¿Qué
ocurriría en un planeta infestado por un virus letal?
¿Quiénes
resistirían al virus y cómo?
Estas
cuestiones las estamos viviendo, no hay que pensar demasiado. La humanidad está
siendo asolada por un tipo de coronavirus que siega la vida de miles de
personas. Da igual la riqueza o la posición, la enfermedad no respeta nada.
Pero en El asesino silencioso, Juan
Martín va un paso más allá y plantea una situación de ciencia ficción en la
que «En una ubicación secreta» la
corporación Ámbar Negro planea acciones ilegales, asesinas, amorales, con total
impunidad, «por ese motivo, cada uno
utiliza un apodo». Esta organización, formada por personas acaudaladas e
influyentes de todo el mundo, maneja los hilos para que sus arcas sigan
llenándose indefinidamente con sus beneficios, sin importarles las
consecuencias. En esta ocasión, desde China, extienden un virus altamente letal
de proporciones hiperbólicas que causará la muerte de forma masiva. Por
supuesto, la corporación se ha hecho con los mejores científicos y tiene
preparada la vacuna, que lanzará al mercado y con la que obtendrá mayores
ganancias, al igual que con la venta de mascarillas y desinfectantes. Todo lo
controlan. El mundo les pertenece. Cuando alguien se interpone en su camino no
dudan en aniquilarlo, sea de la propia corporación o ajeno a ella «—Adiós, Sr. Hiena. Una vez que el hombre
malhumorado sobrepasó a Slater, este se olvidó de su actitud sumisa, sacó su
pistola y le pegó un tiro en la nuca a Hiena».
Este
complot dirigido es lo que marca la novela. El tema principal es la acción de
la corporación. El lector quiere saber qué pasará con Ámbar Negro. ¿Serán
capaces de hacerse con el control mundial? Hay que leer el libro para saberlo,
aunque las circunstancias que rodean a esta asociación de asesinos las
conozcamos: confinamiento, uso de mascarillas, picaresca para librarse del
aislamiento y poder salir así de las casas, desabastecimiento en los
supermercados al comienzo de la pandemia ante el desconocimiento de lo que
ocurriría después, hospitales abarrotados, multitud de muertes, problemas con
los enterramientos… Todo esto lo estamos viviendo, o lo hemos vivido, así que
no supone leer nada nuevo. Sin embargo es una novela que podrían leer los
jóvenes porque tiene todo lo necesario para ser un cómic sobre el coronavirus.
La idea está, y los personajes se ajustan a la perfección. Por un lado los
malos, malísimos, millonarios criminales que ni siquiera se conocen entre
ellos, aunque sí el origen, puesto que cada uno adopta un apodo que, de alguna
manera lo define. Nos encontramos con el traidor Hiena, por eso es liquidado
por el jefe Boss, Lobo siberiano, quien por ser demasiado viejo deja a su hijo
Lobito, para que represente «mis
intereses como si yo estuviera presente», Flor de Loto, la Viuda Negra…
Todos harán lo que haga falta para que su poder siga en aumento.
Por otro lado, los buenos, también con características habituales y socorridas: Marcos, «el joven ricachón», «el apuesto joven que ayudaba a Jaime en el laboratorio», Ricki, el informático «gordito y no muy alto», Karen, la espía «de sensual movimiento […] su velocidad era superior a la de Slater», el youtuber «un chaval de unos quince años, flacucho» y el Dr. Echegoyen, «un experto en coronavirus». Sin saberlo serán los verdaderos héroes de la historia pues llegarán a realizar acciones increíbles como respuesta a los criminales actos de los miembros de Ámbar Negro, quienes no se oponen a la prepotencia excesiva de su jefe:
—A
mí me preocupa una cuestión importante –intervino Lobito, levantando la mano
como si fuera un colegial.
—Adelante. Qué te perturba, chaval
El lenguaje utilizado por los malos es propio del cómic, (el de los buenos también) por eso, aunque somos conscientes del daño que están causando estamos seguros de que perderán la batalla.
Podéis
estar tranquilos, será suficientemente elevado como para que cada uno de
nosotros se pueda comprar un país para él solito.
—Bravo,
bravo y bravo! –exclamó Lobito, mientras en su mente intentaba dilucidar qué
país se compraría.
En
general el autor utiliza expresiones coloquiales, del lenguaje oral, basadas a
veces en los tópicos, destinadas a un público masivo, que aportan cierta
relajación con el uso de enunciados cortos y sencillos en los que predominan la
función expresiva con palabras poco precisas de intención humorística «…echar espuma por la boca. Todo el mundo
[…] salen escopetados del vagón del metro. —¡Qué cabrones”».
Las
escenas podrían integrar elementos icónicos que ayuden al fin principal del
libro, entretener al mismo tiempo que aporta alguna instrucción didáctica. De
hecho cada acontecimiento de El asesino
silencioso está encuadrado perfectamente en un ambiente nombrado al
principio de los capítulos cortos: Wuhan, el primer foco. El funeral. Rumbo a
Italia. Especial la gripe española. Aislamiento. La última reunión…
Los
ambientes participan de la realidad y la ficción.
La
corporación se mueve por ambición, es un reflejo de una sociedad en la que los
jóvenes apenas tienen futuro. El régimen autoritario creciente se impone en el
sistema sociopolítico y económico. No hay oportunidades y la corrupción se
muestra impúdica, segura y orgullosa. Los gobiernos no toman medidas que
dignifiquen la vida de todo, por eso las actitudes de desafecto aumentan. En
este momento es cuando hacen su aparición “los buenos” de la novela, los héroes
que se rebelan frente a este régimen opresivo mundial para impedir que los
acaudalados, que se mueven en la sombra, continúen eliminando cualquier intento
de subversión «Respondiendo a Flor de
Loto, ahora nos dedicamos a difundir fake news».
Este
grupo de buenos, estos héroes, son quienes protagonizan diversas escenas al más
puro estilo de un género de novelas gráficas, con las expresiones que suelen
acompañarlas, «—Vais a morir todos, ratas
asquerosas!» «¡Enhorabuena, Doc» «¡Detente, matón!» y una apariencia
exagerada según la profesión que desempeñen. En estas escenas, las grandes
proezas y las empresas más serias y heroicas están salpicadas de cierto
erotismo mezclado con algo de peligro y apropiada violencia para provocar una
clara fascinación en el sector masculino. De hecho es la chica la que demuestra
sus dotes físicas ante el riesgo y los chicos aportan la mente, el dinero y el
carácter dominante. Estas escenas se combinan con otras propias de la ciencia
ficción, el humor y cierto machismo nada encubierto, «venía vestida con un mono negro ceñido a su escultural cuerpo, con el
pelo suelto y un andar sensual, pero sin parecer exagerado. Al hacker le
recordaba a la mujer del anuncio de “Busco a Jack”».
Puede que, debido a la profusión de datos actuales, abrumadores en ocasiones, por parte de los medios de comunicación, el autor combine teorías y análisis situados dentro del rigor con anécdotas presumiblemente humorísticas, que también circularon por las redes sociales, y que se llevaron a cabo para saltarse, como fuera, las normas del confinamiento
—…
¡Son trescientos cincuenta euros, cincuenta por perro! Ya lo hablé con Riki […]
están muy cotizados como salvoconducto.
En
ese momento apareció Riki, que todavía llevaba media ensaimada en la boca.
Saludó al falso amante de los animales…
Pues sí, creo que sería un acierto, en una posible futura edición, la inclusión de dibujos y viñetas.
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