No
sé si esta novela que acabo de leer es del todo ciencia ficción. Es cierto que
aparece el impacto de la tecnología; los ginoides y androides dan muestra de
ello. También el de la ciencia; hay vacunas que actúan de diferentes maneras (y
no todas deseables) sobre los seres humanos.
El
mundo paralelo está servido. Un grupo reducido de humanos se confinan y vacunan
para evitar la muerte inminente, ocasionada por un virus lanzado por quienes
piensan que el planeta no soporta más población, tal es el daño que está
sufriendo. Una vez pasados los efectos del virus, los confinados salen a la
calle a enfrentarse a su nueva vida, con el dolor de haber perdido a seres
queridos (han debido elegir un número de personas salvables), con la culpa de
haber sido responsables (indirectos) del exterminio, y con la ira por no haber
escogido a los más inteligentes para poblar el planeta (el escaso tiempo del
que disponían les ha hecho elegir sin pensar) «pensad bien a quién ponéis porque no todas las personas son aptas. En
el nuevo orden no hay sitio para la política ni para la religión ni para el
capitalismo».
Hablar de ciencia ficción es peliagudo, porque en realidad este género no deja de ser ciencia
(prevista con anterioridad). Solo hemos de esperar unos años (o siglos)
para que quede confirmado lo expuesto en la ficción con más o menos horror o
admiración. Ya somos (son) capaces de reconstruir un cuerpo con restos de otras
personas; hay bancos de sangre, de huesos, de óvulos… Podemos devolver muertos
a la vida desde que los trasplantes de corazón, hígado o cerebro apenas suponen
dificultad. Hemos llegado a lo más alto del espacio y a lo más profundo del océano.
Así
pues 2222
no impresiona por sus robots. El concepto de mujer artificial con rol de
sirviente o juguete sexual es tan antiguo como la mitología griega y ya en el
siglo XIII Alberto Magno concibió la posibilidad de crear autómatas. Lo que
impresiona de 2222 es que no parece
una novela escrita en 2017 sino un razonamiento de lo ocurrido, lo que está
ocurriendo, en 2020, asombra la visión de futuro que tuvo P.L. Salvador, «Sólo vamos a quedar cuatro millones […]
Unas veinte mil personas no elegidas sobrevivirán por inmunidad natural. —Marca
una pausa—. El agente elegido es un virus».
La
novela forma parte de una esfera de la narrativa moderna que se basa en la
autorreflexión y el autocuestionamiento «Y
por eso nos escogieron los Organizadores. No querían personas aborregadas,
descomprometidas, superficiales […] sin sentido crítico». 2222 es una novela corta que contiene
demasiados elementos tóxicos. Da que pensar que no sea precisamente un humano
el que demuestre tener sentimientos. Da que pensar que los hombres seamos
incapaces de convivir aun cuando las normas prohíban cualquier tipo de política
o religión. ¿Habrá pasado la era del ser social? «No cabe duda: la armonía inicial se ha teñido de acritud».
Salvador
se apropia de la escritura de Nueve semanas
para escribir una novela referencial a su propia obra; es una
autometaliteratura con la que recapacita sobre el conocimiento que la
literatura aporta de la sociedad. «Su
nombre artístico es P.L. Salvador». 2222
Supone una interferencia en un tiempo presente que ha experimentado una
transmutación de valores y jerarquías. «No
es probable que físico, dinero y poder gocen de relevancia en esa
configuración». El paradigma estético y clasista actual está destruyendo el
sistema, lo que favorecerá la construcción de una utopía futura de falsa
emancipación «No podemos cometer otra vez
los mismos errores».
En realidad la literatura de este autor es lo que de verdad se ha emancipado. En este momento constituye una vanguardia con rasgos definitorios que cambia la idea de novela que se tiene hasta ahora. No es exactamente posmoderna, creo que va algo más allá, algo como diario-colectivo-ensayístico-novelado. Salvador piensa la novela como un recurso para profundizar en nuestra sociedad disparatada. Sus personajes andan algo desquiciados, no distinguimos humanos de androides. Los humanos son máquinas capaces de banalizar los impulsos más elementales, incluso el exterminio «Desavenencias, inquietudes e impulsos sexuales serán expuestos y resueltos cada domingo».
En la
nueva realidad creada (tras el virus), los habitantes deben elegir sin seguir
normas fiables, sin tener objetivos concretos, sin orientaciones ni directrices
(¿a qué nos suena?). Una realidad en la que lo único fundamental es la
tecnología, en la que vivimos tan aceleradamente como nos lo permiten las
máquinas. Todo se transforma en una negociación a corto plazo. El hombre pierde
su identidad social. También 2222 se
relativiza como novela, no presenta estabilidad (cada personaje escribe un
apartado del diario) por lo que la palabra anula su posibilidad de interpretación
única, se condiciona. El lector es clave en esta novela, entendida como un
proceso, un dinamismo que permite incluir las connotaciones del lenguaje, las
presuposiciones, «que me deje llevar por
la imaginación […] ¿Tendré alma? […] Intentaré escribir como él y asimismo me
dejaré influenciar por mi autor favorito». El lector puede, según
interprete, recrear la novela. Al igual que hay múltiples autores, pueden
aparecer múltiples sentidos; sin embargo el significado absoluto es una
conjunción de las intenciones del autor y la descodificación del lector.
