sábado, 3 de noviembre de 2018

CRIMEN Y TELÓN



Este verano vi representada la obra en San Javier. Me gustó tanto, disfruté tanto con ella que decidí comprar el texto, por si acaso. Ahora lo he leído y realmente Crimen y Telón es una de las obras más completas, teatralmente hablando, que podemos encontrar en la actualidad. Lo tiene todo.

La compañía Ron lalá, formada por seis componentes se multiplica en el escenario en diversos papeles hasta dar la impresión de que son multitud. Lo bueno es que lo bordan todos.

Pero voy a comentar el texto porque lo que me ha sorprendido, una vez releído, es que Crimen y Telón es probablemente una de las obras más sencillas en cuanto a la trama y más difíciles de llevar al escenario. Hace falta que los actores sean músicos, acróbatas, capaces de cambiar de registro, de voz… El escenario, sencillo en un principio pues representa un escenario teatral, tiene bastante complejidad al dejar las bambalinas, el peine, los focos… todo al descubierto… Y por ahí van a subir, bajar, desaparecer y aparecer personajes “reales” de Crimen y Telón y “ficticios” de otros textos y épocas. Nada más y nada menos. La obra tiene todo aquello que ha formado parte del buen teatro desde sus orígenes; de hecho en ocasiones recuerda al teatro griego, Edipo se encarga de ello con un guiño a Homero, haciendo posible la mezcla de géneros —ya lo vimos en El retorno de Ulises—. «Si permites que un ciego te guíe a la oscura región de sus recuerdos, sígueme a la Antigua Grecia y verás la Odisea del Teatro», y sí, es cierto que la evolución del teatro ha constituido toda una odisea, desde aquéllos que se dedicaban a «pisar los bichos del suelo» hasta «ni un dios ni un héroe soy sino ambas cosas», para convertirse en algo mucho más sencillo y complejo a la vez, pues el teatro ha vuelto con Ron lalá para ser mucho más cercano al espectador y hacerle ver su importancia; los actores ya no están en un pedestal, el director es uno más entre ellos y el público ha de tener la misma importancia para que siga vivo.

En esta “muerte” del teatro recordamos todo lo que ha formado parte de la escena, desde las ticoscopias, en este caso humorísticas «(Cantan) Navegaba el teatro los mares del tiempo rumbo a un lejano lugar, una isla donde hallar su sueño. Se aproxima la madre de todas las tormentas, más ciega que el gigante Polifemo», hasta los personajes alegóricos, como Tragedio y Comedio quienes aluden a que por el teatro no pasa el tiempo, es universal

Comedio.-        …¿os sabéis el chiste? ¿Qué hace un agente de la Triple A al descubrir una performance posmoderna con música minimalista en un museo de Calatrava? ¡Pasar de largo!
Noir.-       Tragedio ¿de qué libros hablas?
Tragedio.- (Muestra un hatillo de libros) Nuestra biblioteca…

Asimismo el metateatro continúa llevándose a las tablas, y así nos lo recuerda

Noir.-       Nota de voz […] aparece el Teatro ahorcado en el escenario a la vista de un público que cree que está viendo una obra

porque en realidad, una vez que se vive no se puede dejar, el teatro se convierte en pura adicción «Si al menos pudiera leer un poema […] un solo verso para relajarme…», de ahí que en esta inventada Ciudad Tierra los “camellos” se dediquen a lo de siempre, a vender lo prohibido:

Camello.-        Eh, tío, ¿quieres pintura? Llevo la Mona Lisa, el Guernica y si te va la marcha… el Cristo de Borja

Hemos comentado antes la intertextualidad de géneros al incluir la épica en el teatro, pero éste evoluciona con el tiempo hasta convertirse en una obra teatral negra en la que el detective Noir será el encargado de descubrir al asesino del teatro y, sin embargo este personaje, más parecido a los detectives del siglo XX «y me sorprende que no haya polvo. Si esto lleva cerrado veinte años […] quién ha barrido?», convive sin ningún problema con agentes de la Agencia Anti Arte, claramente llegados del futuro «Por mí ya estarían en los campos de concentración de Marte. Pero no hay forma de callarlos. Si les requisamos su material, cantan, si les amordazamos, tararean, si les cortamos la lengua, silban, y así van extendiendo sus pegajosos soniquetes por toda Ciudad Tierra». La ciencia-ficción revolotea por Marte, lugar donde son encarcelados todos aquellos que no cumplen las normas de no pensar, no saber.

Estos agentes futuristas son los representantes del simbolismo reflejado en la inteligencia artificial que, con gran sarcasmo, lidera Ciudad Tierra junto a un ejército de drones… nunca, nada podrá sustituir al pensamiento y sentimiento humanos pues a pesar de que las artes están prohibidas (¡qué cerca estamos de esto si fuera por nuestros gobernantes!), ellas no se rinden y se refugian en callejones oscuros, ocultas a las mentes preclaras que, sin cultura, se atreven a regentar el planeta Ciudad.

