Cuando se cuenta
una historia dura sin aspavientos, la historia resulta más dura aún a ojos del
receptor. Lenú es la narradora protagonista de La amiga estupenda. Su
amiga es Lila, Rafaella Carullo y, probablemente, represente de la forma más
descarnada la condición de la mujer en una época y en un nivel socioeconómico
determinados. Lila es inquieta, libre, poco dada a seguir las normas,
increíblemente inteligente
—¿Quién te ha
enseñado a leer y escribir, Carullo?
Carullo,
pequeña, con el cabello, los ojos y la bata negros, el lazo rosa en el cuello y
apenas seis años de vida, contestó:
—Yo
Mal cuidada por su
familia, sale adelante sola pero, poco a poco van aplacando sus ansias de
libertad, sus ganas de ser. La mente de Lila no para de idear hasta que a
fuerza de golpes, de amenazas, de desprecios, en un momento determinado hace “clic” y queda sobrepasada.
Lenú, Elena Greco,
hija de un conserje del ayuntamiento, cuenta la historia de su vida con Lila,
la relación que tenían con sus vecinos de un barrio marginal de Nápoles. A
mediados del siglo XX la educación era machista y ellas, las mujeres, lo
asumían como algo natural. La mujer se limitaba a ser ama de casa o trabajar,
además de en casa, en el negocio familiar. Las expectativas para los hijos eran
que entrasen a trabajar lo antes posible para ganar dinero y, para las hijas,
que se casasen pronto con un «buen
partido» para suponer un problema menos en la familia.
A mediados del
pasado siglo, en los barrios pobres se respiraba violencia, venganza,
embrutecimiento y machismo. La escuela era algo secundario, los libros también.
La envidia hacia las familias más pudientes estaba revestida de odio. Los celos
hacia la pareja, también, «Anda, búrlate
de mí, pero ¿te acuerdas de aquella vez que me amenazaste con la chaira? Si me
entero de que te gusta otro, que no se te olvide, yo no me limito a amenazarte,
te mato y punto».
La amiga estupenda
es una novela que podría formar parte de las grandes obras del Realismo. Está
firmada por Elena Ferrante aunque es
un pseudónimo. El verdadero nombre, la verdadera identidad de la autora o autor
no se sabe. Pues bien, pero la obra es magnífica. Ferrante se acerca de manera
certera a detallar lo cotidiano. Los personajes son, más que verosímiles,
reales; vamos conociendo su forma de pensar, el porqué de su manera de pensar,
sus decepciones, sus amarguras, sus complejos… todo con un lenguaje directo.
Los diálogos reflejan la problemática social de Nápoles en la posguerra.
No hay grandes
temas en La amiga estupenda, o
precisamente lo son, por imprescindibles: la vida de los distintos personajes,
la falta de esperanza, la educación basada en métodos humillantes… No hay
actitudes racionales sino machistas, oscuras, «sabíamos muy bien que los agresores habían sido solo tres y nos
preocupamos mucho […] Los Solara, en cambio, maltrechos y despistados se
pasaron una temporada moviéndose solo a pie […] verlos en esas condiciones me
alegró. Me sentí orgullosa de mis amigos».
El retrato de las
costumbres queda expuesto a la perfección, así como los tipos que pueblan los
barrios marginales. Sin ninguna actitud moralizante. Puede que esto sea lo que
aparta la novela del Realismo y la introduce en la novela intimista. Es lo que
viven; la normalidad va de la mano de la violencia y el machismo.
Es el reflejo de
una realidad social que muestra la opresión sufrida y asumida por la mujer y
los niños, fruto de un patriarcado feroz y acomplejado que descarga su ira
contra los más débiles mientras acata lo estipulado por quienes tienen el
dinero.
La amiga estupenda
es la primera de una serie de cuatro novelas. A su vez está dividida en cuatro
partes. Como en todas las grandes sagas, la primera parte es una relación de
todos los personajes: los componentes de nueve familias más los maestros y
algún personaje suelto. Este apartado es de agradecer porque sitúa
perfectamente al lector en todo momento.
La segunda parte es
un Prólogo, que viene a ser el epílogo de los hechos y el porqué de la novela,
por qué Elena se decide a escribirla.
La tercera, Infancia,
cuenta la historia de don Achille Carracci, el charcutero, hombre detestable al
que, sobre todo los niños, temían como si fuera un ogro. Son dieciocho
capítulos cortos que empiezan en 1944, cuando nacen las protagonistas y relatan
la historia de su infancia hasta que Alfredo Peluso, el carpintero, es detenido
por matar a Achille. En esta parte observamos la degradación del ser humano, la
vida normal de violencia-venganza que llevaban en el barrio; el maltrato
paterno, con consecuencias nefastas para los hijos, sobre todo a las niñas,
cuya esperanza por salir de la miseria quedaba rota.
«El señor Peluso nos parecía la imagen de la imagen de la
desesperación. Por una parte, lo perdía todo en el juego y por la otra, en
público la emprendía a golpes con todo el mundo porque no sabía cómo darle de
comer a su familia».
La cuarta parte, Adolescencia,
cuenta la historia de cómo Lila, su hermano Rino y su padre fabrican zapatos
novedosos con los que pretenden salir de la ruina. Lila idea modelos
rompedores, excesivamente caros para el barrio. La vida del grupo de amigos de
Lenú va tomando forma: algunos siguen estudiando, otros trabajan y Lila, con 16
años se casa con Stefano Carracci, de 23.
Aunque los
capítulos siguen un orden temporal, la narradora introduce analepsis o
prolepsis que más adelante podemos comprobar su veracidad o bien sirven de
reclamo para siguientes novelas «Años más
tarde, una noche de noviembre de 1980 —ambas teníamos treinta y seis años,
estábamos casadas, con hijos—, me contó con todo detalle lo que le había pasado
en aquella circunstancia».
Lenú explora los
sentimientos de Lila a través de los diálogos, los de los demás personajes al
describir sus acciones y los de ella misma, que brotan, mediante la primera
persona, desde lo más profundo. Su voz pretende ser objetiva pero es
completamente intimista. Lenú se desnuda ante el lector sin miedo a ser
juzgada; ella es quien contantemente lo hace: cuestiona sus miedos, sus deseos…
No le importa dejar expuesto su mundo interior. A veces se recrea en el dolor,
pero sin aspavientos; simplemente deja que las sensaciones sobre ella misma, o
las provocadas por las circunstancias de Lila, sean el motor de la narración.
Retrata con precisión la atmósfera en la que vive, donde se acepta la muerte
como parte de la vida y donde la mujer lucha continuamente por sobrevivir.
Lucha que pasa por el conformismo cuando no se es consciente de otro mundo
mejor y por la ocultación de tabúes, de crueldad física y psicológica a la que
todos están sometidos y los moldea hasta hacer de ellos hombres rencorosos y
vengativos, acomplejados; mujeres con rabia hacia sus propias hijas si ven que
la vida les brinda oportunidades que ellas no tuvieron.
El desasosiego de
Lenú es constante; ella, insegura aunque brillante, se ve silenciada en cada
momento. También Lila es anulada. Ninguna obtiene la ansiada libertad que
buscan. Les faltan armas para encontrarla y están acorraladas por los
prejuicios, la violencia y el desprecio.
Sin duda, habrá que seguir con el segundo volumen de la saga Dos amigas.
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