No
hay nada peor que la imposición de un pensamiento único porque el ser humano es
diferente en su conjunto y la mente es libre de pensar y razonar según se
presenten oportunidades. El problema, por tanto, de instaurar una opinión
exclusiva es que algunas personas se verían apartadas de la sociedad, cuando no
maltratadas, heridas, humilladas… (¡Hay tantos raros por el mundo!). Y aún hay
otro problema, el más importante, que los más débiles se quedarían sin razonar
y aceptarían porque sí, porque lo dice la mayoría, porque lo requieren las
leyes. Estos son quienes van a salir peor parados porque ni siquiera se van a
plantear nada, van a admitir cualquier cosa porque los demás lo hacen. Así pues
los más débiles de una comunidad serán aquellos que no ejerciten la mente, que
no lean, que no razonen, que no comparen porque no han sido enseñados desde
edades tempranas por ignorancia o porque es demasiado costoso; no olvidemos que
vivimos en la era de la comodidad.
Es
gracioso, bueno, al menos significativo que, cuando está demostrado que nuestro
país funciona mal, en general para el ciudadano medio y pobre —que va
aumentando de manera alarmante—, a la hora de votar, seguimos eligiendo las
mismas papeletas, aun habiendo dado antes, los hombres que en ellas aparecen,
muestras de corrupción o ineptitud. Creo que, en la mayoría de los casos, esto
ocurre porque nos cuesta leer todos los programas, razonarlos y poder votar en
consecuencia para luego quejarnos si no se cumple con lo prometido.
Esto
es sólo una pequeña muestra de por qué debemos ojear, de vez en cuando Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal.
Ya
realicé una reseña de La utilidad de lo inútil, y no
quiero pasar la oportunidad de recomendar este nuevo libro pues este autor,
Nuccio Ordine, que se ha convertido en uno de mis ídolos, en Clásicos para la vida aporta pequeños
fragmentos de grandes escritores que, desde la antigüedad hasta el siglo XX,
tienen entre sus libros más famosos opiniones sobre cómo deberíamos afrontar la
vida, para que sea vida para todos y no para unos pocos y para el resto,
esclavitud o tortura.
Este
profesor de la Universidad de Calabria nos recuerda cómo debemos defender la
creatividad, la capacidad de asombrarnos ante lo que nos rodea, evitando la
pusilanimidad, debemos defender la curiosidad frente a la apatía o al creernos
superiores, debemos albergar la belleza sólo por el mero hecho de que nos hace
felices y debemos conocer nuestro pasado para comprender el presente. Ordine
defiende la memoria histórica para imitar lo bueno y desechar aquello que nos
embrutece.
Sólo
al leer Clásicos para la vida ya he
apuntado algunos libros que no he leído y “debo” hacerlo. Por supuesto los
recomiendo todos, pero quién no tiene curiosidad de terminar El oráculo manual y Arte de prudencia de
Baltasar Gracián, tras saber lo que opina del conocimiento «Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose […] Es muy
tosca la ignorancia. No hay cosa que más cultive que el saber».
En
1532, un poco antes de morir Ludovico Ariosto, se publicó Orlando furioso, poema épico que recomiendo a tantos jueces que
ponen en duda a la mujer «…¿por qué causa
tiene castigo la mujer que ha amado a uno o varios, cuando el hombre yace con
cuantas se le antoja a su apetito y merece alabanza y no castigo?». Pues en
el siglo XXI, algunos seguimos preguntándonos lo mismo.
La
igualdad de la mujer ha sido proclamada durante toda la Historia. Creo que no
hay versos más bellos que los que Cyrano de Bergerac le recita a Roxana (por
boca del cadete Christian de Neuvillete
Pues
bien mirado, ¿qué diréis que es un beso?
Una
promesa firme, un juramento expreso.
[…]
Es
como respirarse un poco el corazón,
y
hacer que entre los labios el alma se desdoble
Y
en el siglo XIX, John Stuart Mill aboga por la abolición de la esclavitud
femenina «Tenemos el derecho de afirmar
que el hombre no ha podido adquirir acerca de la mujer […] más que un
conocimiento sobradamente incompleto y superficial, y que no adquirirá otro más
profundo mientras las mismas mujeres no hayan dicho todo lo que hoy se callan».
Pero
no podremos hablar si no se adquiere, desde pequeños —todos—, una personalidad
armónica, en la familia, en el colegio, en el instituto. No olvidemos lo que
Einstein afirmó en Sobre la educación
«Lo primero debería ser, siempre,
desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes
y no la adquisición de conocimientos especializados».
Hay
que partir desde pequeños para educar a toda la sociedad, pero como está claro
que ahora llegamos tarde, no estaría mal que el gobierno entero leyera Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift
y meditara sobre lo que ocurría en Liliput, donde se consideraba «el fraude como un delito más grave que el
robo».
En
fin, esto es sólo una muestra de lo que podemos encontrar en Clásicos para una vida, pero también
sería bonito —y deseable— que cada uno fuera capaz de construirse su pequeña
biblioteca ideal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario