Acabo
de terminar una novela que, en principio, me atrajo por tres razones, la
portada parece un cómic, además prometía más dibujos puesto que anunciaba quién
había realizado las ilustraciones: María Espejo, por otra parte fantásticas; la
segunda razón fue la incongruencia del título, al menos eso me pareció pues el
adjetivo Fifty no se correspondía con las viñetas de la portada; la tercera,
por supuesto, fue la autora Rosa Ribas,
con la que he pasado momentos increíbles leyendo las aventuras de su reportera
Ana Martí en Don de lenguas, El gran frío y Azul marino (escritas
en colaboración con Sabine Hoffman) y, por supuesto, la serie de la comisaria
Cornelia Weber-Tejedor: Entre dos aguas, Con anuncio, En caída libre y Si
no, lo matamos.
Si
nos damos cuenta Ribas prefiere como protagonista a una mujer, que, ya sea
periodista o comisaria, tiene una familia que compagina a la perfección con su
trabajo. Son mujeres decididas, fuertes, buenas profesionales que no han
olvidado su otra faceta de la vida, la intimidad, algo que, por lo general,
parece ignorado por los protagonistas masculinos.
Lógicamente
Miss Fifty es otra protagonista de Rosa Ribas, de nuevo la mujer al poder (y
en este caso nunca mejor dicho). Marta Ferrer es una mujer trabajadora, casada
con un abogado, madre de dos hijos, que acaba de cumplir 54 años cuando ha
recibido su última sesión de radioterapia, tras someterse a una operación por
un cáncer de mama. Hasta aquí todo entra en la normalidad actual, pero Ribas ha
querido dar una vuelta de tuerca y ha hecho que la última descarga de radioterapia
dote a Marta de una serie de poderes sobre humanos como la fuerza, la
invisibilidad o la capacidad de volar. Y así comienza una novela escrita desde
el humor, la alegría, la ternura y el ánimo hacia todas aquellas personas que
han pasado o están en una situación parecida «...llegó a tres conclusiones: la primera era que lo que le sucedía se
debía al rayo, [...] no se lo iba a contar a nadie [...] modificar a placer la
temperatura del agua no estaba entre las nuevas habilidades [...] así que tuvo
que girar el grifo del agua caliente con la mano, como siempre».
En
realidad, los poderes de Miss Fifty son una alegoría de la situación por la que
antes o después hemos de pasar las mujeres; la invisibilidad es evidente, llega
una edad en la que la sociedad, consciente o inconscientemente te relega, lo
vemos en las películas, las actrices más deslumbrantes pasan de ser seductoras
a abuelas de primera categoría, no así el hombre, que puede seguir seduciendo
aun cumplidos los 60; lo vemos en las series de televisión y, lo más triste es
que lo vemos en la realidad, la obsesión por la eterna juventud nunca ha tenido
tanta fuerza como ahora, parece como si llegada a una cierta edad, la mujer no
sirviera para otra cosa que para sobrellevar el día; por eso la fuerza, la
capacidad para enfrentarse al mal, hace de Miss Fifty una heroína. El otro
superpoder es el de volar, y está claro que en la realidad si no nos dejamos
llevar por nuestros sueños no vamos a tener fuerza para emprenderlos ni ilusión
por llevarlos a cabo. Hay otros superpoderes que, curiosamente se desarrollan
de forma desmedida en las madres: el oído finísimo (sobre todo en
conversaciones familiares) y la vista como cámara de alta velocidad (fruto, en
las madres, de la constante vigilancia a las que se ven obligadas desde el
principio) «Algo me hace fijar la mirada
en movimientos subrepticios y entonces puedo verlos como en cámara lenta. Puedo
ver a los carteristas en acción».
Así
pues, Marta, con un cuerpo que dista algo de lo despampanante, «...se hizo un traje de una pieza uniendo el
pantalón y la chaqueta del pijama y ajustándolos a su cuerpo. Esto último no le
gustó tanto porque le marcaba algo de tripa, pero tenía que ser así. Según
Raquel, los trajes de superhéroes eran ajustados», ataviada con ropa
cómoda, recién salida de una enfermedad que le ha dejado secuelas de dolor y
debilidad, consigue transformarse en Miss Fifty y ayudar a combatir el mal que
invade todas las sociedades. La primera en tenderle una mano es Raquel, su
amiga de toda la vida, otra luchadora que ha sabido, a pesar de ser autista,
integrarse en la sociedad y llegar a ser un «alto
cargo en el Instituto de Estadística de la Generalitat». Otro que se une es
el inspector Jordi Gurruchaga «de los
Mossos d’Esquadra. Y si no me equivoco, usted es Miss Fifty». Ambos jugarán
un papel importantísimo en el trabajo de Marta, Raquel es la que con su falta
de imaginación y su lógica desbordante, encaja los cómics en la realidad, pero
al mismo tiempo es quien nos pone en contacto con el día a día de las personas
enfermas y las anima a luchar «—No
pierdas el tiempo con los por qués, lo que ahora importa es cómo sales de esto».
