El título del libro lo dice todo, al menos, mucho sobre lo que vamos a leer. No hay engaños. Aun así merece la pena, como todo lo escrito por Espido Freire. Hace más de veinte años leí Diabulus in musica y quedé enganchada a su forma de contar, a la inteligencia que se desprendía de sus páginas. Luego leí datos sobre la autora y terminé de sentirme atraída por ella.
En su última Masa Crítica, Babelio propuso el último libro de Laura Espido Freire y no dudé en elegirlo. He de confesar que hacía tiempo que no leía nada de ella. De hecho, incomprensiblemente, aún tengo Llamadme Alejandra esperando en mi librería. Así que de nuevo, gracias, Babelio, pues me sentí totalmente afortunada cuando me anunciaron que me enviarían Diccionario de amores y pesares; además, llegó enseguida. Algo rarísimo para los que no vivimos en grandes ciudades.
El
caso es que al recibirlo quedé maravillada. La ilustradora, Paola Grande, ha
sabido captar en cada dibujo el concepto de la palabra definida. En la A, de Aullido,
una mano de mujer araña con fuerza una almohada y en la Z, de Zarpazo, figura
aquella almohada del principio, rasgada. Son imágenes sencillas, apenas con
líneas simples, pero de significado complejo. Imágenes que encierran, y cierran
antes de leer los relatos, algo de sus contenidos y de su autora. Después
conviene detenerse en las definiciones de cada concepto del Diccionario porque
no son al uso, y en las que descubrimos: Metáforas «Cosas: Plumaje que se acumula en las esquinas tras las rupturas».
Evidencias sociopolíticas «Guerra: …Se
aplica también al momento en el que no se han cruzado las fronteras, pero sí
los límites interiores». Greguerías, «Historia:
huella de tinta que deja el caracol de la memoria». Filosofía sarcástica, «Juventud: …el momento presente. Claro que
los filósofos también defienden que no existe otro momento». Humor
egocéntrico, «Lógica: Dícese de mi punto
de vista». Paradojas, «Mirada: el
lenguaje de lo invisible». Humor, «Nevera:
Libro donde se lee el apetito y se refugia la ansiedad». Contraste, «Yo: Palabra demasiado grande».
Solo
las definiciones con los dibujos de las ideas merecen formar un libro. Pero hay
más. La editorial Mueve tu lengua,
ha estado a la altura de Espido. Colores neutros para un volumen de portada
dura y páginas blanquísimas y satinadas en las que brillan las palabras invitando
a la lectura. Confieso que estuve un tiempo acariciando el libro e imaginando
los relatos sobre Vecinas, Perdón, Yo,
Boda, Fin, Mirada, Ñoñerías, Wolframio…En algunos capítulos podemos incluso
no leer, pues los códigos QR incluidos al inicio de los mismos, nos llevan a
podcast con la narración en audio.
Los
relatos forman un conjunto de cajas chinas que guardan algo sugestivo y débil,
la vida en pareja. Creo que la inconsistencia en las relaciones define la
escritura de la autora; también la redacción circular, propia de algunas de sus
novelas, aparece en estos relatos, de manera que, al quedar expuestos por orden
alfabético, no podía ser de otra forma tratándose de un diccionario, la A de
aullido, en donde la protagonista se alegra porque ha sido abandonada por quien
la hacía sufrir, aunque lo sigue queriendo «me
encadenaría a ti para siempre», conecta con la Z de zarpazo; relato en el
que es ella la que decide renunciar a un marido que siempre se ha creído
superior, que ha conseguido hacerla sentir culpable. Pero se da cuenta y lo
maldice con todo el odio acumulado «Y
ojalá yo ni siquiera me entere de ello». En estos dos relatos tenemos
posturas antagónicas de la mujer, ambas han sufrido pero la debilidad de la
primera la deja expuesta a seguir siendo víctima, mientras que la fuerza de la
última la predispone a tomar las riendas de su vida. La mujer debe aprender a
valorarse y quererse. Es lo más importante, en cualquier relación, y en la
vida.
Entre
los relatos existe cierto vínculo, desde el momento en que la vida aparece como
un viaje circular que vuelve sobre sí mismo, para darnos la oportunidad de
interpretar señales oscuras que no habíamos sabido descifrar. En esas señales
encontramos el sentido de la vida. Al leer los relatos somos conscientes de la
reflexión de la autora sobre el paso del tiempo y el efecto que produce en una
relación de pareja cuando la posesión es el objetivo, o cuando la finalidad no
está basada sino en el sueño que anhelamos. El lenguaje empleado en su
razonamiento es sencillo y al mismo tiempo de gran contenido poético, con
premoniciones de fracaso insertas en él, «apareciste
tú […] como si la música se hubiera encarnado en una única persona […] y todos
tuviéramos que elevar la mirada para admirarte».
Con
cierto sentido del humor avisa de que seamos conscientes de la fragilidad del amor,
nada es eterno, «Tendré, a su debido
tiempo, que hablar con mi novio, una llamada corta y quirúrgica para que no
haga un viaje largo en balde y sin sentido».
Con
gran sensatez, recuerda que la mujer tiene otro papel en el matrimonio que el
de ocuparse de la casa, porque aún hay hombres que no se han enterado «No sé ya quién eres, pero esta no eres tú».
Espido Freire ahonda en la relación de pareja hasta llegar a intuir que cuando
esta falla, lo mejor es afrontarlo y dejarlo, aun con dolor, para no seguir
viviendo en una ilusión, a pesar de que lo nuevo, lo desconocido, la soledad,
asuste «estoy ahora pensando en quiénes
seremos». El análisis se centra en el interior de la persona, desde donde puede
observar el entorno que planea a su alrededor y llega a influir en sus
pensamientos, en sus sentimientos, en sus actos. El contenido de los relatos se
orienta hacia lo más profundo desde donde, a veces, sale a la superficie con
cierto tono irónico «no me queda más para
ti. Aunque continúes ante mí, mi amor, yo ya te he olvidado».
Otras
veces los actos cotidianos envían claros indicios de amor aunque la otra
persona no se dé cuenta y busque palabras halagadoras, «Me llevo a tu madre cada jueves a la peluquería, y juego con ella la
partida […] Soy un ogro, soy un cactus, soy todo lo que me digas. Y seguiré sin
decirte cosas bonitas». La vida diaria nos manda señales de decadencia,
testigos de la vorágine en la que podemos convertir el día a día al otorgarle
importancia a lo que no la tiene tanto. Nos enfrentamos al misterio que supone
la identidad personal, a lo complejos que somos y a nuestros complejos; somos
seres inseguros, previsibles. Espido Freire observa y analiza la realidad para
percibirla desde el interior de sus personajes, prestando especial atención a
la conciencia que aparece entre lo que reflejan en el mundo que los rodea,
donde paradójicamente queda diferenciado lo que dicen de lo que piensan, lo que
advierten y los efectos de esa apreciación.
El
contraste entre la apariencia y la realidad es evidente. En esa disparidad
encontramos la incomunicación de la pareja, la monotonía, la violencia, la
manipulación, el odio. Porque estamos ante seres desvalidos, atormentados, decepcionados,
con baja autoestima y grandes ansias de que en su vida surja un cambio. Cuando
se llega a ese extremo hemos de pararnos y darnos cuenta de que solo si nos
separamos de esa persona podremos dejar de ser fantasmas y encontrar nuestra
verdadera identidad. Otra cosa es que nos guste; pero mantener esa relación
superficial solo trae pasiones subterráneas de traición y rivalidad que al
final serán las causantes de nuestra destrucción.
El Diccionario de amores y pesares es un repaso a cualquier tipo de relación, en la que normalmente las voces más débiles son las de las mujeres, en cualquier condición, pero mucho más desde la homosexualidad o la transexualidad, porque se han de enfrentar, todavía, a comentarios insidiosos o ignorantes que no admiten la libertad de sentimientos, la libertad de opciones, que no toleran la ruptura del orden establecido hasta ahora, para poder conformar otra comunidad con una estructura en la que el sexo de una persona no sea motivo de dolor ni ocultamiento «Yo sabía tu historia. Solo que tú ni sospechabas la mía».
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