jueves, 15 de febrero de 2018

CLÁSICOS PARA LA VIDA



No hay nada peor que la imposición de un pensamiento único porque el ser humano es diferente en su conjunto y la mente es libre de pensar y razonar según se presenten oportunidades. El problema, por tanto, de instaurar una opinión exclusiva es que algunas personas se verían apartadas de la sociedad, cuando no maltratadas, heridas, humilladas… (¡Hay tantos raros por el mundo!). Y aún hay otro problema, el más importante, que los más débiles se quedarían sin razonar y aceptarían porque sí, porque lo dice la mayoría, porque lo requieren las leyes. Estos son quienes van a salir peor parados porque ni siquiera se van a plantear nada, van a admitir cualquier cosa porque los demás lo hacen. Así pues los más débiles de una comunidad serán aquellos que no ejerciten la mente, que no lean, que no razonen, que no comparen porque no han sido enseñados desde edades tempranas por ignorancia o porque es demasiado costoso; no olvidemos que vivimos en la era de la comodidad.

Es gracioso, bueno, al menos significativo que, cuando está demostrado que nuestro país funciona mal, en general para el ciudadano medio y pobre —que va aumentando de manera alarmante—, a la hora de votar, seguimos eligiendo las mismas papeletas, aun habiendo dado antes, los hombres que en ellas aparecen, muestras de corrupción o ineptitud. Creo que, en la mayoría de los casos, esto ocurre porque nos cuesta leer todos los programas, razonarlos y poder votar en consecuencia para luego quejarnos si no se cumple con lo prometido.

Esto es sólo una pequeña muestra de por qué debemos ojear, de vez en cuando Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal.

Ya realicé una reseña de La utilidad de lo inútil, y no quiero pasar la oportunidad de recomendar este nuevo libro pues este autor, Nuccio Ordine, que se ha convertido en uno de mis ídolos, en Clásicos para la vida aporta pequeños fragmentos de grandes escritores que, desde la antigüedad hasta el siglo XX, tienen entre sus libros más famosos opiniones sobre cómo deberíamos afrontar la vida, para que sea vida para todos y no para unos pocos y para el resto, esclavitud o tortura.

Este profesor de la Universidad de Calabria nos recuerda cómo debemos defender la creatividad, la capacidad de asombrarnos ante lo que nos rodea, evitando la pusilanimidad, debemos defender la curiosidad frente a la apatía o al creernos superiores, debemos albergar la belleza sólo por el mero hecho de que nos hace felices y debemos conocer nuestro pasado para comprender el presente. Ordine defiende la memoria histórica para imitar lo bueno y desechar aquello que nos embrutece.

Sólo al leer Clásicos para la vida ya he apuntado algunos libros que no he leído y “debo” hacerlo. Por supuesto los recomiendo todos, pero quién no tiene curiosidad de terminar El oráculo manual y Arte de prudencia de Baltasar Gracián, tras saber lo que opina del conocimiento «Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose […] Es muy tosca la ignorancia. No hay cosa que más cultive que el saber».

En 1532, un poco antes de morir Ludovico Ariosto, se publicó Orlando furioso, poema épico que recomiendo a tantos jueces que ponen en duda a la mujer «…¿por qué causa tiene castigo la mujer que ha amado a uno o varios, cuando el hombre yace con cuantas se le antoja a su apetito y merece alabanza y no castigo?». Pues en el siglo XXI, algunos seguimos preguntándonos lo mismo.

La igualdad de la mujer ha sido proclamada durante toda la Historia. Creo que no hay versos más bellos que los que Cyrano de Bergerac le recita a Roxana (por boca del cadete Christian de Neuvillete

Pues bien mirado, ¿qué diréis que es un beso?
Una promesa firme, un juramento expreso.
[…]
Es como respirarse un poco el corazón,
y hacer que entre los labios el alma se desdoble

Y en el siglo XIX, John Stuart Mill aboga por la abolición de la esclavitud femenina «Tenemos el derecho de afirmar que el hombre no ha podido adquirir acerca de la mujer […] más que un conocimiento sobradamente incompleto y superficial, y que no adquirirá otro más profundo mientras las mismas mujeres no hayan dicho todo lo que hoy se callan».

Pero no podremos hablar si no se adquiere, desde pequeños —todos—, una personalidad armónica, en la familia, en el colegio, en el instituto. No olvidemos lo que Einstein afirmó en Sobre la educación «Lo primero debería ser, siempre, desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes y no la adquisición de conocimientos especializados».

Hay que partir desde pequeños para educar a toda la sociedad, pero como está claro que ahora llegamos tarde, no estaría mal que el gobierno entero leyera Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift y meditara sobre lo que ocurría en Liliput, donde se consideraba «el fraude como un delito más grave que el robo».

En fin, esto es sólo una muestra de lo que podemos encontrar en Clásicos para una vida, pero también sería bonito —y deseable— que cada uno fuera capaz de construirse su pequeña biblioteca ideal.

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