Hay
momentos en los que una persona debe dar marcha atrás para llevar a cabo algo
que se dijo que no haría jamás. Eso me ha ocurrido a mí y lo agradezco
enormemente. Me encanta la forma de escribir de Rosa Sanmartín; he disfrutado, sobre todo, con Te parecerá raro, aunque Un brindis por el desamor y Cuando la vida te alcance son
novelas recomendadas que alientan a la mujer a llevar una vida plena sin la
necesidad de tener un hombre a su lado. El estilo de Rosa es ágil y su
narrativa nos introduce en la historia desde el primer momento. Sin embargo
estuve dudando leer su última novela, Negra y oscura porque, al contrario
que a la mayoría, la acumulación de imágenes violentas no me ha
insensibilizado. Sufro muchísimo cada vez que recuerdo las atrocidades cometidas
por antepasados nuestros contra nosotros mismos. ¡Qué equivocada estaba! Nunca
agradeceré bastante a Rosa Sanmartín que haya escrito una novela sobre este
episodio de la historia española, en el que la oposición de modelos diferentes
de gobierno y cultura enfrentó a familias y marcó no sólo una lucha ideológica
sino también de clases.
La
autora se introduce en la Valencia rural y va mostrando el día a día de un
pueblo desde que comenzaron las primeras revueltas hasta que, años más tarde,
la guerra había terminado oficialmente pero el odio, la intransigencia, el
miedo a que los vendidos se rebelaran impuso en España otra lucha más cruenta
si cabe porque las barbaridades de los vencedores quedaban encubiertas.
—Pues bien calladitos estuvieron durante los
tres años
—Como ahora nosotros. Por miedo
—[…]
—…En el pueblo sabíamos muy bien los que éramos de un
bando y los que eran de otro […]
—…Pero al final, muertos
—Estábamos en guerra
—¿Y ahora no?
—Pues sí, también, para qué negarlo. Esto no se ha acabado.
Sanmartín
refleja el problema que surgió entre amigos, conocidos, incluso familiares. Al
final, todos debían pensar de la misma manera si no querían romper los lazos.
Fue
una época en la que los razonamientos no tenían lugar, era una imposición
constante; un determinismo en el que no cabía la esperanza, «Quiero salir de aquí para sentirme menos
pobre»; un paternalismo de los vencedores que no era sino amenaza, «Somos amigos. Pero esta vez no he podido»;
un menosprecio por la mujer para encubrir el temor a que se mostrara libre, «Te avisé desde el principio. […] Átala en
corto».
Negra y oscura son casi quinientas páginas
que se leen en un suspiro, la narración de Rosa Sanmartín es inconfundible
aunque en esta novela ha aparecido la gran autora que apuntaba; el narrador en
tercera persona omnisciente se une al monólogo interior de los personajes,
llegando a ser la voz interna de cada uno de forma que los puntos de vista van
cambiando y, aunque el protagonista es Luis, el que se va a luchar, pensando en
que será una revuelta de unos días, sin haber cogido antes un arma, la
protagonista emerge de la primera frase de la novela, esa con la que Rosa abre
la puerta al mundo de Negra y oscura.
Una frase que alude al tiempo, a la clase social y a la actitud de la mujer a
la vez que anticipa el conflicto «Las
gotas de sudor empapan la camisa de Dolores […] Un cubo de hierro en cada mano
[…] Y ella, sonrisa y brazos fuertes […] saluda a las vecinas. Mujeres de
negro». Las verdaderas protagonistas son las mujeres que se quedan llevando
la casa, soportando la ausencia de los hijos, de los enamorados, sin saber si
volverán o no, viviendo, ya para siempre, estigmatizadas por el miedo, «Acelera el paso mientras piensa qué sería
de los pequeños si ella muriera tirada sobre los adoquines».
El
estilo de Negra y oscura es, como sus
personajes, natural; Rosa Sanmartín consigue que oigamos a Dolores, A Amparo, a
Ramona, a Carmen contar sus propias historias; entre todas conforman la
historia de la mujer en la guerra, valiente, temerosa, heroica…
El
título salpica la trama en diferentes ocasiones y alude en su forma al estilo
de la autora y en su contenido, al dolor de la vida y la gente. Título claro,
paradójicamente cortante como la narración plagada de oraciones breves,
rápidas, que se introducen en la mente del lector como disparos. Llamadas de
atención que provocan sorpresa y desazón; la misma que sienten los personajes
hacia la mitad de la novela, cuando pintan las fachadas del pueblo y todas quedan
negras y oscuras para impedir que desde los aviones las distingan los
nacionales:
—…y la encuentra consumida, encinta, limpiando la fachada
del hogar […]
—He traído la pintura
—Todo se pone negro, ¿verdad?
—Si el negro me salva la vida, no me importa
Negra y oscura es la historia de gente
humilde que, en 1936, estaba dispuesta a empezar a vivir y se le quedaron
truncadas las esperanzas, las posibilidades. Gente que vivió deprisa, sin
tiempo a paladear la juventud, la infancia; gente a la que las horas pasaron
lentas, los días interminables y cuando se vinieron a dar cuenta, sus vidas
habían dado un vuelco impensable.
Vidas
reales que pasan a formar parte de una ficción. Negra y oscura mezcla noticias de los diferentes periódicos de la
época con la trama de los personajes; el estilo mezcla expresiones cultas y
locuciones de la zona en un lenguaje coloquial, dando como resultado una
narración convincente, atractiva, que llama al interés y a la simpatía hacia
unas personas sencillas, con cierto toque de ingenuidad «Me cago en dena, están todos chiflados, dicen otros […] ¿Qué pasó?
Pues lo de los petardos en la tribuna de Azaña ¡Si fueran de nuestra tierra no
se extrañarían tanto! Coño, Paco, pero son de Madrid».
La
narración es de ritmo ágil; la frase corta, la supresión de indicaciones del
diálogo a veces, la omisión de puntos suspensivos otras, consiguen una
naturalidad total en la escritura y consagran a Rosa Sanmartín como escritora.
Esta
novela abarca todos los géneros, como su título indica es negra, aunque en ella
los asesinatos quedan sin resolver, o al menos sin castigo; es una novela
costumbrista, a través de la cual somos conscientes de las expectativas tan
diferentes a las actuales, «Estamos en la
mitad de nuestra vida —¡Ya te gustaría! ¿Vas a vivir noventa años?»; es una
novela política de una época no tan alejada en el tiempo y tan diferente en las
actuaciones de los trabajadores, «Bastante
hacemos aguantando en la calle con las huelgas generales». Una novela que
consigue replantearnos nuestra actitud y pensar en qué seríamos capaces de
hacer si nos quitasen nuestra libertad de actuación, si nos viésemos de nuevo
sometidos a la censura.
El
18 de julio de 1936 supuso uno de los momentos más devastadores para España;
uno de los hechos más traumáticos que han marcado nuestra historia reciente y
que aún nos envuelve. Negra y oscura
debería ser de obligada lectura para todos, solo así, ahora, entenderíamos que
con la violencia y la imposición no se llega a ningún sitio pues sólo implica
retroceso.
Agradezco a Rosa Sanmartín su escritura. Le doy gracias por haberme hecho sentir partícipe de su historia.
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