Berta Marsé es una autora de relatos, no he leído ninguno pero sé que ha
obtenido el reconocimiento del público y de la prensa por ellos. Creo que Encargo
es su primera novela y, ante todo, he de decir que la narrativa es impecable.
La
historia comienza in medias res
cuando la protagonista debe afrontar un ejercicio programado en un taller de
escritura creativa. Se anima a escribir la escena y lo hace con interés, sin
embargo lo que escribe no es ficción sino todo lo que ocurrió «Aquel día (9 de junio de 2013)», cuando
tras cinco años desaparecida regresó la que todos consideraban su mejor amiga.
Su única amiga. La protagonista, Desi, cuenta su vida durante el tiempo que
Yesi no estaba.
No
se puede decir que sintiera su ausencia ni que se alegrase por ello; sí pudo
respirar con tranquilidad porque por fin su madre dejó de ponérsela como
ejemplo. Desi nunca pudo ser Yesi, ni parecerse a ella físicamente ni realizar
con éxito todas las actividades (múltiples y variadas) que emprendía. Desi era
una niña normal que no destacaba ni en casa ni en el colegio. Siempre rodeada
de mujeres fuertes, emprendedoras, su madre, la madre de Yesi, su abuela… Solo
ella era diferente.
Cuando
leemos la situación podemos entender la angustia de Desi, una niña adoptada que
se sabía el centro de todas las comparaciones, lo que la llevó a un aislamiento
total con el que disfrutaba de cierta paz, «…con
tal de no estar más tiempo en línea, expuesta al escrutinio del grupo. Volví a
silenciar el móvil y me atrincheré en mi habitación».
Sin
embargo, hay algo en la narración que me hace sospechar cierta relación entre
ellas, aunque Yesi no se pronuncie y Desi intuya hostilidad en todo momento: «Nunca fuimos uña y carne. Puede que uña y
astilla». Puede que sea la actitud final que mantienen, una postura en la
que ambas saben qué quiere la otra e interactúan para conseguirlo. Puede que
esté equivocada y la única relación existente estuviera presidida por la
rivalidad o la envidia. Puede ser, pero la explosión desordenada de los
recuerdos infantiles, el regreso de Yesi tras cinco años desaparecida, el
presente de Desi, que no influye en la trama de la novela, a lo mejor me han
llevado a cierta confusión de sentimientos.
No
entiendo cómo las madres las veían como amigas. Hay muchas clases de amigos,
incluso los falsos, y cumplen un papel determinante tanto en la realidad como
en la literatura, donde suele funcionar bastante bien la asimetría. En
ocasiones las vidas transcurren de forma independiente pero los amigos se
aferran a puntos en común para poder crear anécdotas con las que reafirmarse
como personas. En el caso de Yesi y Desi la asimetría no lo es tanto, de hecho
nacieron el mismo día, estudian juntas y sus madres son amigas. Sus vidas
avanzan por el mismo camino pero ninguna se apoya en la otra ni muestra interés
por lo que le sucede a su vecina. Yo diría que su relación está marcada por la
indiferencia. El problema de Desi es que su madre la obliga constantemente a
recordar a Yesi, por lo tanto la fuerza a tener presente su fracaso «Ya sé que ese virus maldito te ha hecho
perder la convocatoria, tu madre me lo comentó el otro día, pero yo que tú no
me preocuparía demasiado. Conociéndola, estate segura de que te conseguirá ese
aplazamiento».
Desi
es un ser solitario, acomplejado, dolorido por el constante reflejo en que la
han obligado a mirarse desde pequeña; por eso su única salida es el
aislamiento. Ante el trastorno de bulimia al que, desde niña, se ve abocada por
la situación, no pide ayuda, pero es que su madre no se ha percatado, a pesar
de dar muestras evidentes en casa; la madre de su supuesta amiga tampoco. El
problema de Yesi es otro y, por afán de figurar, los adultos responsables de
ella lo fomentan.
Algo
me falta en la relación entre Desi y Yesi para conocerlas; algo que no tiene
que ver con ellas sino con sus padres y con quienes las rodean «Bajo el foco de la prensa sensacionalista,
el barrio no tardó en sucumbir al amarillismo».
Las
dos chicas se evaden de la sociedad como pueden aunque no quede del todo claro
en la novela. El vínculo al que se ven abocadas es falso y doloroso. No hay
complicidad entre ellas en ningún momento. Tampoco entre sus padres a pesar de
pretender saberlo todo sobre los otros. ¿Por quién se alegra la madre de Desi
cuando Yesi aparece? «¿Te lo puedes
creer? ¡Es un milagro!».
La
trama de Encargo transcurre en la
cárcel y la historia es contada por Desi. Conforme vamos leyendo tenemos la
certeza de que ninguna había supuesto una red de seguridad para la otra pero
tampoco una amenaza real porque ambas han soportado una dolorosa presión desde
el principio de sus vidas que las ha llevado a fracasar como personas. Pero me
ha faltado algo con qué poder conectarlas. No he empatizado con la pareja
literaria Yesi-Desi. Da la impresión de que cada una ha tenido su espacio en la
novela y cuando se juntan es para poner punto final a cualquier habladuría
sobre su supuesta amistad. Para poner fin a su actuación en la sociedad.
Berta
Marsé intenta alertar sobre lo que demasiado alegremente se llama amistad en
una realidad en la que priman modelos impuestos, sobre el dolor de quienes se
alejan de esos modelos, sobre el sufrimiento de los que obligatoriamente han de
ser espejos de triunfo para los demás, sobre el resentimiento de aquellos que
se sienten fracasados. Son personas tristes cuya desesperación puede llevarles
a cometer actos contraproducentes sobre todo para ellos mismos.
Encargo es una novela de mujeres, Desi, Yesi,
las madres, la abuela, la profesora del taller de escritura, las encarceladas…
pero no conectamos con ellas, no hay sentimiento de grupo, de complicidad, de
empatía, de odio visceral; no son decisivas para el desarrollo de la trama.
Desi podía haber seguido en su casa, en vez de estar en la cárcel y el final
habría sido el mismo. No hay tensión en ningún lugar.
Creo que Berta Marsé escribe bien pero a esta novela le faltan algunas páginas para descubrir por nosotros mismos cómo fue la desaparición de Yesi y cómo será el futuro de Desi.
Su
perfil sociológico corresponde al de una minoría dentro de una minoría dentro
de otra minoría, y así hasta el final del informe de la Junta de Tratamiento
[…] Que Desi siempre ha apuntado maneras. Que ante las situaciones de alto
riesgo […]: no darse a conocer.
Si yo hubiese estado comparada constantemente tampoco lo haría.
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