domingo, 3 de octubre de 2021

CUCARACHAS

A estas alturas no es un secreto que me gusta la novela negra, aunque quizá no sea auténtica necrófila porque, en ocasiones, cuando la tortura va muy allá, cuando la descripción es demasiado minuciosa o abundan los detalles escabrosos leo más deprisa, incluso me salto algún renglón; es como si mirara para otro lado —que es lo que hago en el cine—. Bueno, pues dicho esto, al ver el título y la portada apenas me decidía a coger el libro, tanto es el asco que me dan estos insectos. Por un momento pensé en forrarlo. Pero lo superé porque me podía la curiosidad. Me encantó el primer libro de la saga de Harry Hole, Murciélagos (y he leído después que está considerado, junto al segundo, como los peores), así que me dispuse a leer Cucarachas. No me ha defraudado. Hole, a pesar de su juventud, ha madurado; es menos impulsivo que cuando fue a Australia, más reflexivo aunque mantiene su sello de identidad, que es lo que lo hace más atractivo.

Nuestro detective reside en Oslo, su lugar de origen, y en esta ocasión es requerido desde Bangkok para resolver el asesinato del embajador de Noruega en Tailandia mientras estaba en un hotel. El jefe de policía, amigo de Harry, insinúa que puede mandar a otro (dado su estado de embriaguez casi constante). Pero lo quieren a él. Cuando empieza a investigar, todos nos damos cuenta de por qué el interés en Hole. Pensaban que su cerebro no sería capaz de desvelar, entre otros asuntos, la red de pedofilia en la que algunos políticos y policías participan con impunidad. Precisamente el embajador no estaba en un hotel al uso, sino en uno donde alquilaban niñas para disfrute sexual, y en su maletín se encontraron fotos de pederastas abusando de niños.

Querían dar pronto carpetazo al caso. No interesa el escándalo mundial.

Jo Nesbø ha acertado con el título y la comparación entre estas dos especies, «se esconden cuando notan las vibraciones de alguien que se acerca y que, por cada cucaracha que se ve, diez se han escapado ya». No he visto nunca una denominación tan acertada del pederasta.

El autor noruego consigue que la novela sea doblemente interesante pues, a la trama, va intercalando datos curiosos sobre la cultura, tradiciones y costumbres tailandesas.


—Hábleme del tráfico local de putas —dijo Harry

—Es aproximadamente tan denso como el de coches

No solo las prostitutas y los niños circulan de manera usual, lógicamente, fruto de la miseria de cierta parte del país, la gente se relaciona socialmente en la calle por pudor, por respeto al otro, para que nadie vea dónde vive. También el cultivo de opio es generacional. Es evidente que, en este ambiente, la mafia se mueve apoyada por los poderosos más corruptos. Y es un misterio por qué los karaokes tienen tanto éxito, a no ser porque es «el lugar idóneo para encuentros secretos».

Rodeado de deshonra, Harry Hole se dispone a resolver un caso que a pocos interesa sin abandonar el sarcasmo, en los peores momentos, ni el sentido del humor ácido, en cualquier ocasión «El vuelo había sido un calvario. La librería del aeropuerto de Zúrich solamente vendía libros en alemán y en el avión habían proyectado Liberad a Willy 2».

Está claro que el estilo desenfadado de Nesbø engancha, a pesar de que en Cucarachas se den demasiados contratiempos, políticos en su mayoría, que consiguen hacer de este caso algo sumamente complejo. La víctima, un alto cargo político está involucrada en turbios asuntos que desvían nuestra atención, pues se mezclan con la mafia, la pedofilia, la corrupción urbanística, las apuestas, la compraventa… intereses todos de gente importante que querrá mantenerlos como están. Da igual que dos o tres personas se queden por el camino. No es importante. De hecho, también en la realidad, hay delitos que continúan, con el paso del tiempo, más feroces y detestables.

La trama está repleta de giros causantes de que el lector vaya de un sospechoso a otro según le interese al autor. No pasamos por alto aquellos con verdaderos motivos para que el caso no salte a los medios, tampoco olvidamos a los que son demasiado oportunos, demasiado abiertos o explícitos, demasiado confrontados a una mayoría que, en el país más perverso del mundo, tiene algo que ocultar.

En Cucarachas aparecen abundantes secretos en torno a Harry para dificultarle la labor y conseguir así que las altas instancias de la civilizada Noruega no se vean involucradas, y las que presiden la adulterada Tailandia sigan rodeadas de lujos en medio de tanta penuria. Pero, a pesar de las apariencias de los poderosos, aunque no las veamos, las cucarachas están ahí.

Jo Nesbø ha construido un argumento perfecto, desgraciadamente bastante realista. Una vez leído el texto todo encaja, incluso ese final sin arreglar, porque la solución pertenecería exclusivamente a la ficción, a la utopía y vivimos en un mundo que se descompone. Hole se mueve entre multitud de personajes que complican la lectura con mentiras y traiciones, pero él es adicto al trabajo, ¿por su tortuosa vida personal? ¿O es al revés? En cualquier caso leemos la novela inmersos en el estilo ameno de Nesbø, que no olvida, a pesar de los pesares, la finalidad principal de la literatura, distraer, «Llegó cojeando a donde estaba la chica del mostrador, quien parecía estar posando para El grito: inmóvil, sin emitir sonido alguno por la boca». El autor sabe describir ambientes y acciones, en ocasiones sin recrearse demasiado en aspectos morbosos porque lo que interesa no es tanto el cómo sino por qué ocurrió.

Y si vamos leyendo a gusto, entretenidos, con cierta inquietud y bastante curiosidad, al llegar al final nos sentimos pletóricos. Todo es trepidante, desquiciante, aberrante, desasosegante… interesante. Nos mantenemos alerta porque en una perfecta sincronía intercala acciones, personajes y espacios. Somos conscientes de que la relajación de unos supone la tortura de otros. Nadie puede liberarse de la muerte si el asesino lo ha planificado, porque no está dispuesto a perder. Negociará con el mismísimo infierno si es necesario. Pero este asesino no cuenta con que Harry Hole tiene su propia ética, que no coincide precisamente con la policial o política. Hole es una especie de superhéroe que aguanta todo lo que le ocurra, para poder sobrevivir a caídas desde una ventana, a ahogamientos en la piscina o a balas que lo atraviesan, porque, Jo Nesbø, a modo de ángel, cuida de él, para que pueda enfrentarse a otro caso.

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