He
terminado un libro que he seguido con interés creciente, es decir, conforme
avanzaba en su lectura, esta se hacía más interesante, probablemente porque la
trama no se expone de forma lineal sino por puntos de interés.
La
novela comienza in medias res.
Estamos en el año 2000. La narradora, en tercera persona, nos introduce en un
momento clave de la vida de Helena Sabater «mientras
pensaba dónde comenzó todo, dónde se había roto esa relación con su madre»
y después nos lleva hacia atrás o hacia delante en el tiempo, hasta que somos
capaces de construir la vida de la protagonista. Y entenderla. ¿Por qué hablo
de narradora? No lo sé, pero en la novela se impone la voz de la mujer, una voz
que pide ayuda desde el principio porque teme lo peor, morir por dentro
mientras el cuerpo sigue con vida. Esta narradora, abandona en alguna ocasión
la tercera persona para hacerse eco, en una segunda totalmente íntima, del
pensamiento de Helena, el
que
constantemente la martiriza y calma a la vez, «Se dejaba llevar mientras en su cabeza martilleaba un único mensaje:
con lo que él hace por ti… Después de todo, aunque no te diga que te quiere,
siempre acaba por hacerte el amor».
La
protagonista no se dirige en primera persona a los lectores y sin embargo nos
habla. La autora no se introduce en ningún momento en la novela aunque podamos
seguir su rastro a lo largo de la narración. La presencia de Helena cuenta
sobre el alma de Rosa. Al menos es lo que yo he sentido cuando, al llegar a un
final demoledor, asistimos a unas expectativas totalmente esperanzadoras para
la protagonista. Y descubrimos, al seguir leyendo, el optimismo vital, la
fuerza que Rosa Sanmartín ha dejado
en su historia.
Asimismo
los diálogos constituyen una eficaz estrategia mediante la cual la voz de la narradora
desaparece para que hablen directamente los personajes. El intimismo de Cuando
la vida te alcance aflora en estos diálogos, normalmente entre dos
interlocutores. Helena y Carlos introducen en sus conversaciones algunas
circunstancias clave para entender las acciones que llevan a cabo otros
personajes. Conocemos y comprendemos a Fifín según hablan sus hijos. La
espontaneidad que marca las charlas entre Helena y María revela las sensaciones
de impotencia e invisibilidad que atormentan a las lesbianas. Y en las palabras
que David le dirige a Helena sabemos que la relación no tendrá nada que ver con
aquella tan tóxica por la que pasó con Andrés.
Cuando la vida te alcance es, a pesar de la dureza que
encierra, una novela bella. Desde el primer momento surge una complicidad entre
autora y lectora (continúo hablando en femenino porque las experiencias de sus
personajes son el reflejo de una clase oprimida). La narración es el testimonio
de la lucha contra el silencio y contra determinados patrones que aún hoy
impone la sociedad. Por razones de sexo la mujer siente que ha sido oprimida
desde la infancia, debe demostrar que es superior en todos los aspectos si
quiere tener las mismas oportunidades que el hombre. «…mientras su jefe se limitaba a pasar por la oficina a recoger los
cheques que ella iba peleando día tras día».
Miramos
a Helena, miramos a María y vemos, como en un espejo, la frustración, el
encierro que la tradición social y familiar ha supuesto para la mujer, sentimos
la asfixia, la necesidad de salir para poder respirar sin dificultad.
También
la protagonista se adentra en su conciencia al mirar la fotografía familiar de
la boda de su hermano, «esa chica, con
traje de chaqueta beige y pelo recogido, lloraba por dentro». La foto le
devuelve su imagen destrozada, carente de autoestima que, sin embargo,
reclamaba la presencia de aquél que la había castigado, nuevamente, con su
ausencia «Echó de menos a Andrés»,
sin darse cuenta de que lo que realmente pedía era no sentirse sola.
Helena
Sabater ha disfrutado de una infancia feliz, ha gozado del cariño y la
complicidad de su hermano, del cariño y la libertad que le permitían sus
abuelos, del cariño y la protección de su hogar. Cuando decide llevar a cabo
sus sueños ve como esa protección se transforma en coacción. La falta de
comunicación familiar será el detonante para que ella busque la libertad fuera
de casa. No quiere repetir el patrón seguido por su madre y por tantas mujeres
que dejan «su trabajo para dedicarse a la
casa y al cuidado de su hijo». Y cae en las redes sibilinas de Andrés, que
la atrapa y la rompe en mil pedazos hasta conseguir que abandone a su familia,
a sus amigos y a ella misma.
El
machismo de Andrés se va alojando en el subconsciente de Helena. Desde el
principio está implícito en todos los momentos de su relación. La manera de
pensar, sentir y actuar de Andrés consigue el pensamiento, el sentimiento y la
actuación de Helena. Ella deja de ser persona para ocupar el lugar de una
marioneta vulnerable. Ambas identidades, la de Andrés y la de Helena, se van
forjando a ojos del lector, que ve en el maltratador a un acomplejado, alguien
que se considera inferior aunque nunca lo reconozca, alguien que necesita
demostrar una falsa supremacía, manipula a la mujer para que se sienta culpable
y agradecida de contar con su protección, por eso sus técnicas venenosas están
disfrazadas de paternalismo.
A
punto de ser anulada del todo, Helena reacciona y aun contando con la oposición
familiar, abandona a Andrés aunque esto conlleve abandonarlo todo «Fifín estuvo encantada de que su hija,
aunque fuera con otro filósofo, saliera con alguien que la cuidara tanto»
Helena
se siente confusa ante la actitud de Andrés, el lenguaje que emplea con ella es
más duro, incluso violento, algunas reacciones le resultan incomprensibles, pero
él sabe muy bien lo que sucederá después, está seguro de las respuestas que va
a obtener y sabe bien cómo vengarse sin que lo parezca. Porque Andrés es el
retrato perfecto del maltratador, posesivo, inútil, acomplejado y cobarde. Pero
todo tiene un límite que no queremos cruzar, por miedo o por valoración
personal, y cuando Helena se da cuenta de que su vida peligra se aleja de todo,
buscando en el Pirineo su propia independencia, no es consciente de que en ese
momento su identidad no le pertenece, es la que ha querido forjarle Andrés. Sin
autonomía no podrá sobrevivir sola. El espacio inclemente, el clima extremo son
metáforas de su circunstancia personal en la que la busca de la personalidad,
de la madurez, se convierte en algo imposible si no es con ayuda. Y la tiene.
Tara y María se encargarán, desde dos posiciones diferentes, de conseguir que
Helena vaya saliendo a la superficie. Cuando se da cuenta de que está preparada
para caminar sola, cuando por fin la ha alcanzado la vida sabrá en qué
consiste, momentos duros, terribles que podrán superarse mediante la
comunicación hasta que queden ocultos por el amor.
Los
temas que aparecen en Cuando la vida te
alcance son universales, el amor, la amistad, la condición de la mujer, la
violencia de sexo han sido tratados desde el comienzo de la literatura. Sin
embargo Rosa Sanmartín consigue, con su estilo sencillo, directo, que pertenezcan
al ámbito privado. Y el lector va descubriendo, tras cada página, la grandeza
de lo cotidiano.
Cuando
la vida nos alcance hemos de estar preparados. Es un proceso, largo, de
construcción de la personalidad, que se lleva a cabo a través de la palabra. Cada
vez que hablamos, con sinceridad, construimos parte de un camino que nos
llevará a la verdad de nosotros mismos.
La
palabra es un instrumento que le sirve a Rosa Sanmartín para hurgar en nuestro
interior. Helena lo utiliza para profundizar en ella misma hasta que encuentra
su propia identidad.
Ambas
rompen con los mitos y los estereotipos haciendo oír la voz de las
discriminadas.
¡Qué maravilla de reseña! Me confirmas muchas de las cosas que espero de esta novela. No puedo esperar, ¡tengo que leerla ya!
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