sábado, 18 de noviembre de 2017

LA LENGUA DE LOS DIOSES


Está claro que han pasado miles de años, por lo tanto ya no queda nadie que sepa cómo sonaba el griego, quizá por eso la llaman lengua muerta, porque ninguno es capaz de recordar su melodía, su fonética. Una vez leí que cuando alguien muere sigue vivo mientras se le recuerda, no tanto su voz sino sus actos, su forma de ser, su manera de entender la vida. De ahí que los artistas revivan cada vez que leemos sus libros, miramos un cuadro y nos habla, oímos una canción y nos conmueve o nos llena de nostalgia. Este es un aspecto bello del ser humano, si no la vida en general no tendría mucho sentido —puede que en realidad no sea tan bueno dada la cantidad de libros que hoy escribe cualquiera, incluso quienes no saben hablar, pero eso es otra historia en la que hoy no profundizaremos—. Pues, si estamos de acuerdo en que esta visión de la concepción de la vida o la muerte es hermosa, estamos obligados a leer La lengua de los dioses ya que eso es lo que transmite: el griego no es una lengua muerta, simplemente ya no se habla, pero la seguimos recordando, seguimos profundizando en ella, seguimos encontrando, sorprendidos, algunos porqués de la nuestra y seguimos apreciando su legado. Es cierto que ahora es imposible saber cómo hablaban los griegos, pero quienes han estudiado su lengua y su cultura tienen plena certeza de que el griego era mucho más musical que las lenguas romances que derivaron de ella, y sobre todo advierten que la forma de sentir el mundo de los griegos era diferente, más tranquila, ordenada, precisa… Andrea Marcolongo, una erudita en la lengua griega, es capaz de escribir de manera que se nos haga atractiva; las curiosidades, paradojas y el sentido del humor inundan las páginas de este libro, subtitulado con gran acierto “Nueve razones para amar la lengua de los dioses”. Y sea por su juventud, sea por su inteligencia, o por su gran experiencia derivada de diferentes estancias en países, su escritura llega a todos, los que saben griego, los que están estudiándolo, los que no lo sabemos pero estamos convencidos de que el pensamiento y la lengua están relacionados y los que son profanos en cualquier cuestión lingüística. La manera de explicar el género, el número, los casos o el verbo es clara y entretenida, llena de ejemplos actuales en nuestra lengua que consiguen que entendamos mejor a los padres de la civilización. Por alguna razón el griego no ha muerto. Si hoy vuelven a estar de moda los superhéroes o los vengadores, ya realizaron hazañas similares Aquiles, Teseo o Jasón, si hoy luchamos por la libertad de pensamiento, por la igualdad de la mujer, por una escritura razonada y precisa, ya comenzaron a expresarse como los mismos dioses Safo, Sófocles y Eurípides, como lo atestigua Andrés Pociña en su adorable libro Medea, Safo, Antígona (Tres piezas dramáticas).

Está claro que Ulises deja en mantillas a cualquier superhéroe actual al luchar contra monstruos como Caribdis y Escila. Si en un momento Dante imaginó su Divina Comedia, ya Orfeo había bajado a los infiernos y había conseguido sacar de ellos a su amada Eurídice, y si en el cristianismo Dios se convierte en paloma para fecundar a María, Zeus se transformó en cisne para fecundar a Leda, en toro para raptar a Europa, en lluvia dorada para fecundar a Dánae o incluso en el propio marido de Alcmena, para fecundarla y concebir a Hércules.

Y sin embargo, la concepción del hombre era mucho más hermosa que la de la Biblia en la que Dios, lleno de ira, se limita a expulsar a Adán y a Eva del Paraíso despojándolos de todo bien y condenándolos al sufrimiento: pasarán frío, enfermedades, vida penosa al trabajar y muerte. Qué distinta la concepción griega, según Platón, en la que las personas eran redondas y conservaban tres sexos, masculino, femenino y otro que participaba de ambos. Cada persona, redonda, poseía cuatro manos, cuatro pies y dos rostros iguales. Eran extraordinariamente fuertes por lo que los dioses, temerosos de que les vencieran, los hicieron más débiles cortándolos por la mitad, así el amor es innato en los humanos, que pueden restaurar su fuerza al unirse a “su media naranja” y hacer uno de dos. Maravilloso.

Sabemos que el griego no ha muerto, es asignatura estudiada incluso en naciones cuya lengua no deriva de él, lo que entraña una ironía para este país que nos ha tocado en suerte habitar, en el que cada vez se piensa menos porque cada vez se quiere más, dinero o fama efímera, los cinco minutos de gloria que necesita gran parte de la sociedad para que se hable de ellos, aunque al momento vuelvan al olvido social. Creo que quien aprende esta lengua la siente viva porque se va impregnando de una forma diferente de ver la realidad, tan distinta a la actual y tan cercana a la vez. A pesar de estar formado por múltiples dialectos, todos sus hablantes tenían conciencia de formar una nacionalidad, la griega —¿será por eso que avanzaron tanto que luego esa sociedad pretendió “Renacer” en el siglo XIV?—. Esto es lo que debemos meditar y a lo que nos obliga —sin querer— Marcolongo, a comprender que sólo los grandes pueden hacerse fuertes, a pensar que “nosotros” es más provechoso para uno mismo y para un país que “yo”. ¡Qué presente hemos de tener, precisamente ahora esta idea!

Hay algo fundamental del pensamiento griego que se nos ha olvidado, de ahí que no le demos importancia a la memoria histórica, y es que el paso del tiempo no era importante respecto del pasado, una vez ocurrido ya está, lo fundamental eran las consecuencias que tenía ese pasado (para repetir o no las mismas acciones).

