He
leído este libro de cuentos dejándome llevar por el último que terminé de
Sergio Gómez, Buenas noches a todos.
Cuentos
con walkman
está escrito por numerosos escritores; es una recopilación editada por Sergio
Gómez y Alberto Fuguet, así que suponía un acierto. El libro tiene tres partes:
la primera, firmada por los editores, es la presentación de una literatura que
supone «el fin de una etapa y el comienzo
de otra». Nos informa de que todas las narraciones están escritas por autores
noveles formados en los talleres literarios de Zona de Contacto, un suplemento
de el diario El Mercurio, así que hay
diferentes estilos aunque tienen un punto en común, todos se dirigen al
interior del ser humano, a la reflexión sobre el amor, la amistad, el
matrimonio, las drogas, la libertad… Son cuentos actuales y por lo tanto algo efímeros
si tenemos en cuenta que aparecen situaciones muy concretas de una época
(finales del siglo XX); sin embargo al ser intimistas, algunos de ellos pueden
tener la categoría de universales.
La
segunda parte está formada por veintisiete relatos muy cortos, de dos o tres
páginas la mayoría, sacados precisamente del suplemento donde fueron publicados.
El lenguaje es cotidiano, con bastantes expresiones coloquiales «turbulencias de mierda», ironías «¿cómo va Aquamán?» (referido a un auxiliar
de vuelo que utiliza los viajes para transportar cocaína en una tabla de surf),
marcas comerciales «Renata no tomaba ni Coca
Cola para no meterse cuestiones químicas en el cuerpo», anglicismos «—¡She’s my girlfiend! —dije casi gritando»,
tecnicismos «tarros de neoprén» o
coloquialismos «volado» «fome». Todo ello
hace de estos relatos algo fresco, ágil, representativo de una sociedad que
mira al futuro. Los protagonistas son jóvenes que viven al límite, «Hace poco condenaron a un chileno a cadena
perpetua por sólo medio kilo más. Seguro que no sabías». Jóvenes que se
burlan de aquellos que pertenecen a un sistema intocable y piden a su manera
que cambien las normas, para no caer, a veces en el despropósito. La hipérbole
es perfecta para esto y, por supuesto, el soltar las amarras de la moralidad. Por
eso, el día que un sargento segundo salta de un avión es perfecto, también,
para hacer un chiste «bajó del avión
mucho antes que el resto, y su actitud, que en otras circunstancias no había
causado mayor impacto en la tropa, en esta sí lo hizo: al momento de bajarse
volábamos a unos ocho mil metros de altura»; no hay problemas al repetir
expresiones para criticarlas «los propios
vietnamitas», «esos sucios y malolientes pigmeos amarillos», no hay
problemas en reseñar la falta de humanidad «Más
allá de la polémica surgida por la trágica suerte de una familia completa de
orientales que pereció a raíz del impacto».
Lo
que importa es burlarse de las ínfulas de algunos colectivos «el escuadrón B-16, llamado también ”Las
Águilas Patéticas”». Importa burlarse
de la falsa moral que rodea a determinadas clases «No aceptaron en un principio, la teoría del suicidio o de la abierta
estupidez de Witburn, y nos acusaron de haberlo empujado al vacío». Importa
criticar, de forma abierta, la xenofobia encubierta hacia los propios compañeros
«El “sucio y despreciable sudaca” como le
decíamos con cariño los miembros del escuadrón».
Los
cuentos atacan, o no, a cualquier sociedad y a cualquier persona, porque todos
tenemos ciertos demonios dentro que no nos dejan ver la realidad e insistimos
en aferrarnos a ella cuando no tiene sentido, hasta hacernos daño «terminar un pololeo no necesariamente
significa terminar una amistad, ¿cierto? Y sin embargo lo dijo. Qué extraño. No
se tiene que haber dado cuenta». Otras veces queremos huir pero las
relaciones tóxicas no nos dejan, no envían una señal bastante clara «Me miras igual que anoche, como si no me
vieras, y de repente, apenas, siento que me estás apretando demasiado fuerte.
Pero me sueltas antes de que pueda decir nada», y otras huimos para siempre
con tal de no hacer daño a los que nos rodean «Cerró los ojos con fuerza pensando en lo que pasaría. Tomó la caja de
pastillas para dormir».
En
la zona de relatos sentimos que lo importante es descargar adrenalina, pues
vivimos sin verdaderos alicientes, atrapados en una familia desestructurada;
atrapados paradójicamente entre padres separados, la salida está en la
televisión o el cine: «la televisión está
encendida en el Channel Plus y transmite una película porno de la Seka» «Creo
que David se ha aburrido a pesar del Euro Disney, de los hoteles de lujo y de
las tardes en el sex-shop».
Se
pueden leer, y releer los relatos pues, aunque no todos tienen, obviamente, la
misma calidad, en casi todos podemos sentir reflejada una parte de nosotros
mismos hasta darnos cuenta de que estamos hechos de retazos de inconsciencia,
de alegría, de amistad, de dolor, de amor, de rencor y de culpa «Pero cuando llegué de nuevo a la casa,
toqué el timbre, y mi hermano apareció para abrirme, me sentí canalla».
La
tercera parte del libro está formada por nueve narraciones más largas, que
forman la zona de cuentos. Protagonizadas por jóvenes cosmopolitas, representan
una juventud que quiere salir del encasillamiento tradicional e integrarse en
el mundo que le rodea; lógicamente su mundo más cercano es el de Norteamérica.
Los Estados Unidos están presentes en forma de música, literatura, cine o
televisión, aunque no abandonan su cultura; por eso el vocabulario está plagado
de expresiones locales: «dice que le
gustan los REM. Lo dice tal cual, como se lee […] —Ar-I-Em —digo —¿Qué —me
pregunta —Ar-I-Em —repito—. Así se pronuncia en inglés. —Pavadas —dice, y tras
estar un instante callada, vuelve a decir: —Rem».
Las
señas de identidad residen en el léxico «no
voy a cachar a nadie», a veces expresado en forma literal «engrupido», metafórica «vendepatria» o humorista «—Argentinos maricones, les quitaron las
Malvinas por huevones».
Está
claro que los protagonistas, como cualquier joven del mundo, se dejan influir
por la telebasura «como una vez le oí
decir a un sicólogo en uno de esos programas…» y empiezan a tener opiniones
propias que, aunque a veces pequen de tópicos «ver el estreno de una obra supuestamente vanguardista y que, como todo
lo vanguardista resultó ser un asco», otras, reflejan sus preferencias, sus
gustos; sin imponérselos a nadie, con
humor, como algo vivido con naturalidad, pero haciendo ver que intentan una
sociedad actual diferente; quieren un futuro mejor «lo conozco y sé que ésta es otra obsesión que se le va a pasar luego,
como esa vez que estuvo convencido de irse a vivir a Argelia después de leer El
extranjero. Por suerte todavía no lee El
almuerzo desnudo».
Me
ha gustado Cuentos con walkman; si no
para leerlos con walkman, porque no
lo utilizo, sí para leer de vez en cuando alguno antes de dormir.
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