Comienzo
el año 2024 agradeciendo de nuevo a Babelio
su ayuda en mis lecturas. Con la última edición de 2023 de Masa crítica, he ampliado
mi abanico leyendo un cómic fabuloso. Gracias de todo corazón y gracias a ECC,
pues me ha introducido de lleno en el mundo de las historias ilustradas.
Usando
un título que tiene algo de clásico, parte de un acróstico y terminación
anglosajona, que ya tenemos asumido todos que indica país, nos encontramos en Mathland,
el país de las matemáticas. De manera fantástica, a ese lugar llega Alan, un
chico que se cree incapacitado para esta ciencia hasta que vive en persona lo
que ocurre con las potencias, qué son, qué pasa con los números positivos y
negativos, por qué hay unos números que son constantes, qué función tiene en nuestra
vida diaria la forma de lo que nos rodea, la importancia de la razón y lo
irracional… Con Alan nos damos cuenta de que ese mundo abstracto de las
matemáticas es mucho más concreto de lo que creemos. Nada es porque sí, todo
tiene una explicación y solo hemos de razonar para encontrarla.
Teniendo
en cuenta que en el instituto, normalmente, las matemáticas suelen presentar un
rechazo por parte de los alumnos, sería conveniente que, cuando terminasen su
educación primaria, los niños leyesen Mathland,
en verano, para familiarizarse con algunas operaciones y conceptos mucho más
cercanos de lo que piensan.
El
libro tiene 160 páginas de 21 x 15 centímetros, con tapa blanda y cubierta con
solapa. Es manejable y atractivo. En la portada vemos a Alan, en actitud
segura, rodeado del resto de personajes. Los colores son vistosos, predominando
el blanco y el azul claro brillantes, donde la gama que va del verde
amarillento al violeta aporta una total sensación de amplitud y frescura. Hay
todo un mundo por descubrir en Mathland.
La
contraportada mantiene los colores fríos blanco y azul de fondo, sobre los que
hay escritas dos informaciones destacadas: una sinopsis y algunos datos de Pedro A. Martínez. En la solapa de la
cubierta, el autor se presenta a sí mismo e informa de su intención al crear Mathland. También se presenta Sonia Müller, como dibujante de cómics
y estudiante de física, carrera que abandonó por la de Art Gráfic, pues no entendía las matemáticas. Confiesa que esto fue
antes de leer este libro.
Con
Alan descubriremos por qué los números primos se llaman así y cuáles son,
descubriremos nombres curiosos que podrán usar en la vida diaria «Os lo he dicho un gúgol de veces»,
descubriremos la magia del cuadrado y, por lo tanto, de las potencias «Pero no hay manera de construir un cuadrado
con 2 o 3 piezas. Por eso 2 y 3 nunca serán cuadrados perfectos».
Cuando
Alan llega a Mathland conoce a Zero y a las pequeñas unidades enteras, seres
ambicionados por la reina Enteralia desde que fue consciente de sus propiedades
mágicas. Alan ayudará a los habitantes de este país a conseguir un talismán,
que podrá apartar a la reina de sus intenciones y devolver a nuestro
protagonista a su mundo.
El
argumento del libro tiene mucho que ver con el subtítulo: El enigma del talismán aritmético.
La
Lógica hace que Alan discurra por Mathland para que todo gire como deba. Él
cree que nada tiene sentido, sin embargo, Zero consigue que entienda el orden
de las operaciones que pueden hacer con los números enteros y naturales. Una
vez descubierto, podrá razonar con π
diferentes acertijos e ir cambiando de lugar, hasta conocer el misterio del
mago que ha apresado a Enteralia y Naturalia. También necesitará la ayuda de
Aritmética y sus arcos vectoriales. De esta forma, uniendo a todos los que
tienen que ver con la diosa Theano, Alan podrá hacer frente a sus inseguridades
y entender su propio mundo, «Porque las
mates están por todas partes».
ECC ediciones ha publicado este libro en
diciembre de 2023 y constituye una revolución en la enseñanza (y acercamiento)
de las matemáticas. El autor, Pedro A. Martínez, sabe de lo que habla: es
doctor en Matemática Aplicada y profesor, en instituto y universidad, por lo
que se habrá encontrado más de una vez ante el rechazo de esta asignatura por
parte de los alumnos. Nos cuesta entender lo que no vemos, por eso es difícil
aprovechar ciertos axiomas, leyes y reglas matemáticas a fuerza de
memorizarlos. La idea de este profesor es magnífica, más aún cuando la propia
estructura del cómic permite asimilar poco a poco los conceptos mientras
disfrutamos del texto.
Mathland está dividido en once capítulos, cada
uno protagonizado básicamente por un personaje, del que nos informarán, al comienzo
del apartado, sobre alguna propiedad que tiene en el cómic y su importancia en
la realidad del mundo matemático; así sabremos que Alan es un joven curioso
aunque confíe poco en sus capacidades y, relacionado con las matemáticas, fue
el nombre del que inventó uno de los primeros ordenadores, facilitando el fin
de la Segunda Guerra Mundial.
Conforme
vamos leyendo capítulos, el nivel va creciendo; así, el capítulo 6, “El libro de Hipatia”, nos presenta a
PHI, un personaje que puede volar a gran velocidad y camuflarse en la
naturaleza; en Matemáticas, φ es un
número irracional relacionado con la sucesión de Fibonacci.
Mathland es un libro didáctico, aprenderemos y
comprenderemos muchas ideas nuevas como que el 0 es un número par, «¡Los pares son el resultado de multiplicar
por 2 un número entero!», pero ante todo es un cómic, por lo que nos
divertiremos con la aventura de Alan y nos asombraremos con las imágenes de
Sonia Müller. Está claro que a esta ilustradora de Barcelona le gusta el manga.
Los dibujos de Mathland participan de
algunos de sus rasgos: La expresividad de los ojos es evidente, casi todos los
personajes los tienen grandes pero con pupilas diferentes, es casi como una
marca personal, desde las más redondeadas de Pi hasta los ojos sin pestañas de
Zero; en cualquier caso a través de los ojos vemos de forma categórica sus
emociones.
Las
siluetas, sin tener la estilización de los mangas, son delgadas, aunque destaca
Naturalia por sus formas redondeadas y generosas, haciendo indudablemente honor
a su nombre. Y como Naturalia está en juego, los escenarios naturales conviven
con aquellos que podemos denominar futuristas; asimismo encontramos personajes
ataviados con ropas más antiguas y otros que van vestidos según especulamos
cómo serán los soldados del porvenir.
Las
ilustraciones son en blanco y negro, aunque a veces encontramos páginas
coloreadas en las que el contraste es evidente, consiguiendo imágenes de gran
fuerza y alegría. El cómic se hace agradable de leer. La narrativa visual es
fundamental para Müller, las viñetas están perfectamente separadas y mantienen
un orden lógico, destacan las onomatopeyas, escritas en grande para causar
mayor impresión.
También algunos croquis o planos facilitan la resolución de los enigmas propuestos y la comprensión estructural de algunas figuras geométricas. No cabe duda, es un cómic diferente y recomendable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario