miércoles, 13 de abril de 2022

ENTREVISTA CON ROSA SANMARTÍN


Con motivo de la presentación de su último libro, entrevistamos a Rosa Sanmartín, una de esas mujeres todoterreno que se mueve como pez en el agua con cualquier modalidad de expresión escrita. La conocí gracias a Instagram, plataforma en la que estoy descubriendo a verdaderos artistas, tras leer Cuando la vida te alcance, novela que me gustó, sobre todo por la delicadeza y valentía con la que trató el maltrato de género. En Te parecerá raro, la autora grita con todas sus fuerzas que la vida puede dar diferentes oportunidades.

Ahora sale a la luz su tercera novela en solitario, Un brindis por el desamor.

Esta novela puede dar la impresión de ser más ligera que las anteriores, sin embargo también invita a reflexionar, así que agradeceríamos tu parecer:

P. Como en el resto de tus libros, quizás en este más, dejas ver tu faceta optimista, ¿es la mejor manera de enfrentarse a los contratiempos?

R. Creo que llevamos un par de décadas (quizá tres o diez, quién sabe ya) muy convulsas en las que hemos fracasado como sociedad. Supongo que mis anteriores obras hablan de ese pesimismo que me invade a menudo, que me rompe en muchos momentos. Siempre intento dejar una grieta por la que colar un poco de felicidad, de sonrisa y de canto a la vida, pero a veces no me sale tan perfecto como me gustaría. Tengo la sensación de que escribo para sacarme la tristeza que llevo dentro, aunque no siempre lo consiga.

De alguna manera, ese fue el motivo que me llevó a escribir Un brindis por el desamor. Quería mostrar que se puede escribir sin desgarrarse, que hay que sonreír a la vida, que se puede hacer un brindis por amor (o por desamor), cantar con tu mejor amigo, reír con tu amiga, y disfrutar de la vida y de esos pequeños placeres que nos trae. Aunque, no quiero engañar a nadie, también hay dolor en esta novela. Creo que al final la vida te da un poco de cada y no sé escribir si no muestro las dos facetas. Pero sí, me parece que Un brindis por el desamor es una novela más optimista, más entretenida y con la que pasar un buen rato, que también es necesario en estos tiempos que corren.

P. Creo que dibujas a la perfección el personaje de Angélica, de hecho, al leer cómo se comporta con Matthew creí ver la misma actitud que había tenido con Lorenzo, cuando en el capítulo 17 la propia narradora confirma “Ella entendía a Matthew como su nuevo Lorenzo” ¿Esto es una forma de profundizar en el personaje o de conectar con el lector?

R. La prioridad con esa frase era profundizar en el personaje, en esos miedos e incertidumbres que la acompañan a lo largo del camino. También, por supuesto, conectar con el lector para que vea que Angélica es tan humana como cualquier persona. No tiene nada de especial. Está llena de temores y ha llegado a un punto en que no se plantea otra cosa que no sea pasarlo bien y concentrarse en su trabajo.

P. Para que olvidar a un amor de toda la vida sea posible, incluso beneficioso, ¿hay que actuar de forma poco madura?

R. No lo creo, aunque sólo hace faltar mirar un poco a nuestro alrededor para ver que pasa muchas más veces de lo que imaginamos. Angélica, por sus circunstancias (no quiero desvelar demasiado), tiene momentos en que esa inmadurez que comentamos se apodera de ella. La decisión tan drástica que ha tomado en su vida la lleva a hacer cualquier cosa que le permita cumplir con su promesa. En esas circunstancias tiene momentos en los que tenemos ganas de zarandearla y decirle que pare. Eso es lo que la hace más humana. Todas las personas cometemos errores, actuamos de una manera infantil en algunas ocasiones, y Angélica no lo es menos.

P. Hay una frase que me gustó especialmente al comienzo de la novela “Los dos decidieron ser uno” ¿Es esto tan fácil o siempre permanece un rencor oculto?

R. A mí no me parece nada sencillo. Tampoco es que tenga que quedar un rencor, simplemente en la vida se toman decisiones y hubo un momento en que Angélica decidió ser una con su pareja. También es cierto que cuando uno tiene dieciséis entiende la vida de una forma más sencilla, no le importa arriesgarse y está convencido de que puede existir un “felices para siempre”. Y es posible, claro que sí, pero no es nada sencillo. Ese aprendizaje es el que les falta a Philippe y a Angélica. Una de las cosas que más me gusta de ellos es eso: su inocencia cuando empiezan la relación. 

P. El verdadero amor ¿puede anteponerse a la realización personal?

No debería; sin embargo, hay ocasiones en las que no queda otra que elegir. Es lo que les ocurre a Angélica y a Philippe, deben decidir qué hacer con su vida y no es nada sencillo. Es un tema muy complejo, por eso quise abordarlo aquí. Las dos personas pueden estar convencidas de que se aman con locura, pero cuando deben elegir, todo se complica. ¿Quién de los dos debe dejarlo todo y empezar de cero? ¿Están dispuestos a ese riesgo? Son preguntas que se hacen los personajes con una respuesta muy, muy dura.

P. La inspiración para escribir ¿te viene sobre todo de lecturas, cuadros, fotografías o situaciones de la vida diaria?

R. Siempre de situaciones de la vida diaria. Paso mucho tiempo observando lo que ocurre a mi alrededor, cómo se comporta la gente, qué reacciones tiene ante un mismo acontecimiento, cómo siente la vida… También reflexiono bastante sobre mi propia experiencia. Casi siempre digo que le estoy muy agradecida a la vida, a las cartas que me repartió, y eso me hace pensar en aquellas personas que no han tenido la misma suerte o las mismas oportunidades, y en qué haría si tuviera que vivir su experiencia. Intento empatizar con las personas para entender el porqué de su manera de estar en el mundo, sin juzgar, sin buscar una moralidad que transmitir. Simplemente observo y apunto.

P. ¿Tienes alguna mecánica a la hora de escribir? ¿Sueles beber o comer algo mientras escribes?

R. No, qué va, ya me gustaría. Soy un caos, en la escritura y en la rutina del oficio. No soy nada disciplinada. Odio las rutinas y por eso no sigo ninguna cuando me siento a escribir. Igual me pongo mi reloj de arena y me digo, no puedes levantarte de ahí hasta que dé tres vueltas (de sesenta minutos, que ya me lo regalaron largo para que aguantara sentada), o estoy quince minutos y me levanto. Depende del día. Hay semanas que soy capaz de escribir cuatro o cinco horas diarias, y otras en las que no escribo nada. Cuando me siento delante del ordenador (o de la libreta, si es el primer borrador), la única manía es tomarme un café, pero como soy una adicta a la cafeína, tampoco es que se pueda considerar una manía.

P. De las mujeres de tus novelas yo me quedo con el coraje necesario para aclarar sus ideas, el gusto por la vida y el amor por el trabajo. ¿Qué hay de ti en ellas?

R. Algo compartimos, para qué negarlo. No se parecen a mí, porque ellas tienen su propia personalidad y son diferentes entre sí; sin embargo, siempre busco que tengan una coherencia en lo que hacen y en lo que sienten. Supongo que ese amor por la vida, por aferrarte a la felicidad, aunque cueste, y por el trabajo bien hecho es algo que nos une. A ellas les sale un poco mejor que a mí, que pueden borrar y reescribir tantas veces como sea necesario. En mi caso, si lo estropeo, ya no puedo volver atrás. En ese sentido, son unas privilegiadas.

P. En Te parecerá raro se ve la muerte desde diferentes perspectivas. También se intuye otro tipo de muerte para la mujer en Cuando la vida te alcance. ¿Es parte de la vida? ¿Has pensado en cómo te gustaría morir?

R. El precio a pagar por vivir es la muerte y deberíamos aceptarla. Pero como seres humanos nos resistimos a pensar en ese final porque es doloroso dejar de existir. Sí que es cierto que el paso del tiempo me ha dado una perspectiva diferente y acepto ese fin como una parte más del proceso. Aunque sé que en muchos casos es inaceptable y no estamos preparados para asumir que en ocasiones se van personas que no deberían.

Y sí, pienso mucho en la muerte, en el final y en cómo me gustaría que ocurriera. Me gustaría morir y haber mantenido la capacidad para escribir, reflexionar y pensar. Uno de mis mayores temores es perder la memoria, dejar de ser yo. Como ves, sí reflexiono bastante sobre la muerte y sus procesos. Helena Sabater tiene una escena que define bien ese final que me gustaría para mí (y que no cuento por si alguien no leyó la novela). Eso sí, siempre le digo a la vida que me quedan muchas novelas que escribir y que debe tener paciencia conmigo. Tendrá que esperar un poco...

