sábado, 1 de julio de 2023

TRABALENGUAS PARA MUDOS

Nuestro mundo no tendría lugar sin palabras; ellas forman relatos que representan nuestra razón, que nos refieren como seres humanos; sin ellas no existirían las relaciones sociales por lo que el pensamiento se destruiría y también, por supuesto, las ideas. Paco Santos lo sabe y escribe un libro en el que la importancia de la palabra está en consonancia con el ser humano. También lo sabe Rubén Toledano pero al ser consciente de que «con las palabras puede tejerse un sudario de muerte», le encarga a un corazón puro un poema capaz de llegar al origen de la palabra y formado por «palabras con las que Dios creó el mundo».

En Trabalenguas para mudos, Alonso Toledano no mantiene relaciones, no piensa, no tiene palabras, no las oye, se deja llevar por gritos de terror, de ahí que a su alrededor sólo exista destrucción. A Alonso se le ha privado del don de la palabra, tampoco puede recordar, sólo oye sonidos sin significado estipulado.

La historia comienza treinta años antes de los hechos que se narran en el devenir de la novela; esto permite a los lectores conocer mejor el argumento: El pequeño Diego Toledano murió al caer por la escalera de su casa. En ese momento también estaban su hermanastro Alonso, sus padres, Rubén y Lizabeta, el rabino Abe Nami y una sirvienta; nadie puede certificar exactamente lo ocurrido por lo que el inspector Lago, encargado del caso, continúa acumulando notas durante más de veinte años, hasta que se jubila, porque cree que hay algo muy oscuro detrás de todo, «La señorita Naranjo expresa su estupor ante el grito proferido por la madre del niño […] “Monstsruo”».

Nada es lo que parece. Tampoco la historia. El génesis tuvo lugar bastante antes. El inspector Gardel, llevado por la curiosidad, seguirá los pasos de Lago para aclarar los hechos. Al mismo tiempo, un escritor ignorado escribe una novela, El cabalista descabalado, en la que esos hechos aparecen no como parte de la realidad sino de la ficción de su autor.

Treinta años dan para mucho y en ellos Paco nos embarca en una aventura que nos lleva a Praga, Filadelfia y hasta una isla exótica donde nos saca de nuestro estado de confort para meternos de lleno en la novela de la novela en la que un protagonista no puede comunicarse con palabras pero consigue enloquecer a su autor, «Rubén Toledano era de carne y hueso, sí, pero por sus venas corría mi tinta […] ¡Yo soy tu señor!».

Cuatro vías informativas abre Paco Santos: la del narrador de Trabalenguas para mudos, que no es la misma de la del poema Trabalenguas para mudos, la de los informes policiales y la del escritor de El cabalista descabalado.

La metaliteratura está presente en la novela de Paco, algo que permite a los personajes pasar de una historia a otra; Alonso está autorizado a cambiar de actitud según si es o no paciente del hospital psiquiátrico. Como enfermo al cuidado del doctor Altobelli, el escritor anónimo dará muestras de su pérdida de razón. El inspector Gardel nos llevará a Rosita, la viuda del inspector Lago, que desvelará asuntos clave en el caso sólo descifrables por los lectores que navegamos en este caos; porque la novela es como un río que fluye para traer recuerdos que empezaban a olvidarse, para que seamos conscientes de que todo vuelve, de que podemos caer en el mismo lugar y en las mismas circunstancias. La historia de Trabalenguas para mudos trae la recuperación del pasado, un pasado peligroso al que volvemos constantemente porque en realidad no se ha ido. La vida es un oscuro misterio que sólo adquiere sentido a través de la palabra en el proceso de la escritura.

En realidad es lo que sobrevive al ser humano; es lo que ayuda a comprender qué es lo que vemos. Las palabras crean un mundo alternativo y en esa otredad aparecen expresiones difíciles de pronunciar que forman un mundo heredado, de historia más o menos incierta pero aceptada. Los trabalenguas constituyen parte de ese mundo; algunos carecen de sentido, como los sonidos que oye Alonso, por lo que es incapaz de mantener una relación real en el mundo real «y se lanzó a la carrera hacia su compañero de juegos […] Pero Alonso, su hermanastro, no se inmutó por más que intentase desasirlo de las piernas del rabino».

