He
terminado de leer Luces de Bohemia y, mi admiración por Valle-Inclán ha aumentado. Había leído de él alguna Sonata, una de
sus Comedias Bárbaras, Cara de Plata, y
Divinas Palabras, que me impactó bastante. Pero creo que Luces de Bohemia es su obra cumbre, por
representar un extracto de la historia de España de final del siglo XIX, un
compendio del pensamiento más sarcástico y crítico del autor y una síntesis de
su producción literaria; Luces de Bohemia
no es sólo teatro, es ensayo, narrativa y, sobre todo, la lírica que Valle,
tras esa imagen dura y exaltada, llevaba dentro.
Formalmente
la obra es innovadora. Está dividida en 15 escenas, sin actos que las agrupen.
El número de personajes es elevadísimo, hay 52 que en algún momento mantienen
parlamentos más o menos largos, más voces del pueblo. El tiempo en el que
transcurre la acción es una tarde-noche, aunque durante la mañana del día
siguiente tenga lugar el entierro; sin embargo los espacios son múltiples, hay
trece ambientes diferentes: la casa de Max Estrella, la calle, la librería, la
taberna, la gobernación, la cárcel, el cuartel de la policía, una plaza, el
cementerio... Esto hace que algunas escenas sean cortas y se pase de un espacio
a otro sin tregua. Difícil puesta en escena para solucionar los espacios
alusivos a la representación e introducir ruidos y sonidos que a su vez vienen
de otros lugares, como voces, sirenas, disparos que actúan a modo de
ticoscopias para situar perfectamente al espectador.
El
contenido, en principio, es sencillo —contrastando con la forma— Max Estrella
es un escritor, poeta fracasado que, a la desgracia de quedarse ciego hacía un
año, se le suma el despido del periódico en el que trabajaba. Casado con una
francesa, Madame Collet y padre de una hija, Claudinita, ve con horror la
imposibilidad de seguir manteniéndolas. Su amigo, don Latino de Híspalis, se
ofrece a empeñarle unos libros pero con la única intención de sacar provecho,
tanto él como el librero a quien se los lleva, Zaratustra. Al comentarle a Max
a quién se los ha entregado, éste se espera lo peor y sale de su casa a
recuperarlos «¡Claudina, mi palo y mi sombrero!».
Así empieza la odisea: no obtiene los libros, y se van a una taberna, en la que
Max consigue empeñar su capa para comprar un décimo de lotería. Se encuentran
con un grupo de modernistas, terminan borrachos
y es detenido y encarcelado por faltarle el respeto al inspector. Los
modernistas acuden al periódico a pedirle al director que interceda para
sacarlo de la cárcel. Lo consigue, pero Max quiere ir al Ministerio de la
Gobernación a quejarse formalmente. El ministro, antiguo amigo, le ofrece una
pensión para su mujer y su hija, y él, humillado, acepta. En la calle, el frío
de la noche y los espejos de la calle del Gato consiguen que se vaya deformando
la realidad y Max Estrella, acurrucado en el portal de su casa, sin abrigo,
muere aterido de frío. Don Latino lo deja allí y le roba la cartera. El décimo
toca al día siguiente y, tras el entierro de Max, don Latino se gasta el dinero
en la taberna y paga la deuda de la noche anterior, mientras la mujer y la hija
de Max Estrella se suicidan.
Estructuralmente
la obra es redonda, cerrada; las palabras de Max, al principio, serán
vaticinadoras del final
Max.-
[...] Podemos suicidarnos colectivamente»
Madame Collet.-
A mí la muerte no me asusta ¡Pero tenemos una hija Max!
[...]
Max.-
[...] Es una lástima la obcecación de Claudinita. Con cuatro perras de carbón,
podríamos hacer el viaje eterno.
El
trasfondo real de esta “odisea” es un viaje dantesco de Max Estrella, poeta
andaluz guiado por Latino de Híspalis, durante la noche por diferentes lugares
de Madrid, representantes de toda la sociedad española de principios de siglo.
Como en la Divina Comedia, la mayoría de personajes con los que se encuentra
son reales, coetáneos de Valle-Inclán, Max Estrella es la figura de Alejandro
Sawa, poeta que murió pobre, olvidado, loco y ciego en Madrid en 1909.
Zaratustra representa al librero Pueyo, editor de los modernistas (Gálvez,
Rubén Darío, Dorio de Gadex). Tras el “Ministro” se esconde Julio Burell,
ministro que ayudó a los intelectuales de su tiempo. Otros están sacados
directamente de la literatura de Valle, para adoptar la figura de su creador y
asistir al entierro de Max Estrella, porque a diferencia de Dante, Max no logra
salir del infierno; así, abandonado a su suerte, sin recursos, sin
reconocimiento, decide morir. Es curioso que la ceguera le sobreviniera un año
antes de su muerte, como si no quisiera ver la caricatura en la que se había
convertido España, con sus políticos que querían, ante todo, figurar, con sus
administrativos inmorales, con sus bohemios inútiles, con gente sin fuerzas
para luchar, sin cultura, sin futuro. España entera se convierte en la
protagonista principal de Luces de Bohemia. Valle consigue una queja colectiva
por lo que, únicamente, el país como colectivo podrá salir de ese vivir
estúpido, frívolo, insolidario y angustiado (algo que un siglo después aún no
hemos entendido).
Al
ser un personaje colectivo no hay espacio para profundizar en él, pero esto a
Valle-Inclán no le interesaba; la finalidad principal es ironizar sobre la
situación a la que había llegado el país: los modernistas no viven en la
realidad sino que literaturizan la vida y rechazan la cultura oficial, la
realidad sociopolítica era propicia a la miseria material y moral. El autor no
añade vicios ni inventa costumbres, sólo los deforma para que la crítica sea
más evidente. En esta deformación reside el esperpento por eso Max Estrella,
poeta arruinado, casi indigente, se expresa con un lenguaje refinado, con
latinismos e ironías que requieren cierto nivel cultural para entenderlas. Max
es un esperpento residente en una situación esperpéntica, en la que, por supuesto,
todos los personajes son esperpentos. Sólo el preso político y la madre del
niño muerto están vistos desde una óptica real para reforzar la reflexión
amarga sobre el país.
En
esta sátira el tema de la muerte y el suicidio son fundamentales; el pesimismo
propio de la generación del 98 ante el problema de España no sólo es evidente
sino hiperbólico.
El
problema mayor es la decadencia cultural, la imposibilidad de la vida literaria
en la sociedad española. No hay lugar para el genio creador ni para el que
quiere trabajar, sólo progresan los canallas. Situación esperpéntica, de la que
no nos hemos librado aún puesto que esta imagen deformada de España es la que
siguen teniendo en Europa.
Función de las acotaciones.
Luces de Bohemia es una obra teatral épica, por la
grandeza de sus recursos, por la visión global de España, que aparece en el
corto viaje de Max Estrella por Madrid, y por la demostración general de todo
tipo de vocabulario.
Valle
deja poca libertad a la hora de representar su texto teatral, de hecho, el
lector puede imaginar, gracias a las acotaciones, todo lo que tiene lugar en
escena y, en algunos casos en los que se vale de ticoscopias, fuera de ella;
mediante las ticoscopias amplía los límites del escenario y crea un espacio
para acciones que no pueden desarrollarse materialmente en las tablas
...Ante
el mostrador, los tres visitantes, reunidos como tres pájaros en una rama,
ilusionados y tristes, divierten sus penas en un coloquio de motivos
literarios. Divagan ajenos al tropel de polizontes, al viva del pelón, al
gañido del perro...
Asimismo
utiliza los deícticos para delimitar los lugares de la acción, organizar los
movimientos y la estructura espacial de la proxémica
...Entra
un vejete asmático, quepis, anteojos, un perrillo y una cartera con revistas
ilustradas. Es don catalino de híspalis.
Detrás, despeinada, en chancletas, la falda pingona, aparece una mozuela: claudinita.
Las
acotaciones de Luces de Bohemia dotan
a la representación de polifonía informativa gracias su carácter funcional. A
veces cargan la importancia en los gestos de los personajes, pues aportan más
información al espectador que las propias palabras
El
librero, al tiempo que habla, recoge el atadijo que aún está encima del
mostrador, y penetra en la lóbrega trastienda, cambiando una seña con don latino. Reaparece.
Otras
veces van cargadas de sinestesias que, unidas a las cosificaciones, mezclan
humorísticamente lo lírico y lo real, adoptando todo un aire prosaico
Zaguán
en el Ministerio de la Gobernación [...] Aire de cueva y olor frío de tabaco
rancio [...] Policías de la Secreta —hongos, garrotes, cuellos de celuloide,
grandes sortijas, lunares rizosos y flamencos— [...] hay [...] un pollo
chulapón de peinado reluciente, con brisas de perfumería, que se pasea y dicta
humeando un veguero [...] Dando voces, la cabeza desnuda, humorista y lunático,
irrumpe Max Estrella [...] Detrás asoman los cascos de los guardias. Y en el
corredor se agrupan, bajo la luz de una candileja, pipas, chalinas, y melenas
del modernismo.
En
general, las acotaciones funcionan como verdaderos textos narrativos con
finalidad estética, incluso simbólica que, aunque facilitan la puesta en
escena, influyen sobre todo en la construcción imaginaria del lector, esto es
una característica del estilo esperpéntico.
En
ocasiones son explicaciones propias de un narrador omnisciente que ayudan a
caracterizar al personaje
Don
Latino interviene con ese matiz del perro cobarde, que da su ladrido entre las
piernas del dueño.
o
caracterizan al personaje, animalizándolo con el fin de denunciar la vida del
pueblo
Escapa
la chica salvando los charcos con sus patas de caña.
o lo
hacen desaparecer mediante juegos de palabras
Máximo
Estrella y don Latino de Híspalis, sombras en las sombras de un rincón...
En
ocasiones las acotaciones utilizan la descripción para introducir al espectador
en sucesos anteriores
Sale
de la tiniebla el bulto del hombre morador del calabozo. Bajo la luz se le ve
esposado, con la cara llena de sangre.
Y
casi siempre son verdaderos poemas que se mezclan con líricas descripciones
para dar a conocer los sentimientos el autor
...Faroles
rotos, cerradas todas, ventanas y puertas. En la llama de los faroles un igual
temblor verde y macilento. La luna sobre el alero de las casas, partiendo la
calle por medio.
De
tarde en tarde, el asfalto sonoro [...] Soldados Romanos. Sombras de
Guardias...
En
general las acotaciones contienen bastantes expresiones subjetivas, por lo que
más que acotaciones son connotaciones de sus emociones
Sobre
las campanas negras, la luna clara [...] A lo largo del coloquio se torna
lívido el cielo [...] Remotos albores de amanecida [...] Despiertan las porteras.
Y,
por supuesto, no debemos olvidar el humor negro, hiperbólico que aparece en
aquellas acotaciones cuya finalidad es intensificar el esperpento mostrado en
los diálogos
Aparece
en el marco de la puerta el cochero de la carroza fúnebre: Narices de borracho,
chisterón viejo con escarapela, casaca de un luto raído, peluca de estopa y
canillejas negras.
Tampoco
podemos pasar por alto aquellas que aluden, poéticamente, a la identificación
del autor con uno de sus personajes novelescos, quien, rizando el rizo, aparece
en el entierro de otro personaje teatral
...el marqués, benevolente, saca de la capa
su mano de marfil y reparte entre los enterradores algún dinero.
Ante
esto llegamos a la conclusión de que el texto dramático de Luces de Bohemia tiene un protagonismo desmedido; es una obra
teatral que se va componiendo perfectamente en la mente del lector. El léxico
es de una riqueza enorme y gran variedad; podemos encontrar palabras típicas
del calé como «chanelar» (entender), «cañí» (gitano), «cate» (golpe), «dar mulé» (matar),
«gachó» (hombre), «parné» (dinero), «pirante» (juerguista), «manque»
(yo)...; voces típicas madrileñas como «vivales»
(fresco, desaprensivo), «rezumar el
ingenio» (caspa en los hombros), «naturaca»
(naturalmente); expresiones populares «sombrerera»
(cabeza), «tabernáculo» (taberna),
«rufo» (chulo), «pájara» (astuta), «pan de
higos» (partes sexuales de la mujer), «pescarla»
(emborracharse), «pindonga» (mujer
callejera), «iluminado» (borracho), «fiambre» (cadáver), «dar un mitin» (armar jaleo)... y
vocabulario mitológico como «Estigia», «Buey
Apis», «Artemisa, «Mausoleo», junto a palabras cultas , en desuso como «albando»(muy caliente) o «kermés» (fiesta al aire libre). Además
encontramos el acortamiento propio de aquellas palabras que el pueblo utiliza a
diario: «la propi», «la Delega», «un pipi»
(pipiolo), «un jipi» (jipijapa –
sombrero panamá), «la Preve»
(Prevención). Este acortamiento, con expresiones irónicas, permite un uso
humorístico:
El Capitán
Pitito.- ¡Por borrachín, a la Delega!
Max.-
¡Y más chulo que un ocho! Señor Centurión, ¡yo también chanelo el sermo
vulgaris!
Encontramos
definiciones que funcionan como greguerías lúgubres: «La muerte(es), una carantoña ensabanada que enseña los dientes».
Hay
expresiones costumbristas que hacen algo humorístico de situaciones amargas:
El sereno.-
Camine usted
Max.-
Soy ciego
El sereno.-
¿Quiere usted que un servidor le vuelva la vista?
Max.-
¿Eres Santa Lucía?
El sereno.-
¡Soy autoridad!
Max.-
No es lo mismo
Asimismo
en las citas literarias de Max aparecen alusiones metateatrales (a Ibsen,
Calderón) y líricas, en las que se deja ver el desprecio a todos al
considerarse a sí mismo el primer poeta de España, infravalorado (teniendo en
cuenta que Max es un trasunto de Alejandro Shaw, la crítica social es feroz).
Dorio de
Gádex.- Maestro, preséntese usted a un sillón de la Academia.
Max.-
No lo digas en burla, idiota ¡Me sobran méritos! Pero esa prensa miserable me
boicotea. Odian mi rebeldía y odian mi talento. Para medrar hay que se
agradador de todos los Segismundos [...] ¡Y soy el primer poeta de España! ¡Y
ayuno! [...] ¡Y no me parte un rayo! ¡Yo soy el verdadero inmortal, y no esos
cabrones del cotarro académico! ¡Muera Maura!
Está
claro que el vocabulario es rico, connotativo y amplio; las metáforas,
metonimias y animalizaciones consiguen a veces arrancarnos una sonrisa, por la
ironía que encierran
Max.-
Don Latino de Híspalis: Mi perro
Y
otras veces, nos hacen pensar, con horror, en el embrutecimiento al que puede
llegar el español, capaz de ver en un mismo plano pérdidas materiales y la
muerte de un niño
El tabernero.-
El pueblo que roba en los establecimientos públicos, donde se le abastece, es
un pueblo sin ideales patrios
Madre del
niño.- ¡Verdugos del hijo de mis entrañas!
Un albañil.-
El pueblo tiene hambre
El empeñista.-
Y mucha soberbia
Madre del
niño.- ¡Maricas, cobardes!
