sábado, 4 de junio de 2022

LA SECTA DE LOS ÁNGELES

En 1901 ocurrió en Sicilia un caso que, aunque parezca insólito, era usual en los pueblos de las grandes ciudades en los que el caciquismo era visto como normal, tanto si habías nacido en el lugar de los déspotas como en el de los oprimidos, y por normales se tomaban también las situaciones de cautiverio y dependencia de las mujeres, fueran de la condición que fueran. Situaciones de violencia extrema que siguen llevándose a cabo no solo en los pueblos. Y cuando son los propios padres quienes se convierten en verdugos, ¿qué queda? Espanto.

Pues en ese ambiente, un abogado, periodista y farmacéutico, intentó defender la los tiranizados y se enfrentó a la iglesia, a la nobleza y a la mafia, lógicamente sin buenos resultados. Amenazado de muerte hubo de emigrar a EE.UU. y allí dedicó sus esfuerzos a favorecer, sobre todo, a los inmigrantes.

Basada en este hecho real, La secta de los ángeles supone un perfecto retrato de la sociedad jerarquizada, en la que para salvaguardar el “honor” de violadores y criminales se anula la libertad de prensa, y a la mujer como ser humano; sociedad en la que la nobleza y la altas jerarquías eclesiástica y civil se reúnen en el Círculo de Honor y Familia, palabras que en la novela pierden por completo su significado literal. En este escenario tienen lugar conspiraciones contra quienes pretenden cambiar las leyes implícitas, contra los que no se ajustan a los deberes establecidos por la pirámide social. Hay una jerarquía con la que no se juega, «Pero yo a este capullo no lo dejaré salirse con la suya. Ahora voy a la oficina y telefoneo a Roma, a Ciccino Barrafranca, le informo y le ruego que intervenga de inmediato».

Andrea Camilleri regresa a España en 2022, como si resucitara al tercer año, con esta novela histórica, de la serie más negra, para defender a los débiles, para acusar a los asesinos.

El autor escribe una tragedia real en forma de comedia de enredo y penetra en los acontecimientos más dolorosos denunciándolos con ironía, con sarcasmo y cierto humor. Camilleri no pretende cambiar su estilo, no se acomoda a otra manera de escribir. Su método es auténtico y requiere un alto sentido de la moral, de la justicia y del humor. Camilleri es un icono de Italia, un representante fundamental de la novela negra, porque entre sus histrionismos e hipérboles aparece el compromiso con el ser humano:


…los curas subieron al púlpito…

El padre Eribert Raccuglia espetó

—¿No os había dicho que este pueblo acabaría como Sodoma y Gomorra?

[…]

El padre Alessio Terranova dijo:

—¡Debemos arrancar la mala hierba!

El padre Alighiero Saurra se burló:

—Ahora lloráis, ¿eh? Ahora rezáis, ¿eh? […]

El padre Libertino Samoná proclamó:

—¡Haced una santa cruzada!

El padre Angelo Marrafá amenazó:

—¡Juro que los supervivientes del cólera no volverán a poner un pie en la esta iglesia si no se han desembarazado de Matteo Teresi!


La cita, aunque algo larga describe el ambiente del pueblo de Palizzolo, una pequeña población rodeada de iglesias, curas, nobles y mafiosos. En ella, el único que se atreve a plantarles cara es el abogado–periodista Teresi; aunque no descansa en busca de pruebas de las violaciones y amenazas ocurridas y a pesar de que consigue que el capitán de la guardia civil, Montagnet, lo crea, ambos son expulsados y el pueblo, como la novela, queda cerrado.


Sus costumbres permanecerán y el tipo de vida impuesto por los poderosos perdurará bastante tiempo. Los pobres seguirán sin derechos y amedrentados, preferirán vivir encadenados a morir en libertad. Novela más amarga que negra. Aunque los crímenes, palizas, violaciones son expuestos desde la ironía y el humor de Camilleri, siguen doliendo y escociendo las imágenes que se nos vienen a la mente


—¿Qué coño dices?

—¡Se ha matado! ¡Se ha colgado de una viga! […]

—¿Ha dejado algo escrito?

—¡Yo no he visto nada! ¡Estaba muy asustado!

—¡Lávate la cara! […]

—¡Qué dice?

—Lávate la cara. Está toda ensangrentada

—Voy a la sacristía

—No pierdas tiempo. Lávatela aquí, con el agua bendita de la pila bautismal…


Diálogos ágiles, descripciones acertadas y un estilo inconfundible, La secta de los ángeles se lee con el deseo de que apareciera Montalbano y pusiera orden en ese pueblo podrido.

Deberán pasar unos años aún para que el concepto medieval del derecho de pernada de los curas y nobles quede erradicado. ¿Cuántos han de pasar para que los integrantes de la iglesia no queden impunes ante gravísimos delitos y sean castigados severamente por sus culpas? «Te hizo mucho daño? ¿y a ti te gustaba mientras…».

¿Cuántos para que la justicia haga honor a su nombre y trate por igual al obrero, al marqués o al rey? ¿Cuántos para que la jefatura de estado de un país se ostente por méritos propios y no por herencia como si fuera un piso? Lo que no cuesta obtener se valora menos. Puede que por eso existan actitudes caprichosas, volubles, irresponsables, de quienes lo han tenido todo sin dificultad.


—Qué… ¿Qué pasa excelencia?

—¡Unce otra vez la carroza! ¡Salimos!

[…]

—Pero, excelencia, como mínimo hay dos horas de viaje…

—¡Ya me estás cansando! ¡Unce! ¡Y luego ven a por los baúles!


Mientras no llegue ese día, agradecemos las voces de quienes se levantan para defender a los oprimidos, a las mujeres, niños, parados, a los diferentes a la norma, como la de Teresi, que vivió en el siglo XX o la de Camilleri, que murió hace tres años y aún nos sorprenden sus novelas acusadoras.

Andrea Camilleri juega con la escritura y somete a los personajes a un tratamiento caricaturesco, pero no quiere presentar una realidad distorsionada sino que pretende recuperar el pasado a través de su historia.

La reunión del Círculo, con la que comienza la novela estimula el ánimo del lector; el humor de los tópicos iguala las inclinaciones sexuales y políticas rechazadas en la sociedad tradicional machista «—Porque si este círculo hay un marica como el coronel Petrosillo no veo por qué motivo no puede haber un bakuniano como el abogado Teresi».

Una vez confiados y relajados, empezamos a temer que la novela no vaya por un camino de rosas, aunque la ironía y el sarcasmo permanezcan «En efecto, los carabineros habían usado argumentos muy convincentes: golpes de plano con el sable, latigazos y amenazas de arresto, todas las cosas que forman siempre parte de la sutil dialéctica de las fuerzas del orden».

Entre risas vamos llegando al final y con él, la desolación absoluta, a pesar de que esperamos el milagro de los sueños, el que tiene lugar en la literatura; pero esto, en realidad, es historia y en ella apenas surgen cambios, «Mafia, curas y nobles […] le estaban declarando que tenían la intención de reducirlo a la inanición».

Queda una novela póstuma de Camilleri aquí en España. Aún le queda algo por decirnos. Ojalá sea pronto.

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