Dos de las personas que
más quiero, estuvieron viviendo y trabajando en Dublín durante más de cinco
años. Esto supuso que viajara a la capital irlandesa una o dos veces cada año.
Será porque iba a ver a Lara y Alberto o será porque la ciudad tiene magia, el
caso es que me encantó Dublín, me encanta; su sólo recuerdo hace que me sienta
bien. Ahora ya no voy, ellos están en España, pero me han regalado un libro de
una irlandesa, jovencísima, con el deseo de que rememorase instantes allí
vividos; y con ese espíritu empecé a leer Conversaciones entre amigos. Al
principio me decepcionó un poco porque lo que ocurría en la novela podría pasar
en cualquier parte del mundo; después fui encontrando datos y direcciones que
me trajeron a la mente mis propias conversaciones allí, pero en realidad eso no
es lo importante. Lo fundamental de Conversaciones
entre amigos es cómo engancha Sally Rooney desde el principio con su forma de narrar y con el argumento
expuesto.
La novela apenas tiene
acción; casi todo se desarrolla en interiores: diferentes casas, algún pub y la
biblioteca de la facultad a la que pertenece Frances, la protagonista de 20
años, estudiante y con escasos recursos económicos, por lo que debe encontrar
algún trabajo extra para poder subsistir. Sin embargo el ambiente en el que se
mueve es opuesto al suyo. Su amiga, examante Bobbi vive de manera holgada, no
tiene problemas para vestir bien, comer bien y estudiar sin estrecheces; es
feliz y se le nota, sincera, despreocupada en los asuntos triviales del día a
día y sin embargo activista en contra de todo aquello que huela a tradicional y
políticamente correcto. A Frances le gustaría parecerse a Bobbi, y de alguna
forma le guarda rencor por haber sido ella quien decidió dejar la relación de
pareja y mantener sólo la amistad, hasta que conoce a Nick, un treintañero que
está pasando por una mala racha en su matrimonio y en su trabajo como actor, y
del que se enamora perdidamente. Frances acepta verlo sin que él deje a su
mujer, Melissa, quien conoce a las chicas en una velada poética y las lleva a
su casa para hacer un artículo sobre la poesía de Frances, incluso las invita a
pasar una temporada en casa de unos amigos en Francia. Ahí empiezan los
verdaderos problemas, porque Frances, ingenua y debutante en ese tipo de
relaciones, no se da cuenta de que está siendo utilizada por Melissa, hasta
que, cuando Nick se recupera de su depresión, decide recuperarlo ella también.
En realidad esa era la intención verdadera de Melissa, conseguir que alguien le
devolviera a su marido con la misma energía del principio, alegría que, entre
otras razones, se le fue porque ella, su mujer, estuvo acostándose con otro.
Melissa es fría, calculadora y no le importa herir a quien sea para obtener lo
que quiere.
Formalmente la novela está
dividida en dos partes. La primera se compone de 17 capítulos que abarcan desde
que conocen al matrimonio hasta que termina la estancia en Ètables, y la
segunda consta de 14 capítulos, del 18 al 31 en los que todo vuelve, o se
pretende, a la normalidad; el verano ha terminado y, poco a poco, las
relaciones también.
Ambas partes se
caracterizan por la inclusión dialógica en la narración, a veces sin guiones, a
veces sin el nombre de la persona que habla ; es más, cuando se trata de
reproducir mensajes o correos electrónicos, puede que cambie de línea aunque sea
la misma persona quien escriba, no la que responde como cabría esperar. En
ocasiones, sin embargo, la reproducción es exacta:
Nick: estás despierta?
Yo: sí
Nick: a ver, escucha
Nick: no sé qué quieres
Nick: es evidente que no podemos vernos muy a menudo…
El uso de la minúscula en
todo momento evidencia también la modernidad de la escritora, adaptada a las
redes sociales actuales.
Así pues, la diferencia
reside básicamente en el contenido. En la primera parte Frances oculta a todos
su relación con Nick, incluso viviendo en la misma casa, hasta que Bobbi se
entera por él, y Melissa se entera porque es obvio.
No, no lo hagas, dijo
Nick. Frances está… eeeh… Oh, Dios. Está aquí conmigo.
Hubo un largo silencio.
Yo no alcanzaba a ver la cara de Bobbi, ni la de Nick…
Nick aún estaba en la
cama cuando Bobbi y yo nos marchamos a la mañana siguiente. Melissa nos
acompañó […] y nos observó en silencio mientras subíamos al autobús.
En la segunda, a Frances
se le complica todo, su salud, la relación con sus amigos, empeora el vínculo
con su padre, alcohólico, que saca a flote su desgraciada infancia y afecta aún
más a su situación económica y, por supuesto, baja su rendimiento académico,
hasta que, como en un tiempo circular, todo vuelve a estar como antes
Al caer la tarde
paseábamos por Phoenix Park resguardadas bajo un paraguas cogidas del brazo y
fumando al pie del monumento a Wellington
También está lo mío con
Bobbi, que es importante para mí.
A mí me lo vas a decir,
repuso Nick. Yo estoy casado […] Ven a buscarme, dije.
Indudablemente lo mejor
son los diálogos, con expresiones completamente vigentes:
No había demasiadas
imágenes de Melissa en internet […] No sabía cuánto tiempo llevaba casada con
Nick. Ninguno de los dos era lo bastante famoso para que esa información
circulara por la red.
Resulta muy raro […]
descubrir que es muy observador y no se le escapa nada. En plan: ¿Dios, qué
habrá visto de mí?
