sábado, 26 de julio de 2025

WILT

Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien con una novela; no solo porque es disparatada, divertida, hiperbólica en todos los aspectos, también porque el uso de la lengua es increíble: comparaciones, metáforas, juegos de preguntas y respuestas… El autor no da tregua a las escenas ingeniosas, consiguiendo que para demostrar su inocencia, el protagonista haga brillar su inteligencia hasta lo más alto y deje la de gran parte de los personajes bajo mínimos.

Podríamos decir que Wilt es una novela negra ya que la trama principal es la desaparición de la señora Wilt y el desenterramiento de un cuerpo de mujer, con ropa de la señora Wilt, en la ampliación del instituto donde trabaja Wilt. Pero no hay muerte en realidad, ni violencia; tampoco sufrimiento, a no ser el de la propia policía y del director del instituto, que ven peligrar sus carreras.

Sí hay, prácticamente a lo largo de toda la novela, humor negro, pues Tom Sharpe se vale de la ironía para tratar temas serios como el matrimonio, la investigación policial, el hacer de la Iglesia, la importancia concedida a la enseñanza en la formación profesional y los verdaderos intereses de la clase alta y culta; el pensamiento holístico de los Pringsheim queda como una caricatura mordaz de lo que representó en los años 70 la new age, pues aparecen como humanistas superficiales sin ánimo de trabajar; vividores acostumbrados a tenerlo todo apelando a una falsa espiritualidad.

En Wilt hay tensión y según leemos, la incertidumbre va en aumento. El protagonista se va enredando cada vez más hasta hacernos creer que no podrá salir del atolladero, pero lo hace. Su ingenio llega a límites insospechados mientras confiesa situaciones que, de tan inimaginables, son esperpénticas.

Henry Wilt es un profesor anodino que da clases en la Escuela de Artes y Oficios y, durante 10 años ostenta el cargo de auxiliar. Lleva tiempo esperando un ascenso, pero los intereses de la Escuela van encaminados a convertirse en Politécnico, por lo que, en contra del director de Humanidades, el señor Morris, se priorizarán estudios dobles «licenciatura especial conjunta en Estudios Urbanos y Poesía Medieval […] Y así por quinto año consecutivo se olvidó el ascenso de Wilt».

Su matrimonio tampoco funciona bien. Inmerso en la rutina, se aviene a los intereses de Eva, su mujer, a la que le «influían demasiado fácilmente la riqueza, el estatus intelectual y las nuevas amistades». Wilt acepta todos los cambios y actividades que se busca Eva, mientras piensa que asesinarla sería una buena opción. Tras una fiesta organizada por los intelectuales señores Pringstheim, Wilt tiene la oportunidad de ensayar cómo podría deshacerse del cadáver con una muñeca hinchable. Pero Eva desaparece con los Pringstheim sin que él lo sepa y Wilt es acusado de asesinato.

Tom Sharpe utiliza el humor, la ironía y el sarcasmo para resaltar los vicios de la sociedad. Los lectores reflexionamos sobre la naturaleza humana, tan cambiante cuando pertenece a un colectivo, mientras reímos. Nos reímos de las situaciones, nos reímos de los personajes ridiculizados y nos reímos de sus defectos que vemos como un reflejo de los nuestros.

