jueves, 16 de mayo de 2019

GENTE ESTÚPIDA



Estamos ante una obra novedosa en cuanto a la forma: Son cinco escenas separadas por cinco intervenciones de un profesor que, basándose en el ensayo del historiador económico italiano, Carlo María Cipolla comenta, apoyado en un Power Point, los cinco casos de estupidez que se representan en las escenas. La idea es original porque aúna dos tipos de representación, la teatral y la académica ya que el profesor simplemente expone y razona dónde y por qué se han comportado de forma ridícula o tonta los personajes que hemos visto antes. El caso es que esta comedia adquiere tintes  didácticos con el profesor, pues es quien nos hace ver que hay más estúpidos de los que pensamos; según Cipolla, un estúpido es aquél que con sus actos causa un daño a otros o a sí mismo, por lo que pueden llegar a ser los más peligrosos.

La escenografía de Gente estúpida, como viene siendo habitual en el teatro actual es muy sencilla, dejando el peso principal de la representación en la fuerza con la que los actores deben llegar al público: Unas sillas en la Escena I «Reunión de padres», otras sillas, esta vez de hospital, para introducirnos en la Escena II «Quién tuviera 80 años»; un sofá en «Las redes del amor», una comisaría de policía en «No con mi hijo»; y a modo de cierre y unión, una rotonda en la última escena cuyo protagonista es el mismo que en la primera. De esta forma la obra queda unida formalmente, y a través del contenido, pues Juanjo se encarga de demostrar que, en contra de lo previsto, se puede ser cada día y en cada ocasión, un poco más imbécil, hasta el punto de perjudicarnos muy seriamente, cuando la imbecilidad roza el engreimiento «Yo ya no me entero de nada porque hace tiempo que perdí el conocimiento». En esta última escena los dos personajes, Juanjo y Lola, escenifican a veces y otras cuentan al público lo que les va pasando.

JUANJO (A público).- Voy hacia la rotonda, meto la mano en el agua y saco mi teléfono completamente empapado. Lo miro desolado. (A Lola) ¡¡Hija de puta!!

Así pues estamos ante una obra innovadora en cuanto a la estructura, creo que el punto cinematográfico de Daniela Frejoman tiene mucho que ver en esto, y es de aplaudir porque ha resultado original, estimulante; el ritmo va in crescendo según se suceden las escenas, así como las intervenciones del profesor disminuyen. Al final casi no tiene nada que decir. El público se ha dado cuenta de lo ocurrido y probablemente se haya visto identificado, en mayor o menor medida, con alguno de los personajes o situaciones. Son las consecuencias de la vida moderna, el tener que tenerlo todo cuando nos apetece, el estrés del día a día, el malcriar a los hijos hasta el punto de lanzarlos con total tranquilidad al peligro:

ANDREW.- ¡Este país perfecto para escoria de toda Europa! Vendéis venir aquí por dos duros, alcohol muy barato, sexo free y vosotros provocáis niños tiren por balconing

o el no valorar lo que tenemos, descuidarlo por el mero hecho de querer siempre algo nuevo

MADRE (Off).- Escuchadme, no os enfadéis, pero… Me voy porque quiero pasar el verano sola y tranquila… y porque no puedo con vosotros, hijos míos.

Los diálogos son bastante ágiles. El contraste entre citas reales del profesor y chistes u obviedades de los personajes favorece la eficacia, «reflexión de Claude Chabrol, eminente director de cine “la tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería, no”»

MARGA.- Es verdad, es una puta mierda.
ANTONIO.- ¿Ves? Me estás dando la razón, vamos por buen camino.
MARGA.- No, no. Vamos por un camino fatal.

El vocabulario usual, de estilo coloquial, contribuye a aumentar el dinamismo y, sobre todo, a retratarnos psicológicamente con pocas palabras pero con hechos bastante usuales de la sociedad actual: robo, fraude, uso de drogas y alcohol, estrés laboral por ambición económica o social… Todo aparece ante el espectador como una vorágine que contrasta con la calma, los estudios y el razonamiento del profesor… Si nos parásemos a reflexionar actuaríamos de otra manera. Los gestos y movimientos están bastante marcados en las acotaciones, la mayoría para guiar y orientar la escenificación; casi todas son descriptivas de acciones «lee y le mira». Pero en ocasiones aparece, a modo de aparte, alguna de autorreflexión del personaje «para sí misma» o para indicar que el personaje no es necesario que entre a escena «off». En otras ocasiones las acotaciones marcan el tipo de gesto conveniente ya sea emblemático «Hace gesto de dinero», o emotivo «la mira escandalizado».

También intuimos, detrás de ciertas acotaciones «(Cortándola)» determinados gestos ilustradores, pues acompañan la palabra que pronuncia el personaje, enfatizándola e imponiendo un ritmo determinado en el diálogo, así al cortar a la policía y decir Andrew «¡Yo voté no Brexit!» puede acompañarse de un gesto brusco con las manos que dé por finalizada la conversación (aunque en este caso no lo consiga).

Asimismo Juanjo, posiblemente el más estúpido de todos, deberá acompañar sus palabras con gestos adaptadores que recalquen su nerviosismo y pongan en duda lo que va diciendo momentos antes o después de gesticular,

JUANJO.- ¡Yo no he robado nada, joder, puta hostia ya!
MAESTRA.- ¡Sin tacos Juanjo!
JUANJO.- ¡Me cagüen la puta! ¡Me cagüen la puta! (se da un golpe en la frente)

En fin, obra totalmente expresiva, enérgica en la que la calma irónica narrativa del profesor contrasta con la representación vertiginosa de las escenas para acentuar la fuerza de éstas.

Un acierto, no podía ser de otra manera, siendo su autora Licenciada en Psicología, guionista de televisión y directora de cine. Y por supuesto, el hecho de que la editorial sea Antígona es otro signo de buen teatro. Había comprado por correo libros de esta editorial, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando, en el último viaje a Madrid, para ver teatro, me encontré con el establecimiento, un local pequeño, lleno de libros, tantos que me costó decidirme, desde los clásicos hasta las últimas novedades, desde firmados por autores consagrados hasta por noveles. Un paraíso. Los responsables, verdaderos profesionales, me aconsejaron con una paciencia y amabilidad extraordinarias. Además me regalaron una obra hasta ahora inédita de Lope de Vega (haré la crítica más adelante). Pues sí, merece la pena pasarse por la calle Prim y entrar en este local. Para mí ya es una visita obligada en los siguientes viajes.

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