Pero Crimen y Telón es una comedia, por lo que la música en directo y la interactuación con el público rompen la cuarta pared «te odio si me das celos / y me dejas por la tele. (Pide abucheos) […] Amo tu silencio puro / en el que nadie respira / y todo el planeta gira / en torno de mi conjuro (Pide aplauso)». Y rompe la estructura de la obra teatral al interactuar con el equipo técnico, recordándonos que una puesta en escena requiere de todos y cada uno de los integrantes. No hay un culpable o un triunfador en el teatro, todos forman una unidad y, si bien Ron lalá lo demuestra, pues el texto es de Álvaro Tato (también actor), la dirección corre a cargo de Yayo Cáceres (actor también), y los arreglos y composición son de Juan Cañas, Miguel Magdalena y Yayo Cáceres (actores), nos lo recalca interactuando a su vez con el equipo de sonido

Técnico de sonido.- Sal un momento, que preguntan por ti como todas las noches
REGIDOR.- Es que me pillas guardando el vestuario, como todas las noches
                   […]
(Sale el Regidor arrastrando una burra con el
vestuario de Edipo, Espectro y Forense)

Las escenas son enérgicas, vitales; van apareciendo una tras otra como piezas sueltas hasta que todas cobran la forma definitiva al final, cuando somos conscientes de que el arte no puede ser relegado, no puede morir puesto que forma parte del ser humano y, aunque queramos e insistamos en quitarle importancia, ningún ordenador podrá sustituir a la cultura, a la tradición que nos caracteriza.

El elemento didáctico corre a cargo de Noir, exadicto a la poesía que va corrigiendo las barbaridades con las que que Blanco se refiere a diversos elementos teatrales, mediante paronomasias,

BLANCO.- ¿Infectarme recitandome un sonito?
NOIR.-       ¡Soneto!
BLANCO.- …recitándome desnudo el Romancerdo gitano.
NOIR.-       ¡Se dice romancero!

Utilizando metáforas con función metalingüística (y por supuesto poética) «La poesía nos hacía humanos. Ella era majestuosa como un hexámetro, pero sencilla como un octosílabo. Su cuerpo me encabalgaba una y otra vez hasta llevarme al hipérbaton», haciendo uso de definiciones explicativas «Atrezzo significa elemento que se usa en una obra de teatro», o corrigiendo los símiles que emplea mal Blanco «…donde celebra sus ceremonias, NOIR.- Se llaman funciones».

El juego con el tiempo argumental, tiempo real y atemporalidad también es labor de Noir, quien a su vez hace un guiño a la gran época del teatro, el teatro antiguo y su renacimiento en el Siglo de Oro

Un arte ha muerto y se ha extraviado
donde la libertad vive cautiva.
Las respuestas están en el pasado;
que reviva la tribu primitiva.

Asimismo la mezcla entre realidad y ficción queda en evidencia en el diálogo que Noir y Blanco, antagónicos desde el principio no sólo en el color de su vestuario, mantienen al final para adoptar la misma postura, esa en la que el espectador no sabe si está viviendo un sueño o sueña una realidad

BLANCO.- Ha sido un placer conocerte
NOIR.-       Lo mismo digo. (Silencio) Blanco
BLANCO.- Noir
NOIR.-       Estas últimas líneas […] Que no estaban en el texto

En el ejemplo anterior podemos observar que la acotación puede utilizarse a veces para generar tensión, aunque la mayoría de ellas son funcionales.

El vocabulario culto «Espejo sin azogue» convive en armonía con términos groseros para acercar más los personajes al público «si dices walkie-talkie pareces gilipollas». Asimismo, las respuestas anafóricas paralelísticas, además de reforzar la función poética del teatro confirman plenamente que éste no puede morir «No lo vi […] No la he visto […] No lo vi […] No lo he visto». La compañía aprovecha la derivación para que el espectador tenga la certeza del poder del interés predominante, recalcado además en la repetición «hay que valorar que debemos hacer valer y poner en valor nuestros valores», «consumo, consumo y consumo». Y, con una paradoja, el público constata el hecho: el teatro va huyendo del poder, pero él es más poderoso, por lo que nunca podrá hacerle daño «Porque eres más poderoso que el dinero y que la fe» (la ironía que intuimos hacia la censura que vienen padeciendo las artes es evidente).

No cabe duda de que una de las cuestiones que resaltan es la musicalidad del diálogo; también la música y el canto inciden en los valores estéticos de la representación.

La tensión dramática deriva del propio texto pues al estar construido como argumento policial, las nuevas escenas traen nuevos personajes que dificultan la resolución del caso; sin embargo esta tensión va dirigida a los propios personajes pues al ser el Teatro uno de ellos, el público sabe que no ha muerto. Podríamos llamarlo un espectáculo al revés, en el que los espectadores saben más, aunque el final sea sorprendente. Por todo ello es un espectáculo innovador. El diálogo escénico es de gran complejidad; los actores ironizan constantemente con palabras y gestos sobre la falta de cultura de nuestro país, que va encaminado a lo que exige el Glorioso Gobierno Global: «entretenimiento absoluto, gasto extremo, bienestar obligatorio», al tiempo que homenajean a las artes escénicas

MÚSICO 1.- ¿Os acordáis de España?
MÚSICO 2.- El paraíso del arte y la cultura
[…]
MÚSICO 3.- Allí se recibía a los grandes cerebros que se fugaban de otros países
MÚSICO 1.- Allí la honradez de los políticos solo era comparable al civismo de la gente

Pero no sólo es complejo, el diálogo escénico es totalmente eficaz; incluso cuando las palabras intentan ocultar pensamientos, los gestos y movimientos desvelan esos sentimientos. Sólo siguiendo la trama adivinamos lo que ocurre desde el primer momento, pero la imaginación se aviva con sugerencias y evocaciones. Que un personaje se encargue de familiarizar al espectador con los términos técnicos del teatro, revela la importancia del conjunto. Incluso el espectador es importante, sin él no existiría el teatro. Casi todo el diálogo tiene un sentido connotativo pues casi siempre alude a algo escrito en otros textos o géneros, o a algo real, la propia sociedad en la que vivimos. Mediante el diálogo escénico percibimos que no todas las artes son iguales, pero sí complementarias, y el Teatro puede englobarlas a todas.

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