En
el panorama teatral actual, hablar de ÁlvaroTato es casi imposible porque todo se ha dicho ya. Ha llegado a la cima. Es
un referente en la construcción del espectáculo y en la elaboración del texto.
Cuando leo algo con chispa pienso que ya está. La obra se hace sola. Empiezo a
imaginar y soy capaz de ver en mi mente la representación. Claro, en mi mente.
A la hora de la verdad hace falta un gran equipo creativo. Porque para
representar a Álvaro Tato hay que estar a la altura de este poeta y dramaturgo
de manera que el texto no desmerezca lo más mínimo. O simplemente intentarlo y,
por supuesto, disfrutar. Este año, 2019, hemos tenido la suerte de contar con Todas hieren y una mata, título que alude al refrán referido al paso del
tiempo: todas las horas hieren y una mata, y Tato juega con él para acercarlo al
amor: Todas las flechas hieren y una mata.
Esta
mezcla de sentidos queda asentada en el cronotopo de la obra; así pues, podemos
estar en el Siglo de Oro, podemos pasar al siglo XXI, podemos ser actores,
oyentes o espectadores… Es teatro, y su magia nos envuelve desde la primera
palabra. La obra lo tiene todo. Todo lo necesario para cumplir con las
funciones del teatro, entretener (con la originalísima puesta en escena),
divertir (con el empleo de la palabra), admirar (con la combinación de
registros y formas del lenguaje, en prosa o en verso), sensibilizar, o lo que
es lo mismo, remarcar la función social (y la última obra de Tato, a través del
humor, reflexiona e intenta comprender la complejidad del ser humano, el
pensamiento del hombre y la mujer, y nos provoca para que nuestra opinión salga
a la luz)y, por supuesto, la función catártica.
Todas hieren y una mata tiene algo de cuento de hadas pues
alude al intimismo de la mujer, a su magia, al simbolismo del tiempo (y cómo
influye en la mujer). Al ver a Alba, a Aurora, a Teresa y a la bruja no nos
extrañamos de que puedan convivir, de que pertenezcan a siglos diferentes, sean
la misma persona o su evolución a lo largo del tiempo. Los espectadores, o
lectores, sentimos una especie de purificación del espíritu al conseguir ser
nosotros, en nuestro interior, como esos personajes protagonistas definitivos
de su destino, que no se han doblegado, que han llegado donde querían. Esta
finalidad catártica es la magia del teatro y en esta obra está desde la primera
página.
Siempre
he creído que los clásicos son actuales, en alguna ocasión lo he dicho y he
intentado demostrarlo, pero Álvaro Tato, con su obra, consigue que el verso sea
la forma normal de comunicación, que la capa y la espada puedan convivir con
los móviles, que exista un amor puro, verdadero, sin violencias en cualquier
época y que la cultura, la palabra sea el arma que convence, apostando siempre
por la libertad del más débil, que lamentablemente en la sociedad actual sigue
siendo la mujer.
La
obra está dividida en tres jornadas, como mandaba el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo; también como los
grandes dramaturgos del siglo XVII combina el verso con la prosa, en este caso
es un indicador del cambio de época y un guiño al más grande novelista de todos
los tiempos
Os
decía que algún imitador de Lope pudo escribir esta misteriosa pieza de la que
solo nos ha llegado la primera jornada.
Asimismo,
tal y como era usual en alguna representación del Siglo de Oro, encontramos el
recurso del metateatro
Ya
suena la música, ya comienza la escena del bosque.
Y
como dictó el Fénix de los ingenios, la métrica se ajusta al personaje y al
asunto tratado, aunque Álvaro Tato le da una vuelta, pues si el caballero
utiliza el soneto para referirse a los asuntos amorosos
Dicen
que es una flecha cada hora
que
alza el vuelo cazándonos sin ruido
…
también
lo hace su criado para, con humor, recordarle que es mejor preocuparse por el
cuerpo que por el espíritu
No
soy mágico, brujo ni profeta,
mas
traigo este presagio en el coleto:
si
me encuentran oculto bajo un seto
sajarán
mi gaznate cual chuleta.
Los
recursos literarios son variados, los juegos de palabras abundan, tal como era
normal en el siglo XVII. El amor y la muerte que provoca el desengaño están a
la orden del día del enamorado, mientras que el criado teme más por el
sufrimiento corporal, que puede manifestarse en términos hiperbólicos
DON DANIEL.- […]
¡ay
si me amara la muerte
o
diera muerte al amor!
[…]
DON DANIEL.- Tengo el alma en carne viva
PICO.- Tengo una astilla en un dedo
¡Me
rindo!
El
legado que hace Pico al creer cercana la muerte es una suerte de anáforas y
paralelismos con los que iguala, histriónicamente, los elementos enumerados y,
cuando conocemos que aún está soltero, la carcajada es mayor:
…
Lego a mi esposa mi hacienda
lego a mi esposa mis huesos
[…]
Lego a mi esposa mis hijos
lego a mi esposa mis hijas
[…]
y mi ropa si estoy muerto
y no he de resucitar
[…]
mis gallinas, mis capones,
mis cabrillas, mis cabrones,
y otra cosa que me callo.
El
quiasmo con su poder de extrañamiento, acrecienta el humor de la respuesta, y
el encabalgamiento de algunos versos consigue unir el siglo XVII al XXI sin
ningún tipo de asombro
BRUJA.- […]
¿sois
cazadores furtivos?
PICO.- Más
bien furtivos cazados
BRUJA.- Entonces sabréis decirme
en
qué siglo nos hallamos
PICO.- En
el diecisiete, madre,
del
calendario cristiano
BRUJA.- Pues hoy la penicilina
aún
no se habrá inventado
ni
puedo llamar al uno
uno
dos para llevaros
a
urgencias en ambulancia.
El
diálogo es ingenioso hasta no poder más, el juego metateatral sigue hasta el
final de la obra, las metáforas aluden a la vida rural del siglo XVI «En su enagua la noche / guarda una estrella»
y los guiños a Lope son enternecedores, pues si nos conmovió su definición del
amor en un soneto, Tato nos entusiasma con su descripción del clásico, en un
soneto totalmente paralelo al del Fénix:
Despertarse, soñar, estar contento
[…]
cumplir un sueño y no querer que
acabe,
vivir miles de vidas. Esto es
un clásico. Quien lo probó lo sabe.
En
cuanto a las acotaciones. Álvaro Tato pretende indicar cómo han de moverse los
actores, pero no hay exceso de ellas, sólo para momentos cruciales en los que
entra o sale de escena algún personaje «(Salen
de su escondite don Daniel y Pico)» o momentos impactantes en los que el
personaje debe utilizar algo específico «(Saca
el teléfono móvil)», para otros en los que tiene singular importancia la
proxémica «(Aparte a Pico)», o bien
para marcar aquella información dirigida especialmente al espectador «(Aparte) (Ya el sol sale en mi corazón
oscuro) (Se aleja)».
Asimismo,
en ocasiones la acotación va dirigida a que el personaje realice un gesto
ilustrador que acompañe a lo que está diciendo, de forma que la escena refuerce
los tintes humorísticos expresados con la palabra
PICO.- […]
¿No
me hizo él pecador?
(Al
cielo) Conmigo no ha de valer
tan
indigna triquiñuela,…
No
quiero revelar el texto porque hay que leerlo o, si se puede, verlo
representado. En cualquier caso es un seguro de diversión y asombro. Álvaro
Tato mejora a cada paso, Cuando pensábamos estar ante una obra perfecta,
escribe otra que la supera ¡Increíble!
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