Una vieja.-
¡Ten prudencia, Romualda!
Madre del
niño.- ¡Asesinos! ¡Veros es ver al verdugo!
De
lo que no hay ninguna duda es del ritmo ágil de los diálogos, que contrasta con
la lentitud y minuciosidad de las acotaciones. Esta rapidez en los parlamentos
le aporta velocidad al tiempo en el que se desarrolla la acción, una noche es
suficiente para dar un repaso a esa España atrasada, para reír ¿por qué no?,
llorar y morir.
DON FILIBERTO.- !Para ustedes no hay nada
respetable: iMaura es un charlatán!
DORIO DE GADEX.- El Rey del Camelo!
DON FILIBERTO.- Benlliure un santi
boni barati!
DORIO DE GADEX.- Dicho en valenciano.
DON FILIBERTO.- Cavestany, el gran
poeta, un coplero.
DORIO DE GADEX.- Profesor de guitarra
por cifra.
DON FILIBERTO.- Qué de extraño tiene
que mi ilustre jefe les parezca un mamarracho!
DORIO DE GADEX.- Un yerno más.
No
sólo la ironía puebla las páginas del texto, el absurdo llega a límites
insospechados; si en la librería de Zaratustra, éste mantiene un diálogo con
los animales (ratón, gato y perro), en el entierro de Max, el periodista
anarquista Basilio Soulinake proporciona una imagen surrealista haciéndose pasar
por médico para impedir que se lleven el féretro.
MADAMA COLLET.- ¡Y si no estuviese
muerto!
LA PORTERA.- ¿Que no está muerto?
Ustedes sin salir de este aire no perciben la corrupción que tiene.
BASILIO SOULINAKE.- ¿Podría usted
decirme, señora portera, si tiene usted hecho estudios universitarios acerca de
medicina? Si usted los tiene, yo me callo y no hablo más. Pero si usted no los
tiene, me permitirá de no darle beligerancia, cuando yo soy a decir que no está
muerto, sino cataléptico.
LA PORTERA.- ¡Que no está muerto! ¡Muerto
y corrupto!
Indudablemente
el humor no deriva sólo de las palabras, la situación escénica es fundamental:
la esposa y la hija estaban abrazadas, fundidas en el dolor cuando la portera
aparece resollando para anunciar que está abajo la carroza fúnebre. El toma y
daca de ahora cogemos al difunto, ahora lo dejamos, unido a los gestos de dolor
de la familia con los de incredulidad de la portera conforman un cuadro
esperpéntico, surrealista, digno de una escena cinematográfica más que teatral,
por la movilidad de personajes. De hecho, Luces
de Bohemia está considerada el primer esperpento, voz tomada del habla
popular para designar lo feo, lo llamativo por escaparse de la norma, lo
ridículo o grotesco. A partir de 1924, año en que aparece esta obra, esperpento
designa un nuevo subgénero literario, el que devuelve una visión deformada de
la realidad. Podemos encontrar, en el cine español, películas como El verdugo, de Berlanga o Así es Madrid de Luis Marquina. Incluso Luces de Bohemia fue llevada al cine en
1985, protagonizada por Paco Rabal, Fernán Gómez e Imanol Arias entre otros.
(Aunque el elenco de actores era formidable, la película no funcionó. Como
tantas otras veces, segundas partes no fueron buenas. Y es que pocas obras
teatrales pueden igualar a Luces de bohemia, no en vano la Academia concede los
premios Max de las Artes Escénicas desde 1998.
¡Bravo!
ResponderEliminarAhora estoy ansioso por leerlo. La ansiedad es uno de los efectos secundarios de este blog :)
¡Cuánta literatura y qué poco tiempo!
Tienes razón.No hay tiempo para todo, pero lo importante es elegir algo y disfrutarlo, exprimirlo al máximo y protagonizar nuestra propia historia.
EliminarAhora, más que nunca, ¡Seguimos leyendo!