La locución comodín «en plan» está de total actualidad, bien
como en el caso anterior, como la síntesis de una comparación, o bien como
explicativa
Pero al mismo tiempo me
hacía sentir muy poderosa, en plan, si vas a dejar que te bese, ¿qué más me
dejarás hacer?
Mediante la narradora
protagonista, Frances, vamos descubriendo sus miedos, sus traumas, su carácter…
el de los demás aparece en la agilidad de esos diálogos, que llegan a ser por
completo reflexivos y profundos en ocasiones, sobre todo para manifestar a la
nueva mujer:
Bobbi: si piensas en el amor como algo más que un
fenómeno interpersonal
Bobbi: y tratas de entenderlo como un sistema de
valores social
Bobbi: es lo antitético al capitalismo […] pero al
mismo tiempo se pone al servicio del capitalismo y lo perpetúa
Bobbi: p. ej. las madres que crían abnegadamente a
sus hijos […] pero en realidad solo sirve para proveer gratuitamente de
trabajadores al sistema
Hay mucho de novela
actual, de hecho el asunto recuerda a la mitología cultural ya que es, si lo
reflexionamos bien, un ensayo fundacional de la sociología contemporánea.
Frances es un mito de femineidad actual, solitaria, algo excéntrica, pues se
autoinflige dolor físico para hacer desaparecer el espiritual que la atormenta
constantemente sólo por el hecho de que le falta seguridad en sí misma, de ahí
que se repliegue en ella misma y no quiera ser controlada por nadie, ni
siguiera por su mejor amiga, su amante —quizás porque se vio abocada a ello por
falta de autoestima— Bobbi, la otra cara de la moneda en el mito femenino entre
las chicas actuales, guapa, bulliciosa, intelectual, reivindicativa y mimada
por su familia acomodada; no quiere manejar a nadie y va con la verdad por
delante pues ha asumido su sexualidad y su condición y la pone como escudo ante
posibles daños. Frances y Bobbi vivieron una relación de pareja, que luego quedó
en pura amistad, y Frances cambió de orientación sexual hasta que Nick salió de
su vida. En realidad no se da cuenta, o no quiere hacerlo, de su bisexualidad,
hecho que de haberlo asumido la habría ayudado a madurar, y sin embargo deja su
situación como al principio aunque asegure ir con la verdad por delante.
Conversaciones
entre amigos
es una novela que, aun basándose en la literatura tradicional, el triángulo
amoroso lo hemos visto en abundantes obras; la chica rica feminista, amiga
íntima de la pobre necesitada de amor, entre las que crecen sospechas,
reproches y arrepentimientos nos recuerda, grosso
modo es cierto, a Jane Austen y Emma
y nos la recuerda en su total plenitud si atendemos a la ironía de Rooney «Soy normal, pensé. Tengo un cuerpo como
todos los demás. Luego me rasqué el brazo con saña hasta sangrar», es una
novela contemporánea, con una antiheroína actual, inmune a todo porque sólo
disfruta con lo que le gustaría tener y es incapaz de hacerlo con aquello que
ha conseguido, aunque sea el amor «Su
piel estaba sudorosa y jadeaba con fuerza. Sentí que mi cuerpo se abría y
cerraba como un vídeo en stop-motion de una flor […] y la sensación era tan
real que creí estar alucinando».
El resto de personajes
también son coetáneos, actúan con un concepto diferente al tradicional de
moralidad «En cierta ocasión, mientras
nos preparaba la cena, lo oí hablar por teléfono con Melissa […] Ese era el
papel en el que parecía sentirse más cómodo, el de escuchar y hacer preguntas
inteligentes que demostraban que había estado escuchando».
El caso es que mediante
sus conversaciones llegan a conocerse a la perfección y nos hacen partícipes de
ello a los lectores. ¿Será este el mensaje de la autora, que se debería hablar
más en esta sociedad individualista y egoísta para encontrar que podemos no ser
tan particulares ni ególatras como nos gusta creer? «Melissa me sostuvo la mirada y sacó un paquete de cigarrillos. No creo
que Frances idolatre a nadie, dijo. Me encogí de hombros, impotente.»
El otro mensaje, que
subyace en toda la novela, es uno de los problemas más graves de la sociedad
moderna aunque aquí esté reflejado en Irlanda, el alcoholismo es una epidemia
que entra las familias, en las ciudades y sólo sirve para destruir «No es fácil describir con exactitud en qué
consistían aquellos cambios de humor de mi padre. A veces se iba de casa un par
de días y cuando volvía lo encontrábamos vaciando mi hucha del Banco de
Irlanda, o descubríamos que se había llevado la tele».
La introducción de
coloquialismos y la banalización de la violencia contra uno mismo o hacia los
demás, las ubicaciones reales, las meditaciones concretas, alejadas de
cualquier metáfora, confirman una redacción auténtica con estilo directo,
sincero y, por lo tanto, elevado. El lector intuye una crítica de la multitud
que conlleva la actualidad, la deshumanización social, y sin embargo la autora
pretende que asumamos, cada uno, el punto justo intermedio en el que nos
movemos. «Subestimas tu propio poder
porque así no tienes que sentirte culpable cuando tratas mal a los demás».
Hay multitud de temas en
la novela para mantener verdaderas conversaciones entre amigos. Yo me he
sentido identificada con alguna situaciones (¡creo que todas negativas!), ante
otras, sin embargo no he mostrado empatía, pero ninguna deja indiferente.
Si Conversaciones entre amigos es la primera novela de Sally Rooney
creo que nos encontramos ante un nuevo mito de la literatura que servirá para
engrosar, aún más la larga lista de autores irlandeses que tanto nos ha dado al
resto de mortales.
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