domingo, 7 de noviembre de 2021

EL ZAHORÍ








Distopía, entropía, mitología, creación bíblica del universo, transmutación, transformismo, transmigración, alquimia, bioneuroemoción, ciencia ficción, sueño, metáfora.

He ido leyendo los relatos de Sonia, R. Altable y he llegado a todas las conclusiones que he enumerado antes.

El Zahorí es una colección de cartas y entradas de diario, escritas en 1912, que alguien de la actualidad encuentra y sube a Internet. La mezcla de tiempos, espacios y tipos de escritura es constante, por lo que la realidad y lo ideal se funden en una historia fantástica en la que la intriga le da la mano al humor, y los términos científicos se confunden con expresiones coloquiales: «estasis» «imágenes de nuestras cámaras etéricas multitemporales» «cualquier patio de vecinos»

Parece que todo comienza en Galway en 1912, cuando el octogenario Sukma Ngumbara (Alma errante), natural de la isla de Java, le escribe al profesor Armitage, desde la pensión de la señorita Kerrigan, para alertarle del quinto elemento que aparece cuando confluyen los otros cuatro en una ceremonia nocturna. Pero las cartas no llegan en su debido momento, problemas de Correos, lo que afortunadamente permite al lector enterarse de toda la historia a través de la Red. Como Ngumbara se encuentra débil transmigra al cuerpo de un gatito, salvado por Kerrigan de morir ahogado al nacer. El anciano queda catatónico pero, antes de que la dueña de la pensión se haga cargo de su cuerpo, acuerdan bautizar al gato como Félix Ochovidas. También se desvela el diario de la señorita Kerrigan, y por ella nos enteramos de que ahora está en posesión de la enorme fortuna que le dejó Alma Errante, «que no ha muerto, pero tampoco está vivo, sino suspendido, como la Bella Durmiente del cuento de Perrault» y que dedicará parte de su tiempo a seguir buscando los demonios que conspiran contra la Tierra.

A través del gatito, se comunica con Alma Errante y este le da las instrucciones para meterse en el Portal donde residen los demonios y poder rescatar a quienes queden vivos. Pero del portal salen seres extraños con apariencia humana y Kerrigan es alertada de que, al igual que en la Biblia, el mundo se enfrenta a «un egregor que nos convertirá a todos en nada».

Kerrigan se come el corazón del durmiente Alma Errante para transformarse en una mujer con conocimientos de hombre sabio. Cambia de nombre a Rodinia Maleod y viaja con Félix a Egipto. Han conseguido ser una trinidad, formada por Alma Errante, Srta. Kerrigan y Félix Ochovidas, en el cuerpo de Rodinia. En Oriente pretende, imbuida por una serpiente de fuego que le sale de su cabeza, unir todas las almas y mentes para que florezca la humanidad pero «Félix se ha abalanzado contra mi estómago […]  las almas […] salieron expulsadas por mí con gran fuerza y se han proyectado contra el busto». La Tierra, bajo el dominio del Sol Negro, es una cárcel para los asesinos y quienes defienden la cultura. Rodinia entra en una Nave atemporal, donde Félix la deja para que ahora la acompañe Gathulhu, gatito al que nombra así influenciada por el escritor de moda, Lovecraft. La aventura de Rodinia es producto de la imaginación de @coquinarte, quien le aporta un final apoteósico basado en la creación de un paraíso tras convertirla en la nueva mesías Salvadora. ¿De quién es esta historia? Lo de menos es si pertenece a la realidad, si está incluida en la caja de Pandora y se escapó con el resto de males o si pertenece al mundo de los sueños, ese tan fantástico que a veces no sabemos distinguir de lo real. Sonia R. Altable despliega la imaginación para hacer que se encuentren en su historia personajes de la cultura como Perrault, Dante y Lovecraft, todos brillantes, aunque con cierto punto de maldad hacia el ser humano.

Puede que, en el fondo, el hombre sea cruel, por eso, por encima de guerras reales o informáticas, es admirable la gente que, como Morrigang, aspira a crear un mundo mejor empezando por sí misma, «me reuniré a mí misma […] las veintidós partes de la Tierra me seguirán; todo se arreglaría».

Puede que la obra de una mujer sea el modelo a seguir para vivir en armonía. Después de leer a Altable somos conscientes de la solución que, con un humor envidiable, nos ha aportado en El zahorí.

Y si nos quedaba alguna duda de que la risa, o sonrisa, es terapéutica, al final del libro nos ofrece la versión de unas cuantas recetas en las que el ingrediente principal es el mismo y siempre, aunque cocinado diferente, apetecible.

La narración de Sonia / Morrigang es impecable, clara y, por supuesto, amena. Las prolepsis advierten del estado crítico del narrador «En cuanto recupere la salud […] buscaré y daré muerte a todas las personas involucradas», mientras que con analepsis relata los hechos exactos ocurridos anteriormente. La mezcla de cartas, narraciones, e-mails en distintos momentos estimula la imaginación del lector y favorece su incursión en la literatura de terror, pues trae a la memoria el horror cósmico de Allan Poe, la noche como escenario, la personalidad del gato y la insignificancia de la mente quebradiza del hombre ante un cosmos que se revela hostil.

Asombra ver la admiración de Morrigang por los lugares exóticos, envueltos en cierto aire erudito, que Lovecraft impuso en sus historias de miedo, pero afortunadamente con personajes exentos de traumas. Encontramos la misma tensión narrativa de Lovecraft, pero el tono humorístico confiere a Morrigang una ironía fresca y actual que se agradece. Por eso la locura, consecuencia de todo lo incomprensible, es la que nos permite escapar del destino fatal; bueno, la locura o el conocimiento directo del mito diabólico.

Altable crea un universo increíble con nombres que aluden a la personalidad de quienes los llevan, con coincidencias asombrosas, con ingeniosas comparaciones «un admirable conductor que frenó con una rapidez digna de la liebre del canódromo», con adjetivos imposibles «quedé mesmerizada», con evidencias humorísticas «Mi diminuto protector, Félix Ochovidas», con irónicas certezas «Los Pinkertons son en extremo eficaces cuando fluye el dinero» y con metáforas bibliocelestiales «El nivel 23 era una cúpula transparente con un sillón blanco en el centro».

Ante estos relatos, que conforman una deliciosa unidad, solo cabe estar agradecida por leerlos y, en mi caso, por tenerlos firmados por la autora que, indudablemente, contribuirá a que termine gustándome la ciencia ficción. Gracias Sonia. Un honor.

3 comentarios:

  1. Gracias a ti por leerlo y por esta fantástica reseña. Canela en rama. ♡(> ਊ <)♡

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  3. Siempre es una alegría encontrar buenos escritores concienciados con lo que tenemos pero que no han perdido la esperanza ni el buen humor. Por supuesto, leeré El zahorí 2

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