domingo, 13 de junio de 2021

LA VIRGEN NEGRA


Puede que sea por deformación profesional, puede que sea por mi obsesión de tener todo controlado, ordenado y categorizado lo que llevo entre manos, el caso es que me ha costado encuadrar la última novela que he leído (y que nuevamente agradezco a Babelio).

Al principio, que es el final de la historia, tenemos la impresión de encontrarnos ante una novela de terror. Después parece que todo empieza como una novela romántica. Más tarde aparecen los crímenes, víctimas por encontrar, personajes inhumanos… así que la novela negra y las Leyendas de Bécquer acuden a nuestra mente. Leyendas cargadas de seres mágicos, demoníacos que protegen y atacan. La virgen negra tiene todos estos componentes, «—Tikô Wariö, Tiko Bronô. Te K skriwa kej —canturreó la voz. Manos impacientes empezaron a excavar, a cubrir otras manos de oscuridad y silencio», aunque no cabe duda de que el realismo se ocupa del presente con intención crítica, mientras reivindica la tradición del pasado sin que nos dejemos llevar por posibles mitificaciones.

Lo que queda claro en La virgen negra es que el presente es inestable y efímero, inacabado, por lo que requiere de un futuro para completarse, y de un pasado que le dé sentido «Él también tiene sus propios tormentos —murmuró—. Aquellos fueron días malditos». El narrador omnisciente consigue introducirse de lleno en la mente de los personajes, de manera que los conecta a todos para que aporten al argumento cierta armonía. Las historias del pasado se mezclan con el ahora para exponer de forma simbólica el tema: «Aquí están, pensó Teresa, los dos lados de esta historia: tiniebla y luz, muerte y amor».

En la novela confluyen varias historias; un niño se pierde en el bosque y encuentra algo que lo aterroriza, un hombre es incapaz de amar a una mujer, la rechaza una y otra vez, incluso cuando ella le confiesa que van a ser padres, un pintor nonagenario lleva décadas sin hablar, ignorando a su sobrino que se preocupa continuamente por él, otro octogenario se ha sentido apartado de su familia a pesar de haber mantenido a salvo un secreto que no ha dejado de torturarlo, un joven vive obsesionado por seguir las enseñanzas de su padre para evitar que el mal lo atrape aun a costa de hacerse daño a sí mismo y a los que quiere. Una mujer atormentada ha sido capaz de desempeñar una carrera policial exitosa a pesar de los malos tratos recibidos de su pareja, hasta que se da cuenta de que puede estar ante su último caso, porque algo ajeno a la voluntad se ha instalado en su mente para destruirla.

Cuando todos estos casos se juntan en un valle, en las montañas fronterizas entre Italia y Eslovenia, la naturaleza se muestra despiadada para interferir en unos y otros hasta dejarlos sin voluntad. Ilaria Tuti impone a la realidad un carácter onírico y algo fantasmal para ralentizar la temporalización con reflexiones. El lector se ve obligado a detenerse sin llevar a cabo juicios rápidos


Era la ausencia de movimiento que acompaña el peligro.

Una presencia había violado los límites invisibles […] No aulló […] Se manifestó con un olor humano y una melodía que era tormento y éxtasis.

La autora se vale de la pintura, la música, la medicina, para reforzar la historia con un metalenguaje capaz de captar una naturaleza alternativa, es real pero mágica, bella aunque peligrosa. Una naturaleza que cuestiona la realidad en una novela que cuestiona la ficción. Hasta que no lleguemos al final de la lectura nada cobrará pleno sentido.

Teresa Battaglia es la comisaria al mando de un equipo policial reflejo de la familia de la que han carecido todos los personajes que recorren las páginas; Massimo Marini es el joven inspector que la quiere y respeta como a una madre, De Carli y Parisi, siempre alertas para saber lo que necesita en cada momento, el forense Antonio Parri, mucho más que un amigo «—Porque he perdido la cuenta de todas las veces que me quitaste el vaso de la mano…».

El trabajo supone para Teresa un respiro, que le concede ignorar por momentos su dependencia de la insulina, que le permite olvidar a veces su pasado de sufrimiento, un pasado que amenaza con reflejar el tormento en la exclusión que la marcará en el futuro. Por eso su diario es fundamental, el reducto que le ofrece datos olvidados cuando el Alzhéimer comienza a torturarla.

