miércoles, 22 de julio de 2020

LA EXTRAÑA CURACIÓN DE MARTA



Cuando estás leyendo un libro que te han recomendado (¡y te han regalado!, David, ¡cuidado! esto se puede convertir en una costumbre) y de pronto sientes una sensación extraña porque no sabes muy bien qué estás leyendo, se agolpan sentimientos encontrados.

Así que creo que es mejor ir por partes.

El libro —ojo, sigo llamándolo “el libro”— está dividido en tres partes diferenciadas en su forma. La primera, La huida, está dominada por un narrador que se pretende omnisciente pero en realidad de quien lo sabe todo es de Raquel, la protagonista. Y este narrador expone, sin ningún género de dudas, hacia dónde huye Raquel y por qué. Tiene muy claro qué es lo que ella no quiere, de ahí que lo remarque de todas las formas posibles; sus no deseos, expuestos con una enumeración anafórica para que no haya dudas, van seguidos de diferentes complementos directos: perífrasis durativas, subordinadas sustantivas o de infinitivo, sustantivos abstractos o concretos… En fin, el narrador incide en estos “no intereses” para que los asimilemos, No quiere que […] No quiere ansiedades […] No quiere despreciarse… Las repeticiones son constantes, sin embargo la anadiplosis no remarca su deseo, el sueño de Raquel sino, irónicamente, lo contrario «le gustaba ensoñar que era rica […] Ya no quiere ser rica […] Sonríe para ella. Sonríe para ella porque en cierto modo es rica».

Si el lector hace caso al narrador descubre a un elemento inestable, caótico, aunque cuando intuye que solo es omnisciente por momentos, o solo con Raquel, no sabe qué pensar… ¿Este narrador es testigo? ¿Por qué no sabe qué le ocurre a Nacho, el otro protagonista? «Así piensa Nacho, […] Raquel no consigue dominarse […] Y parece sincera».

La desorientación se acrecienta con la llegada de Alejo. El lector se ve más perdido aún. La narración queda incompleta, las acciones se mezclan con los pensamientos, que no pertenecen del todo a Alejo sino a otro, al narrador, a quien no le interesa contar mucho de este personaje, por eso las frases cortas no terminan de definirlo, incluso las palabras, un tanto afectadas, le dan un halo de misterio, irreal «Harto de dar vueltas buscando la postura onírica, abandona el lecho y se viste. […] Se va tras el auto. […] Alejo sonríe. La ha reconocido. Es Raquel, su amor platónico de adolescencia […] Alejo es el médico del pueblo».

Seguimos enterándonos de la vida de estos personajes, o de lo que el narrador quiere, pero la desazón aumenta. Ninguno de los tres aparece con cierta profundidad psicológica. Es difícil entenderlos pues, en ocasiones ni siquiera las preguntas a sí mismos se las hacen ellos, por lo que el desasosiego que pretenden demostrar no es del todo creíble «Raquel anda y medita […] ¿Qué me pasa? […] Pues si teniéndolo todo no consigue ser feliz, ¿qué será de ella si algo se rompe?». Y en ocasiones nos encontramos con afirmaciones que, en cierto modo se contradicen. En cualquier caso el narrador sigue exponiendo una Raquel algo más creíble que sus dos compañeros. Ella se confiesa adicta al sexo, algo que la aboca a cierta promiscuidad y al mismo tiempo la lleva a tener baja autoestima.

Por el contrario, Nacho, también adicto al sexo, solo necesita a Raquel, por lo que hará lo que sea para que no se vaya de su lado, pero en realidad lo que quiere es seguir siendo la parte dominante de la relación «Nacho no tarda en entrar […] Raquel espera. Raquel disfruta con el juego y presiente que después se sentirá limpia».

Cuando termina la primera parte sentimos que estamos ante algo demasiado histriónico, algo semejante a una obra teatral, moderna, entre comedia negra y ácida. Esta sensación se acrecienta en la segunda parte, El Blog. Ante nosotros se despliega una especie de novela epistolar, pero moderna, de cartas cortas, una novela de notas. El lector se ve como espectador de una posible realidad en la que los personajes ahora se dedican a crear un blog. Todo un simbolismo cargado de elementos vinculados a los mass media, con cierta estética de marcada impronta posmoderna. La inmediatez se hace evidente en esas conversaciones impensadas. También la mentira. Y la rapidez. El reflejo social queda expuesto a la perfección con la sintaxis rara, rompedora de los blog, las onomatopeyas, las afirmaciones directas, categóricas, que se hacen amparados en el anonimato «En esta sociedad idiotizada son muy pocos los que saben apreciar un buen libro», frases hechas, comodines usados para intervenir cuando no hay nada que decir porque necesitamos sentirnos parte de algo, «ganas de llorar me entran, idiotas, cretinos ja-ja-ja, cretinos pero del culo, hasta nunca y que os folle un pez». Revelaciones aparentemente intrascendentes pero ocultadas a conciencia, porque cuesta trabajo salir de nuestro reducto particular en el que nos sentimos seguros «¿Por qué dudas sobre mi sexo Nacho?, o mejor aún ¿Por qué te preocupa?». Un blog que refleja la poca aceptación que tenemos de nosotros mismos en una sociedad pretendidamente liberal, pero que no lo es tanto.

