En
1901 ocurrió en Sicilia un caso que, aunque parezca insólito, era usual en los
pueblos de las grandes ciudades en los que el caciquismo era visto como normal,
tanto si habías nacido en el lugar de los déspotas como en el de los oprimidos,
y por normales se tomaban también las situaciones de cautiverio y dependencia
de las mujeres, fueran de la condición que fueran. Situaciones de violencia
extrema que siguen llevándose a cabo no solo en los pueblos. Y cuando son los
propios padres quienes se convierten en verdugos, ¿qué queda? Espanto.
Pues
en ese ambiente, un abogado, periodista y farmacéutico, intentó defender la los
tiranizados y se enfrentó a la iglesia, a la nobleza y a la mafia, lógicamente
sin buenos resultados. Amenazado de muerte hubo de emigrar a EE.UU. y allí
dedicó sus esfuerzos a favorecer, sobre todo, a los inmigrantes.
Basada
en este hecho real, La secta de los ángeles supone un perfecto retrato de la
sociedad jerarquizada, en la que para salvaguardar el “honor” de violadores y
criminales se anula la libertad de prensa, y a la mujer como ser humano;
sociedad en la que la nobleza y la altas jerarquías eclesiástica y civil se
reúnen en el Círculo de Honor y Familia, palabras que en la novela pierden por
completo su significado literal. En este escenario tienen lugar conspiraciones
contra quienes pretenden cambiar las leyes implícitas, contra los que no se
ajustan a los deberes establecidos por la pirámide social. Hay una jerarquía
con la que no se juega, «Pero yo a este
capullo no lo dejaré salirse con la suya. Ahora voy a la oficina y telefoneo a
Roma, a Ciccino Barrafranca, le informo y le ruego que intervenga de inmediato».
Andrea Camilleri regresa a España en 2022, como si
resucitara al tercer año, con esta novela histórica, de la serie más negra,
para defender a los débiles, para acusar a los asesinos.
El
autor escribe una tragedia real en forma de comedia de enredo y penetra en los
acontecimientos más dolorosos denunciándolos con ironía, con sarcasmo y cierto
humor. Camilleri no pretende cambiar su estilo, no se acomoda a otra manera de
escribir. Su método es auténtico y requiere un alto sentido de la moral, de la
justicia y del humor. Camilleri es un icono de Italia, un representante
fundamental de la novela negra, porque entre sus histrionismos e hipérboles
aparece el compromiso con el ser humano:
…los
curas subieron al púlpito…
El
padre Eribert Raccuglia espetó
—¿No
os había dicho que este pueblo acabaría como Sodoma y Gomorra?
[…]
El
padre Alessio Terranova dijo:
—¡Debemos
arrancar la mala hierba!
El
padre Alighiero Saurra se burló:
—Ahora
lloráis, ¿eh? Ahora rezáis, ¿eh? […]
El
padre Libertino Samoná proclamó:
—¡Haced
una santa cruzada!
El
padre Angelo Marrafá amenazó:
—¡Juro
que los supervivientes del cólera no volverán a poner un pie en la esta iglesia
si no se han desembarazado de Matteo Teresi!
La cita, aunque algo larga describe el
ambiente del pueblo de Palizzolo, una pequeña población rodeada de iglesias,
curas, nobles y mafiosos. En ella, el único que se atreve a plantarles cara es
el abogado–periodista Teresi; aunque no descansa en busca de pruebas de las
violaciones y amenazas ocurridas y a pesar de que consigue que el capitán de la
guardia civil, Montagnet, lo crea, ambos son expulsados y el pueblo, como la
novela, queda cerrado.
Sus costumbres permanecerán y el tipo
de vida impuesto por los poderosos perdurará bastante tiempo. Los pobres
seguirán sin derechos y amedrentados, preferirán vivir encadenados a morir en
libertad. Novela más amarga que negra. Aunque los crímenes, palizas,
violaciones son expuestos desde la ironía y el humor de Camilleri, siguen
doliendo y escociendo las imágenes que se nos vienen a la mente
—¿Qué coño dices?
—¡Se
ha matado! ¡Se ha colgado de una viga! […]
—¿Ha
dejado algo escrito?
—¡Yo
no he visto nada! ¡Estaba muy asustado!
—¡Lávate
la cara! […]
—¡Qué
dice?
—Lávate
la cara. Está toda ensangrentada
—Voy
a la sacristía
—No
pierdas tiempo. Lávatela aquí, con el agua bendita de la pila bautismal…
Diálogos ágiles, descripciones
acertadas y un estilo inconfundible, La
secta de los ángeles se lee con el deseo de que apareciera Montalbano y
pusiera orden en ese pueblo podrido.
Deberán pasar unos años aún para que
el concepto medieval del derecho de pernada de los curas y nobles quede
erradicado. ¿Cuántos han de pasar para que los integrantes de la iglesia no
queden impunes ante gravísimos delitos y sean castigados severamente por sus
culpas? «Te hizo mucho daño? ¿y a ti te
gustaba mientras…».
¿Cuántos para que la justicia haga
honor a su nombre y trate por igual al obrero, al marqués o al rey? ¿Cuántos
para que la jefatura de estado de un país se ostente por méritos propios y no por
herencia como si fuera un piso? Lo que no cuesta obtener se valora menos. Puede
que por eso existan actitudes caprichosas, volubles, irresponsables, de quienes
lo han tenido todo sin dificultad.
—Qué…
¿Qué pasa excelencia?
—¡Unce
otra vez la carroza! ¡Salimos!
[…]
—Pero,
excelencia, como mínimo hay dos horas de viaje…
—¡Ya
me estás cansando! ¡Unce! ¡Y luego ven a por los baúles!
Mientras no llegue ese día,
agradecemos las voces de quienes se levantan para defender a los oprimidos, a
las mujeres, niños, parados, a los diferentes a la norma, como la de Teresi,
que vivió en el siglo XX o la de Camilleri, que murió hace tres años y aún nos
sorprenden sus novelas acusadoras.
Andrea Camilleri juega con la
escritura y somete a los personajes a un tratamiento caricaturesco, pero no
quiere presentar una realidad distorsionada sino que pretende recuperar el
pasado a través de su historia.
La reunión del Círculo, con la que
comienza la novela estimula el ánimo del lector; el humor de los tópicos iguala
las inclinaciones sexuales y políticas rechazadas en la sociedad tradicional
machista «—Porque si este círculo hay un
marica como el coronel Petrosillo no veo por qué motivo no puede haber un
bakuniano como el abogado Teresi».
Una vez confiados y relajados,
empezamos a temer que la novela no vaya por un camino de rosas, aunque la
ironía y el sarcasmo permanezcan «En
efecto, los carabineros habían usado argumentos muy convincentes: golpes de
plano con el sable, latigazos y amenazas de arresto, todas las cosas que forman
siempre parte de la sutil dialéctica de las fuerzas del orden».
Entre risas vamos llegando al final y
con él, la desolación absoluta, a pesar de que esperamos el milagro de los
sueños, el que tiene lugar en la literatura; pero esto, en realidad, es historia
y en ella apenas surgen cambios, «Mafia,
curas y nobles […] le estaban declarando que tenían la intención de reducirlo a
la inanición».
Queda una novela póstuma de Camilleri aquí en España. Aún le queda algo por decirnos. Ojalá sea pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario