El
narrador, Romualdo Holgado Cariño, terapeuta aficionado postfreudiano aprovecha
su clientela de la consulta así como a sus amigos, parroquianos del bar La Inmaculada Concepción de María’s
(regentado por Mohamed, quien gracias al Corán dispone de tres esposas y, a
pesar de él, no le hace ascos ni al alcohol ni al jamón serrano), para encubrir
un ensayo divertidísimo sobre el sexo y su evolución. Tras un concienzudo
análisis basado en estudios psicológicos, médicos o sociológicos, encuestas y
noticias reales, Juan Eslava Galán
reflexiona con humor lo ocurrido al homo erectus. Por supuesto, este humor no
está exento de lo que es una seña de identidad en su escritura, el sarcasmo
para, de manera mordaz y desenfadada, hacernos ver que la sociedad no tiene el
arreglo que nos gustaría. Las notas a pie de página forman por sí solas un
segundo libro, en principio mucho más real que la ficción de nuestro terapeuta,
y sin embargo, a veces no se distingue bien el chiste o el chascarrillo de la
noticia.
Estructuralmente,
Homo erectus se divide en tres partes: El libro primero: Evolución, está compuesto por 43
capítulos en los que se repasa el proceso sexual del ser humano en una sociedad
que también ha avanzado. Partiendo de una base científica, se razona sobre la
forma de ser del hombre y la mujer desde la prehistoria; cómo curiosamente ésta
está preparada para tener el orgasmo más retrasado que el hombre, por el
sencillo hecho de poder asegurarse el embarazo tras varios coitos sucesivos,
debido a que el mono ancestral sólo copulaba cuando la mona estaba en celo, en
el periodo de ovulación.
Una
vez que se va desarrollando el cerebro, el mono quiere asegurarse de que la
progenie le pertenece, por lo que sale a cazar mientras la mona guarda la prole
y se encarga de todo lo demás. Ha nacido la familia y, desde siglos, la mujer
ha venido soportado cualquier capricho del marido por miedo al abandono, debido
a la falsedad, tanto tiempo en marcha, de que el hombre era más inteligente
porque su cerebro pesaba más «El de la
mujer es algo menos voluminoso que el del hombre, pero sus dos hemisferios
presentan un 30 por ciento más de interconexiones nerviosas, lo que determina
mayor operatividad y una media de inteligencia ligeramente superior».
La
mujer había de tener cuidado; todavía hoy, desgraciadamente, porque lo que es
cierto es que el hombre es más fuerte, y si ella topaba con un «macho alfa, debido a su tosquedad mental,
se rinde y cede o [...] zanja la discusión con un tortazo».
En
fin, debido a las diferencias físicas, psicológicas e intelectuales, el estado
del matrimonio es peliagudo porque lo que a las mujeres les gusta, a los
hombres no tanto «La extraordinaria
inteligencia emocional de la mujer capta pequeños detalles, sutiles señales,
imperceptibles cambios emocionales, descifra el lenguaje corporal, advierte
afectos y desafectos. Los hombres, mucho me temo, carecemos de esas cualidades».
La
testosterona es la causante de que durante la juventud el hombre sea más
agresivo, cuando disminuyen los niveles se debilita la agresividad. La
progesterona y los estrógenos son responsables de mayor grasa corporal en la
mujer y de la sensibilidad excesiva sobre todo durante la ovulación, por eso,
si un matrimonio sabe adaptarse a las diferencias logrará funcionar
relativamente bien. A partir de ahí, de la base científica, la irreverencia se
mezcla con la acidez para convertir todo el razonamiento en una lectura ágil,
agradable y divertida. Algunos capítulos empiezan con chistes, sobre todo si la
reunión tiene lugar en el bar, que aunque suelen ser malos imponen una sonrisa
al lector «—Madre-de-siete-hijos, ¿tienes
preparada la cena? —Aquí la tienes calentita, Padre-de-cuatro-hijos». Otros
sucesos, sin embargo, son tan divertidos que no estamos seguros de que hayan
ocurrido realmente, aunque ya se sabe: la realidad supera a la ficción en
muchas ocasiones «Es notorio [...] la
mamá del que hace de Niño Jesús intimó con uno de los padres presentes
genéticamente superiores a su marido [...] Las monjitas comenzaron a cantar
“Dime niño, ¿de quién eres?” [...] —Vámonos hijo, que son todas unas bichos».
Cuando
Romualdo Holgado alude irónicamente a los engaños matrimoniales y al posible
amante, aún no estaba la LOMCE, de ser así, los mejores colegios se hubieran
convertido en colegios privados multilingües desde parvulario, para aquellos amantes
que pretenden hacer creer a la mujer objeto de su deseo que «su marido no la merece, “Incluso tus hijos
están mejor conmigo, seré como un padre para ellos y los matricularemos en los
mejores colegios, nada de LOGSE analfabeta”».
Sin
embargo hay capítulos que, más que humor, o datos científicos, son un compendio
de normas para las parejas que, aunque evidentes, no viene mal recordar a
menudo, o saber: El beso o morreo (capítulo
24), El clítoris y el punto G (capítulo
27) y Rutinas de mantenimiento (capítulo
33).
En
esta evolución, el hombre ha ido subiendo con celeridad hasta llegar a lo más
alto del mal llamado patriarcalismo, vulgarmente machismo, para caer no tan de
repente como a él le parece, pues la mujer también ha ido evolucionando aunque
más despacio, y se ha dado cuenta de qué es lo que se espera de ella en la
sociedad «conservar la apariencia de una
veinteañera genéticamente idónea para la procreación que atrae al macho
proveedor-protector», por lo que, como al final eso es imposible decide, la
que puede, dejar a su marido. Así se ha formado el club de las segundas
esposas.
