Se
mire por donde se mire, esta novela es una genialidad. Creo que, si me lo
propusiera, podría elaborar otro libro comentando éste de José C. Vales, porque
todas las páginas contienen algo digno de mención: De entrada es un magnífico
ejemplo de perspectivismo múltiple que George Miet transcribe con el objeto de
escribir una novela, por encargo del editor de La Fortune, Philippe Fourac,
sobre los dramáticos sucesos ocurridos en Biarritz en 1925.
Esta
polifonía no implica un narrador que recoja las múltiples visiones de un mismo
hecho porque en Cabaret Biarritz las
interpretaciones de lo sucedido, las vivencias o recuerdos de los residentes se
transcriben fielmente sin que aparezca la voz del entrevistador. Se da el caso,
además, que Miet murió sin editar dichas conversaciones, por lo que en ningún
momento ejerce de cronista que reconstruya los hechos que le van contando… No
existe el narrador. Y nos enteramos de los acontecimientos en el orden en que
el editor ha querido publicar las entrevistas que Gerard Miet realizó durante
seis años (1938-1944).
Este
perspectivismo múltiple aparece como un puzle gigantesco formado por 33 piezas
que, en un principio no tienen nada que ver; así pues empezamos a leer la
novela sin saber muy bien a dónde nos llevará, pero una vez “reconstruido” el
rompecabezas podemos percatarnos de su perfección. Efectivamente, llega un
momento en el que, donde parecía que leíamos retazos sueltos, percibimos
colores que casan, formas que se ajustan a las que las rodean y, de pronto,
cobran sentido pensamientos aislados y expresiones dispersas como pistas que
favorecen el descubrimiento de la trama. El puzle aparece ante nosotros
reconstruido, con una claridad total.
Pero
la novela es algo más que la resolución de un enigma. Llama la atención el
vocabulario caracterizador de personajes, a través del cual el autor retrata
una determinada sociedad; los diminutivos despectivos conviven con el tono
engolado de los mediocres “en cuanto
terminen el poemita”, “mi novísimo
teléfono de mesa, aún brillante y lustroso, con sus broncíneos remates…”;
los tecnicismos apuntan a los renovadores y audaces de principios del xx “el enorme balón de hidrógeno comenzó a
balancearse perezosamente…”; los coloquialismos y vulgarismos se centran en
un nivel social bajo “… y yo le digo que
a una servidora no le gusta hablar… si es para hablar bien más virtud que
pecado será… El caso: que yo entré en casa de…”, mientras que expresiones
paternalistas y falsas quedan en boca de la alta sociedad “Decían que aquella mujer había perdido el juicio porque un amante que
tuvo la abandonó por su hermana. Eso decían, que yo no lo sé”.
Además
la novela es un homenaje a la cultura en general y en particular a las
vanguardias
Alusiones
a Dante “Siempre pensé que en aquella
relación (entre Vilko y Beatrix) había
algo dantesco…, perdone la broma”.
Referencias
a Julio Verne “El Victoire era un precioso
globo de hidrógeno”.
Mención
a los clásicos “… si compusieron esos
libros fue porque habían leído y estudiado a Homero, a Cicerón, a Séneca, a
Tito Livio, a Horacio, a Virgilio…”
Indicaciones
sobre el cubismo “Ese amigo tuyo, Picardo
o Picasso o como se llame, se volvería loco si tuviera que dibujar con líneas
rectas a Beatrix”.
Y,
por supuesto, alusiones a la mitología. No sólo se especifica el mito de Hero y
Leandro “… la librera enamorada se arroja
a los acantilados pensando en convertir su aventura en una renovada versión del
mito de Hero y Leandro”, sino que podemos considerar la novela como una
moderna versión del mito de Pandora.
El
mito de Pandora representa el sufrimiento que debe pasar la humanidad por causa
de la curiosidad de la mujer… En fin, siempre a vueltas con lo mismo. Este mito
se forma durante la creación del mundo; Prometeo y Epimeteo eran titanes que
debían crear a los hombres y animales y dotarlos con algún don especial, pero
cuando Prometeo modeló al hombre, Epimeteo ya había gastado todos los dones en
los animales, así que robó el fuego a los dioses y el hombre pudo cazar,
alimentarse y sobrevivir; pero Zeus montó en cólera y como castigo mandó crear
a Pandora, la “omnidotada”, la primera mujer, modelada por Hefesto (dios del
fuego) a semejanza de los inmortales. Cada uno de los dioses le otorgó una
cualidad: belleza, gracia, sensualidad, persuasión… Finalmente Zeus le entregó
una caja para que se la diese a Epimeteo al casarse con él; por supuesto no
podía abrir la caja y por supuesto la abrió, de manera que todos los males
encerrados salieron inundando a la humanidad. Cuando se dio cuenta del error
cerró la caja dejando dentro la esperanza.
En
Cabaret Biarritz, Beatrix es la
omnidotada: bella, inteligente, divertida, sensual, deportista, alegre, rica,
noble… y como Pandora, curiosa. Prácticamente es la que abre las
investigaciones de los hechos ocurridos en 1925. El mal queda encerrado en la
novela, subtitulada Los pecados estivales.
