De nuevo gracias a Babelio porque, a través de su Masa
Crítica, me ha dado la oportunidad de conocer a autores nuevos. He disfrutado
el libro y voy a pasarlo a alguien muy importante para mí para que lo disfrute.
Este libro es un libro para Amaya, no
es que ella se parezca a Úrsula aunque comparten preocupaciones e inquietudes
por hacer lo que creen que está mejor. No se dejan llevar por trivialidades,
por modas superfluas ni cosméticos avanzados. Se preocupan por su bienestar
interior, por hacer más fácil la vida a los que tienen a su alrededor. Úrsula,
como Amaya, son mujeres que tienen un sueño laboral mientras hacen bien su
trabajo; mujeres a las que les gusta pasear por la calle, por el parque cercano
a su casa y se fijan en todo, sienten cada olor, cada objeto que las rodea y lo
viven porque su sensibilidad está a flor de piel. Úrsula es traductora y en sus
ratos libres, sueña e intenta escribir una novela «MMM… Quizá debería intentar escribir una novela histórica… Quizá… Un
caso de asesinatos y trepidante intriga en el Antiguo Egipto». Es soltera.
Amaya es profesora y todo el tiempo,
libre y ocupado, lo dedica a que su familia sea feliz y sueña con un futuro
ideal para sus hijos. Ambas tienen amigas con las que pueden contar y son
imprescindibles para ellas. Son de gustos sencillos y se emocionan con
cualquier detalle que una amiga, o la propia naturaleza, tenga con ellas.
Úrsula es una sufridora nata, e incapaz de decir que no a quien quiere aunque
ella salga perjudicada; puede quedarse con el perro de una amiga los días en
que esta esté fuera; puede aguantar a su hermano los días que él decida que se
va a quedar en su casa. El hermano de Úrsula es el único personaje de Las
locuritas de Úrsula con el que no empatizamos. Es un vividor, machista,
creído de sus tonterías, de mente plana; es capaz de no calentarse la cabeza
con problemas porque su personalidad es superficial. Y a eso se dedica. A
hacerse la vida más fácil «Sinceramente,
huyo tanto del tema que preferiría no estar pensando esto ni si quiera.
¡Borrar, borrar! venga, piensa en algo agradable. En dinero o algo así…».
Esta es la mayor diferencia entre
Amaya y Úrsula. Amaya tiene un hermano maravilloso. Como ella.
Sergi
Puyol ha realizado esta novela gráfica estupenda y
ha dado en el clavo. La imagen de Úrsula ya nos dice mucho de su personalidad,
pero al leerla, encontramos la intimidad de Úrsula y nos gusta. Úrsula se hace
de querer con sus convicciones y sus dudas, con los consejos que ofrece a sus
amigas aunque a ella, seguirlos le cuesten pesadillas. Úrsula es humana,
sensible y crítica consigo misma, puede que la mayor crítica con la que se va a
encontrar, «Esto es espeluznante, pero no
en el sentido que esperaba».
Puyol ha escrito una novela gráfica
dividida en viñetas que pueden leerse por separado o en continuidad; si lo
hacemos así nos enteramos, paso a paso, del día a día de la protagonista. Si lo
leemos de manera suelta, cada página va titulada con el tema que luego tratará
Úrsula: echar de menos a su hermano, cuando este por fin se va, escribir una
novela de terror, dejarnos ver su “mundo interior” cuando lo expresa de manera
edulcorada a sus amigas para no hacerles daño…
La narrativa es muy visual aunque el
texto escrito es importante y ayuda a darle movimiento a las viñetas pues los
dibujos son más bien estáticos, algo que ayuda a entender el lento día a día en
el que la actividad más importante es la que realiza el cerebro. Hay alguna
onomatopeya: ja ja ja, bla bla bla
pero no es lo que predomina. Úrsula y sus amigas son creíbles, mujeres jóvenes
que habitan en un contexto social medio y poseen cierta formación e inquietud
cultural.
La lectura del cómic es sencilla pues
la estructura de la página es bastante regular: Dividida en tres partes, cada
una de ellas se distribuye a su vez en dos o tres viñetas que se leen como la
escritura, de izquierda a derecha. El estilo es realista, algo caricaturesco,
que favorece la idea que tenemos de la personalidad de los personajes; eso es
lo que importa realmente. El color da vida a las viñetas y cierta alegría a la
vida de los protagonistas, en la que vemos cómo va evolucionando, con sus dudas
constantes, hasta tener confianza en sí misma, superar sus fobias y valorarse
como debe. Es una historia clara, con principio, desarrollo y final. Es un personaje
creíble; sus amigas también y, aunque nos pese, también el hermano es creíble,
quiere parecer fantástico pero suena impostado.
Los dibujos comunican una ambientación
caótica, descuidada, reflejo de sus experiencias en las que nimias obsesiones
no la dejan creer en sí misma. Los lectores conectamos desde el primer momento.
Las lectoras seguro porque encontramos en su intimidad algo de nosotras mismas.
Contrariamente a lo que podría parecer, al no haber calles entre las viñetas
tenemos la sensación de claridad, de continuidad con el pensamiento de Úrsula,
que no para. En los dibujos encontramos primeros planos, que resaltan la ironía
con la que la protagonista vive la convivencia con su hermano. La ausencia de
mirada en sus amigas, tapados los ojos por las gafas, da el protagonismo
absoluto a Úrsula.
Encontramos planos americanos cuando
el autor quiere resaltar la relación de Úrsula con el contexto; y plano de
detalle para enfocar algunos vínculos como los establecidos por el móvil, donde
lo que decimos no tiene el filtro de la comunicación directa «No lo conoces bien. Solo hace beber
cervezas todo el día, sentado en mi butaca juzgándome».
El arco narrativo de Las locuritas de Úrsula despierta conciencias al revelar las cotidianeidades y preocupaciones de una mujer de 40 años válida e insegura hasta que es consciente de su valía.



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