En
el Diccionario de términos filológicos,
de Fernando Lázaro Carreter, aparece “estilema” como término para definir los
rasgos constantes de un autor, de ahí que uno de los mejores periodistas
españoles y que mejor conoce el idioma, use esta palabra para dar título a su
primera novela.
He
disfrutado mucho con sus ensayos sobre la utilización correcta del español; me
divertí, incluso, con Defensa apasionada
del idioma español, así que la novela El cazador de estilemas prometía; primero
porque en el título aparecía un tema lingüístico y después porque era novela policíaca.
La he leído durante un viaje; no es que me haya defraudado, pero creo que le
falta bastante para considerarla una buena novela debido a que la profundidad
psicológica requerida está casi ausente. Es cierto que la opinión que tenemos
de los protagonistas principales puede cambiar, pero sólo porque ellos van
contando lo que quieren, van dosificando la información de manera que sólo por
ella, y no por los actos, el lector es capaz de saber cómo es cada uno. Y ya.
Porque en El cazador de estilemas no
cambia ningún personaje, es más, los metidos a detectives, un policía y un
profesor, sólo a base de “destrozar” la imagen pública de algunos a quienes
investigan van descubriendo los casos; ayudan teniendo en cuenta los estilemas
de los sospechosos y esto es lo que conoce el lector porque el trabajo
policial, definitivo para resolverlos, no queda expuesto. Eso sí, Alex Grijelmo consigue entretenernos,
sacarnos una sonrisa, incluso hacernos reír en algún pasaje donde sale a la luz
la forma de hablar o escribir de cada uno y cómo se puede deducir quién es
quién por el estilo utilizado.
La
estructura sigue la pauta de otras novelas cronísticas o de investigación, es
decir los personajes se sientan ante un periodista, en este caso el propio
Grijelmo, para que escriba un libro basado en una serie de sucesos curiosos que
les han ocurrido. El periodista de la novela, que funciona como narratario, es
el autor, así que el comisario Julio Contreras, el profesor de lengua Eulogio
Pulido y la dueña de la empresa General Minera, Esther Jiménez le van contando,
cada uno en su estilo y según cómo los percibió, los hechos que sucedieron
durante una temporada imprecisa en la que a raíz de una muerte se dan dos asesinatos
más y se mezclan otros casos en donde mediante anónimos se extorsiona a dos
mujeres. Todo será posible deducirlo a través de los estilemas, según Eulogio
Pulido, aunque en este caso el cazador quede cazado.
El
profesor está arruinado; su pareja se ha llevado el dinero de la cuenta bancaria
y lo ha dejado exclusivamente con las deudas, así que se ofrece al comisario
Contreras para ayudarlo, previo pago, a descubrir asesinatos, extorsiones, o
diferentes delitos basándose en los estilemas.
El
primer caso no tarda en aparecer pues Esther Jiménez, hija del dueño de General
Minera y amiga de Contreras, le pide que investigue por qué su padre ha dejado al
morir todas las acciones de la empresa a un empleado, Remera, y no a ella.
Efectivamente, por la forma de redactar el testamento, Pulido descubre que no
fue el difunto quien lo elaboró. El problema es que lanzan la noticia demasiado
pronto a los medios de comunicación y Remera queda hundido cuando él había
hecho en realidad lo que le dijo el dueño, Anastasio Jiménez. Pero esto los
lleva a descubrir tanto la extorsión de unos sindicalistas que se llevaban el
dinero a Suiza, como la del propio Anastasio, que obraba de igual manera. Todo
termina resuelto aunque tengamos la sensación de que no ha ocurrido nada, de
que hay puntos que no se han tocado y otros están traídos a la fuerza al
argumento para poder encajar.
Además,
el «por-tu-propio-bien» de Eulogio no
tiene sentido al principio, cuando se ofrece a Contreras. Aparece como una
amenaza encubierta al comisario, pero éste, aunque se da cuenta, no le da mayor
importancia, no le pregunta a Pulido por qué se lo dice, y tampoco tiene, al
final, mayor trascendencia para el comisario; sí para el profesor, de ahí que
quede como algo aleatorio, dicho solamente por azar.
También
es demasiada casualidad que todos los trabajadores de la empresa de Esther,
incluida ella, sean forofos de los crucigramas de La Vanguardia, pero si no se hubiese dado esta circunstancia no
podrían haber resuelto el último anónimo relacionado con la General Minera.
