viernes, 30 de enero de 2015

LONDRES DESPUÉS DE MEDIANOCHE

Cuando me enteré de la existencia de esta novela, y de su contenido, me acordé de Alberto Sáez, probablemente el mejor crítico cinematográfico actual. La verdad es que yo no entiendo de cine, así que puede que algún purista me contradiga pero sí que sé que, de vez en cuando, me gusta entrar en El Antepenúltimo Mohicano y leer las críticas de este español afincado en Dublín, porque disfruto con el estilo intelectual, casi poético, que imprime a sus comentarios, salpicados la mayoría de ocasiones de citas literarias. Probablemente este crítico se deleite con Londres después de medianoche, imagino que por supuesto con la película, espero que también con la obra literaria porque es el negativo, o positivo, de su trabajo. Una novela salpicada de citas cinematográficas. Todo un lujo.

El mexicano Augusto Cruz debuta como escritor con un relato sorprendente; no podría encasillarlo en un subgénero concreto y eso me gusta. Cuando terminé el libro pasé toda la noche (y esto es literal) pensando en las conclusiones. La finalidad de la trama tiene que ver con el azar. Nuestro destino está marcado por la cadena causa-consecuencia, y todo aquello que creemos producto de la suerte no es sino la influencia de sucesos aleatorios que se escapan de nuestro control. Sólo nos queda vivir siguiendo nuestros impulsos, sin esperar otra cosa que poder utilizar el presente.

Sin embargo, dentro de este determinismo feroz, un toque de magia, de inocencia infantil, proporciona el apasionamiento necesario para que la aventura surja en los espacios más inverosímiles; al mismo tiempo, aquellos escenarios reales o convencionales están tocados por la varita del Realismo Mágico, apareciéndose ante nosotros como algo extraído de los Cuentos Maravillosos que, si bien siguen un cliché, presentan el toque dulce de la nostalgia.

No podemos hablar de novela de terror porque el humor aparece en todas sus vertientes. Encontramos en diferentes situaciones el humor irónico, incluso el protagonista se ríe a veces de sí mismo, pero también saca partido de la incultura, de ahí que sonriamos ante nombres con los que son bautizadas algunas personas o ante la expectación que provocan las novelas seriadas de los medios de comunicación; las creencias supersticiosas son tratadas en ocasiones con humor crudo; por supuesto hay algo de humor negro al describir pequeños pueblos o la falta de recursos; con mezcla de sarcasmo y juegos de palabras el autor incide en la falta de profesionalidad. El humor ocasional del misterio aligera circunstancialmente la tensión emotiva. También aparecen diálogos cargados de incógnitas que quedan en entredicho con alusiones cómicas; actos humorísticos en momentos de suspense recuerdan películas parodiantes del cine de terror, guiños cariñosos a El jovencito Frankenstein o a Abott y Costello contra los fantasmas.

Las comparaciones ingeniosas rompen, de forma esporádica, el suspense que deriva de descripciones casi fotográficas. Asimismo, a modo de película de misterio, encontramos escenas, como la del flash mob, que se salen de la trama principal con la finalidad de despistar al lector, al tiempo que lo hace  el protagonista, aunque también consigue relajar la tensión con la visión humorística de una sociedad —la nuestra— en decadencia.

Londres después de medianoche es una novela que podría ser perfectamente el argumento de una película de aventuras en la que el protagonista es el héroe que debe luchar con monstruos, enfrentarse al villano y ser ayudado por un superhéroe para poder regresar a su vida normal, aunque probablemente después nada sea lo mismo.

El relato está rodeado, como la cinta a la que alude, de misterio, empezando por el narrador protagonista, Mc Kenzie, un ser un tanto aislado, con una vida hermética; su madre lo abandonó de niño, su padre fue asesinado el día que cumplía 16 años, su mujer y su hija desaparecieron misteriosamente cuando él pasa a ser el hombre de confianza de Hoover, creador del FBI y su director durante 37 años. Mc Kenzie no ha dejado huellas, su vida ha transcurrido en el anonimato, por lo que los flashback que a veces interrumpen la narración lineal permiten al lector ser testigo privilegiado de su intimidad…Y cuando su nombre podría salir a la luz como detective privado, contratado  por Ackerman para encontrar la película maldita, todo el misterio que pesa sobre ella envuelve a Mc Kenzie hasta que, irónicamente, una vez que resuelva el caso, Ackerman lo defina como “El hombre invisible”.

Y en realidad Mc Kenzie es un personaje algo mágico, por eso perfectamente puede rodearse de personas verdaderas como Hoover o Ackerman que cooperan en la resolución de un suceso real; puede llegar hasta lugares existentes e introducirse en espacios auténticos, como el castillo de James, y conseguir confundir al lector al mismo tiempo que sus sueños se entremezclan con episodios paranormales o surrealistas para acentuar el suspense de la realidad de la trama.