Estamos ante un discurso complejo que revaloriza lo heterogéneo, y augura que,
como siempre, en el futuro se apreciará lo que en su momento fue descartado por
no ser igual, «Sus textos y su música
adquirieron la popularidad que en su día se le negaron. Como si se hubiera
adelantado a su tiempo».
Salvador
es un escritor crítico que convierte su obra en un espacio estratégico desde
donde el lector interpreta sus comentarios e inquietudes, en una escritura que
transfigura el carácter discursivo hasta convertirse en ficción de su propia
ficción, «veintiséis historias que
escribió mi tataradeudo en el siglo XXI».
Para
el autor la sociedad puede derivar en una prisión que controla y domina al
hombre, que debilitará a todo aquel que se deje llevar por una idea o tendencia
única «La indignación se ha convertido en
la excusa perfecta. Y apoyándose en ella se han hecho con el poder absoluto».
La
novela de P.L. Salvador expone diferentes reflexiones con las que pretende
restaurar el razonamiento múltiple de lo primario. La tecnología, por su
inmediatez, desempeña un papel fundamental en la sociedad que va construyendo,
cada vez más compleja y caótica; paradójicamente en ese caos el hombre pretende
formarse, desarrollarse y liberarse. Ante la imposibilidad de convivir
libremente en un desorden absoluto, urge la visión de la unicidad. Solo quedará
un yo que dirija y acabe con la falsa libertad, con el falso individualismo,
hasta que alguien se dé cuenta de que esa libertad no es sino una forma de
encubrir la falta de libertad «¿qué
añadirías ¿qué quitarías?» Y la respuesta está en 2222, quitaría la
seguridad y la excesiva disciplina y añadiría arte y la posibilidad de
equivocarnos, la imperfección, «nos
chocaba que siempre anduviera con los textos del tataradeudo de Zalt» «¿Por qué
no formamos una orquesta de cámara?» Literatura, música, aprendizaje…Una
combinación perfecta para recobrar el alma humana.
Esta vez tengo que discrepar en un pequeño punto: lo que falla en la Ciencia Ficción es precisamente esa denominación; este género literario se compone de múltiples subgéneros, y muchos de ellos se alejan de la vertiente científica. Algunos se interesan más por nuestra evolución psicológica, sociológica, etc. Esa es la Ciencia Ficción que aborda PL Salvador, la que denuncia problemas actuales o venideros, la que elucubra sobre futuros posibles, la que enciende una señal de alarma. Salvo eso, tu análisis me parece maravilloso. Descubrí al autor con esta ¿novela? y desde entonces no he podido ni querido salir de su órbita.
ResponderEliminarLeyéndonos(maldito corrector)
ResponderEliminarTú eres el maestro de la ciencia ficción así que no tengo nada que objetar a tu comentario. Todo lo contrario. Sólo quería destacar que la novela parece un análisis de nuestro presente. Indudablemente está mal planteado. Gracias!! Seguimos leyendo y leyéndolos!
ResponderEliminarNo, de maestro nada. Simplemente me posiciono. La ciencia ficción es un género infravalorado y controvertido. El nombre nunca ha sido el apropiado y da lugar a confusión. Pero volviendo al tema que nos ocupa, tu análisis es impecable. Y pensando en él, tras leer esta reseña y la que hiciste de nueve semanas justas justitas, creo que en PL Salvador tenemos a un gran novelista que podría haber sido un gran dramaturgo.
EliminarAy, Kest, cuánto te añoro. A veces, cuando estás escribiendo una historia, la vives como si fuera real. Te encariñas con los personajes, y luego tienes que abandonarlos a su suerte. De esto también hablo en la próxima.
ResponderEliminar¡La próxima cada vez tiene más fieles esperando a que llegue!
EliminarHola Hefesto! No suelo leer ciencia ficción, pero porque los ordenadores, la ciencia y los temas de conquista del mundo no me han atraído especialmente, por eso no sé si está infravalorada o no, yo creía que tenía muchos seguidores, pero repito y me reafirmo que tú eres el maestro y sabes mucho de ciencia ficción. Lo veo en tus críticas. Bueno, no sé cómo habrá quedado el análisis de 2222, sé que me ha gustado y me ha puesto los pelos de punta porque he visto retratada la situación que tenemos. Salvador es un profeta! Y escribe muy bien. Pues seguimos leyendo! Y yo seguiré leyendo tus análisis para entender mejor la ciencia ficción:)
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