miércoles, 2 de marzo de 2022

MARGARITAS EN LAS GRIETAS

He leído Margaritas en las grietas y estoy impresionada porque la autora, jovencísima, hace gala de una sensibilidad inusual. Los poemas están enclavados en un entorno urbano en el que el matiz oscuro prevalece en las palabras o en las partículas negativas que privan de beneficio a las que acompañan.

Al comenzar la lectura nos sentimos golpeados por versos anafóricos de estructura paralelística que constatan el abandono vital al que se enfrenta «sin aire, sin ganas, sin fuerzas».

La asfixia es evidente y así lo afirma la rima interna “agarrado-arrastrado”, que iguala el trato que percibe de los demás con el que se hace a sí misma y que la llevan a habitar los espacios más misteriosos y sombríos


Me han agarrado del cuello

[…]

Me he arrastrado por los restos de cristal, polvo y cicatrices

Universos evocadores que combinan lo externo con sus sentimientos más dolorosos.

Sin embargo, con un estilo ilógico e irracional, propio de la poesía gótica, anhela que la dimensión oscura de su pasado amargo aporte cierta luz, cierta esperanza, anhela ver margaritas en las grietas.

Max mantiene una ilusión reforzada por el paralelismo anafórico de la confianza aunque, más tarde, los adjetivos pesimistas se encargarán de descubrir la realidad de esa credulidad no correspondida:

Para seguir confiando en ti

Para seguir confiando…

                               …me dices que estás

cansada, agobiada,

que todo te supera

Los poemas de Max impactan porque respiran cierta sensualidad en el abandono. Es como si hubiera encontrado una belleza alternativa en el dolor, en la oscuridad. De hecho, muchos poemas de Margaritas en las grietas están teñidos de una tristeza que en ocasiones llega al desaliento.

La poesía refleja perfectamente la compleja relación con el otro, la soledad que le deja esa relación, el vacío, el amor y la pasión intensa que permanece. El libro podría considerarse la evolución de su estado personal. En poemas como Sin nombre 1, Max se vale de la anarquía que sugiere la falta de puntuación para expresar con un ritmo exaltado, que se apoya en versos asindéticos conceptuales, el evidente abandono que siente, monótono, enfermo, de destino incierto, oscuro, egoísta, mortal y, paradójicamente, sensual «Los abrazos por la espalda». Cada verso representa la definición de sus sensaciones cotidianas, que forman una trágica reacción en cadena.

En Convergencias, Max se identifica, de manera irracional, con el causante de su imprecisión como individuo. Al contraponer los pronombres de primera y segunda persona, iguala el dolor causado al ver a su amante con el suyo propio. «Me he convertido en mis ganas de no volver a verte»; ya no es nada y sin embargo acepta la muerte interior del abandono, a la que ha llegado después de razonar un viaje espacio-temporal con paradas en la fragilidad, un viaje sin rumbo fijo en el que se ha sentido perdida, hasta que la cólera de verse despechada ha anulado las ganas de continuar, «Me he convertido en el primer paso y en el último».

La poesía de Max es como ella, disyuntiva, por eso admira la belleza alternativa, la pasión punzante del día y el bálsamo sensual del miedo a la noche.

El lenguaje de este poemario es fluido, expresivo, capaz de jugar fácilmente con la percepción que propone su propia realidad «el sonido de los pájaros y las carreteras», capaz de igualar latitudes y longitudes


Los 325 escalones

Ayer estaba a 387 km,

capaz de afrontar el abandono con similicadencias «varias caries y carencias», capaz de usar símbolos polisignificativos que unen la naturaleza a la literatura «Mi forma métrica de describir las puestas de sol», capaz de conseguir, con sinestesias, que todos los sentidos se estimulen a la vez y aparezcan unidos


La culpa suena a excusa

Suena a ignorancia

Sabe a urbanismo y explotación

Son percepciones subjetivas que forman una unidad compleja para poder, mediante subordinadas sustantivas y adjetivas, abarcar esa sociedad despiadada y falsa que acorrala, dejando como única alternativa un espacio sombrío