El inspector Gurruchaga será el encargado de mantenerla en el anonimato y, tras
el aviso de ella, llevar a los policías hasta el lugar del incidente para que,
cara a la sociedad, sean quienes lo han resuelto, aunque es cierto que también
será el responsable de un conato angustioso de celos por parte del marido de
Marta, que no entiende las salidas nocturnas de su mujer y las entrevistas constantes
con el atlético inspector.
He
comentado al principio que los poderes son metáforas de situaciones por las que
pueden pasar las mujeres, pero hay más, el poder de Miss Fifty viene de las
ganas de vivir, de hacer algo bueno mientras estemos aquí, simplemente para que
nuestra estancia y la de quienes nos rodean sea más feliz, de hecho la
kriptonita de nuestra superheroína es el miedo a empeorar «los controles médicos no solo mermaban las superfuerzas, sino las
fuerzas a secas. Y era incapaz de estar al cien por cien hasta que recibía los
resultados». De ahí que aparezcan supervillanos tan usuales y anónimos como
Yodaína, gente tóxica que encontramos a diario y con la que nos relacionamos a
pesar de que nos hace daño, o la Hormiga Atómica, representante de todos
aquellos sin escrúpulos que tienen unas ansias de poder desmedidas y se rodean
de otros poco inteligentes para poder manejarlos a su antojo «...le quitó la máscara con antenas que le
cubría la cabeza y reconoció a una de las personas desaparecidas [...] al que
su madre había descrito como “alma de cántaro”». O la Bola Platónica,
parejas que siempre van sembrando el rencor que se tienen contagiándolo a
quienes se encuentran con ellas, sólo por no hablar en el matrimonio, por dejar
que el silencio vaya acrecentando el odio, sin ver que la solución está,
precisamente en el diálogo, en escuchar al otro.
Asimismo
aparecen nuevos héroes que también reivindican un feminismo como Catman «Como estas cosas de gatos siempres son de
mujeres...», o Alina Plastilina, la mujer elástica, Monsieur T (de
Teletransporte) quien hace un guiño a Míster T del Equipo A, pues lo que
destaca en él es su poder telequinésico tanto físico como mental, y Espíritu
Santo, cuyo poder, en un alarde humorístico total es que «Emito ondas que permite que las personas a las que capto en una red
mental hablen lenguas que desconocen». Entre todos lograrán desarticular
una banda de tráfico de personas, de la forma más humorística imaginable.
La
narración es fluida, ágil, casi de cómic, a veces no hace falta mucha
explicación, pero siempre humor «Blizardo
[...] no llegó a saber si era superhéroe o supervillano porque se despeñó a los
pocos minutos de adquirir sus superpoderes entre los que, por desgracia, no se
encontraba volar». Otras veces nos encontramos con tópicos supermanidos que
no por ello están tratados con menos gracia, como el chino manchego que no
habla chino pero lo entona «Mi madre
quiso que no perdiera del todo mis raíces y me hizo ver todas las
películas en las que se hablaba de mi
abuelo Fu-Manchú o las del detective Charlie Chan». Es fácil pues, entre
las ilustraciones, el humor, la ingenuidad, mantener la atención, pero, por si
acaso, a veces el narrador nos hace preguntas retóricas que contesta
rápidamente, para cambiar de ambiente, lo que le permite, por ejemplo, llevar a
la vez la acción de Miss Fifty y la de la familia de Marta, «y la presencia maligna? Mientras M. Fifty
salía con la moto a buscar a Espíritu [...] Yolanda escuchó los pasos de José
Luis en el rellano...».
Novela
divertida para todas las edades; creo que los adolescentes pueden disfrutar con
estos nuevos héroes y los adultos podemos identificarnos con algunas
situaciones de pareja, casi utópica, (pero por algo es ficción) «No dejaba de ser curioso que, de entre
todos sus superpoderes [...] la invisibilidad (que les había descubierto
interesantes posibilidades eróticas)—, el que más gracia le hacía a su marido
fuera su capacidad para mover las orejas». Y todos, absolutamente todos,
tendremos la oportunidad de darnos cuenta de que hay que vivir la vida con
ilusión.
Me ha encantado tu comentario y me ha encantado esta novela. Quizás alguien podría pensar que no soy objetivo, pues pertenezco a los club de fans de Rosa Ribas y de Beatriz V., pero no creo pecar de parcial si afirmo que he pasado un gran fin de semana compartiendo las aventuras de Miss Fifty, novela en la que efectivamente su autora rinde homenaje a las mujeres en general, a las que además tienen que luchar contra la enfermedad en particular, a los cómic y hasta a Serrat.
ResponderEliminarY el aurisecular comentario, pues como siempre, estupendo, la guinda que siempre me hace ver matices que se me habían escapado en mi lectura.
Muchas gracias.
Seguro que no se te había escapado ningún detalle. Bueno, hay uno del que no habla y que yo sé que existe; también hay hombres con superpoderes, son los superhéroes con los que algunas tenemos la suerte de contar.
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario
¡Seguimos leyendo!