El estilo de este autor es mágico. Juega con el lenguaje como quiere, con comparaciones antitéticas conclusivas, «Eva Wilt desnuda a las ocho en punto de la mañana era una visión casi tan sorprendente como Eva Wilt borracha, fumando y vestida con un pijama amarillo limón a las seis en punto de la tarde. Y menos excitante incluso». Con antónimos que definen a la misma persona, «saber que Eva, que había sido toda su vida tan insoportable, fuese a soportar una vez muerta el peso de un edificio de hormigón de varias plantas». Con metáforas soeces «—…¿Lustrar su perlita? ¿Dónde demonios aprendiste semejante expresión? —Carne Uno —dijo Wilt, se levantó y se sirvió otra taza de café en la máquina». Con paronomasias expresivas que adquieren significado por sí solas «Estaban todas encadenadas, las condenadas» (las bicicletas). Con la segunda persona objetivadora expresa el estado de ánimo del que se quiere distanciar «Eso, eso, échale la culpa a la ginebra —murmuró Wilt, mientras entraba torpemente en el coche»; de hecho la voz del narrador, en tercera persona, hace uso de interrogaciones retóricas con las que se iguala al protagonista «¿Qué sentido tenía todo aquello? De acuerdo, Eva era una vaca idiota que le hacía la vida imposible…». Con alusiones literarias en conversaciones cotidianas, que ridiculizan más el ambiente intelectual «…nos dejas empantanados donde nadie en su sano juicio metería un barco ¿Quién te crees que va a subir hasta aquí? ¿Juan Salvador Gaviota?».

Con palabras que tienen la misma fonética pero los significados son diferentes, aunque colocados de forma repetitiva aumentan su valor despreciativo «no es un lameculos […] si no lames culos, no vas a ninguna parte». Con evidencias hiperrealistas que, de tan minuciosas, resultan increíbles


—¿Una mujer? —preguntó— ¿Qué? ¿En ese agujero? ¿Y qué hace ahí abajo?

El capataz le miró diabólicamente —¿Que qué hace? —gritó— ¿Qué crees tú que podría estar haciendo? ¿Qué puede estar haciendo si acabas de echarle veinte toneladas de hormigón líquido? Ahogándose, qué coño va a estar haciendo…

No hay desperdicio en los diálogos; son fantásticos. Aportan agilidad a la novela y dejan que la narración adquiera un ritmo dinámico, trepidante, pues las situaciones desesperadas se suceden hasta llegar a lo más desesperante, afiladas caricaturas de la realidad policial, eclesiástica y educativa.

No hay juicios morales en Wilt; los personajes actúan para que el lector ría mientras asume algo totalmente surrealista como parte de la realidad. Es cierto que la referencia es real pero el toque fantástico acerca la novela a la literatura del absurdo. Los personajes son arquetipos: el mal policía, la mujer soñadora que aspira a que su marido le ofrezca una vida confortable, el clérigo borracho, los snobs que viven a costa de los demás, los profesores, más preocupados por su posición social y económica que por los intereses de los alumnos… Todos son predecibles en su comportamiento, apenas cambian a lo largo de la historia. Todos excepto Wilt; el protagonista experimenta un crecimiento personal y social capaz de afrontar los reveses de la vida y salir airoso. La estupidez de unos hace que su ingenio se intensifique hasta quedar como reflejo del propio autor. También Sharpe fue encarcelado, acusado de subversivo, también trabajó como profesor de Historia en la Universidad de Arte y Tecnología en Cambridge, donde tomó notas de alumnos para algunos de sus personajes más necios y brutos.

Está claro que las mejores novelas salen de mentes abiertas, tolerantes y trabajadas. Mentes que saben reírse incluso de sí mismas «…los profesores de Humanidades no son como los demás hombres. O empiezan ya siendo raros, o acaban siéndolo. Es algo que se debe a la naturaleza de su trabajo».

sábado, 19 de julio de 2025

MI AMIGO PARA TODA LA VIDA

Cuando vemos la portada de Mi amigo para toda la vida quedamos fascinados por la carita que la llena. Inmediatamente nos conquista y, en conjunción con el título, deseamos también nosotros tener un amigo como Elvis.

