Puede
que sea por deformación profesional, puede que sea por mi obsesión de tener
todo controlado, ordenado y categorizado lo que llevo entre manos, el caso es
que me ha costado encuadrar la última novela que he leído (y que nuevamente
agradezco a Babelio).
Al
principio, que es el final de la historia, tenemos la impresión de encontrarnos
ante una novela de terror. Después parece que todo empieza como una novela
romántica. Más tarde aparecen los crímenes, víctimas por encontrar, personajes
inhumanos… así que la novela negra y las Leyendas
de Bécquer acuden a nuestra mente. Leyendas cargadas de seres mágicos,
demoníacos que protegen y atacan. La virgen negra tiene todos estos
componentes, «—Tikô Wariö, Tiko Bronô. Te
K skriwa kej —canturreó la voz. Manos impacientes empezaron a excavar, a cubrir
otras manos de oscuridad y silencio», aunque no cabe duda de que el
realismo se ocupa del presente con intención crítica, mientras reivindica la
tradición del pasado sin que nos dejemos llevar por posibles mitificaciones.
Lo
que queda claro en La virgen negra es
que el presente es inestable y efímero, inacabado, por lo que requiere de un
futuro para completarse, y de un pasado que le dé sentido «Él también tiene sus propios tormentos —murmuró—. Aquellos fueron días
malditos». El narrador omnisciente consigue introducirse de lleno en la
mente de los personajes, de manera que los conecta a todos para que aporten al
argumento cierta armonía. Las historias del pasado se mezclan con el ahora para
exponer de forma simbólica el tema: «Aquí
están, pensó Teresa, los dos lados de esta historia: tiniebla y luz, muerte y
amor».
En
la novela confluyen varias historias; un niño se pierde en el bosque y
encuentra algo que lo aterroriza, un hombre es incapaz de amar a una mujer, la
rechaza una y otra vez, incluso cuando ella le confiesa que van a ser padres,
un pintor nonagenario lleva décadas sin hablar, ignorando a su sobrino que se
preocupa continuamente por él, otro octogenario se ha sentido apartado de su
familia a pesar de haber mantenido a salvo un secreto que no ha dejado de
torturarlo, un joven vive obsesionado por seguir las enseñanzas de su padre
para evitar que el mal lo atrape aun a costa de hacerse daño a sí mismo y a los
que quiere. Una mujer atormentada ha sido capaz de desempeñar una carrera
policial exitosa a pesar de los malos tratos recibidos de su pareja, hasta que
se da cuenta de que puede estar ante su último caso, porque algo ajeno a la
voluntad se ha instalado en su mente para destruirla.
Cuando
todos estos casos se juntan en un valle, en las montañas fronterizas entre
Italia y Eslovenia, la naturaleza se muestra despiadada para interferir en unos
y otros hasta dejarlos sin voluntad. Ilaria
Tuti impone a la realidad un carácter onírico y algo fantasmal para ralentizar
la temporalización con reflexiones. El lector se ve obligado a detenerse sin
llevar a cabo juicios rápidos
Era
la ausencia de movimiento que acompaña el peligro.
Una
presencia había violado los límites invisibles […] No aulló […] Se manifestó
con un olor humano y una melodía que era tormento y éxtasis.
La
autora se vale de la pintura, la música, la medicina, para reforzar la historia
con un metalenguaje capaz de captar una naturaleza alternativa, es real pero
mágica, bella aunque peligrosa. Una naturaleza que cuestiona la realidad en una
novela que cuestiona la ficción. Hasta que no lleguemos al final de la lectura
nada cobrará pleno sentido.
Teresa
Battaglia es la comisaria al mando de un equipo policial reflejo de la familia
de la que han carecido todos los personajes que recorren las páginas; Massimo
Marini es el joven inspector que la quiere y respeta como a una madre, De Carli
y Parisi, siempre alertas para saber lo que necesita en cada momento, el
forense Antonio Parri, mucho más que un amigo «—Porque he perdido la cuenta de todas las veces que me quitaste el
vaso de la mano…».
El
trabajo supone para Teresa un respiro, que le concede ignorar por momentos su
dependencia de la insulina, que le permite olvidar a veces su pasado de
sufrimiento, un pasado que amenaza con reflejar el tormento en la exclusión que
la marcará en el futuro. Por eso su diario es fundamental, el reducto que le
ofrece datos olvidados cuando el Alzhéimer comienza a torturarla.
