miércoles, 16 de abril de 2025

FERIÓPOLIS

Siempre me ha gustado la colección Barco de Vapor. Ahora estoy algo apartada de la literatura infantil y juvenil pero hace décadas esta colección ya era sinónimo de buenos libros; SM fue la primera editorial que impulsó una colección para un público infantil y eso es garantía, al menos, de que hay unos lectores que importan y que pueden leer historias que les hagan cuestionarse algunas situaciones.

Por otro lado, no hace mucho leí Piel de cordero, una novela de Ledicia Costas sobre brujas que me encantó. Su forma de escribir me llevó hasta la propia piel de esas mujeres que fueron perseguidas, torturadas y asesinadas.

Ahora me encuentro con que Feriópolis es el libro ganador del Premio El Barco de Vapor, escrito por Ledicia Costas y que en sus páginas hay una protagonista inquietante: la bruja del tren de la bruja.

No defrauda; la editorial ha presentado un libro precioso, con una portada como acolchada (puedes pasar el día con el libro entre las manos) en donde los colores malva, rosa y violeta predominan y en la que la cara, pretendidamente amenazadora, de una bruja no consigue intimidar, si tenemos en cuenta la actitud confiada de una niña colocada frente a ella.

La letra tiene un tamaño perfecto para ser leído con claridad. Los dibujos que acompañan al argumento siguen la línea de la portada, con vivos colores en los que el morado está presente. Al pasar las páginas nos invade la sensación de libertad y autenticidad. No olvidemos que el morado es un color asociado a la magia, al amor, a la justicia, a la valentía y a la imaginación. Y a la determinación de la mujer. Estos sentimientos se acrecientan tras cada capítulo, cuando estrellas de colores pastel inundan la página que anuncia el siguiente, sirviéndonos, a nosotros y a la protagonista, de guía y esperanza.

Feriópolis se lee con gusto. Ledicia Costas escribe de forma clara, sin bálsamos innecesarios pero su mensaje está lleno de cariño. El libro va dirigido a los niños, a los que lo pasan mal, por diversas razones, y a los que son felices, porque todos deben darse cuenta de que existen situaciones poco afortunadas para algunos a los que podemos ayudar con afecto y amistad.

El tema principal de este cuento es ancestral: el abandono que sufren algunos menores por su propia familia. Nos creemos que los derechos del niño han conseguido que existan familias de acogida, centros, escuelas… para que todos ellos se sientan protegidos, al menos aquí, en nuestra sociedad. Hoy no se ven niños solos por la calle. Sin embargo hay muchas formas de abandonar a un niño (y aquí está la lectura que un adulto hará de Feriópolis): instalando en ellos el miedo a la violencia física o psicológica, no teniendo en cuenta sus necesidades que le permitan crecer mentalmente, con chantajes emocionales que les impidan realizar actividades sin ningún tipo de culpa.

También se puede abandonar a un niño si no se le exige todo lo que puede dar de sí, o se le exige demasiado, si se le concede todo lo que pide o no se le concede nada. ¡Es tan difícil educar a un niño! Ledicia Costas escribe una historia en la que avisa a los adultos de que podemos abandonar a un menor cuando lo vemos como una carga, cuando no nos aporta alegría. Una historia que presenta a Lola, una niña huérfana que vive con sus tíos. Lola no se siente querida ni tenida en cuenta, sabe que es un estorbo, porque a los 10 años (a cualquier edad) los niños lo saben, son inteligentes. La autora propone una buena alternativa para que sea feliz. En el parque de atracciones, Lola encuentra a la bruja Alambritos y en ella verá la figura de una madre, alguien que la aconseja, que le enseña lo que deberá hacer cuando se encuentre en peligro, «El ejército de saltamontes nos rodeó al instante […] Estaba tan asustada que pensé que no iba a poder aguantar […] Pero entonces oí a Alambritos dentro de mi cabeza “Lola”, ha llegado el mom-nto de demostrar quién eres d- verd-d…”». Alambritos es un producto de su imaginación, fruto de las lecturas que tanto le gustan a Lola, y gracias a esas lecturas va cogiendo confianza en sí misma. El tren de la bruja la lleva por Feriópolis para darle seguridad a la hora de salir de situaciones que puedan ponerla en peligro «Y eso hice: darme volumen a mí misma».

Lola, en su mundo imaginado, es capaz de olvidarse de sus tíos, de obviarlos, y ser feliz con lo que le gusta, con su mundo mágico, con libros y con amigos, con gente que la quiere y la valora «...me dijo “necesito que me enseñes ese truco ya. Ha sido increíble”». Porque también los adultos podemos aprender de los niños y disfrutar de su cariño. Lola ha aprendido a ser feliz.

Ledicia Costas escribe una historia para niños en la que cede la palabra a Lola, de diez años, para que nos cuente, sin ningún tipo de veto, con algo de crudeza incluso, su historia. La vida no ha sonreído a esta niña que se ha convertido en una carga para sus tíos, quienes «me han dicho muchas veces que suelto muchas bobadas, así que hablo poco, pero pienso mucho». Gracias a eso, a que piensa mucho y lee, Lola puede crearse un mundo alternativo donde los libros y los amigos sean el apoyo constante que todos necesitamos. La protagonista de esta historia huye de su vida «—¡OJALÁ PUEDA MARCHARME DE ESTA APESTOSA CASA PARA SIEMPRE Y NO VOLVER NUNCA!» y decide habitar en un mundo maravilloso en el que es querida y valorada. Un mundo mágico que pude convertirse en real cuando descubra de todo lo que es capaz.

La autora vuelve a acercarnos a las brujas y a conectarlas con chicas; lo hizo en Piel de cordero y lo ha vuelto a conseguir en Feriópolis. La bruja es importante porque no necesita espiar a los niños para saber lo que hacen; lee sus pensamientos porque los quiere y los conoce, porque empatiza con ellos «no me meto dentro de tu cabeza: escucho dentro de la mía algunas de las cosas que piensas. Y tú también las mías, ¿o no? […] Imaginé que la bruja Alambritos no había tenido amigas pero no dije nada al respecto por no ponerla triste».

Costas se vuelve a rebelar y defiende el papel que les ha tocado vivir a las brujas en la sociedad; también en los cuentos ha ejercido de mala, ¿por qué? «Todos sonreían, como si no estuviesen secuestrados por una bruja. Aquella tropa no parecía estar sufriendo nada parecido a lo que habían vivido Hansel y Gretel».

La autora crea una ciudad mágica donde las estrellas son las encargadas de crear un universo abierto, libre y esperanzador para que Alambritos lo lleve a aquellos niños que lo necesitan «Corrían sobre dos de sus cinco puntas […] Allí dentro no había techo. Tan solo un cielo iluminado por cientos de estrellas […] Con el polvo que dejan fabricamos objetos brillantes».

Ojalá todos los niños tengan una Alambritos en su vida que los guíe, los proteja y les haga ver lo importantes que son para el resto de personas y para ellos mismos.

Ojalá Ledicia Costas siga escribiendo literatura para adultos o para niños, da igual; en cualquier caso, tras leerla, nos sentimos capaces de todo y unidos a todos.

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