sábado, 19 de marzo de 2022

ARENA NEGRA


El 17 de julio de 2019 moría Andrea Camilleri, un mito de la honradez y de la novela italiana no solo en su país sino en todo el mundo. Fe de ello son sus novelas en honor a Vázquez Montalbán y las series de televisión basadas en Salvo Montalbano.

En 2018 vio la luz la primera novela de Cristina Cassar Scalia y desde el primer momento se la ha considerado la sucesora de Camilleri. Es cierto que, como su predecesor, empezó a publicar tardíamente, es cierto que su protagonista, policía italiana como Montalbano, se está viendo inmersa en una saga que ha impulsado la creación de una serie televisiva, es cierto que la novela rezuma amor por Italia, a pesar de denunciar el tráfico imposible y las acciones de la mafia, es cierto que, a los 39 años, la subcomisaria Giovanna Garrasi continúa soltera, pero Vanina no es Salvo y Cassar no es Camilleri.

Con Arena negra estamos ante las últimas tendencias de la novela negra italiana, aunque sin demasiadas experimentaciones, algo que, para los que amamos la novela negra tradicional, es de agradecer. La novela de Cristina Cassar es única, tiene su propio sello, el humor penetra en las descripciones exhaustivas más que en los diálogos, dato que ayuda al lector a conformar el carácter optimista de la autora, «Alfio subió la palanca de un interruptor negro antediluviano y soltó un suspiro de alivio por haber sobrevivido una vez más al peligro de electrocutarse».

Camilleri necesitaba pocas notas singulares para construir una novela modesta y genial al mismo tiempo. Cassar es minuciosa con el paisaje, sobre todo con la naturaleza de Catania, salvaje, milenaria como su volcán, donde las casas y sus habitantes se acomodan a la perfección, sin alterarse unos a otros, aunque de vez en cuando el Etna dé una llamada de atención para que todo vuelva a su lugar.

El ambiente de Arena negra es rural, por eso la mafia no está demasiado involucrada. Sin embargo la usura propia de los terratenientes es fundamental en la historia y, lógicamente, donde hay usureros hay mafiosos «Yo no maté a Tanino Burrano, ni tampoco los Zinna».

Cassar Scalia ha empezado arrasando porque Vanina es inteligente, decidida, libre de prejuicios; no duda en abandonar el acomodado ambiente familiar «Federico Calderaro, el segundo marido de su madre […] señora elegante del Palermo pijo» para adentrarse en un territorio apartado que le permite reflexionar sobre el ser humano y su condición, abandonar algo la preocupación por el aspecto físico y trabajar de forma exhaustiva, ayudada por un equipo valioso con el que se lleva bien.

me ha llamado la atención de Cristina Cassar que haya agrandado el panorama literario italiano con una ideología feminista que se agradece. La subcomisaria Vanina aún debe soportar que no la vean como jefa indiscutible aunque no podemos culpar a los catanienses de esto; poco a poco nos acostumbraos a ver mujeres en el poder


—Escuche […] Necesitamos que nos facilite cierta información

—Como usté mande, señora

—Subcomisaria, lo corrigió ella fulminándolo con la mirada […] cómo llamaban “comisario” a uno de sus inspectores mientras que a ella la relegaban al grado de… señorita

La narrativa de Cassar Scalia es relajada; intuimos el placer de contar historias y la seguridad de estar creando una novela sólida, bien construida, en la que el énfasis no se centra en el asesinato, esto es algo que ocurrió 57 años atrás. Pero en el presente, el cadáver momificado de una mujer aparece en el montacargas de una de las villas más importantes de Sciara. La subcomisaria Giovana Garrasi cuenta con un equipo bastante completo, el inspector jefe Carmelo Spanò, quien conoce todos los chismes de la zona, la joven inspectora marta Bonazzoli, eficiente y amiga de la subcomisaria, el oficial Nunnari y el suboficial Fragapane. Todos saben lo que llevan entre manos; También el agente Lo Faro que, si bien tiene ganas de sobresalir ante los jefes y la prensa, su trabajo en oficinas es inmejorable. Por si fuera poco, también se lleva bien con el forense Adriano Calí, con quien Vanina comparte gustos cinematográficos. Pero a este curioso caso, casi imposible, se une la historia sentimental de dos personas, la misteriosa muerte de una de ellas y las no menos misteriosas desapariciones de la otra y su hija. Todo hace que el equipo se encuentre ante asesinados que pertenecen a otro tiempo y asesinos que probablemente, por edad, no se les pueda condenar. Sin embargo los conocimientos del octogenario Biagio Patané, el subcomisario que llevó el caso en su momento, y la intuición de Vanina serán cruciales.

Es difícil trabajar con espectros, más cuando se mezclan con los seres vivos uniendo tiempos pasados y presente, tan diferentes en unos aspectos y tan parecidos en otros. Los muertos de Arena negra se rebelan, como el Etna, ante su destino y con ayuda de la naturaleza aportan restos bien conservados para que Vanina los presente al lector en un juego de espejos. Así, continúan entre nosotros y aportan señales que no supieron o pudieron ver años atrás, «El comisario Patené, con un nudo en el estómago que no conseguía deshacer, encontró el lugar tal y como lo recordaba […] Vanina no pudo resistir la tentación de inclinarse y recoger una de aquellas fichas».

El énfasis de Arena negra no está en el crimen sino en el misterio de cómo pudo ocurrir y cómo el asesino eludió su culpabilidad.

Es cierto que en la novela se plantean incertidumbres que quedan sin aclarar, «Era una chiquilla preciosa. Yo era la única que la conocía. La habían andado a no sé qué internado». Asimismo aparecen personajes con expectativas relevantes pero desaparecen sin más, son meras herramientas para que conozcamos la situación familiar, personal y profesional de Vanina.

La subcomisaria disecciona a conciencia a las dos protagonistas; la prostituta María Cutó vivió el campo simbólico del sexo femenino, como mujer, como esclava sexual, como madre, como trabajadora… Frente a ella, Teresa Burrano, una mujer que desprecia todo cuanto la aparte de la cumbre y le impida seguir ordenando, mancillando, aniquilando.

La narración de Cristina Cassar no contiene violencia inmediata, sí testimonio de ella, pero el estilo consigue transmitir las percepciones y pensamientos de Giovanna Garrasi al exponer una íntima relación entre su mundo interior y lo que la rodea; de ahí que vayamos conociendo a lo largo de la novela tanto sus gustos como sus valores.

Para nuestra protagonista la muerte de una mujer pasa a ser una preocupación ética en tanto que una prostituta no tiene nada que hacer al enfrentarse a la clase alta. Hay demasiados intereses en juego.

Pero utiliza el tiempo que, aunque lento, se alía con ellas y le brinda una voz a esa marginada para que la subcomisaria ponga las cosas en su sitio. No del todo, es cierto; no se trata de justicia inmediata.

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