La
comisaria debe enfrentarse a diferentes demonios, crímenes antiguos,
desapariciones actuales, enfermedades, rencor, dolor. Para resolver los casos,
Ilaria Tuti pone delante de Teresa dos ángeles, Blanca y Smoky, dos seres que
desafían constantemente su condición para encauzar su vida hacia algo inusual,
encontrar restos de huesos. Pero también hay demonios, a mitad de camino entre
lo religioso y lo pagano. Seres incomprendidos que quieren mantenerse a lo
largo de generaciones.
Entre
ángeles y demonios protagonizan una historia de leyenda tradicional en la que
la magia está oculta en el monte, tras una naturaleza de apariencia amigable
que desata su furia para avisar del peligro. La historia de La virgen negra podría estar entre las
leyendas del Romanticismo, ávidas de tradiciones ancestrales, revestidas de
carácter sobrenatural, incluso místico. Pero la autora aporta el cientifismo
actual para que esa magia pueda pertenecer a la normalidad. A veces el poder de
la sugestión es más fuerte que lo evidente. Los fenómenos que vienen sucediendo
en el Val Resia no encuentran explicación en la mitología, ni en costumbres
prehistóricas preservadas por mujeres que se saben el puntal de la sociedad; no
vamos a encontrar exorcismos para sacar el mal del valle. El lector une, según
le interesa a Tuti, datos y hechos protagonizados por personas crueles, por
otras asustadas o dependientes de quienes impusieron sus creencias con
chantajes emocionales.
El
horror tiene una explicación médica o técnica, aunque La virgen negra permanece envuelta en cierto misterio sagrado aun
después de leerla, después de haber podido transformar o adoptar esta
deificación «Las llamas ardían en los
nichos, sombras y luces temblaron en los rostros de las divinidades femeninas,
en los vientres prominentes y en las espirales».
Las
diferentes historias suceden en distintos tiempos de un mismo lugar. Un espacio
alejado de la actualidad. Cuando el equipo de Teresa llega para investigar una
muerte sucedida 70 años atrás, queda hipnotizado por una tradición mantenida
miles de años y totalmente natural para los resianos. Ni Teresa, ni Massimo,
sumidos en sus propios demonios, serán capaces de racionalizar los elementos
que se presentan como fantásticos. La comisaria deberá descubrir la posibilidad
real de esos sucesos para que todo quede resuelto. Pero los lectores sufrimos
hasta la última página, hasta que reconocemos, al final, que los culpables son
fruto de una cadena de obsesiones supersticiosas depositadas en ellos para
hacerlos sufrir y que consiguen atormentar a quienes están a su alrededor. La
tensión constante, consecuencia de que el conflicto se va complicando con las
historias, es la causante de que podamos cambiar la percepción de lo
presumiblemente real, y demos sentido a la máxima de la novela «Tempus valet, volat, velat».
No
quiero terminar el análisis sin mencionar el ritmo dual de la narración,
normalmente es rápido pues mezcla el lenguaje técnico, poético y tensional con
expresiones que reflejan cierto humor y familiaridad en los diálogos. Pero en
las descripciones del narrador, con su vocabulario culto y, a veces, técnico en
demasía, el lector debe parar para reflexionar nuevamente, ahora en la palabra,
cuyo significado deberá descubrir por el sentido del texto o gracias al
diccionario: «genoma, reluctancia,
gorguera, efracción, livor…».
También
las metáforas poéticas aportan cierto valor dual a la muerte «Teresa descendió a ese hipogeo de los
nichos metálicos con espíritu inquieto». Asimismo los adjetivos relacionales
son perfectos para describir las cualidades inherentes del sustantivo o
especificar su ámbito, algo que ayuda en la comprensión de la mágica realidad
que envuelve a la novela: «zona
reptiliana, símbolos especulares, meses sinódicos, lámpara cefálica, mundo
ayuno de episodios, dolor púdico, agua esmeraldina».
Merece la pena leer hasta los agradecimientos, en la página 500. También ahí encontraremos respuestas.
Muchas gracias,una vez más, por esta impagable recomendación.
ResponderEliminarHe disfrutado muchísimo durante la lectura de esta novela. Como bien dices me ha mantenido intrigado y en tensión hasta la última página. La complicación del argumento, con sus múltiples historias, está muy bien resuelta, y los personajes son maravillosos. Sólo lamento que la imparable enfermedad no permita a Teresa hacerse cargo de un nuevo caso, aunque, quién sabe, quizås pueda ser, en la sombra, la experiencia que guíe a un Massimo que alcance el protagonismo de la investigación. En fin, infinitas gracias por las horas de lectura que sin tu consejo y análisis nunca habría podido saborear.
Gracias a ti. Y a la autora. Y a Babelio, por haberme enviado otro buen libro.
ResponderEliminar¡Seguimos leyendo!