Se
supone que en una reseña has de hablar de un libro sin destriparlo. Se supone
que has de describir el estilo del autor. Se supone que has leído bien y no vas
a decir tonterías.
No
sé si atreverme a analizar Nocturno de Calpe. No sé si podré
realizar una crítica mínimamente constructiva. Ni tan siquiera una breve
reseña. Porque la obra contiene a P.L.
Salvador.
Solo
conozco al autor a través de sus libros, sin embargo y a pesar de arriesgarme a
comentar hechos sin importancia, creo que su esencia está en lo que escribe; se
entrega en cada volumen.
Estoy
segura de que me es imposible, ahora mismo, criticar este libro. No conozco a
Baricco, tampoco algunos de los temas musicales que se nombran en la novela. No
puedo ahondar en eso, ni comparar. En fin, voy a hacerle caso a Salvador y
dejarme llevar. Así que empiezo por el final, La ciudad sitiada, porque creo que es la que da sentido a las otras
tres; es donde razona cuál ha sido (es) su postura en la vida, por qué escribe,
qué escribe, cómo escribe y para qué escribe, «Y muchas historias me aburren porque se nota que son inventadas. No se
las cree ni el autor […] Verdades. Mis verdades».
La ciudad sitiada es el interior de él mismo, donde se
mueve el escritor pleno de esperanzas ante su obra que, a pesar de los
impedimentos, a pesar de las tentativas para hacerle cambiar de actitud,
continúa con sus principios, continúa llenando de ilusión sus escritos y
haciendo que su lectura forme parte de momentos mágicos.
Puede
que P.L. Salvador constituya una isla dentro del panorama literario pero no
cabe duda de que Nocturno de Calpe es
un archipiélago de cuatro novelas que tienen un origen común, la actitud del
autor. Esto puede llevarnos a pensar qué es real y qué ficticio. Es lo de
menos. El autor es capaz de reinscribir una idea en su memoria para, de forma metonímica, mostrar lo
universal en la individualidad del personaje que habla; su fragilidad es la de
todos. A través de su memoria establece la de Mat, en Quince mil; por eso, la carta que Salvador real le escribe a Constantino
(en La ciudad sitiada) «Gracias por el empujón […] y no abra la
carta porque no hay más», en la que de forma escueta agradece que le
permita encontrar su trabajo perfecto, tiene una relación lógica con la que Mat
le escribe a Paula para que ella lo admita en su vida. Mat quiere encontrar el
verdadero amor; el trabajo se lo ha proporcionado Salvador «Estoy aprendiendo mucho con él. Sobre mí».
Este
es el origen. La actitud de P.L. Salvador en Nocturno de Calpe, la de Salvador en Quince mil, la de Gapp en A
solas con Nastunye, la del protagonista innombrable de Lo inasible son las que el autor mantiene durante más de 60 años en
su vida: el aprendizaje, la búsqueda de la felicidad a través de un trabajo que
satisfaga y de un amor que nos complete. Esta es la magia. Podemos leer
diferentes novelas del autor y adivinaremos que es él quien está detrás, y lo
adivinaremos libre para continuar escribiendo en su tabula rasa y para hacer tabula
rasa en la vida y seguir adelante.
El
mensaje de Salvador llega claro, primero en la ficción de la trilogía y después
en la realidad de La ciudad sitiada.
Es increíble que Nueve semanas justas, justitas fuese rechazada por 24
editoriales. Es una novela divertida, de ritmo frenético que gustó bastante a
los lectores y, ya que el autor resalta que lo que comentaron de ella once
personas, me permito aportar el final de mi reseña en septiembre de 2020, cuando
leí la novela, «Y es una obra literaria
absurda, deliciosa. Sin embargo destila cierta crítica al papel demiurgo que
juegan las editoriales en la sociedad y los efectos de los mass media en las publicaciones. Esta novela
humorística segrega una clara dureza en el tratamiento que la publicidad otorga
a la calidad de la literatura mediática y a la calidad del ser humano» (el blog
aurisecular).
Esta
sigue siendo la filosofía de vida-literatura de nuestro autor; una escritura
diferente, de calidad, que refleja un ser humano honesto.
En
la tetralogía, Salvador interioriza el proceso de escritura; parte de un
detalle real para abrir un mundo ficcional en el que aparecen sus limitaciones
y en el que desaparecen los convencionalismos literarios, de esta forma el personaje
habla con un autor que es, a la vez, personaje; asimismo, al mismo tiempo que
los elementos narrativos, se transgreden los signos ortográficos, con lo que el
lenguaje se desestabiliza. Es la rúbrica de Salvador con la que se autoconoce
en su proceso de escritura. Lo interesante es que también los lectores
conectamos con nosotros mismos durante la lectura.
El
tópico salvadoriano tabula rasa
encierra su verdad, por la que se rige y con la que nos ilumina a los lectores.
La vida, como la escritura, es una página en blanco que podemos llenar cada vez
que no nos guste lo que hemos conseguido; siempre se puede empezar de nuevo
porque nuestros actos dependen de nuestro aprendizaje, de las experiencias que
vayamos acumulando, de las sensaciones, «Reflexionando
sobre lo escrito […] En mi juventud no lo era (exigente). Me lo tragaba casi todo. Así que no es
algo innato sino fruto de un aprendizaje».
