sábado, 3 de junio de 2023

PROGENIE

He leído una novela negra que me ha gustado por varias razones. Puede que la principal sea que la mujer tiene un papel bastante diferente al asignado en las novelas negras tradicionales. Hace tiempo que descubrimos a una mujer capaz de abandonar el papel de víctima y acogerse al de policía o eludir a la mujer fatal, usual en el género, para adoptar el de “normalita”. Pero Progenie sigue los pasos marcados por su título y la mujer se erige en personaje absoluto. En Progenie hay víctimas, mujeres que no son tan inocentes como cabría esperar o como daban a entender en el entorno en el que se desenvolvían; el equipo policial no está compuesto sólo de mujeres pero sí lo son la inspectora jefe, la comisaria, la forense, la policía más antigua y la novata; todo un plantel en el que podemos ver diferentes prioridades, diferentes causas por las que han elegido el trabajo y diferentes formas de entender la felicidad. Entre los personajes secundarios también encontramos alguna mujer que destaca por su inteligencia, incluso Nerea, guapa, despampanante, se aparta del cliché de secretaria algo limitada intelectualmente para todo lo que no sea su trabajo y aparece como una chica culta y capaz de tratar temas de diversas índoles.

Susana Martín Gijón ha dado una vuelta de tuerca a la mujer del siglo XXI y ha puesto el dedo en la llaga con Progenie. Las víctimas son mujeres, en principio poco sociables, con pocas relaciones sociales. Las víctimas han sufrido una muerte violenta, aparentemente sin motivación; no ha habido robo ni violación. Los asesinatos no siguen ritual alguno, sin embargo, todas las mujeres asesinadas aparecen con un objeto inquietante: 

Soledad Cabezas, recepcionista de la clínica Santa Felicitas, especializada en técnicas de reproducción asistida, donde trabajaba desde hacía dieciocho meses, desde que se había trasladado a Sevilla a vivir con su expareja, después de dejar a su padre en Madrid. «Me contó que se venía aquí a vivir con él. Así, por las buenas. Que habían hablado mucho sobre su relación y querían intentarlo […] Me enfadé tanto que dejé de hablarle […] Que se estaba cavando su tumba y que no contara conmigo».

Soledad aparece atropellada en la noche, con un chupete en la boca.

Lola Cuadrado, escritora de novelas. Sin pareja, entregada exclusivamente a su trabajo «Y Lola no tenía hijos ni sobrinos ni nada por el estilo […] —¿Ni un ex con el que pudiera haber vuelto? —No. Por lo menos desde […] hace más de diez años».

A Lola le abren la cabeza con su trofeo literario y le ponen un babero al cuello.

María de la Concepción Arjona, apuñalada en el abdomen y tirada en la fuente de un parque junto a unos patitos de goma.

Las tres mujeres, de edades diferentes, estaban embarazadas en el momento del crimen, incluso María Concepción, de 54 años. Las tres se han quedado embarazadas gracias a la clínica Felicitas, por lo que su directora, Natalia Matute, está desolada, cree que puede ser obra de «retrógrados que no se han enterado de que las mujeres tenemos tanto derecho como ellos a hacer lo que nos dé la gana».

También Camino, la inspectora, está soltera y ha dejado de pensar en traer hijos al mundo, algo que nunca le ha atraído y menos ahora, con 44 años.

Por el contrario, Lupe, la más joven del equipo, debe enfrentarse a su hijo casi adolescente y a un marido en el paro con sueños de escritor. Lupe debe luchar con la conciliación familiar esperando que la traten en serio y dejen de relegar su trabajo al papeleo.

Y, finalmente encontramos a Teresa, a punto de jubilarse, con hijos y nietos, feliz de su papel como ama de casa y cuidadora, y feliz de no haber deseado adquirir más responsabilidades en el trabajo para poder dedicarse a su familia.

Mujeres que realmente han debido elegir entre el trabajo (y las aspiraciones) y la maternidad. Mujeres que, como la forense, cuando se han visto instaladas social y laboralmente, se les ha hecho tarde para engendrar un hijo y deben pasar por la tortura física y psicológica que supone la fecundación médica «Micaela la mira desde el fondo de unos ojos acuosos, tratando de contener la rabia […] —Era un embarazo gemelar».

Otras, que han decidido no engendrarlo, y deben pasar por la culpa personal o social a la que serán sometidas, «No quiere un hijo ni dos ni tres, como no quiere un marido ni un gato ni un perro. Quiere su tiempo para ella, quiere ser buena en su trabajo […] quiere pasar por la existencia disfrutando en lo que pueda […] ¿Es mucho pedir?».

En cualquier caso son situaciones que el hombre no ha conocido, por lo que es difícil que todos sean capaces de entenderlo.

Susana Martín da cuenta con este argumento tan actual, de la sociedad española; el poder que da el dinero y el afán por controlar de quienes poseen un razonamiento asocial y egoísta. El grupo de sospechosos estaría en esta situación. El grupo de víctimas es el resultado de las dificultades con las que se encuentra hoy cualquier mujer, siempre apremiada a lo largo de los siglos por el reloj biológico y hoy, además, capaz de desmentir el instinto maternal. El grupo de policías es bastante resultón formado por mujeres y hombres diferentes, unos con más corazón que aspiraciones, pero todos capaces de realizar un impecable trabajo.

Si el tema de la maternidad es el principal, no debemos obviar otro, presente como fondo, la fertilidad como negocio. No todo en este mundo son buenas intenciones. Asimismo, hay trazos de violencia de género, no olvidemos que las huellas mentales, a diferencia de las físicas, apenas se borran con el tiempo.

El suspense de Progenie está desde el comienzo, en el que Soraya y Mª Jesús se dirigen felices a empezar su futuro, pero esta narración queda interrumpida por el dolor del padre de Soledad al enterarse de la muerte de su hija. Soraya y Mª Jesús irrumpirán de vez en cuando en el relato, con una letra en cursiva que las diferencia del resto de personajes, para generar una expectación creciente en el lector.

La lectura es fácil pues, a la personalidad diferente y atractiva de todas las mujeres, la autora añade una sugerente intriga que conseguirá hacer desaparecer a los sospechosos, por falta de motivos y por la manifestación de un secreto que saca a la luz el antiguo inspector. Con este personaje y este enigma la historia termina de enriquecerse y la estructura de la novela queda perfectamente encuadrada en cuatro partes y cuatro víctimas.

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