Estefan es un viudo, ya mayor, bastante asocial, de carácter agrio, que intenta sobrevivir como puede sin tener demasiado contacto con el resto del mundo. La única que lo entendía era Dolores, su mujer y, desde que no está, Estefan no hace ningún esfuerzo por aceptar a los demás ni introducir novedades en su existencia. Su vida es rutinaria, repetitiva, triste y malhumorada. Él se muestra a los demás como egoísta «Si no tiene dinero, ¿a qué trae un hijo al mundo?», racista «Allí holgazaneaba el culpable, ese reponedor bajito y nervioso, colombiano o a saber», sin corazón. Vive una realidad en la que todo adquiere un talante impreciso y agotador. No hay nada claro que rodee a Estefan, incluso el narrador, que mantiene su punto de vista, cuenta la historia en tercera persona, intentando una objetividad que se va difuminando ante nosotros. Observamos que la inseguridad es la que acompaña al protagonista, causándole un estado de alerta constante, de temor y aislamiento: «—Siguen donde siempre, don Estefan —le dijo con ese acento de a saber dónde». Su rutina queda legible con frases cortas que conforman una secuencia, metáfora lingüística de lo obsesivo que nos mantiene atados a su verdad, a su forma de vivir que, como las palabras, se va acortando hasta conformar su espacio más inmediato «Estefan abandonó el baño. Bata. Calzoncillo. Calcetines. Pasó junto a la cama sin hacer. “Cama. Ce, a, eme, a”».

La sobrina de Estefan está preocupada; siente que su tío no está bien, la pérdida de memoria y la falta de conexión con la realidad son evidentes desde la muerte de Dolores, por lo que adopta para él un perro de una organización dedicada a que los ancianos necesitados no se sientan solos. Así llega Elvis a la vida de Estefan y, aunque al principio lo rechaza, se va habituando a él, siente que lo ayuda a disfrutar; le trae recuerdos que permiten reconocer sus actos: mejora sus relaciones interpersonales y su estado de ánimo, aunque no logra evadirse de su verdadero sentimiento: la soledad.

Cuando entra en juego Araceli, su vida da otro giro pues ella actúa como una segunda Dolores, le advierte de sus errores, de aquellos comportamientos que no lo dejan ser feliz. Con la llegada de Dolores vamos descubriendo que nada es lo que parece. La intriga va en aumento. Poco a poco van apareciendo elementos que se adentran en lo extraordinario, nuestra inquietud aumenta con el ritmo de la novela. Estefan es víctima de una pesadilla de la que no logra liberarse, un temor que bloquea su razonamiento. Elvis, un torbellino que todo lo celebra, queda también atrapado, por momentos, en la angustia «Cuando Elvis lo despertó pegado a su oreja y pisoteando la almohada, encendió la lamparita y descubrió […] Al anunciarse la madrugada, mientras Elvis mordía la zapatilla del pie izquierdo, supo que comenzaba la cuenta atrás para las 14:10».

Elvis llega a la vida de Estefan para recordarle que no es posible liberarse de su trauma; se lo recuerda hasta tres veces al día, consiguiendo que entre los dos se dé una relación de atracción-rechazo, mientras los lectores nos preguntamos si es posible vivir atemorizados siempre, si es posible no vivir en paz con nosotros mismos. Más allá de las salidas y el cuidado que le proporciona a Elvis, la tristeza de Estefan es habitual, vive angustiado por unas visiones que pueden ser fruto de una enfermedad, de las que solo había sido reconfortado por su madre, cuando adolescente y por Dolores desde que la conoció. Ahora, Elvis lo insta a gestionar él mismo sus emociones.

Las apariciones reflejan a víctimas y el lugar donde murieron, en principio suicidándose. Estefan va asumiendo, en su propia tristeza, el tormento de otros.

Los lectores nos vamos preguntando ¿por qué siguen ahí esos fantasmas? ¿Es una característica de Estefan que ha revivido con Elvis? ¿Es Elvis el aviso de que va a morir? «Encendió la lamparita: 24:15. Quedó paralizado […] los lloriqueos de Elvis, en la cocina, no transmitían peligro sino otra cosa, una mezcla de excitación y tristeza».

No solo Elvis, el comportamiento de Araceli es, cuando menos, raro. A veces tenemos la impresión de estar ante un fantasma futuro, otras es como el espejo de la propia Dolores; pero no es ella, Estefan lo sabe y, aunque lo atrae y le ayuda a sacar de nuevo aspectos positivos de su forma de ser, no la acepta como pareja.

Paco Santos juega en Mi amigo para toda la vida con el factor sorpresa como no lo había hecho antes. La intriga va in crescendo hasta llegar al suspense y de ahí al terror. Los lectores quedamos inmóviles inundados de una sensación de “espera, no puede ser. Voy hacia atrás”. Y releemos. E intentamos entender en esa lluvia que persigue a Estefan una metáfora de la tristeza y soledad que siente ante su nueva realidad, una vida poblada de recuerdos «A Estefan le gustaba la lluvia. La excusa ideal para no ir a ninguna parte». Intentamos buscarle un sentido a la orden que, repetidamente, da a su perro cada vez que lo suelta. Pero para eso hemos de llegar al final.

Su depresión se mezcla con la pérdida de memoria y la ansiedad ante posibles recuerdos; esto degenera en un deterioro cognitivo que le hace perder el contacto con la existencia. Estefan vive como normal todo lo que le ocurre: que alguien le deje un perro en su casa sin previo aviso, que ese perro lo marque como otro de sus territorios «En la camisa descubrió una mancha amarillenta justo donde había apretado a Elvis contra su pecho». Un perro al que adora pero lo llama con diferentes epítetos negativos: «puñetero, chucho, estropajo negro, saboteador, zapatillófago peludo, cochino, rata negra, aspersor de pis, la peste negra, satanás». Como el propio demonio tiene varios nombres que van despistando en según qué momentos. Porque realmente Elvis se hace imprescindible no solo para él, también para Araceli «—Recuerda que encabezo la línea sucesoria. Debo asegurarme de que no recibo al animal en los huesos», y para los jugadores de petanca con los que Estefan empieza a relacionarse de nuevo, «a esa mancha amarillenta […] tan similar a la que ese cochino había dejado en la camisa del jugador de petanca».

El protagonista se aviene al juego de revelación de información que le interesa al narrador, de nuevo esa fusión protagonista-narrador. Las apariciones que tiene le sirven para resolver una experiencia traumática de su adolescencia. A pesar del terror que le producen esas apariciones trata de analizarlas de manera científica, intenta averiguar sus causas y encontrar una solución, y justicia:


—¿Me va a decir que también se suicidó?

—Eso le pregunto yo, ¿también se suicidó?

Cuando el comisario alzó las manos, quedaron dos cercos de sudor sobre la mesa.

Paco Santos describe en esta novela los pensamientos, los trastornos, los motivos del comportamiento del protagonista.

Estefan se va relajando al tiempo que aumentan las visiones. La mancha de orina de Elvis es un estigma, una huella que imprime en todos aquellos que estarán de alguna forma bajo su dominio; le hecho, es el perro el que dicta cómo ha de rehacer su vida.

El estilo de Paco Santos es fiel al humor, al sarcasmo incluso, a las metáforas y las personificaciones, a repeticiones que denotan la misma sensación en espacios diferentes. Lo lectores quedamos cautivados desde el principio porque pasamos de las sensaciones externas a internarnos en la personalidad del protagonista y en nuestros propios sentimientos. Descubrimos que no hay tanta diferencia en las emociones de quienes están dañados por la soledad, por la falta de cariño; los afectados se unen a través de las consecuencias en el mismo final.

Los recuerdos del protagonista son reflexiones del autor, experiencias de los lectores que vemos reflejadas en las páginas y experimentamos una catarsis liberadora, como el canario que vuelve a cantar al encontrarse a un igual, como Araceli, espejo de Dolores que logra cierta felicidad en Estefan cuando descubre, por fin, de lo que es capaz por amor.

Elvis ayuda a Estefan a desarrollar su inteligencia emocional. Paco Santos, en una mezcla de novela negra, de terror, sobrenatural y literatura psicológica, nos descubre nuestros propios sentimientos, nuestros propios conflictos y la capacidad para entender a los demás.

sábado, 12 de julio de 2025

LECCIONES DE AMOR EN BALI

Está claro que al hablar no nos comportamos igual si tenemos delante una cámara. Al hacernos una foto, posamos para que se refleje lo mejor de nosotros mismos. Al grabarnos en vídeo nos esforzamos en vocalizar, mantener la postura correcta, sonreír y mostrar naturalidad. Las ideas han de estar organizadas si pretendemos quedar satisfechos con el resultado.