El
segundo libro: Revolución, lo componen
18 capítulos, del 44 al 62, en los que la importancia recae sobre todo en la
mujer y, como su nombre indica, en la revolución que ha ido emprendiendo desde
que fue consciente de su valía. Es curioso que el capítulo 44 comience con una
expresión que va tomando más fuerza cada día en el significado, tanto literal
como metafórico «¡Las mujeres se nos han
encimado!»; de hecho la palabra va siendo sustituida por el préstamo empowerment de las feministas
americanas.
Creo
que en esta parte, más si cabe que en la primera, es en las expresiones de
algunos personajes de la tertulia o de su consulta, o en las notas a pie de
página, donde el humor toma más fuerza «Quieren
que seamos o todos moros o todos cristianos5. O sea no aceptan que
el orden natural, de toda la vida ha sido que les exijamos fidelidad sexual
mientras nosotros dispersamos nuestros genes por todo el hembrerío.
5 Es un dicho que no
tiene más alcance, pero si lo tomamos al pie de la letra va a ser que todos
moros, por ese camino vamos»
Es
cierto que el recuerdo de los años 60 nos hace sonreír, ¡qué lejano lo vemos! «exigieron cocinas alicatadas hasta el techo
con un fridge y horno para guardar sartenes»; la mordacidad de los comentarios
no quita un ápice de verdad; al menos en la mayoría de casos, aunque la mujer tuviese
cocina con horno, seguía llevando los asados a la panadería más cercana. Pero
en realidad el día a día funcionaba de otra manera y, como casi siempre no
fueron los españoles, sino en este caso los norteamericanos, quienes se dieron
cuenta y lo dejaron por escrito «Si la
sociedad española posee un mínimo de estructura, lo debe a los esfuerzos y
sufrimiento cotidianos de las mujeres españolas [...] en caso contrario sería
un paisaje de insensata anarquía (España pagana. R. Wright, Pléyade, Buenos
Aires, 1970)».
Donde
encontramos más acidez es en lo relativo a nuestra época, ¿es que no hemos
cambiado tanto como creemos? ¿o es que, en nuestra evolución hemos experimentado
una regresión? «—¿Cómo voy a darte tetas
y culo —protesta la Naturaleza hecha un lío— si las tetas y el culo son
acumulaciones de grasa y tú insistes en mantenerte esquelética».
A lo
largo de todo el libro hay fotos y láminas —miserables algunas de ellas— que
recogen visualmente el terrible testimonio de varias épocas de la Edad Contemporánea;
después de verlas nos quedamos bloqueados al llegar a la conclusión de que hoy
experimentamos nuevas situaciones desastrosas por satisfacer el instinto antes
que el cerebro «Gracias al turismo
sexual, enfermedades que se consideraban erradicadas en Occidente, la sarna
entre ellas, han regresado».
Las
reflexiones sociales nos ponen en nuestro sitio; es cierto que la vida hay que
tomarla con humor, pero determinadas condiciones aberrantes se siguen dando
actualmente y no hacemos lo suficiente por eliminarlas, como la ablación del
clítoris de culturas «supuestamente
respetables distintas a la occidental», como permitir que las niñas
occidentales irrumpan en el mundo adulto maleadas, gracias a internet, o como
aprobar que la mujer de hoy siga estando obligada a «embutirse en tallas inferiores de las que necesitan» para sentirse
integrada en una sociedad que no ha dejado aún que la mujer sea valorada por lo
que es y no por su aspecto físico. Con el sexo, tanto en hombres como en
mujeres, sucede algo parecido, queremos ser tan perfectos que al final caemos
en el hastío por comparación.
Homo erectus es un libro recomendable, yo diría
que desde la adolescencia, no perdemos la sonrisa, incluso caemos a veces en la
carcajada, pero tampoco perdemos el punto de vista mordaz que Eslava Galán
siente ante los humanos en general, algunas instituciones, como la Iglesia, quedan
denostadas sin problema, «...no podía
practicar su afición los domingos y fiestas de guardar dado que, a la hora en
que la comunidad travesti celebraba sus saraos, él tenía que estar oficiando
para los feligreses de su parroquia» y ante las incongruencias
particularísimas de muchos de nosotros, más de los que pensamos, no sólo de los
que están cara a la galería, de ellos hay citados ejemplos de Tita Cervera,
Isabel Preysler o Ana Obregón, quien como «ha
observado agudamente: “Fíjate que las más tontas tienen a los listos más
maravillosos y las listas e independientes están solas.” En efecto, tú que te
creías tan lista y que siempre has tenido hombres con los que “salir”
descubres, de pronto, que has alcanzado cierta edad y no tienes un hombre con
quien “entrar”»; también el español de a pie debe olvidar sus fanfarronadas
y conectar con mujeres rusas o latinas, vía internet porque «la mayoría tienen alguna tacha que les
impide acceder por una vía normal».
La
tercera parte, el Apéndice, son datos
reales, escalofriantes y humillantes en los que queda constancia del machismo
imperante desde las sociedades ancestrales hasta las actuales. Es cierto que
hemos cambiado (y mucho) en las formas, pero en el fondo siguen dándose
situaciones que están desamparadas por las leyes, o las ignoran, tanto humanas
como divinas.
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