Alonso es un ser fantástico, creado por el afán de un hombre para convertirse en dios. Y todas las creaciones de aquellos que se consideran por encima del bien y del mal, capaces de concebir algo a su imagen y semejanza, no salen bien; normalmente se rebelan contra su creador al no sentirse igual a él. Adán se rebeló ante la vida otorgada. También el monstruo de Frankenstein tuvo efectos desastrosos. El Golem, fabricado para defender a los judíos, ha sido su pesadilla a pesar de que la cábala intente explicar la relación entre Dios y su creación. Porque en el fondo, Adán, el Golem, Frankenstein, Alonso, son autómatas, símbolos del automatismo de los hombres que se pronuncian contra la soberbia del ser humano cuando se cree con derecho a hacer lo que le está vedado.

A través de la narrativa de Paco Santos exploramos su propio universo, en el que la parodia se ofrece como alternativa con identidad propia que a su vez puede ser la identidad del autor, algo compleja, ya que con su palabra desacraliza el marco especial en el que se desarrolla la novela: «Y entonces ese hombre, pretérito jefe mío e idiota vitalicio, comenzó a hablarme de la crisis de la edad, de las bondades del ciclismo y de la oportunidad de reencontrarme con mi niño interior […] No dejé de sonreír al mentecato con tanta cortesía como le sonrío a usted»

En el estilo inconfundible encontramos comparaciones irónicas de esos seres semejantes a dios «tan grácil como el granito»; expresiones hiperbólicas imposibles «en las márgenes de ese río en bancarrota de truchas»; expresiones escatológicas, que definen al loco cuyo libro no es aceptado, salpicadas de vocabulario culto y formal impropio de situaciones cotidianas «¡Todo menos chupársela, doctor […] No lloriquee usted, comemierda […] la exención de mi inminente venganza»; acumulación de aclaraciones que enredan (mediante la lectura) aún más la mente enredada de escritores ignorados con antónimos, sinónimos contextuales, enumeraciones, encadenamiento de ideas y similicadencias «El cabalista descabalado es (de momento) una obra omitida y yo permanezco (por ahora) maniatado, amordazado y a buen recaudo […] despierto […] adormecerme […] Garín de la Mota, que mota de polvo será […] doctor Sífilis Causa por la Universidad Putatiense».

Las escenas más rocambolescas de Trabalenguas para mudos permiten la reflexión sobre la condición humana y la sociedad disparatada en la que vivimos.

Por eso encontramos, entre los subtemas, los problemas que debe afrontar un escritor: «los plazos habituales […] de las editoriales, […] los tediosos prolegómenos para acordar las condiciones del contrato […] las pruebas de las galeradas […] la distribución nacional e internacional»; la calidad de lo publicado en general «con el fin de arrancar las últimas páginas de los libros mediocres (que equivalen casi a la totalidad)»; el interrogante sobre qué es más real, el mundo en que vivimos o el creado en la imaginación, ¿vivimos con quienes nos rodean o con lo que pensamos de ellos? «doctor García García, alias Secuaz Secuaz […] doctor García García, alias Esbirro Esbirro […] doctor García García, alias Compinche Compinche […] doctor García García, alias Bellaco Bellaco […] doctor García García, alias Rastrero Rastrero […] el Omisionista».

Vivimos en un mundo en el que la palabra ya no es fuente de verdad y los creadores de palabras son prescindibles, olvidados por los que se sienten superiores. Un mundo en el que entender la palabra supone un esfuerzo, por eso el creador de Alonso prefiere aleccionarlo con sonidos aterradores; su respuesta, efectiva, siembra la destrucción a su paso.

Los nombres pueden variar, Adán, el Golem, Frankenstein, Alonso, Bocajarro… da igual, seguirán aniquilando porque han sido creados no desde el amor sino desde la soberbia de la exclusividad. Cuando Rubén Toledano es consciente de eso intenta que alguien ínfimo, bondadoso, conforme su propio Golem, el Trabalenguas para mudos. La diferencia entre < y Paco Santos es que la creación de éste está dotada del alma de su autor.

3 comentarios:

  1. Muy agradecido por el exhaustivo análisis del TRABALENGUAS. No cabe mayor ilusión para un escritor que descubrir que su obra es leída con tanto cariño.

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  2. No pude resistir a leerte, todavía no me llegó el libro y necesitaba pistas fiables para saber "de qué va".

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