Esto es lo que le ocurre a la protagonista de Lecciones de amor en Bali, Marina, que decide grabar un vlog para beneficiarse a sí misma y conseguir mayor autoestima, «se siente paralizada y sin ideas. Además su sentido del ridículo no para de aguijonearla como si le hubiera salido un horrible grano en la barbilla».

Miguel Griot es un defensor de los derechos humanos; lo descubrimos en Iqbal Masih, lágrimas, sorpresas y coraje, cuando nos sensibilizó para promover la inserción social al mismo tiempo que denunciaba la esclavitud infantil. La obra de Iqbal Masih constituye una mezcla de novela y documento periodístico, no apto para acallar conciencias, totalmente recomendable.

En Once contra uno, el autor experimenta con la representación teatral para advertir a los jóvenes de las condiciones sociales que algunos deben afrontar y de la presunción de inocencia de todos, da igual la raza, etnia, religión o nivel social, hasta que no se demuestre lo contrario.

Con El plan A, Miguel Griot es consciente de vivir en una sociedad en la que lo importante es la imagen y el qué dirán, por lo que propone diferentes maneras de enfrentarse a la vida según hayas o no triunfado. Datos reales y psicológicos encuadrarán esta obra como una autoayuda.

En Lecciones de amor en Bali, Griot se mantiene fiel a su forma de vida y a su literatura. Ahora la autoayuda no viene sola; también en los demás podemos encontrar la seguridad que nos falta para actuar y ser felices.

En esta ocasión, Marina es una joven, hija de divorciados que vive rodeada de posibilidades económicas, pero su inseguridad emocional hace que no se sienta a gusto consigo misma. Decide empezar un vlog aprovechando unas vacaciones en Bali, residencia donde su padre está trabajando como ingeniero. Pero algo dará la vuelta a su vida. Nada es lo que ella creía. Necesitará la ayuda de personas cuya lucha tiene que ver con la supervivencia, no con los problemas más superficiales a los que ella estaba acostumbrada. Traficantes de arena, corrupción policial y estatal, amenazas de muerte… Las islas paradisíacas de Indonesia pueden ser un infierno para muchos de sus habitantes «Sin el menor disimulo el funcionario coge el sobre, lo abre y lo cuenta». Cuando Marina es consciente de la realidad, no duda en creer en ella misma, aprovechar la ayuda que le ofrecen sus verdaderos amigos y poner su granito de arena para salvar el planeta y de paso adquirir seguridad en sí misma.

El diseño de esta historia está conformado, entre otras razones, para encontrar lo positivo en el uso de las redes sociales «grabar este vídeo y subirlo a YouTube equivale a salir de mi zona de confort». Y por supuesto, para apoyar a los adolescentes en su desarrollo personal y social. Que sean conscientes de la importancia de tener autoestima y establecer relaciones que impliquen tomar decisiones, para llegar a experimentar una vida con éxitos que merecen la pena.

Con la ayuda del vlog, Marina es capaz de superar sus sentimientos negativos, la inseguridad que siempre la ha acompañado y llegar a valorarse realmente.

A través de las redes sociales conecta con sus seguidores mientras fortalece su identidad.

A través de los vídeos que graba, facilita la comunicación y la interacción con jóvenes de todas las partes del mundo. Marina se siente acompañada, a pesar de la distancia, y poco a poco percibe que su labor está siendo fundamental en la conservación del planeta «vuestra labor de difusión será fundamental, que compartáis mis vídeos […] hará que mucha más gente sea consciente de lo que está pasando».