Que todo lo que tratas de olvidar será eterno

El poema Ana, supone el amor incondicional, necesario, hacia alguien inteligente, de personalidad enigmática, revolucionaria, que ha sabido llenar su vida con sus deseos, sus pasiones; Ana es quien la hace sentir viva a pesar de que nunca la encontrará. Ana es el reflejo en el que se gustaría ver, un reflejo dotado de cierta rebeldía social que ella no cree poseer «Me sigue buscando con la certeza de que (no) me encontrará». De hecho, en la poesía de Max encontramos un testimonial aire destructivo que la oprime hasta el punto de ver la muerte como posibilidad. El entorno urbano de bullicio, miradas, pasos, le ha hecho daño, es opresivo, tanto que se siente acorralada y la lleva a castigarse por la culpa de no haber sabido salir, «Hablo de oxígeno».

La autora necesita otro entorno para poder vivir sin sufrimiento, sin abandono, de ahí que lo busque en los sueños, en espacios inexistentes que echa de menos, en realidades irracionales que en el fondo le dan miedo; no se atreve a traspasar la línea, por eso, de nuevo se deja llevar por la sociedad real. Sin embargo su espíritu rebelde aparece finalmente para convencerla de lo que es; Max es, paradójicamente, una persona real durante el proceso de escritura, cuando se muestra sin artificios, sin disfraces que cambien su propia realidad ante los demás, con todos sus defectos y miserias


con la boca seca

y con la piel

cayendo

a pedazos

Es una persona al escribir, cuando puede percibir lo que siente sin que nada ni nadie la cambie «Escribir es. Y con eso, sobra». Gracias a la escritura confía en el futuro, a pesar de tener conciencia de que apenas es nada «Ahora soy eso, polvo, espinas y el rastro del barro sobre el suelo».

N es un poema en el que M de margaritas se sincera con alguien a quien quiere, de hecho, las sinestesias que aparecen buscan su intimidad y revelan su espíritu «Mis ojos, cansados de tanto vacío, gritan afónicos», un interior rodeado de paradojas constantes, «me sonríe con la misma tristeza», una personalidad que se asocia con viajes espaciotemporales a través de comparaciones metafóricas «seamos un momento en la pausa de este mundo», que recorre el trayecto cargada de culpa «soy un desastre» pero, a pesar de todo, ansía encontrar la felicidad; las dudas anafóricas paralelísticas abren la esperanza puesta en N


Tal vez el vacío…

Tal vez el frío…

En Fragilidad, da la impresión de que continúa su confesión; los versos 2, 5 y 8 aportan, leídos en sentido inverso, una definición de cómo se siente:


constante

[…]

El exceso

[…]

y yo,

El verso formado «Y yo, El exceso constante» constituye clave de ese entorno sombrío continuo que la ha llenado de ideas destructivas.

La poesía de M de margaritas es original, un contraste entre su estado interno dolorido y el ritmo frenético que la envuelve para no dejarla salir, la amenaza desde lo más tangible hasta la nada, por eso decide permanecer encerrada en su propia realidad, un universo que no le pertenece pero quiere compartir. La autora ve el mundo como un misterio que no entiende, le hace daño pero aún está por descubrir y lo intentará hasta conseguirlo porque si algo tiene asumido, en su inquietante personalidad, es el dominio de los sentidos.

En Ella no importa lo material sino su trascendencia, ella es quien le permite realizar el viaje en el que podrá vivir, pues lo primordial no está sino en el interior


en ella,

constelaciones,

justo encima su pelo corto acariciándole la piel

M de margaritas quiere constantemente un cambio, por eso, con la forma de los poemas, totalmente musical, juega para transformar el lenguaje, intenta desordenar la sintaxis con signos de puntuación inviables o ausentes; con los sentimientos también juega, quiere convertirlos a base de comparaciones imposibles derivadas de evocaciones misteriosas, «te abrazaría hasta que enero se convirtiera en un número par».

Y el cambio vendrá, mientras haya esperanza en el amor constante.


me sigues queriendo

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