martes, 2 de junio de 2020

EL EUNUCO



Si hay una comedia representativa de Terencio es El eunuco y, sin embargo, creo que es la que menos lo define como autor y como persona. El argumento es bastante conocido. Un joven está locamente enamorado de una meretriz, hoy diríamos prostituta pero los romanos se ajustaban más al significado de “merecer”; meretriz era la que se ganaba la vida por sí misma y teniendo en cuenta que las mujeres se dedicaban a ser esposas, o hijas de, y las sirvientas eran de condición baja, o esclavas, realmente no quedaban demasiadas opciones. Pues bien, Fedria (el joven) le va a regalar una esclava y un eunuco a Tais en prueba de su amor, pero ella quiere obtener a Pánfila para dársela a Cremes, pues se ha enterado de que son hermanos, separados desde que unos piratas la secuestraron de niña para venderla como esclava. Quien tiene a Pánfila es el militar Trasón y se la va a regalar a Tais para obtener sus favores, provocando los celos de Fedria. Su esclavo, Parmenón, idea una plan que se va enredando hasta conseguir burlar los intereses de Trasón y hacer que el enamorado de Pánfila, Querea, se haga pasar por el eunuco para entrar en casa de Tais y obtener a su amada.

No desvelo el final porque da un giro sorprendente según nuestra forma de pensar, pero todo termina bien, a gusto de todos y del público, que agradeció esta comedia más que ninguna otra de su autor pues, aunque es la típica fábula palliata, es decir al estilo de Grecia, y desarrollada allí (para que ningún aristócrata romano se ofendiera con las críticas.), el humor que deviene de los habituales problemas familiares es más bullicioso, no vemos tantos juegos con el lenguaje y sí más acción salpicada de términos grotescos, muy del gusto popular. El insulto y la irreverencia son habituales entre los personajes y su condición da igual, meretriz, criadas, esclavos, jóvenes o ancianos.

TAIS.- ¿Y si me da la gana?
                   […]
CREMES.- ¿Dices tuya, hijo de puta? […] ¡Tú vete a la mierda! […] lo que te voy a dar es una patada en la boca si no te callas.
GNATON.- ¿A quién vas a pegar tú, perro?

A pesar de exponer un ambiente algo más escandaloso de lo habitual en el autor, el doble sentido es propio del esclavo; cuando Tais asegura a Fedria que siempre se lo cuenta todo y nunca le oculta nada, el esclavo Parmenón le confirma lo dicho introduciendo el aspecto sexual «¡Ella te lo ha contado siempre todo! ¡Nunca te ha ocultado nada! ¡¿Alguien lo duda?».

Asimismo Parmenón parodia la forma de hablar con Tais, provocando la risa del público, incluso se dirige a él a través de la respuesta que le da Tais y no en un aparte como era habitual.

TAIS.- ¿Quién habla […] ¿Por qué te quedas fuera? ¿Por qué no entras?
PARMENÓN.- “¿Por qué te quedas fuera?” Porque tú le has echado ¿No te acuerdas?
                   […]
TAIS.- Lo hice porque en aquel momento no tenía más remedio
PARMENÓN.- Pobrecita, lo quería tanto que le dio una patada en el culo

Parmenón es el ingenioso, un personaje que después se convertirá en uno de los tipos propios de la comedia de capa y espada; el criado listo, quien inventa las tretas. Otros “tipos” de la palliata, que el público requería y que aparecen en El eunuco son: el joven enamoradizo,

QUEREA.- Consíguemela. Por la fuerza, con engaños, con súplicas, con lo que sea. No me importa cómo. Pero consíguemela.

Está claro que la epanadiplosis asegura que va a obtener su deseo y que éste, no cuadrará con el de Pánfila, una doncella honesta como era debido, por lo que tras la violación encubierta por amor, «la muchacha no para de llorar y ni siquiera sabe decir qué le pasa…».

La cortesana desenvuelta es otro de los tipos teatrales que tanto juego han aportado a nuestro teatro

TAIS.- Cógelas. Y si usa la fuerza, lo detienes y lo llevas ante la justicia ¿Lo has comprendido? […] Procura decirlo con energía […] Estamos buenos. Y éste es mi defensor…

El viejo avaro requiere un lugar en la palliata, aunque en El Eunuco apenas se note por el escaso papel, más que nada representativo, que tiene el padre de Querea y Fedria, quien lamenta más lo que ha costado el eunuco que el que su hijo esté con una meretriz

ANCIANO.- ¿A esa…? Estamos perdidos ¿Por cuánto?
PARMENÓN.- Por veinte minas de plata
ANCIANO.- ¡Vaya ruina!

No podía faltar el miles gloriosus, el soldado fanfarrón y cobarde que, con sus andanzas exageradas causaba entre el público, y el resto de personajes, gran hilaridad al poder reírse de él por el miedo hiperbólico que mostraba «Espera, espera. Antes de llegar a la fuerza, hay que probar la diplomacia. Con sola mi autoridad, harán lo que yo les mande».

Y, por supuesto, encontramos al parásito, que en esta obra es definido como tal y en realidad vive a costa de adular a alguien para obtener todo lo necesario

PARMENÓN.- …¡Toma! ¡Es el mismo Gnatón, el parásito del militar del que hablaba Tais…
GNATÓN.- …El secreto consiste en buscar un buen patrón que te alimente… yo me pego a ellos como una lapa y admiro su ingenio. Si dicen algo, yo lo alabo

Está claro que El Eunuco es una obra cumbre de la palliata romana, que aún hoy admite interpretaciones, como la del propio Terencio, y es aceptada por el público; el autor romano se inspiró para escribirla en El eunuco y en El colax del griego Menandro; ni siquiera cambió el nombre, antes no era esencial, pero sí lo fue tomar como ejemplo a uno de los mejores comediógrafos que supo impregnar sus obras de solidaridad, y de personajes virtuosos. También Terencio considera la virtud algo sustancial para el género humano tal como afirma Querea al final, aunque el acuerdo suponga que algunos de los personajes vivan en adulterio. Pero no olvidemos que en el siglo XV también nuestro Lázaro valoró, más que el amor, una mejor situación socioeconómica,

QUEREA.- Opino que siempre es mejor un mal acuerdo que un pleito

Y si de aciertos geniales para el teatro estamos tratando, no podemos olvidar la enseñanza que Aristóteles transmitió a los romanos, entre ellos a Terencio, y luego Lope de Vega lo impuso como norma para ocupar las tablas hasta entrado el siglo XX. Hablamos de la verosimilitud, no es real lo que el público ve y éste debe saberlo, aunque será verosímil

FEDRIA.- …¿Por qué no verla? Verla un poco, aunque sea a distancia, siquiera como me ve a mí aquel de la última fila

Después, Stanislavski o Artaud romperán la cuarta pared. Siglos después.

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