El
caso de acoso a una actriz es aún más increíble. Da la impresión que está
puesto para repasar usos del español de América. Sin embargo es indudable que,
en este repaso, disfrutamos mientras aprendemos sobre cómo se debe escribir,
sobre giros del idioma o sobre determinadas muletillas propias del idiolecto de
cada uno.
La
manera de expresarse ante el periodista —futuro autor del libro— denota la
cultura, incluso la forma de ser de los tres protagonistas
Mosquita
muerta, pero a veces le salía un ordeno y mando que parecía una mosca de origen
militar, a la altura de la cabra de la legión.
A
toda situación perversa cabe encontrarle su vuelta […] Si establecemos veinte o
treinta criterios sobre dos textos y analizamos cuál ha sido la elección
concreta en cada uno de ellos, nos daremos cuenta de si los ha redactado la
misma persona o no.
A su
vez el propio lector va buscando peculiaridades, por mera curiosidad, para
intentar encontrar una pista. Y aunque se pretenda una comparación, «otro personaje literario sí se da cuenta de
estas cosas. Aparece en una obra que se titula Don de lenguas», en realidad no se consigue pues
aunque Beatriz, una periodista creada por Rosa Ribas y Sabine Hofmann, también
mantiene una relación con el policía investigador de una muerte, y también se
basa en la lengua para ayudarlo, el ambiente asfixiante que se consigue en Don de lenguas no lo encontramos aquí.
Sí
encontramos humor basado en el empleo de la paronomasia
—Sí,
sí, al Pasapalabra
—Dadas
sus tarifas, sería al Pagapalabra
Humor
en la mala aplicación de tecnicismos, lo que denota una escasa cultura:
—¡Por
los estiletes! —le respondí
—¿Los
estiletes?
—Perdón,
los estilemas. Los estilemas
Humor
también en la confusión de términos al incluirlos en un mismo apartado
lingüístico: «Todos tenemos monotemas y
fonemas… y últimamente se ha descubierto en Suecia que también tenemos
estilemas».
Humor
en la concretización de abstracciones al utilizar una metáfora con sentido
diferente al habitual: «El profesor llegó
hecho un manojo de alegrías. De alegrías nerviosas».
Humor
en los equívocos que se producen en el día a día con diversas asociaciones
reales:
—Que
ahora van en bañador y camiseta de tirantes.
—Yo
a uno que vestía así le dije: “Qué, ¿Viene de jugar al baloncesto? ¿Y qué me
contestó? […] que él no era tan alto.
En
cuanto al registro de lenguaje encontramos desde muy culto «no me atreví a pedir razón de él» a expresiones en desuso «no se presagiaba nada bueno por estos
pagos» o totalmente orales «y
sanseacabó».
Hay
sinónimos parciales con los que se aclara el concepto, también mediante el
humor
—¡Es
un tozudo!
—No,
soy perseverante
—Para
mí todo es lo mismo
Y,
por supuesto, los antónimos son una buena fuente de sonrisas «Este profesor no entiende de estrategias.
Se creía listo el muy imbécil, pero a mí me parecía muy torpe».
Hay
chistes basados en el doble sentido de las palabras «seguiré investigando en su cuenta. Por cierto ¿por qué llamarán
“cuenta” a eso de Twitter? […] porque van contando cosas»
Y
explicaciones irónicas en el empleo abusivo de anglicismos «Power Point, lo llaman […] significa “toma de corriente”. Literalmente
“punto de fuerza”. O sea, un vulgar enchufe».
Asimismo
la rima consonante es motivo de risa incluso para quien la produce «En efecto, en efecto, Ester. Incorrecto,
incorrecto». Y también lo es el doble objetivo que puede causar la
diferente colocación del adjetivo «lo
querrían los de la brigada criminal. O sea, no es que sea criminal la brigada,
sino que investigan crímenes».
En
fin, no profundiza en la corrupción policial o sindical, que podría, ni en el
poder del dinero, que también podría, ni en la evasión de divisas, que debería…
Todo queda, a pesar de las muertes, como una comedia en la que, de forma
superficial, se cuenta un caso con el propósito de indagar en las posibilidades
de nuestra lengua. Entretenida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario