No he leído Lágrimas en la lluvia, la primera novela de Bruna Husky, pero El peso del corazón tiene el sello de Rosa Montero. La escritura fluida,
la prosa sencilla, ágil, directa va desvelando a un tiempo el argumento y las
pasiones de la autora. La trama contiene todo aquello que la
caracteriza, el amor a la naturaleza, la ternura que despiertan los niños, la
independencia del ser humano, la necesidad del otro en medio de la soledad como
condición de la persona, la denuncia de la corrupción política, de la
desigualdad social o de la falta de libertad, el verdadero heroísmo de los que
parecen débiles en un principio y, por supuesto, la pasión por la vida.
El peso del
corazón
es una novela multidisciplinar pues contiene trazos de la épica, de hecho la protagonista
es una heroína que lucha, fiel a su señor, por una causa justa; las aventuras
llenan pues, las páginas del libro, consiguiendo despertar emociones en el
lector; al mismo tiempo estamos ante una novela de ciencia-ficción, todo se
desarrolla en el futuro, en un futuro tan creíble que a veces tenemos la
impresión de estar leyendo novela histórica; he encontrado grandes similitudes
entre Bruna y otra heroína de la autora, Leola, la niña que, en la Edad Media,
se viste de soldado para luchar contra el fanatismo en La historia del rey transparente. Leola, como la memoria de Bruna,
crea un mundo ideal en el que todos pueden aportar un complemento a los demás
para estar completos, para ser felices; la imagen del enano a hombros del
gigante es de ambos mundos, el real de Leola y el imaginario de Bruna. ¿Dónde
empieza lo imaginado y termina lo real? Es la eterna pregunta.
Cuando leí La Historia del rey transparente me impactó esa niña que en medio
de un campo de batalla, de la muerte y la desolación, recoge armaduras y
vestimentas de los muertos para sobrevivir, buscar a su familia y ser feliz; me
impactó después esa mujer que lo consigue en algunos momentos, es cierto, pero
ante todo cuando encuentra a su gigante León; de apariencia casi monstruosa y
personalidad bondadosa con quien comparte sus últimos momentos. Y aquí aparece
la otra eterna pregunta, ¿Qué es la felicidad? ¿Somos felices?
Al leer El peso del corazón me ha conmovido igualmente el personaje de
Gabi, la niña torturada, violada, ultrajada, que encuentra a su gigante, a
Bruna, para recibir la ayuda necesaria para vivir. Por eso, cuando la
replicante Bruna Husky se inventa para Gabi una historia de un mundo feliz
formado por seres únicos compuestos de gigantes que portan enanos sobre sus
hombros, aparece la metáfora de lo que es la vida para Rosa Montero: la ayuda,
el trabajo común, la solidaridad. Es curioso que esta imagen del gigante y el
enano unidos aparezca en dos novelas tan distantes en el tiempo de los hechos.
Es curioso que la muerte aceche en las dos historias y, sin embargo, sean ambas
un canto a la vida… O no es curioso sino un hecho, la vida es sufrimiento, es
muerte, pero continúa y debemos vivirla luchando por lo que consideramos
importante, como ese gigante que renace y navega con la niña por el río de
sangre. Puede que cada vez que consigamos una victoria encontremos la
felicidad, aunque sea por momentos. Puede que, entonces dé igual si es real o
ficción lo vivido, es nuestra utopía y, por instantes, la hemos logrado.
Que la vida es muerte es la constante
de la novela. Bruna Husky, una tecnohumana o replicante, concebida en un
laboratorio para llevar a cabo operaciones de riesgo durante 10 años lo
recuerda en todo momento. Tres años, diez meses y veintiún días son los que aún
tiene por delante, hasta que la mate un TTT, cuando empieza la novela, y tres
años ocho meses y treintas días los que le faltan para morir una vez que ha
solucionado el caso de los escapes radiactivos que podían destruir la Tierra
para salvar el Reino de Labari. Bruna Husky recuerda con ansiedad, cada día, el
tiempo que le queda para sufrir el Tumor Total con el que los Tecnohumanos
mueren al cumplir los 10 años para los que han sido programados. Este
sinsentido, vivir esperando la muerte, la tiene sumida en una angustia perpetua
hasta que encuentra a Gabi, una niña afectada por la radiactividad, que
consigue sacar su parte más humana, que consigue hacerla feliz porque hace que
pueda inventar una historia, crear un mundo que le gusta y que termina
instalándose no sólo en su mente sino a su alrededor, un mundo en el que ella
es fundamental para Gabi porque le da seguridad, pero a su vez la recibe de
Lizard, el policía humano que la quiere y la protege, de Yiannis, el viejo
archivero depresivo que la instruye, y de Bartolo, el bubi tragón, su mascota
extraterrestre que llegará a salvarle la vida.
Cuando Bruna acepta lo que es, es
capaz de ser feliz, pero hasta entonces supone un sufrimiento porque ella es
una androide que ha sido configurada desde el punto de vista humano, con la
pena, el horror que conlleva tener una memoria falsa formada por imágenes y
sensaciones que en realidad no le pertenecen.
El lector se identifica pronto con el
desamparo de esa replicante, con su rencor hacia los humanos; Bruna siempre
tiene presente su condición rep “A veces
se olvidaba de que era un monstruo” en un mundo que pretende ser perfecto
pero que, al estar construido por el hombre no lo es, sigue habiendo censuras,
sigue habiendo desigualdades entre sus habitantes ya sean humanos, tecnos,
mutantes o alienígenas, de manera que deja de ser el lugar idílico pretendido “…justamente en Onkalo… Tal vez sea de
verdad la entrada del infierno, como aseguran”.
Es curioso que nos empeñemos en
localizar el infierno; Dante lo situó en las entrañas de La Tierra,
probablemente dejándose llevar por la Biblia; Óscar Esquivias lo implantó aquí
mismo, en la corteza terrestre de Viene
la noche; Rosa Montero lo traslada al agujero negro de Onkalo, pero en
realidad, los mismos escritores nos dan la clave, el infierno lo llevamos
dentro, cada uno de nosotros lo sufre, seas de la condición que seas “La familia humana era una maldita fuerza de
la naturaleza… En cambio los rep estaban solos…”, “… la vida real del memorista
había sido aún peor. El maltrato en el orfanato… los abusos del hermano de su
padre, que lo adoptó…”
La insensibilidad del hombre es la
causante de que el mundo sea un lugar en el que lo imaginado o lo virtual aparezca
más bello que lo real “…se colocó el
casco virtual… Era una antigua selva tropical… hacía casi un siglo que se
habían extinguido todos los grandes simios…”
Y el fanatismo del hombre es el
causante de la destrucción. Bruna Husky es la encargada de ir al reino de
Labari, un anillo estratosférico que se rige por las ideas fundamentales del
cristianismo y del islamismo, para descubrir unos asesinatos que al parecer
están relacionados con casos de radiactividad en habitantes de La Tierra, como
el sucedido a Gabi. En Labari las mujeres no tienen derechos, sometidas a la
voluntad del hombre son felices en su condición de esclavas, por eso Bruna irá
disfrazada de jugadora de baloncesto con Daniel Deuil, un táctil que
recomiendan a la protagonista para que se relaje y quien con el poder de su
mente logra que Bruna lo desee y le diga “te
quiero”, pese a que éste sea para ella un sentimiento imposible. Husky no
puede pasar sin el sobón aunque recele de él “Había algo demasiado esotérico, demasiado místico en el sobón”.
Una vez en Labari la aventura se complica y ya nada será lo que parecía
en un principio. Pero Bruna irá encontrando personas y replicantes diferentes
que la ayudarán en su encargo. Replicantes como Carnal o Clara Husky que
morirán durante la misión, personas como Mikael, el matemático inteligente que
ha decidido vegetar por los efectos de las drogas para evadirse de la basura
que le rodea, o como Lizard, el policía que va a buscarla para salvarle la
vida.
Entre todos consiguen
tapar Onkalo, la cueva llena de residuos radiactivos con los que Labari podía
subsistir; para ello matarán a la Viuda Negra, que quería negociar con la venta
de material radiactivo, y a Daniel Deuil que resulta ser un labárico infiltrado
en la Tierra para obtener el desactivador de la radiación.
Novela entretenida, bien
escrita y reivindicativa, como Rosa Montero, de un mundo democrático en el que
podamos convivir respetando, sobre todo, el entorno natural que tanto bien nos
hace.
Fantástica entrada como siempre.
ResponderEliminarLa historia del rey transparente me pareció una genialidad, y uno de los aspectos que más me gustaron fue que no sólo se centraba en la novela de aventuras, sino que alternaba diferentes géneros.
Por lo que leo de tu artículo, en esta novela se vuelve a mezclar varios tipos de géneros literarios y, ese toque fantástico, me llama mucho la atención.
Muchas gracias por esta nueva recomendación!
Gracias a ti por leer, y por pasar por aquí. Todo un lujo. Espero que te guste la novela, creo que es perfecta para leerla en época de vacaciones, las aventuras de Husky llenan el tiempo de ocio de una manera más que aceptable.
Eliminar¡Seguimos leyendo!
Hola Beatriz. Me hubiera gustado entrar antes, me ha sido imposible. Rosa Montero es una mujer muy tierna, sensible y solidaria con los seres vivos. Me gusta como escribe porque como persona es fantástica y así lo refleja en su Obra. Nunca me cansaré de alabar este Blog tan bien escrito. Muchos besos.
ResponderEliminarSi te gusta Rosa Montero, lee este libro. Lo disfrutarás, además es perfecto para una tarde de verano. Besos
ResponderEliminar¡Gracias por leer!
Querida aurisecular, este siglo XXII que nos dibuja la gran Rosa Montero, más que en una ficción futurible, me ha sumergido en un cuasipresente en el que se han hecho cotidianos algunos problemas que hoy vemos más que planteados. Así pasean por las páginas de “El peso del corazón” la violencia machista, los problemas éticos que plantea la ingeniería genética, la corrupción, los nacionalismos exacerbados rayanos en el fanatismo o las consecuencias apocalípticas que el maltrato al medio natural ya nos hace sentir como innegables síntomas del cambio climático. ¡Ah! la invasión de medusas que acabará con todas las especies marinas ya ha comenzado en el Mar Menor. También nos hace reflexionar sobre la importancia de la memoria, y cuando en los Estados Unidos de la Tierra borran de los archivos todos los datos de Onkalo, para hacer ver que nunca existió, me recordaba la persistente negativa de algunos políticos e instituciones a recuperar la memoria de una época, para dejar que los descendientes de los perdedores de una guerra entierren a sus muertos en paz, como si con su pertinaz negación, los muertos lo fueran menos.
ResponderEliminarPero en este panorama tan sombrío, nos encontramos a una replicante de combate que, más humana que muchos de nuestros congéneres, es capaz de contar un bonito cuento a una niña maltratada o tener pensamientos dignos de los mejores poetas «…resultaba imposible morir bajo un cielo tan bello…»
Muchas gracias por otra acertada recomendación en forma de inmejorable crítica. Espero que en las próximas fiestas alguien te regale un libro.
Sí es entrañable el personaje de la rep
EliminarYo he sufrido por ella al ver que no era capaz de borrar de su cabeza lo que tanto la atormentaba, hiciera lo que hiciera no lo conseguía; hasta cierto punto es torturador. En cuanto a la situación social sí es muy parecida a la actual. Me alegro de que hayas disfrutado con la novela.
Seguimos leyendo!