Lo curioso es que al tener una meta concreta ella se valora más; esto da sentido a la pregunta que constantemente se hace: «¿Qué haría una persona que se ama». La novela es un ejemplo perfecto para explicar este concepto algo abstracto para los jóvenes, ¿qué quiere decir quererse a uno mismo? Al leer Lecciones de amor en Bali encontramos la respuesta, y no tiene que ver con lo que ahora está tan a la orden del día. Quererse a sí mismo no es cuidar el cuerpo sometiéndolo a entrenamientos de ejercicios y dieta incansables. Quererse a sí mismo es encontrarnos bien donde quiera que estemos, lo que implica no dañar a nadie ni a nada. Vivimos rodeados de naturaleza que nos proporciona recursos increíbles e influye en nuestra forma de vida. Vivimos abrazados por gente que merece nuestro apoyo y cariño.

A largo de la novela, Marina se da cuenta de lo maravilloso que tiene a su alrededor y del peligro que corre ese paisaje, por lo que decide compartir sus grabaciones para que lleguen a todos los rincones del mundo. Marina utiliza las redes sociales con el fin de que otros jóvenes se movilicen y actúen según sus posibilidades «Por eso os invito a que […] reaccionéis a esta vídeo de forma más creativa. Salid de casa, id a la playa […] al parque o al bosque […] hasta que descubráis algo que os llame la atención […] haceos una foto para subirla a las redes sociales con la etiqueta #NoTienePrecio y un enlace a este vídeo».

El mensaje que lanza la protagonista rompe barreras geográficas y conecta con todo el mundo, incluidas las autoridades de Bali que a pesar de tener implicados corruptos en el trato de la arena, se disponen con rapidez a encarcelar a cualquier involucrado.

Es cierto que habrá más desfalcos, más corrupción, pero lo importante es dejar en los jóvenes la conciencia de lo que está bien, que no es otra cosa que actuar con lo que nos rodea de la misma forma que actuamos con nosotros mismos.

La importancia de Internet va más allá de subir experiencias personales; es una poderosa herramienta que permite conectar con otros y tener oportunidades de acción que impulsen la creatividad y la autoestima «y cuando terminé de vestirme lo tuve aún más claro […] No quiero que mi autoestima dependa del juicio de otra persona».

Normalmente los jóvenes son inseguros. Marina lo es, por eso cuando es consciente de que sus vídeos son vistos por miles de personas deja salir a flote sus complejos «habrán percibido mi falta de frescura…» pero pone fin a su represión haciéndose ver qué es lo importante. El uso de la tercera persona para referirse a sí misma la ayuda a ver la importancia que ha adquirido, «Esos seguidores está ahí por ti, por cómo eres y por cómo lo cuentas».

El estilo de Miguel Griot engloba términos de la jerga juvenil «pues le interesaba entre cero y nada», «me da mucho yuyu», «sin agobios y de chill»; anglicismos usuales entre los más jóvenes «Oh, yeahhh!»; expresiones de clase social alta «cada tres palabras mete un cool (guay) o un ¿sabes qué te digo?»; apodos localistas «No está mal la bulé» o términos indonesios «marung»; descripciones de acciones, «se muerde el labio y arruga la nariz» que denotan pensamientos o sentimientos; frases repetitivas que promueven la reflexión «¿Qué haría alguien que se ama?»; capítulos cortos, que facilitan un ritmo rápido de lectura; títulos de algunos capítulos como partes de un vídeo blog, concretamente los que tienen como tema central las actividades que Marina graba en algún momento «13 #POTATOHEAD» y que se diferencian en que los demás solo van numerados «14». La presencia de las redes sociales es fundamental, pues, en la historia, de hecho términos como “YouTube” o “deep mets” son usuales.

Lecciones de amor en Bali es algo más que lecciones de amor. Asistimos a los primeros escarceos amorosos, es cierto, de Marina y Ananda, un chico balinés, pero Miguel Griot transmite en la novela el amor por la naturaleza, el amor hacia quienes nos rodean y sobre todo el amor hacia nosotros mismos.

Mediante la lectura seremos conscientes de que hay diferentes formas de vida, relacionadas con los estudios o con el trabajo y todas son perfectamente válidas y respetables: «Venimos de caminos muy distintos (sin duda, el suyo mucho más difícil)».

