Si
hay una comedia representativa de Terencio
es El
eunuco y, sin embargo, creo que es la que menos lo define como autor y
como persona. El argumento es bastante conocido. Un joven está locamente
enamorado de una meretriz, hoy diríamos prostituta pero los romanos se
ajustaban más al significado de “merecer”; meretriz era la que se ganaba la
vida por sí misma y teniendo en cuenta que las mujeres se dedicaban a ser
esposas, o hijas de, y las sirvientas eran de condición baja, o esclavas,
realmente no quedaban demasiadas opciones. Pues bien, Fedria (el joven) le va a
regalar una esclava y un eunuco a Tais en prueba de su amor, pero ella quiere
obtener a Pánfila para dársela a Cremes, pues se ha enterado de que son
hermanos, separados desde que unos piratas la secuestraron de niña para
venderla como esclava. Quien tiene a Pánfila es el militar Trasón y se la va a
regalar a Tais para obtener sus favores, provocando los celos de Fedria. Su
esclavo, Parmenón, idea una plan que se va enredando hasta conseguir burlar los
intereses de Trasón y hacer que el enamorado de Pánfila, Querea, se haga pasar
por el eunuco para entrar en casa de Tais y obtener a su amada.
No
desvelo el final porque da un giro sorprendente según nuestra forma de pensar,
pero todo termina bien, a gusto de todos y del público, que agradeció esta
comedia más que ninguna otra de su autor pues, aunque es la típica fábula
palliata, es decir al estilo de Grecia, y desarrollada allí (para que ningún
aristócrata romano se ofendiera con las críticas.), el humor que deviene de los
habituales problemas familiares es más bullicioso, no vemos tantos juegos con
el lenguaje y sí más acción salpicada de términos grotescos, muy del gusto
popular. El insulto y la irreverencia son habituales entre los personajes y su
condición da igual, meretriz, criadas, esclavos, jóvenes o ancianos.
TAIS.- ¿Y si me da la gana?
[…]
CREMES.- ¿Dices tuya, hijo de puta? […] ¡Tú vete a la mierda! […] lo que te
voy a dar es una patada en la boca si no te callas.
GNATON.- ¿A quién vas a pegar tú,
perro?
A
pesar de exponer un ambiente algo más escandaloso de lo habitual en el autor,
el doble sentido es propio del esclavo; cuando Tais asegura a Fedria que
siempre se lo cuenta todo y nunca le oculta nada, el esclavo Parmenón le
confirma lo dicho introduciendo el aspecto sexual «¡Ella te lo ha contado siempre todo! ¡Nunca te ha ocultado nada!
¡¿Alguien lo duda?».
Asimismo
Parmenón parodia la forma de hablar con Tais, provocando la risa del público,
incluso se dirige a él a través de la respuesta que le da Tais y no en un
aparte como era habitual.
TAIS.- ¿Quién habla […] ¿Por qué te
quedas fuera? ¿Por qué no entras?
PARMENÓN.- “¿Por qué te quedas fuera?”
Porque tú le has echado ¿No te acuerdas?
[…]
TAIS.- Lo hice porque en aquel momento
no tenía más remedio
PARMENÓN.- Pobrecita, lo quería tanto
que le dio una patada en el culo
Parmenón
es el ingenioso, un personaje que después se convertirá en uno de los tipos
propios de la comedia de capa y espada; el criado listo, quien inventa las
tretas. Otros “tipos” de la palliata, que el público requería y que aparecen en
El eunuco son: el joven enamoradizo,
QUEREA.- Consíguemela. Por la fuerza, con
engaños, con súplicas, con lo que sea. No me importa cómo. Pero consíguemela.
Está
claro que la epanadiplosis asegura que va a obtener su deseo y que éste, no
cuadrará con el de Pánfila, una doncella honesta como era debido, por lo que
tras la violación encubierta por amor, «la
muchacha no para de llorar y ni siquiera sabe decir qué le pasa…».
La
cortesana desenvuelta es otro de los tipos teatrales que tanto juego han
aportado a nuestro teatro
TAIS.- Cógelas. Y si usa la fuerza, lo
detienes y lo llevas ante la justicia ¿Lo has comprendido? […] Procura decirlo
con energía […] Estamos buenos. Y éste es mi defensor…
El
viejo avaro requiere un lugar en la palliata, aunque en El Eunuco apenas se note por el escaso papel, más que nada
representativo, que tiene el padre de Querea y Fedria, quien lamenta más lo que
ha costado el eunuco que el que su hijo esté con una meretriz
ANCIANO.- ¿A esa…? Estamos perdidos
¿Por cuánto?
PARMENÓN.- Por veinte minas de plata
ANCIANO.- ¡Vaya ruina!
No
podía faltar el miles gloriosus, el
soldado fanfarrón y cobarde que, con sus andanzas exageradas causaba entre el
público, y el resto de personajes, gran hilaridad al poder reírse de él por el
miedo hiperbólico que mostraba «Espera,
espera. Antes de llegar a la fuerza, hay que probar la diplomacia. Con sola mi
autoridad, harán lo que yo les mande».
Y,
por supuesto, encontramos al parásito, que en esta obra es definido como tal y
en realidad vive a costa de adular a alguien para obtener todo lo necesario
PARMENÓN.- …¡Toma! ¡Es el mismo
Gnatón, el parásito del militar del que hablaba Tais…
GNATÓN.- …El secreto consiste en
buscar un buen patrón que te alimente… yo me pego a ellos como una lapa y
admiro su ingenio. Si dicen algo, yo lo alabo
Está
claro que El Eunuco es una obra
cumbre de la palliata romana, que aún hoy admite interpretaciones, como la del
propio Terencio, y es aceptada por el público; el autor romano se inspiró para
escribirla en El eunuco y en El colax del griego Menandro; ni
siquiera cambió el nombre, antes no era esencial, pero sí lo fue tomar como
ejemplo a uno de los mejores comediógrafos que supo impregnar sus obras de
solidaridad, y de personajes virtuosos. También Terencio considera la virtud
algo sustancial para el género humano tal como afirma Querea al final, aunque
el acuerdo suponga que algunos de los personajes vivan en adulterio. Pero no
olvidemos que en el siglo XV también nuestro Lázaro valoró, más que el amor,
una mejor situación socioeconómica,
QUEREA.- Opino que siempre es mejor un
mal acuerdo que un pleito
Y si
de aciertos geniales para el teatro estamos tratando, no podemos olvidar la
enseñanza que Aristóteles transmitió a los romanos, entre ellos a Terencio, y
luego Lope de Vega lo impuso como norma para ocupar las tablas hasta entrado el
siglo XX. Hablamos de la verosimilitud, no es real lo que el público ve y éste
debe saberlo, aunque será verosímil
FEDRIA.- …¿Por qué no verla? Verla un
poco, aunque sea a distancia, siquiera como me ve a mí aquel de la última fila
Después,
Stanislavski o Artaud romperán la cuarta pared. Siglos después.
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