Me siento rara al comentar La lengua de los dioses porque no sé griego, por lo tanto, poco o nada puedo aportar a la gran cantidad de aspectos curiosos que Andrea Marcolongo expone sobre esta lengua mal llamada “muerta” pero así sentida por todo el estado español pese a que gran parte de nuestro vocabulario, de nuestra arquitectura, pintura, literatura…, y no sólo artes sino estilos de vida, se lo debamos a la Grecia clásica. Cuando explico literatura recuerdo casi siempre que hemos inventado poco, que ya los griegos impusieron, por ejemplo, el mito de la mujer curiosa, capaz de traerle al hombre todos los males del mundo, aunque si la curiosidad de Eva fue la causa de que se desatara el mal entre los cristianos, en Grecia no fue directamente Pandora sino Epimeteo.

Por supuesto, lo que más trato es lo referente a la literatura, pero la arquitectura, la escultura están ahí y no han perdido vigencia. Hace unos meses visité en Madrid la exposición AGÓN! La competición en la antigua Grecia, y no pude sino maravillarme con la perfección de formas de las esculturas y las imágenes pintadas en cerámicas.

La importancia de conocer la lengua griega es obvia, aunque sólo sea para entender palabras como misoginia, hegemonía, demagogia, alergia o para saber por qué todo lo relacionado con el dolor acaba en -algia. Pero no soy la más indicada para entrar en esto. Simplemente observo cómo vivimos en una sociedad en la que lo más importante es la ciencia, la robótica, la tecnología… sin tener en cuenta que para ser un buen médico, ingeniero o economista hay que poseer una cultura que sólo se adquiere mediante las humanidades; y para poder empatizar con los demás, si queremos ser buenos médicos, ingenieros o economistas, hemos de tener una base sólida del conocimiento de nuestra lengua y de la civilización. Y eso es lo que está desapareciendo del sistema educativo; hoy no hay tiempo para afrontar los extensos temarios de lengua española, latina, griega, francesa… porque las horas de estas asignaturas han disminuido hasta desaparecer en algunos casos. No hay tiempo. Vivimos en el mundo de la rapidez, la inmediatez, lo efímero, los nervios, así que lo de menos es que el alumno sepa expresarse de forma adecuada, porque se acortan las palabras, se repiten expresiones comodín hasta la saciedad y al final no se dice nada, nadie escucha porque hay poco que escuchar, ya casi nadie diserta, ni escribe cartas a un amigo, todo son mensajes cortos, tanto que incluso a veces se sustituyen por dibujitos, emoticonos; pero que quede claro, una carita mandando un beso es un salir del paso, no es un mensaje de amor, no es la expresión de lo que sientes por esa persona en ese momento ¿cómo va a recibir la misma carita, tu amiga, tu madre o tu novio? El significado no es el mismo… pero escribirlo es molesto; «ya nadie sabe llamar por teléfono, y por lo tanto la gente se olvida de que sabe hablar». Tendemos a expresarnos de manera tediosa, mientras que «los antiguos griegos daban a cada color otro significado, un sentido de luminosidad, de gradación de claridad. Veían la luz y coloreaban su intensidad; así el cielo es broncíneo, ancho, estrellado, nunca es solo azul, y los ojos son glaucos, chispeantes, nunca solo azules o grises».

En fin, porque he descubierto cierta paz y orgullo en el pueblo griego recomiendo la lectura de La lengua de los dioses. Está claro que «haber estudiado griego antiguo imprime cierto carácter en la forma de hablar, de escribir y de pensar… Y seguirá… estando dentro de nosotros, y tenderá a salir a la superficie en formas y en situaciones inesperadas y fulgurantes. “Abre la mente”… No es sólo una cuestión lingüística, es una cuestión de actitud ante la vida…”

Esto afirma Andrea Marcolongo, y yo estoy totalmente de acuerdo con ella porque conozco a estudiantes de griego, que son tenaces en la comprensión de tradiciones culturales, porque conozco a Pepi, a Sara, a Ana, que han estudiado griego, son excelentes personas y saben vivir “dentro de ellas mismas”. Porque conozco a José Antonio, el mayor helenista que podamos imaginar, admirable por su plena libertad en la comprensión del mundo y quien, indirectamente, me instó a leer este libro. Y sobre todo porque conozco a Amaya, que no sólo ha estudiado Clásicas y se dedica a enseñarlas a jóvenes de la comunidad valenciana, sino que he descubierto en ella, al leer a Andrea Marcolongo, una forma de ser pura, precisa, paciente, humilde y orgullosa de lo que tiene.


No voy a decir que La lengua de los dioses deba figurar en el programa educativo pero sí que es urgente reavivar la fuerza de las Humanidades en colegios e institutos españoles «porque somos víctimas de uno de los sistemas educativos más retrógrados y obtusos del mundo» La pena es que dudo mucho que esto llegue a quien debiera.

2 comentarios:

  1. Hola, soy Sarai del blog Soy Invenciblee.

    Me encanta tu blog :))
    ¿Nos seguimos? Te dejo mi blog:

    https://soyinvenciblee.blogspot.com.es

    TE ESPERO :))

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  2. Muchas gracias Beatríz por...todo. La verdad es que cada día se hace más difícil llegar a las nuevas generaciones y uno siempre piensa que el que falla es él mismo, parece cansino echar la culpa a la sociedad.
    Este curso, cantaremos como sirenas, a ver si atraemos a algún alumno más

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