Tras la lectura nos sentiremos parte de este mundo tan diferente, de tradiciones tan distintas y de personas tan iguales.

sábado, 5 de julio de 2025

TAMBIÉN ESTO PASARÁ

La novela También esto pasará apenas tiene argumento. La madre de Blanca ha muerto tras un largo periodo de sufrimiento, debido a un cáncer, y ella experimenta el vacío de la separación definitiva. A su mente acuden recuerdos de experiencias familiares. Fue una niña que tuvo una infancia sin preocupaciones económicas y que disfrutó de una madre un tanto peculiar, generosa incluso con los que no conocía «mi padre comentó que tenía problemas de dinero. No eran amigos, pero charlaban […] le preguntó cuánto dinero necesitaba y se lo dio», pero egoísta con su familia, probablemente porque nunca dejó de hacer lo que le gustaba, sentimiento que se agudizó con los años y la enfermedad: «La enfermedad, el dolor, que algunos médicos aseguraban que te inventabas, te convirtieron en un monstruo de egoísmo».

Acaso el excesivo individualismo de su madre hizo que Blanca se sintiera sola en sus momentos más importantes, consiguiendo incluso silenciar situaciones que una hija nunca puede ocultar a su madre. Blanca experimentó la soledad, el desarraigo hacia su madre, en muchas de sus vivencias, «el día que me dijiste que, tal vez, si no me venía la regla pronto, tendríamos que ir al médico y que te contesté, tan tranquila, que hacía dos años que tenía la regla y que no te lo había dicho porque no  era asunto tuyo».

La infancia de Blanca y su adolescencia no debieron de ser felices. No puede ser feliz una niña, hija única además, que no ha compartido con su madre los instantes cruciales de su vida. No soy psicóloga, pero intuyo que tantos remordimientos de Blanca ante la ausencia irrevocable de la madre son fruto de la falta de expresiones cariñosas, de momentos íntimos, de detalles recibidos. La protagonista tiene 48 años y aún no ha madurado «dos hijos, dos matrimonios, varias relaciones, varios pisos, varios trabajos».

La madre no la ayudó a resolver sus momentos decisivos, por eso ahora a ella le cuesta soportar una de las experiencias más duras, por eso necesita que otros la tengan en cuenta y la afiancen a la realidad, «no tengo ganas de otro pésame […] Y, sin embargo, me siento muy erguida, me quito las gafas de sol y me subo un poco el vestido». Necesita la aprobación de los demás, que sean otros quienes la hagan sentir bien, querida, admirada, deseada, imprescindible.

La literatura de Milena Busquets es reflexiva, la autora nos introduce en una novela de vivencias, aunque la encuentro algo superficial. Quizás el lenguaje tan cotidiano, tan evidente, los razonamientos triviales de la protagonista sean los responsables de que eche en falta un indiscutible vuelo poético en la reflexión.

Blanca ha experimentado numerosas relaciones sexuales, se ha enamorado en varias ocasiones y sin embargo su aventura no es apasionante, no contagia emociones. Creo que, probablemente, su dolor pasará pronto a pesar de que está acostumbrada, como lo estuvo su madre, a tenerlo todo sin sufrir demasiadas dificultades. Son personas de alta clase social a las que todo va bien, nunca han asumido el fracaso, por lo que ven aquello que no tiene arreglo, como la enfermedad o la muerte, como algo insoportable.

Milena Busquets ha encadenado pensamientos en torno a la muerte de su madre pero les falta cierto punto de vista íntimo. Echo de menos experiencias intuitivas, vitales entre madre e hija. Creo que la vivencia de Blanca no invita a la reflexión del lector, al menos desde mi recepción. En ningún momento me he sentido identificada con la protagonista. Puede que la autora pretendiera eso, que entendiéramos la soledad, la culpa, el remordimiento que provoca la falta de afecto, el dolor al darnos cuenta de que ya es tarde. Solo así tiene sentido que los sueños que se presentan con la persona que debía de ser la más importante en nuestra vida se transformen en pesadillas y generen respuestas caóticas. Pero hasta lo más traumático pasa.