
las palabras
nacen
sin saberlo entre los dedos:
nada
vuelve, todo
es
real.
La
realidad, es personal, cada uno tiene su propia realidad y consiste en pasar
por la vida como un elemento más sin conciencia de ser algo importante.
Formamos parte de un todo desigual —no uniforme— en el que las cosas están
porque sí. Si no intentamos sólo poseerlas podremos llegar al fondo de la
esencia de cada una, que es la nuestra en realidad. Nosotros estamos en la
esencia de las cosas.
El
sueño no es sino el eco de la realidad, de la vida. Si el deseo nos hace
espíritu todo se iguala, la vida y la muerte
En
el vacío de una voz
resuena
el eco de los muertos
tan
real como el eco de la voz.
Misael
Ruiz Albarracín, con un lenguaje totalmente natural realiza una poesía que
refleja gran interés por el deseo, del que reafirma su brevedad. En las páginas
de Todo es real define el amor y la
muerte contrastando sensaciones. La actitud lírica que predomina es carmínica,
en una expresión total de sentimientos.
Es
cierto que el lenguaje es natural, sin embargo a veces emplea una sintaxis
caprichosa con la que consigue aportar cualidades a verbos «¿por qué entonces no amar incontinente?» ;de esta forma el verbo
se nominaliza y adquiere presencia de concepto.
Destacan
metáforas «palabras labradas en el aire»,
algunos oxímorons que confieren el punto surrealista «autómatas animados», «el
soplo de los muertos». Las sinestesias nos unen a la naturaleza «se alimentó del color de la tierra»; de
hecho el vocabulario coloquial se torna
específico al tratarse de la naturaleza: páramo, zarzas, pastor-poeta,
jacarandá, zarzaparrillas, encinas, algarrobos...
A
veces incluso compara órganos del ser humano con elementos de la naturaleza
para darles vida propia, libertad o fugacidad «El ojo [...] alza el vuelo como un ala». Otras veces animaliza el mundo vegetal mediante perífrasis
tan largas que se hacen imposibles «brisas
/ que llegan con la tarde a desovar / su tierra, su color, su aroma extraño».
Las
imágenes mitológicas también aparecen: Aracne, Orión, Femio, el Cielo estigio
de Caronte pueblan las páginas para recordarnos amores y muertes proyectados a
través de sueños o ideas.
Todo
es fluir, la vida fluye, los sentimientos, los deseos, y nada los podrá parar,
se irán recomponiendo, reestructurando en otros para conseguir que la vida y la
muerte sean imperdurables en el amor.
Bello
Todo es real
Bella
la poesía
Bella
la amistad