La tercera parte aparece ya como obra teatral (casi absoluta). ¿Es novela? Tiene demasiados diálogos. No hay extensas narraciones. Los espacios son reducidos… ¿Es teatro? Podría ser, al menos esta última parte marcada por los diálogos, incluso el narrador casi desaparece para conformar una especie de acotación que sitúa al espectador en la acción «Una ambulancia. Prisas. Un hospital. Un médico y dos enfermeras…» Pero no hay actos sino capítulos que, paradójicamente empiezan donde terminó la primera parte: Z, para llegar al punto de partida de la primera parte: A. Es entonces cuando todo cobra sentido. Cuando la labor de P.L. Salvador y Mercedes de Miguel adquiere una unidad total, ensamblada, perfecta. Del caos que nos han ido presentando ha surgido un mundo nuevo formado por los entresijos de la labor del escritor, de la autoría compartida. La huida es el sueño de algo por crear, los apuntes previos a una novela. El blog representa la sociedad, las oportunidades que podemos encontrar en las redes sociales para llevar a cabo nuestros sueños. El despertar es la decisión de hacer real el sueño, de dar el paso, de elegir lo que nos gusta.

Es una novela rompedora, total, cargada de humor, actual, capaz de cobijar a lectores de todos los niveles. Incluso el final gamberro, de doble sentido, es un reflejo del ahora.

El proceso artístico de ambos autores surge ante nosotros acompasado, sin limitaciones y sin imitaciones, único.

Novela paradójica, artística (el parecido de los protagonistas con personas relacionadas con el cine puede ser un arma de orientación o confusión en la interpretación), en apariencia para intelectuales que, sin embargo está al alcance de cualquier lector porque representa la nueva sociedad. En realidad la historia se dirige hacia unos personajes, Marta-Raquel, Nacho, Alejo… víctimas de la situación caótica que están viviendo. Son personajes frágiles, inseguros que necesitan de la palabra, de la comunicación, en esta sociedad que los aísla. No interesa sacar a la luz la psicología de estos personajes, solo su fragilidad; de hecho la palabra constante cargada de energía y reflejada en el proceso de la escritura, actúa en Marta como dinamizador del ritmo de la historia paralelo a su conducta.

El discurso narrativo decae a favor de una sucesión de imágenes o ideas que captan las sensaciones que los protagonistas-autores han experimentado en situaciones cotidianas.

Cuando hay un posible entorno degradado (el atisbo de malos tratos, la prostitución, la dependencia vital o laboral…) se recubre con una película de bondad, así el mundo caótico adquiere cierta esperanza. El miedo a la soledad es más fuerte que cualquier otra situación de esta sociedad. Vivimos rodeados de odio, de afán por el dinero, del placer de dominar, de hipocresía… Todo queda a la vista en La extraña curación de Marta, pero los autores no buscan una transformación social (la realidad queda casi confundida con la ficción), simplemente describen esta sociedad con pinceladas. El lector debe interpretarla, analizar esta cultura de la imagen en la que vivimos rodeados de inmediatez, rapidez, cambio de percepción ante los hechos, y sacar sus conclusiones, o no, pasar un buen rato.

No queremos un trabajo fijo, queremos el riesgo, no queremos una pareja fija, pero paradójicamente ansiamos estabilidad emocional sin importar a costa de qué. No hay premios, sí miedo a la soledad.

La combinación autorial se traslada al cruce de ambientes (rural-urbano), de personajes (de diferentes clases sociales), de mundos (interior-exterior) y de ficciones; la realidad metaficticia del proceso de la escritura en la escritura, sirve para ahondar en la autenticidad del texto. Los sueños juegan (como en la realidad) un papel importante en el estado interno de Marta que pasa a convertirse en crisis existencial a través de la ironía, «Tu tía tiene su vida, es una persona importante y necesita estar sola para poder escribir».

6 comentarios:

  1. Me hace muy feliz regalar el libro idóneo a la persona adecuada. Seguro que no será el último. Hay muchas reseñas de esta fabulosa novela, pero creo que ninguna tan exhaustiva como esta. Una vez más, sorprendido de tu capacidad de análisis y feliz de compartir sensaciones ante una lectura común.

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    1. ¡Gracias, David! Para mí es una felicidad haber encontrado una persona con intereses compartidos y, además buena. Representas al lector ideal, así que estoy encantada:)

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  2. Una reseña perfecta. Beatriz ha trabajado duro. Voy a compartirla en mi blog inmediatamente.

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  3. Una magnífica reseña, intensa y minuciosa. Muchas gracias por la parte que me toca.

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  4. Siempre gracias a vosotros, los autores, que hacéis de la sociedad algo mejor. Para los lectores es una evasión y, cuando la novela es buena, el placer se reviste de tolerancia y aceptación hacia otras situaciones y actitudes que no son las nuestras. Nos hacéis ser mejores personas.
    ¡Seguimos leyendo! (Y escribiendo)

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