miércoles, 20 de octubre de 2021

GUSTAVO, EL FANTASMA TÍMIDO

Que ningún niño sea invisible

Que los fantasmas acudan

a su mente para hacerlo reír

Que le digan caricias sonrosadas

Que lo acunen en la brisa

de la mañana

Que lo paseen por el cielo

en el tobogán de sabor añil

Que a su voz cantarina comparezcan

monstruos divertidos con

largas cadenas de regaliz

Que aprenda junto a otros niños

las letras del alfabeto

Que hagan la o muy abierta y

quepa todo el firmamento. Infinito

 

Infinito cariño

Saber infinito

Eterno beso

Estos son los sentimientos que despierta cualquier niño, y a nuestra mente acuden beatíficos para alegrarnos la vida y hacernos sentir mejores.

Pero… Dejemos lo idílico ficticio a un lado; no nos olvidemos del pequeño monstruito que todos llevan dentro; oculto para salir de cualquier lugar de la casa donde repose tranquilo un balón, de cualquier rincón del patio en el que sobresalgan las coletas recién hechas de la hermana pequeña, de ese mueble que pide a gritos ser escalado hasta lo más alto, de esa tienda en donde las chuches se alinean eficientes para ser devoradas por colores.

Monstruitos que, tras una sonrisa, vuelven a ser ángeles.

Flavia Zorrilla Drago conoce a los niños, por lo que, en un texto rebosante de encanto y sencillez expone las inquietudes de su protagonista, un fantasma que por su excesiva timidez se ve privado de la compañía de los demás. El miedo a ser rechazado, quizás, hace que Gustavo, el fantasma tímido no pueda relacionarse con los demás monstruos. A Gustavo le gustaría disfrutar de forma monstruosa. ¿Y cómo son los monstruitos del cuento? Flavia Z. Drago nos los descubre: revoltosos, divertidos, capaces de comportarse como un batallón con los amigos y desvalidos, tanto que pueden retener toda la tristeza del mundo cuando se sienten solos.

Recordemos, con la historia de Gustavo, ahora que se acerca Halloween, a esos monstruitos que nos rodean capaces de derretirnos el corazón. Los niños se van a divertir con este libro de Edelvives pues, estimulados por estos personajes y las acciones que realizan, pueden descubrir un nuevo disfraz favorito para esta fecha que, por supuesto, también les servirá para disfrutar en cualquier otra ocasión.

Es un cuento maravilloso en el que el protagonista, Gustavo, es el héroe sin saberlo, ya que se atreve a vencer sus miedos, al afrontar una situación que lo agobiaba. Decide mostrarse tal como es y eso gusta a los demás. A veces imaginamos problemas donde no los hay. En realidad la historia da mucho de sí, ya que una vez que conocemos la trama podemos representarla siguiendo al pie de la letra lo que ha escrito la autora o adaptándola a otras preocupaciones que puedan presentarse a los niños. El caso es que ninguno se sienta solo. Este es el mensaje que Drago nos da en su cuento, tanto al narrar como en sus ilustraciones. Las imágenes son totalmente enriquecedoras pues aportan detalles adicionales al texto escrito, incluso por sí solas añaden mensajes, consiguiendo una comunicación evidente y efectiva con los más pequeños.

Los que aún no saben leer seguirán, a través de las imágenes de la ilustradora, el hilo de la historia sin ningún problema. Además, como Gustavo adopta diferentes formas, la maleabilidad de los fantasmas es por todos conocida, el niño estimula a su vez la capacidad de atención, pues debe encontrarlo en cada página camuflado con el entorno. En realidad los dibujos son fabulosos, expresivos y capaces no solo de alentar la imaginación sino también de crear lazos entre los niños; es lo bueno de ser monstruos, todos son diferentes, así que los fantasmas conviven con Frankenstein, el hombre lobo, el invisible, la momia, el vampiro, el esqueleto… no hay iguales. Y conviven. Otro bello mensaje para razonar con los niños.

En la vida real es muy difícil vencer la timidez por eso Flavia Drago anima a los pequeños a que compartan sus experiencias con los otros, para que los demás puedan conocerlos, para que desde la guardería disfruten de amigos, valoren después la amistad y tengan más posibilidades de crecer sin contratiempos.

Agradezco cualquier libro que leo, al autor por escribirlo y mostrarme su punto de vista sobre infinidad de asuntos. Y a quien lo regala —cuando es el caso— porque me ofrece su amistad.

Los dos niños que más quiero, Darío y Carlota me trajeron este cuento de la Feria del Libro. El caso es que venía dedicado por el “nomo Roco” y me quedé algo descolocada pues de todos es sabido que los Gnomos vienen a casa el 24 de diciembre al mediodía ¿Será que han decidido hacer incursiones por su cuenta? En fin, leí el cuento con ellos y la poesía que encabeza esta reseña es el resumen de lo que siento.

Gracias, un día más, Darío.

Gracias, un día más, Carlota.

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