Compré
Las mil y una historias de A.J. Fikry porque me gustó lo que leí en la
contraportada «Esta es una historia de
genuino amor libresco, destinada a todos aquellos que abren los libros para
oler sus páginas y acarician el lomo cuando los dejan en la estantería». La
portada también me atrajo aunque me hizo sospechar que iría dedicada al público
juvenil.
Y,
efectivamente, este es uno de los casos en que he acertado de pleno. La novela,
si hubiera que elegir un calificativo, es maravillosa, con la acepción que se
da a los cuentos maravillosos, es decir perteneciente a un mundo donde lo
imposible parece posible.
Y no
es que en ese mundo exista magia, habiten duendes, hechizos o genios buenos o
malévolos, es que Alice Island, lugar donde ocurren los hechos, evoca un
universo ingenuo y deslumbrante donde todo está tocado por un punto fantástico.
A.J.
Fikry es un joven librero algo atípico. Atormentado desde la muerte de su
esposa en un accidente de tráfico, regenta la librería, en la que habían puesto
sus sueños cuando se casaron, con un carácter duro, huraño, sin concesiones a
nada ni a nadie, ni siquiera a él mismo. Pero un día aparece en el local una
niña pequeña que lo cautiva de tal modo que, ya a las veinticuatro horas, le
propone a la policía adoptarla. La niña se llamará Maya Tamerlán, en honor a un
libro valiosísimo de Poe, que le acaban de robar.
Maya
conseguirá que su padre se relacione con el pueblo, abra las puertas de la
librería para actos culturales y se case con Amelia, una representante de la
editorial Pterodactyl, de la que se enamora. Cuando A.J. Fikry consigue tener
una vida plena y feliz, Maya se convertirá, por razones del destino, en el hada
protectora de Amelia, su madre desde hace años, con quien abandonará el pueblo
una vez se aseguran dejar la librería en manos del buen policía Lambiase y su
nueva mujer Ismay, cuñada de Fikry. Los poderes benefactores de la librería
seguirán actuando en Alice Island.
Creo
que cuando Gabrielle Zevin escribió Las mil y una historias de A.J. Fikry no
se planteó si los hechos podían suceder realmente en un lugar; simplemente
elaboró una historia en la que el verdadero protagonista es el libro en
general, y la novela en todas sus acepciones en particular. Y puesto que a un
relato todo le viene bien, no nos planteamos que el carácter de Fikry cambie
tan pronto, o que la niña se adapte maravillosamente a su nuevo hogar y padre,
o que éste pueda adoptarla sin ninguna dificultad, o que el policía anteponga
su amor a la investigación de un robo, o que nadie en el pueblo se cuestione la
“rara” actitud del escritor que acude a la librería a firmar libros, o que el
marido malísimo de Ismay muera en un accidente de coche, igual que le ocurrió a
su hermana, para solucionar la vida de dos personas. Los sucesos de la novela
forman un conjunto perfectamente coherente dentro de ese relato imaginario.
La
estructura de la novela es totalmente original. De hecho, lo que más nos hace
pensar son los comentarios que A.J. Fikry, a modo de dedicatoria, realiza a
Maya en los libros que abren los capítulos.
Los
autores de dichos libros o relatos, son, en general, los grandes de la
literatura de habla inglesa, y Fikry escribe algún recuerdo de ese libro, que
el lector puede ver conectado al argumento. De ahí Las mil y una historias de A.J. Fikry. Son trece capítulos,
encabezados por trece títulos diferentes y doce autores, pues Roald Dahl, no
podía ser otro, abre y cierra la novela, incluso en este matiz se da la
estructura cerrada, por lo que de ningún modo podemos separar a estos autores
con sus obras de la propia novela. Los trece capítulos están divididos a su vez
en dos partes, en la segunda observamos una cierta diferencia. Maya es
adolescente, más independiente, demuestra que puede ser autosuficiente, mientras
que A.J. empieza a deteriorare. Indicio que, al final de la novela,
certificaremos como consecuencia del transcurrir de la vida.
El
primer capítulo Cordero asado conecta
con Las mil y una historias... de la
forma más sencilla, también A.J. se prepara la cena a partir de carne
congelada, pero esto es una excusa para identificarse con la soledad de la
protagonista del relato de Dahl.
El
segundo, Un diamante tan grande como el
Ritz, novela corta del perteneciente a la generación perdida americana F.
Scott Fitzgeral, alude a la pérdida millonaria que Fikry sufrió con el robo de
su Tamerlán.
El
tercer capítulo, La fortuna de Roaring
Camp, de Bret Harte, pone en paralelo la adopción de Maya con la del bebé
indígena al que el campamento minero pone por nombre “Fortuna”.
Todo un mundo, del maestro actual del relato corto
norteamericano, Richard Bausch, presenta a una niña que vive sola con su abuelo
y debe saltar el potro en una exhibición del colegio. Asimismo Maya va
aprendiendo nuevas cosas con su padre.