Todo en la narración va encaminado a acrecentar el misterio y la intriga: las preguntas de Malka amplían la incertidumbre que rodea la vida del detective; la creencia en supersticiones se manifiesta imbuida del Realismo Mágico hispanoamericano; antagonistas que aparecen y desaparecen, como el Jocker de Batman, de manera crítica en los momentos más inesperados; las respuestas enigmáticas van cobrando sentido a lo largo del argumento; los personajes van surgiendo con la trama para aumentar la intriga; hay historias paralelas, como la de Rocío Garza, con aspecto de cuento, pero con todo el terror que les aportarían los hermanos Grimm; los 28 capítulos terminan de forma misteriosa, a veces fruto de la casualidad. Y para que todo mantenga un halo de oscuridad, la narración, continuada como en una conversación, se nos muestra sin paradas entre dos temas diferentes, la puntuación no marca de qué personaje se trata o el turno de palabra, por lo que a veces cuesta distinguir a los interlocutores y a estos del narrador, quien cambia de primera a segunda persona según necesite describir acciones o pensamientos que se van sucediendo en episodios; los detalles son de gran precisión, en algunos momentos nos sorprendemos incluso de la profundidad psicológica con la que puede ser tratado algo encuadrable en la ciencia-ficción. Cuando se mezclan las voces del narrador en primera persona o tercera, y del personaje también en primera o tercera persona, se dificulta el seguimiento de dichas escenas, sin embargo favorece la unión de dos géneros: novela y cine, lo que facilita la lectura, que se va plagando de imágenes, algunas incluso de películas que luchan por acudir a nuestra mente. Una experiencia extraña, fantástica, la lectura de esta novela, no sólo por lo que acabamos de comentar; el vocabulario está salpicado de mexicanismos, que aportan la dulzura del idioma: mi carnal, serpientes de concreto, quesos de tuna, celular, se secretearon, malosos, traer la duela, no les gustan ni tantito los fuereños…

Y la narración está plagada de curiosidades: trucos de maquillaje en el cine mudo, de escenografía, datos de películas de todos los tiempos, artimañas de directores, o la cruda realidad de actores que, sin aspavientos, destruyen el halo mágico en el que aparecen.

Llama la atención el punto de vista sobre la formación de los mitos: “mantener vivo el recuerdo de algo haciendo que reaparezca cada cierto tiempo, o fingiendo que aparece…” ¿Habrá contribuido al mito de Drácula la Count Dracula Society y su entrega de premios Ann Radcliffe? Puede ser, lo que está claro es que esta novela ayudará a mantenerlo; así como el final, demoledor, revivirá en el lector otro mito: el eterno retorno, que como en una película de terror adquiere trazas sobrenaturales.

“Pensé que la vida es una madeja que los necios desenredan sólo para descubrir que al final no hay nada que no hubiéramos visto al principio”.

Mc Kenzie

miércoles, 7 de enero de 2015

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE NUESTROS PADRES

Conocí a Joël Dicker a través de mi amigo Jesús. Me regaló La verdad sobre el caso de Harry Quebert, la novela negra por excelencia receptora de diferentes premios; la trama, impresionante hasta el final, se va multiplicando para que el lector vaya sorprendiéndose a lo largo de la lectura.

Ahora Alfaguara ha publicado otra novela de este jovencísimo autor, que no es la siguiente sino la primera que escribió y por la que recibió en 2010 el Premio de los Escritores Ginebrinos, y de nuevo ha sido Jesús el que me la ha regalado (no lo quiero sólo por eso). Teniendo en cuenta que Dicker es de 1985, podemos afirmar que estamos ante un genio literario. De hecho, conmigo ha conseguido lo que muy pocos autores han logrado, que leyera una novela sobre la guerra.

Desde hace muchos años soy incapaz de leer algo de guerra, de ver un film bélico, o incluso seguir detalladamente noticias reales que tengan  que ver con las diferentes contiendas. No lo puedo remediar, se me hace un nudo en el estómago, me pongo en el lugar de los afectados y me embarga, al momento, una sensación de angustia que me impide pensar en otra cosa que no sea la animalización del hombre. No dejo de sobrecogerme ante la violencia, y cada vez más, me pasmo ante la maldad del ser humano.

Por eso prefiero leer otro tipo de novelas. Se podría pensar que la novela negra puede ser más brutal que la bélica. Probablemente, pero el daño físico se pasa, incluso la tortura es un momento, más o menos prolongado y con mejor o peor final, pero se vence. Lo que creo que no se puede superar es la tristeza que llena a todos aquellos que han vivido una guerra. Y esa tristeza es lo que no puedo soportar.

Así que empecé a leer Los últimos días de nuestros padres convencida de que era novela negra (la mente juega malas pasadas, porque leí la contraportada y pensé que sería un hecho aislado que sucedió durante la 2ª Guerra Mundial). Cuando me quise dar cuenta no pude dejar de leerla, y he sufrido con los protagonistas, me he entristecido con ellos y por todos los supervivientes reales, pero he disfrutado con el autor. De nuevo, su estilo me ha cautivado. En medio de la más absoluta miseria humana, Los últimos días de nuestros padres es un canto a la inteligencia, al valor, a la disciplina y, sobre todo, a la amistad. La escritura fluye (imagino que el traductor Juan Carlos Durán, tiene mucho que ver) en un estilo dinámico, con pinceladas de humor,
Pablo se quedó de piedra: Gordo se había enamorado de veras. […]
—¿Y vas a verla?–preguntó, incrédulo.
—Sí. Todas las noches. Salvo cuando tenemos que hacer saltos nocturnos. ¡Qué asco de saltos nocturnos! Nos pasamos el día haciendo eso y, plas, por la noche volvemos a las andadas. ¿Cómo me has visto marcharme?
—Gordo, pesas más de cien kilos. ¿Cómo quieres que no te vea?
—Mierda, mierda. Tendré que ir con más cuidado la próxima vez.
pinceladas de fina ironía,
Con la vista vuelta hacia el gran estanque, como si quisiera esparcir sus palabras hasta los confines de la tierra, Claude recitaba plegarias a media voz. Murmuraba, para no incomodar a los no creyentes.
pinceladas poéticas,
Que se abra ante mí el camino de mis lágrimas.
Porque ahora soy el artesano de mi alma.
[…]
Yo, […] que no soy más que las cenizas del viento, el polvo del tiempo.
Tengo miedo
y toques de un realismo atroz
Deberían tener cuidado con todo, en especial con los detalles, porque no se necesitaba gran cosa para despertar sospechas […] Un agente se había comprometido ya al pedir simplemente un café solo; el café solo era el único que se servía en los cafés, porque la leche estaba racionada.
La estructura de la novela sigue la creación de un grupo de jóvenes que son reclutados para formar una nueva sección de servicios secretos durante la 2ª Guerra Mundial.

Así, al comienzo, de manera lineal, el narrador relata el aprendizaje del grupo, cómo por encima de los individualismos prevalece el conjunto. Una vez que los personajes están preparados para actuar, la narración se desdobla en los diferentes espacios a los que son destacados; a veces encontramos saltos temporales que aclaran hechos al lector, al tiempo que son aclarados a los protagonistas. Sin embargo, en ningún momento se pierde la noción del argumento. El autor tiene el don de dar la vuelta a un suceso, trasladar un personaje, cambiar el espacio sin que surja extrañamiento en el lector, las imágenes se van continuando con total nitidez, las descripciones detalladas ayudan a que vayan pasando por nuestra mente como si se tratara de una película cinematográfica.

He leído las dos novelas de este autor. No tienen nada que ver entre sí, ni en época, ni en cuanto al número de lugares en los que se desarrollan, ni en el subgénero; sin embargo hay algo que les confiere el sello Dicker, el profundo amor que siente por sus personajes. Los protagonistas son tratados con respeto, todos y cada uno de ellos, en esta novela no hay buenos ni malos, no hay un bando de vencedores ni de vencidos porque en todos los personajes hay algo que los dignifica aun a pesar de cometer actos reprobables, y es el hecho de que son tratados como hombres, y para el autor, el hombre tiene un punto de raciocinio que le permite ser bueno, un punto de bondad que le permite empatizar con otro y un punto de empatía que le permite SER.

No quiero desvelar nada de la trama, mucho menos del final, pero me encantaría comentar esta novela más detalladamente con alguien que la haya leído, así que si os animáis estaré encantada de retomarla.


¡A ver si publican las otras cuatro novelas de Joël Dicker!

jueves, 1 de enero de 2015

AÑO NUEVO, PORTADA NUEVA

AÑO NUEVO, PORTADA NUEVA

Está claro que, a lo largo de la Historia, la mujer ha leído más literatura que el hombre, aún hoy las estadísticas reflejan que son las mujeres quienes leen más libros. La verdad es que no sé cuánto hay de cierto en esta afirmación, pero da igual. Lo importante es que leemos, hombres, mujeres, niños, todos; porque es fundamental para nuestro desarrollo mental, porque de vez en cuando tenemos que evadirnos, porque necesitamos aprender algo nuevo. Las razones son múltiples, pero todos leemos. Ahora viene probablemente la fiesta con más magia del año, y desde el blog aurisecular deseo que todos recibáis al menos un libro, creo que debería ser un regalo obligatorio; puede que todo funcionase mejor.

Con este sueño damos la bienvenida al 2015

Ojalá este blog se llene de vuestras experiencias e ilusiones. Yo intentaré seguir compartiendo con vosotros las mías.

¡Felicidades!