domingo, 17 de abril de 2022

UN BRINDIS POR EL DESAMOR

«Sé qué es querer a la otra persona; no como tu mejor amigo, no como una persona maravillosa con la que compartes piso. Tiene que haber algo más. Magia. No sé, ese algo dentro que te dice que harías cualquier cosa, que renunciarías a todo por un segundo a su lado».

He querido empezar esta crítica con una cita del libro, con la que, imagino, todos estamos de acuerdo, al menos todos los que hemos sentido el amor. Hay diferencia entre esto y la gratitud o la costumbre o la pereza o el miedo.

Rosa Sanmartín escribe su última novela con un propósito: entretener. Aun así, cuando leemos Un brindis por el desamor no dejamos de reflexionar. Angélica y Phillipe han roto. Una relación que parecía idílica tras mantenerla durante 18 años, desde la adolescencia, se resquebraja. La causa aparente es un nuevo trabajo que le ofrecen a él en Estados Unidos, por lo que deben abandonar Londres, donde viven desde hace diez años. Pero ella acaba de empezar un nuevo proyecto con Meredith, su jefa, que no está dispuesta a abandonar ahora. La verdadera causa puede ser una multitud de circunstancias o simplemente la monotonía. El no haber cuidado la relación como se merece si queremos conservarla. Surge entonces un profundo desencanto, «No es que estés triste o frustrado o enfadado; no; es que estás decepcionado porque no supiste vencer».

Y, de manera inmediata, la mujer siente sobre ella, casi por encima de la soledad que le espera y el miedo a no saber afrontar sola los posibles contratiempos, el problema de la maternidad, «quizá cuando se lo pensara ya sería demasiado tarde».

Las lectoras no solo reflexionamos sobre esta nueva situación personal de Angélica que intuimos como posible porque, ante todo, Un brindis por el desamor incide en la importancia del trabajo para la mujer. Angélica es una buena periodista y hasta el momento se ha movido con éxito en el ámbito profesional, cultural y personal. Sin embargo, despechada, intenta olvidar el amor «Quería ser Angélica, sola, única, ella y nadie más» por eso decide llevar una vida en la que no quede atada a nadie, está dispuesta a disfrutar y a centrarse en la revista sin rendir cuentas a nadie.

Estamos ante una situación que nos resulta bastante familiar. Rosa Sanmartín pertenece a ese grupo de escritoras que apuestan por una literatura de alcance universal. Los lectores nos asomamos a una historia habitual desde un punto de vista femenino.

Angélica y Phillipe permanecen como pareja hasta que la pasión se acaba. La excusa es el trabajo importantísimo que le ofrecen a él. La otra excusa es el nuevo proyecto de Angélica. El caso es que ella no quiere salir de Londres, donde se siente realizada, y Phillipe necesita partir de ese lugar que lo oprime. Angélica lo ve marchar con la esperanza de que vuelva, y cuando es consciente de que la ruptura es absoluta, decide llevar esa vida tan ansiada por los solteros, sin volver a enamorarse.

Pero al amor no se le puede obligar. Al desamor, tampoco. Son sentimientos sobre los que no tenemos poder; se adueñan de nosotros y hemos de decidir si los aceptamos o no, aun poniendo en riesgo nuestra felicidad.

A lo largo de esta novela, la protagonista nos muestra las fases por las que cualquier mujer, en sus circunstancias, puede pasar hasta que se da cuenta de que lo mejor es vivir cada momento como viene.

La autora abandona la idea de que es suficiente la razón para conocer la realidad, de que todo es explicable, y nos enseña la esencia de un mundo difícil de interpretar: el interior.

Con una narración relajada, sin tensiones, Sanmartín presenta la solidaridad entre mujeres que, a pesar de ser diferentes y vivir de acuerdo a distintas alternativas, son portadoras de las mismas necesidades, ambas quieren triunfar en el trabajo y ambas se quieren plenas como mujer. Por eso Meredith y Angélica diferencian las relaciones sexuales y las interpretan como necesarias y beneficiosas. Nuestra protagonista pretende renunciar al amor, no al sexo.

El eje de la historia es la pasión como motor de la relación amorosa; cuando se apaga la pasión es mejor caminar separados para no destruir el amor.

Meredith y Angélica son mujeres del siglo XXI, instruidas, competentes, capaces (por esto) de aportar riqueza a la relación de pareja. Representan el nuevo prototipo de mujer que está a la altura del hombre y se da cuenta de que cuando se instala el desamor es mejor liberarse antes de que se aposenten el odio y los reproches.

Puede que alguien tenga la tentación de colocar a Un brindis por el desamor el marbete de “literatura femenina”, pero desde hace bastantes años hay un auge de la literatura escrita por mujeres y, a lo mejor, la forma de enfrentarse a la vida sea diferente para ambos sexos. Que la mujer abandone todo para seguir los pasos de su pareja está pasando a la historia, empieza a formar parte del mito que declara a la mujer como alguien cuyas ambiciones no deben igualarse a las del hombre. Y, como toda leyenda, tiene mucho de ficción.

En la realidad, las mujeres de hoy afrontan la vida como lo han venido haciendo los hombres porque los sentimientos derivados de circunstancias como el amor, el trabajo, el desamor, son iguales en todos. ¿Es, entonces, literatura femenina? Que cada uno responda tras leer la novela. Lo que podemos afirmar es que el argumento anima a la mujer a seguir con su actividad, a formarse, a estar bien con ella misma para que, la relación que decida tener, sea beneficiosa y agradable. No cabe duda de que lo importante es la pareja pero, siguiendo un consejo que la autora nos ofrece como guiño a otra novela suya, «si dejas que la vida te alcance» encontrarás diferentes y variados tipos de amor. Está claro que Rosa Sanmartín, en Cuando la vida te alcance, Te parecerá raro y Un brindis por el desamor, apuesta por la mujer que busca su voz y representación propias. Sin necesidad de nadie. Aunque siempre es bueno andar el camino en compañía.

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