Un hombre bueno es difícil de
encontrar, de la
escritora Flannery O’Connor alude a como Fikry encuentra a Amelia, con la que
conecta y descubre su personalidad a través de los libros que lee.
La célebre rana saltarina del condado
de Calaveras está
considerada como una historia humorística de Mark Twain, aunque personalmente
creo que es cruel y despiadada —puede que el humor del siglo XIX fuera muy diferente
al actual—, sin embargo Zevin, la une a su novela a través del nombre del
protagonista: el falso predicador Leónidas Smiley tiene algo de irrisorio del
falso escritor Leon Friedman, quien protagoniza un suceso deleznable en Island
Books.
Para
el día en que se casan A.J. y Amelia, día en el que el infiel Daniel muere en
un accidente de coche cuando regresaba a su casa con su mujer Ismay, Gabrielle
Zevin ha elegido, oportunamente como relato referencial, Las chicas con sus vestidos de verano, de Irwin Shaw.
La
segunda parte se abre con alusiones al futuro, de ahí que la feminista y
activista contra la guerra Grace Paley sea la encargada de recordarnos, en Una conversación con mi padre, la mejor
manera de escribir una historia. Al igual que los protagonistas de Paley, A. J.
y su hija no se ponen de acuerdo, Maya comienza a dar señales, con sus catorce
años, de inconformismo e independencia.
J.
D. Salinger relata el suicidio de un joven en Un día perfecto para el pez banana. De la misma forma, en este
capítulo, Maya queda finalista en un concurso de relatos con Un viaje a la playa donde imagina cómo y
por qué su madre biológica Marian Wallace tuvo que abandonarla para ahogarse
después en el mar.
El corazón delator, de E.A. Poe, da pie a que el policía
Lambiase descubra el paradero del Tamerlan.
Aimee
Bender escribió en 2005 un cuento tristísimo sobre el dolor de ser diferente, Cabeza de plancha, que recuerda al
horror que tuvo que padecer Marian Wallace al darse cuenta de que para que su
hija pudiera sobrevivir ella debería desaparecer.
Uno
de los hombres clave del Realismo Sucio norteamericano, Raymond Carver, es el
elegido para que, al leer De qué hablamos
cuando hablamos de amor, Maya y Amelia recuerden el amor y la unión tan
fuerte que tuvieron con A.J.
Por
último, cierra Roald Dahl la novela con El
librero, no podía ser otro, para recordarnos que mientras existan libros
existirá la vida porque los libros permitirán conectar con todo lo demás a
quienes se rodeen de ellos.
Una
estructura redonda, un argumento redondo que se lee fácilmente. Las
descripciones son acertadas a pesar de ser escuetas «Tiene más de sesenta años y, aunque no está gorda, le cuelga la piel,
como si con el tiempo se le hubiesen encogido los huesos. Sus dedos siempre
enjoyados parecen tener una articulación de más».
También
los diálogos, breves, son propicios para destacar el humor, la inocencia, o la
bondad de los personajes
—¡Hola,
preciosa! ¿Cómo estás?
—Adoptada
—responde ella
—Caramba,
qué palabreja —Lambiase mira a A.J.—
[...]
—[...]
Además creo que yo debería ser su padrino —dice Lambiase
—¿Y
eso qué implicaría exactamente?
—A
ver, pongamos que tiene doce años y la pillan robando en unos almacenes. yo
podría mover algunos hilos
—Maya
nunca haría algo así.
—Eso
piensan todos los padres —afirma Lambiase—. Básicamente, yo te echaría una mano
Sin
embargo los diálogos serios que marcan las relaciones son muy flojos, por lo
que no profundiza. Los personajes son bastante planos; es cierto que
evolucionan, pero llegamos a esa conclusión casi de improviso, apenas podemos
reflexionar en los cambios, incluso algunos de esos cambios parecen
introducidos de forma poco natural. Es ahí donde tenemos la impresión de estar
ante literatura juvenil, los hechos ocurren y no se cuestionan. El paso del
tiempo, como en los cuentos, se marca directamente. «Se desviste con la luz encendida. Quiere que vea cómo es una mujer de
cincuenta y un años». De hecho, el estilo del cuento que escribe Maya, con
catorce años, es el mismo que el del resto de la novela. Aun así, creo que se
puede leer, las dedicatorias de A.J. a su hija son maravillosas y nos revelan
todo lo que necesitamos saber del protagonista
Un
día a lo mejor consideras la posibilidad de casarte. Elige a alguien que piense
que eres la única persona que hay en la habitación.
Nos
recuerdan todo lo que podemos extraer de la literatura
Sabes
todo lo que necesitas saber de una persona con la respuesta a la pregunta:
¿Cuál es tu libro preferido?
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