La comisaria debe enfrentarse a diferentes demonios, crímenes antiguos, desapariciones actuales, enfermedades, rencor, dolor. Para resolver los casos, Ilaria Tuti pone delante de Teresa dos ángeles, Blanca y Smoky, dos seres que desafían constantemente su condición para encauzar su vida hacia algo inusual, encontrar restos de huesos. Pero también hay demonios, a mitad de camino entre lo religioso y lo pagano. Seres incomprendidos que quieren mantenerse a lo largo de generaciones.

Entre ángeles y demonios protagonizan una historia de leyenda tradicional en la que la magia está oculta en el monte, tras una naturaleza de apariencia amigable que desata su furia para avisar del peligro. La historia de La virgen negra podría estar entre las leyendas del Romanticismo, ávidas de tradiciones ancestrales, revestidas de carácter sobrenatural, incluso místico. Pero la autora aporta el cientifismo actual para que esa magia pueda pertenecer a la normalidad. A veces el poder de la sugestión es más fuerte que lo evidente. Los fenómenos que vienen sucediendo en el Val Resia no encuentran explicación en la mitología, ni en costumbres prehistóricas preservadas por mujeres que se saben el puntal de la sociedad; no vamos a encontrar exorcismos para sacar el mal del valle. El lector une, según le interesa a Tuti, datos y hechos protagonizados por personas crueles, por otras asustadas o dependientes de quienes impusieron sus creencias con chantajes emocionales.

El horror tiene una explicación médica o técnica, aunque La virgen negra permanece envuelta en cierto misterio sagrado aun después de leerla, después de haber podido transformar o adoptar esta deificación «Las llamas ardían en los nichos, sombras y luces temblaron en los rostros de las divinidades femeninas, en los vientres prominentes y en las espirales».

Las diferentes historias suceden en distintos tiempos de un mismo lugar. Un espacio alejado de la actualidad. Cuando el equipo de Teresa llega para investigar una muerte sucedida 70 años atrás, queda hipnotizado por una tradición mantenida miles de años y totalmente natural para los resianos. Ni Teresa, ni Massimo, sumidos en sus propios demonios, serán capaces de racionalizar los elementos que se presentan como fantásticos. La comisaria deberá descubrir la posibilidad real de esos sucesos para que todo quede resuelto. Pero los lectores sufrimos hasta la última página, hasta que reconocemos, al final, que los culpables son fruto de una cadena de obsesiones supersticiosas depositadas en ellos para hacerlos sufrir y que consiguen atormentar a quienes están a su alrededor. La tensión constante, consecuencia de que el conflicto se va complicando con las historias, es la causante de que podamos cambiar la percepción de lo presumiblemente real, y demos sentido a la máxima de la novela «Tempus valet, volat, velat».

No quiero terminar el análisis sin mencionar el ritmo dual de la narración, normalmente es rápido pues mezcla el lenguaje técnico, poético y tensional con expresiones que reflejan cierto humor y familiaridad en los diálogos. Pero en las descripciones del narrador, con su vocabulario culto y, a veces, técnico en demasía, el lector debe parar para reflexionar nuevamente, ahora en la palabra, cuyo significado deberá descubrir por el sentido del texto o gracias al diccionario: «genoma, reluctancia, gorguera, efracción, livor…».

También las metáforas poéticas aportan cierto valor dual a la muerte «Teresa descendió a ese hipogeo de los nichos metálicos con espíritu inquieto». Asimismo los adjetivos relacionales son perfectos para describir las cualidades inherentes del sustantivo o especificar su ámbito, algo que ayuda en la comprensión de la mágica realidad que envuelve a la novela: «zona reptiliana, símbolos especulares, meses sinódicos, lámpara cefálica, mundo ayuno de episodios, dolor púdico, agua esmeraldina».

Merece la pena leer hasta los agradecimientos, en la página 500. También ahí encontraremos respuestas.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias,una vez más, por esta impagable recomendación.
    He disfrutado muchísimo durante la lectura de esta novela. Como bien dices me ha mantenido intrigado y en tensión hasta la última página. La complicación del argumento, con sus múltiples historias, está muy bien resuelta, y los personajes son maravillosos. Sólo lamento que la imparable enfermedad no permita a Teresa hacerse cargo de un nuevo caso, aunque, quién sabe, quizås pueda ser, en la sombra, la experiencia que guíe a un Massimo que alcance el protagonismo de la investigación. En fin, infinitas gracias por las horas de lectura que sin tu consejo y análisis nunca habría podido saborear.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti. Y a la autora. Y a Babelio, por haberme enviado otro buen libro.
    ¡Seguimos leyendo!

    ResponderEliminar