P. También se observa en tus novelas una gran pasión por la naturaleza. ¿Tienes alguna afición relacionada con ella?

R. Diría que más que afición es una manera de entender el mundo. Siempre que puedo me escapo de la ciudad (que me parece un lugar horrible) y me voy a la montaña (quizá eso también lo tenemos en común Helena Sabater y yo). La naturaleza me reporta una paz y una tranquilidad que no resulta fácil conseguir en el bullicio de la ciudad. El silencio (o los sonidos que te ofrece), la quietud entre tanta vida, el sonido del mar, el calor de la arena, los árboles centenarios, su historia, su oxígeno, su vida incluso entre las piedras, me parece que es un regalo que no sabemos apreciar.

Creo que le debemos a la naturaleza estar vivos y siento que no le compensamos todo lo que ella hace por nosotros. Al contrario, estamos tratándola de una manera cruel y despiadada; una forma en la que no permitiríamos que nadie nos tratara a nosotros. Pero creemos que somos impunes a ese maltrato y ya estamos pagando las consecuencias. 

P. Además de escribir impartes clases de escritura en la Universidad de Castellón. En ellas, ¿apuestas por la flexibilidad o marcas el ritmo? ¿Te entregan sus proyectos los alumnos? ¿Tienes alguna anécdota que puedas compartir?

R. La oportunidad de dar clases de escritura ha sido también un aprendizaje para mí. Como yo soy tan indisciplinada… les marco el ritmo; y, en general, cumplen las tareas. Me interesa la escritura espontánea, así que casi siempre hacemos una actividad para que se suelten. A partir de lo que construyen, dialogamos, analizamos y reflexionamos sobre los procesos. Alguna vez hay escritos que no aportan nada, pero siempre hay un punto de partida con el que construir algo hermoso. Lo que siempre les transmito es que para ser escritora hay que escribir, hay que hacer un entrenamiento que te lleve a mejorar. Por eso intento que escriban todos los días, les animo a que presenten algún escrito, y cuando ya tengo confianza, les aseguro que deberían dejar de hacerme caso e ir por su cuenta. La directora del curso me escuchó un día decirles: “debéis, estáis en la obligación de saltaros las reglas, al menos las que yo os doy” y se reía. Pero después les apostilló: “diga lo que diga Rosa, intentad ser disciplinados”. Nos reímos mucho con esa anécdota. Las caras de los alumnos cuando les decía, “haced lo que os parezca, debéis arriesgaros, aprended las reglas y después, funcionad como mejor creáis”, eran impagables. Supongo que estamos acostumbrados a que nos digan lo que tenemos que hacer, y en ese sentido siempre he sido muy rebelde. Creo que es necesario cometer errores, aprender de ellos y seguir adelante. Y escribir es eso. Nadie nace escritor, así que cada novela, cada texto que escribimos es una enseñanza, y para aprender hay que equivocarse. No sirve que te cojan de la mano y te lleven por un camino. Hay que desviarse. Quizá en el otro extremo, haya algo mucho más interesante.  

P. Además de Machado, ¿a qué otros autores admiras y qué obras en concreto?

R. Admiro a muchísimos escritores. Cuando me siento a leer pienso, ojalá algún día yo sea capaz de escribir esta frase tan maravillosa. Hay genios en el oficio de los que tenemos que aprender. Machado llegó a mí de pura casualidad y lo cierto es que le debo mucho de lo que soy (como escritora y como persona), pero hay también otras escritoras y escritores a los que admiro. Una de ellas es Almudena Grandes. Tenía una pluma exquisita y como escritora fue haciéndose grande. Quizá la obra que más me gusta sea El corazón helado, aunque Atlas de geografía humana (que leí no hace mucho) me enamoró. Me gusta también la escritura de Rosa Montero, Juan José Millás, Maruja Torres, Stephen King o Julien Barthes. Cada uno tiene un estilo, pero de todos se aprende. Y por supuesto, no quieras imaginar la de autores y autoras que he conocido por Instagram, que no figuran en las listas de “escritores” y que merecen ser leídos.