De
este aprendizaje deriva otro rasgo de su estilo: las repeticiones. De manera
espontánea, va repitiendo las dos ideas primordiales para él, la importancia de
la búsqueda de un trabajo que satisfaga y la búsqueda de un amor que,
integrado, nos perfeccione «Los amores
platónicos son, sin duda, los más intensos […] Cuando amas, la sola presencia
de tu amada ya te completa». Estas ideas las repite a lo largo de las tres
novelas; recalca con ellas sus emociones y las impresiones que le causan los
actos de los demás. También esta repetición constante es la que le da unidad a Nocturno de Calpe, un título bastante
acertado por el movimiento tranquilo que sugiere la lectura y la forma libre,
ambigua, con la que se nos presenta. A veces, y a pesar de todo, cuesta
discernir lo real de lo imaginario.
Es
lo de menos, incluso el propio autor aclara algunos datos reales en la autobiografía
literaria de La ciudad sitiada. El
protagonista de Quince mil, Mat, vive
a costa de Salvador y aprende de él a escribir una novela, algo que no
consigue. Cuando desaparece deja un hueco para que el propio Salvador explore
su identidad como Gapp, escritor en A
solas con Nastunye. No queda contento, intuye que sus personajes no son
viables, no están de acuerdo con el papel que les ha tocado jugar y lo
abandonan «Que no pronuncies mi nombre te
digo. No te soporto. Me has amargado la vida. Acabo de nacer y me has amargado
la vida. Eres un mierda. Un escritor de mierda. Un fracasado». Pero
Nastunye regresa para ayudarlo en su propósito, aunque ninguno de los dos sea
el mismo. Entre ambos revelan la identidad de P.L. Salvador, alguien que busca
constantemente, que siempre está en proceso. Nastunye es la encargada de
desvelar la identidad del autor en la narración que ella misma elabora.
Todo
proceso implica cambios por lo que el autor debe leerse para escribir su vivir.
Los personajes escriben sus acciones mediatizadas según lecturas, música o
preferencias de ellos mismos. A través de estas influencias y teniendo en
cuenta las dificultades, el autor va sintiéndose parte de sus propios personajes;
ellos lo saben y cuando caminan seguros lo dejan, como Mat, o lo apartan, como
Nast, para que siga dando sentido a su vida con la literatura. Una vida que no
es sino la lucha constante entre ficción y realidad «Gapp no consiguió ser perfecto en vida […] Ha tenido que morir para
que sus sueños se hicieran realidad».
Lo inasible es el diario que el protagonista, sin
nombre, escribe desde Miércoles 24 de noviembre de 2021 hasta Miércoles 12 de
enero de 2022. En él cuenta cómo perdió a su hermanita, de cuatro años, en la
playa de Calpe. Tras vivir 50 años en Burgos regresa a Calpe con la intención de
encontrarla. Busca también un amor de verdad mientras reflexiona sobre la vida
en sociedad y las obsesiones provocadas por la pandemia.
Poco
a poco se va enamorando de dos mujeres «No
sé si la situación es rara o se me hace rara. Cárol me ha metido a Flavia en
casa. Se van a ver lunes, miércoles y viernes. En mi casa. Y no les he
preguntado si puedo asistir a las clases. Me lo estoy preguntando ahora mismo.
¿Puedo?».
Son
dos mujeres idílicas que darán a Lo
inasible un final ideal, de película. Como el espacio reinventado de Calpe,
un universo propio en el que conviven el humor y la pena, donde la desgracia
trae una esperanza, donde aunque aún no exista nada, existirá.
Si
hay que destacar algo en este desatino fantástico de novela es el ingenio
argumental, en donde la reflexión metaliteraria convive con la ironía para que
entendamos el estado actual de la novela en particular y de la literatura en
general.
La
lectura de Nocturno de Calpe es
ligera, porque la escritura es espontánea; los capítulos cortos y las
repeticiones secuenciadas aportan cierta armonía a los lectores; experimentamos
una unidad con el autor mientras reflexionamos sobre la fuerza que adquiere la
repetición de algo, mientras empatizamos con la fragilidad del personaje porque
vemos la de todos.
En
la novela destaca lo tenue, lo breve (capítulos breves, párrafos breves,
oraciones breves, signos de puntuación breves). Todo apuesta por una sencillez
aparente, pues, aunque los temas son sencillos, la búsqueda de la felicidad en
la sencillez de la vida tiene absoluta trascendencia. La historia, real, se
introduce en la fantasía de una estructura externa algo obsesiva que
paradójicamente encierra conceptos de absoluta libertad.
Novela con un yo narrativo inestable, cambiante, incapaz de mostrar claramente lo real o lo onírico, cargado de un lenguaje que da forma a lo invisible, a las fantasías imaginarias en las que aparece la culpa que nos ahoga «También yo odio a aquel que fui […] tranquilos, susurro, que no me he vuelto loco […] Ellos siguieron en silencio, incluso Elena, pero por el brillo de sus ojos supe que aún tenía una oportunidad”.
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