La
trayectoria del libro de autoayuda ha sido muy curiosa. Ha estado entre
nosotros desde la Antigüedad, Las Fábulas de Esopo son ejemplo de ello. En El libro de Buen Amor y La Celestina también encontramos consejos
para triunfar ante el otro sexo. Está claro que, según la época, o momentos de
una misma época, los libros de autoayuda pasan de ser una de las mayores
demandas a sufrir las críticas más severas. Esto nos lleva a cuestionarnos si
realmente sirven para algo. Pues, como todo en la vida, depende de lo que
queramos obtener de ellos. Nos benefician si consiguen que reflexionemos junto
al autor; es como si nos decidiéramos a compartir nuestras intimidades, esas
que no contamos a nadie, y nos diéramos cuenta de lo que nos sucede en
realidad. Esto siempre es efectivo porque nos ayuda a desligarnos de la culpa y
a sentirnos algo mejor.
He
leído El plan A y creo que, además de hacernos reflexionar, nos
enseña cómo se puede vivir en soledad aun perteneciendo a una sociedad, cómo
esa soledad puede representar una salida de la rutina si consigue que
recompongamos nuestra imagen.
El
libro no es una relación de consejos; estructurado en forma de novela, es un
diálogo entre dos amigos que se vuelven a ver después de 17 años. La diferencia
entre ellos es ostensible, lo que lleva a Marcos a interesarse por las
actividades de Ángel, que se le aparece como un triunfador. Sin embargo Ángel
no ha triunfado en esta sociedad, al menos lo que consideramos como triunfo,
relacionado con las posesiones, dinero, estatus… simplemente ha conseguido lo
que de verdad quería. Este es el secreto y es difícil de llevar a cabo porque
vivimos mediatizados por el entorno. Podemos llegar a la cumbre y no ser
felices porque no nos gusta lo que hacemos.
Cualquier
libro de autoayuda sube la moral al instante con frases que luego no se pueden
llevar a la práctica. Esto no sirve. Migue Griot lo sabe, por eso no lo pone en práctica. Entre las muchas
posibilidades que Ángel da a Marcos para encarar la vida con algo más de
felicidad hay dos que pueden ir bien a cualquiera; son fáciles de llevar a cabo
y contribuyen a relajar nuestro día a día. Seguiremos teniendo el mismo
trabajo, probablemente, la misma familia, seguro, los mismos amigos, puede ser;
pero afrontaremos lo cotidiano de otra manera si estamos relajados y empleamos
nuestro tiempo libre en aquello que realmente nos apasiona. En este sentido El plan A es muy adecuado para aquellos
jóvenes que tienen algún problema relacionado con su bienestar: depresión,
ausencia de relaciones sociales, temor a ser evaluados negativamente por los
demás… porque ayuda a recuperar la estabilidad emocional.
Vivimos
en una sociedad dominada por la imagen, por el qué dirán y nuestros deseos,
necesidades o posibilidades no siempre se acercan a la media. Es fácil, para
quien no tiene las ideas claras, caer en la depresión. Ángel enseña a Marcos a
educar la voluntad, a conseguir herramientas que lo ayuden a transformar sus
experiencias negativas, «también nos
alimentamos de impresiones», a distinguir entre lo que queremos y lo que
nos imponemos «Es la historia de mi puta
vida, pensé para mí».
Los
consejos empiezan por advertir que a veces caemos en la desesperación porque no
conocemos nuestros derechos o deberes. Algo que agradecemos al autor; en este
sentido pone los pies en la tierra y exige esfuerzo para integrarnos, solo así
podremos reclamar a los demás y a nosotros mismos, «de ti depende no volver a cometer el mismo error […] Todos mis
esquemas se trastocaron y de la rabia […] surgió la responsabilidad».
Miguel
Griot escribe una novela en la que nos descubre actividades, a través de los
personajes, para renovar energías, no es una guía de acciones sino de
pensamiento, cada lector puede reflexionar de forma individual hasta darse cuenta
de dónde debe partir para encontrar placer en lo que hace habitualmente. Las
reflexiones se dirigen también al funcionamiento social, así que hay una
crítica hacia el sistema educativo actual, «Elimina
tu iniciativa, espontaneidad» tanto, que una vez terminada la etapa escolar
no nos sentimos más armónicos.
Los
gobiernos no se libran de la denuncia hacia ciertas actividades que permiten el
comercio esclavizado, la falta de educación a una población que no es
consciente de que también los ciudadanos contribuimos a la crisis financiera, a
la trata de personas o a la extorsión y tortura de animales en pro de la
economía.
Pero
Griot no pretende un ensayo, es más una novela dividida en 15 capítulos
encabezados por una frase sentenciosa de algún personaje famoso que nos pone en
situación para leer lo que viene a continuación. El principio engancha pues
comienza de forma abrupta con una pregunta que pone en marcha la intención del
autor. La función conativa está presente en todo el texto «¿Cuándo comenzó a joderse todo, George?», y por supuesto la
representativa, con la que intenta reflejar algunas situaciones desesperadas
que solo sirven para descargar la ira sin arreglar nada «Me entraron unas irreprimibles ganas de arrojar la lata contra los
cristales. Y eso fue lo que hice».
Más
tarde llegarán algunos consejos para que nos demos cuenta de que se puede vivir
algo mejor sin crearnos tantas necesidades. El plan B surge en un juego de
palabras con el A donde se cambian las posiciones, «no es buscar otra alternativa». En realidad leer la novela supone
un aliciente para todas las edades.
Hay
cierto buen humor en sus páginas imbuido de ironía con la que Marcos deja ver
su escepticismo en las aventuras de Ángel, «Cada
vez que descubra que me he perdido en uno de esos escenarios mentales, tomo un
avión a Rishikesh y me zambullo en el Ganges».
No
solo encontramos datos reales; la intención poética para embellecer el texto
aparece en comparaciones con la naturaleza, «Las
gotas repiqueteaban en el techo como si decenas de pájaros carpintero
estuvieran construyendo su nido». Y las metáforas consiguen imágenes
totalmente líricas y apacibles «un sol
naciente pespunteado a través de los hombros mordidos de las montañas». El
autor también usa la literatura como base para explicar de manera psicológica
el significado de obras conocidas como La
Odisea.
La
lectura, en fin, es agradable. No debemos afrontarla con la idea de que al
terminar nos comeremos el mundo. Hemos de ser conscientes de cómo somos y
cuáles son nuestras posibilidades en una sociedad que exige trabajo, superación
y estrés. Sin embargo hay más opciones de las que podemos imaginar. Primero
cambiaremos la forma de pensar que nos obsesiona (para ayudarnos a ello están
los dos consejos que mencioné arriba, pero no quiero desvelarlos) y luego,
siempre con esfuerzo, será más fácil conseguir la satisfacción personal.
El plan A ofrece la posibilidad de reinventarnos cada vez que sintamos que algo no funciona. Aunque suene a tópico, el ejercicio, la relajación y la alimentación ayudan. Y eso sí está a nuestro alcance.
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