P. ¿Hay algún libro que, a pesar de ser famoso y reconocido como obra maestra, no hayas podido terminar de leer?

R. Creo que no, la verdad. Seguro que si empezamos a nombrar habrá alguno que me costó más o que me gustó menos, incluso que no haya leído, pero dejar a medias una obra maestra, me parece que no. También es verdad que hay textos que en su momento fueron un fracaso y que ahora las tenemos como magníficas. Siempre pienso en los hermanos Machado. Tienen una obra de teatro titulada Juan de Mañara que fue éxito rotundo cuando se estrenó en Madrid. En esos días se estrenaba una obra de Azorín (también ocurrió con Unamuno), que fue vapuleada por público y crítica. Hoy entenderíamos mejor y diríamos que son mucho mejores las obras de Azorín o Unamuno que la de los hermanos Machado.

Pero volviendo a tu pregunta, no creo que fuera capaz de dejarme una obra maestra sin acabar. Si siguen vigentes es por alguna razón y como escritora debo aprender de ellos.

P. ¿Hay algún personaje literario, clásico o moderno, al que te gustaría parecerte?

R. Qué difícil esta pregunta. No sabría decirte, la verdad. Hay vidas de personajes que no me gustaría vivir, pero que narradas son maravillosas; pongo por caso Madame Bovary, Ana Karenina, Ana Frank, o Raquel Fernández (la protagonista de El corazón helado). Son personajes increíbles, cuya historia es tan dura que por nada del mundo quisiera estar en su piel. Así que, puestos a elegir, me quedo con Alicia (la protagonista de Lewis Carroll), pues estoy segura de que me lo pasaría fenomenal en su mundo. El sombrerero loco es mi personaje preferido. Por eso me gusta celebrar más los no cumpleaños que el aniversario en sí, porque me aseguro un pastel y un celebrar la vida todos los días.

P. ¿Consideras que a estas alturas vas cumpliendo tus objetivos o ha quedado alguno por el camino? ¿Qué te gustaría experimentar?

R. Más que cumplir objetivos, lo que he conseguido es avanzar. Sé que hay muchas personas que se ponen metas a corto o largo plazo y con ellas se motivan. A mí me parece horrible tener que decidir. Cuando me preguntan qué objetivos te propones cumplir con este proyecto, me quedo bloqueada. La mayoría de veces no tengo ni idea. Surgen las cosas y algunas las tomo y otras las dejo, depende del momento. Es una premisa que me ha traído la edad (envejecer tiene su lado bueno). Cuando era adolescente hacía muchísimos planes; en ocasiones no se cumplían y yo me frustraba tanto, que era capaz de enfadarme durante días (conmigo y con quien estuviera a mi lado). Aprendí que no importan demasiado los planes que una persona haga, la vida va a lo suyo y no cuenta contigo para eso. Podríamos decir que no tengo un plan. Ahora mismo estoy concentrada en escribir (cosa que no imaginé que pasaría hace siete años), dentro de unos meses, días, años, igual este camino se acaba y he de coger otro. Lo único que intento hacer en cada proceso es poner el alma y aceptar que las cosas no son siempre como uno quiere.

P. Para terminar te pido unas respuestas rápidas, casi sin pensar. Imagina que vas a emprender un largo viaje y debes llenar tu maleta con:

Una película............................ Pequeñas mentiras sin importancia, de Guillaume Canet
Una canción.................. Ahora mismo What's up, de 4 Non Blondes (ya sabes por qué)
Un libro............................................................................................................... El Quijote
Un cuadro....................................................................................................... El Guernica
Una palabra............................................................................................................. Suerte
Un sabor................................................................................................ Frutos del bosque
Un olor...................................................................................................................... Limón
Un color................................................................................................................. Naranja
Una estación del año............................................................................................. Verano
Una prenda de vestir............................................................................................. Vestido
Un consejo para ti misma y para todos........................................................ Sed felices

Muchas gracias Rosa por tu amabilidad y por esa grieta a través de la que, en todos tus libros, nos inoculas una dosis de felicidad. Seguro que Un brindis por el desamor te deparará grandes alegrías.




2 comentarios:

  1. Enhorabuena buena a Rosa por el libro y a vosotros por esta fantástica entrevista!!

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  2. Muy buenos conceptos de una persona madura intelectualmente que se pone los
    pantalones por mayoreo baratos
    y contestar con valentía que se queda bloqueada por el objetivo que pretende con ese proyecto porque lo mas importante no son las metas sino lo que siente con ese proyecto que la hace feliz y su creación la deja volar para que otros la hagan mas grande.

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