De esta forma, al abrirla, como si de una caja de Pandora se tratase, van
saliendo todos los males de la sociedad:
La
curiosidad malsana que algunos periodistas, como Montagnard, manifiestan; las
orgías y bacanales celebradas en locales con ínfulas, como Villa Belza; los
rumores y maledicencias que algunas criadas, como Martine, difunden de sus
señores; el placer del voyeurismo, aparece con el fotógrafo Marcel Galet; la
incultura y superstición vienen de la mano del noble Gedeón Wilcox; la
homosexualidad de Gina-Jane sale unida a la decrepitud social; el
sadomasoquismo lo trae Lili; la deshumanización de los burócratas se ve
reflejada en el secretario judicial; el robo y la extorsión aparecen con Gastón
el enterrador; la usura con el joyero; la pintora Sara Chambers nos acerca a la
amoralidad social, el juego y el nazismo; los chismorreos tienen su fuente en
la cocinera Matilde Prie; la pornografía se cobija en el empresario cultural
GG; la xenofobia aparece con Fevert y las estafas de la iglesia con Margulee Du
Pont; los males alcanzan a los niños, el abandono infantil, la humillación y el
maltrato traumático vienen con Olivia Czewolski y Pascaline; la explotación de
trabajadoras se manifiesta en Honorine Pel; la incompetencia policial o la
negligencia de los funcionarios; el rechazo a lo nuevo de los mandatarios
culturales ; Khalil Kimal es representante de la corrupción policial y el
cohecho; el juez Du Pont refleja el encubrimiento de delitos por parte del
Consejo Superior de la Magistratura; con Pauline Bellay, femme distinguée, sale
la envidia… ¿Y la esperanza?
Las
“entrevistas a-la-Miet” desparraman los males por la sociedad de Biarritz, y el
periodista se queda con la esperanza, don que toma Beatrix para partir a Nueva
York con Vilko.
Y,
aunque parezca increíble, todo lo anterior no constituye lo más apasionante del
relato. ¿Cómo es posible que en una novela sobre asesinatos y corrupción
destaque sobre todo el Humor? Pues lo es; el humor aparece en todas sus
modalidades:
Humor
absurdo, puede que con alguna influencia de Eduardo Mendoza “Se ignora por completo dónde se alojó en
Burdeos, —probablemente en la estación de ferrocarril—“.
Humor
en la enumeración de sinónimos contextuales “Se
habían perdido, o se habían extraviado, o se los habían comido los gusanos o
las polillas, o se encontraban en tan lamentables…”.
Humor
en la elección de insultos “llamándolos
cariñosamente escoria de pollos muertos”.
Humor
derivado de lo que Miet pretende y la realidad circundante (Miet pretende que Fourac le publique su libro y Fourac) “había estado publicando panfletos para las
SS… el cadáver ahorcado de Fourac estuvo colgado en la fachada de La Fortune
durante tres días…”
Humor
en las entrevistas transcritas literalmente pero sólo lo que dice el
entrevistado “Bueno, si no le interesa…
¿y qué le interesa entonces? Ah, sí… eso. Ya. Hum…” El lector deduce la
pregunta por lo que continúa contestando el interpelado.
Humor
en las descripciones morosas de elementos imposibles de percibir “… entre el numeroso público… dos señoras
aferradas a sendas porciones monumentales de tarta de nata y bizcocho con
fresas, frambuesas, grosellas y arándanos…”.
Humor
en la transcripción de recetas de cocina, con imágenes y comparaciones del
lenguaje coloquial “…lonchas arrodilladas
(pasadas por el rodillo) de carne de buey, que se enrollan con el menudillo dentro y una vez atadas
como criminales se doran bien…”.
Humor
en la descripción de actos para enterarse de conversaciones “Bueno, señor, a mí no me parecía formal que
se pusieran a hablar de cuentos infantiles… así que conseguí que aquel ataque
lumbálgico se me pasara de inmediato, cogí la cucharilla, bajé a la cocina y
eso fue todo”.
Humor
irónico en la religión "Margulée Du
Pont ya no existe… Yo ocupo su nauseabundo cuerpo, pero otro espíritu habita su
alma”, que llega a veces al sarcasmo “cuando
crucé ese sagrado portalón de ancianísimas y venerables maderas, me juré no
volver la mirada a las podredumbres del mundo…”.
Sarcasmo
que deviene en humor grotesco cuando aparece la hipérbole “Todo se lo contaré… no utilice mis palabras, ni cite mi apellido, ni…
este monasterio, ni la orden a la que pertenezco… o rogaré al Dios del cielo
que descargue contra su malhadada cabeza toda la furia del Todopoderoso…”.
Humor
en el equívoco “Que Dios lo perdone (a mi
padre, digo; al secretario Judicial no se le podrá perdonar)”.
Humor
en expresiones populares “Creo que fue mi
propia madre la que…consiguió difundir aquellos rumores contra mi padre… hacían
bromas soeces «el señor juez ha perdido el juicio por una vieja que ha perdido
la cabeza»”.
Humor en la pedantería
“Venit honos auro… Y si lo decía Ovidio ¿lo vamos a negar nosotros?”.
Humor
en obviedades “… aparte de las
dificultades que se me platean a la hora de detener a un ahogado como
sospechoso…”.
Humor,
en fin, para todo, incluso en las notas a pie de página, en las que continúa la
narración tal y como la dejó en el argumento. El humor, el mito, el
perspectivismo, el puzle, consiguen que Cabaret
Biarritz sea una novela redonda, de las que empiezas, además, leyendo con
una sonrisa y terminas de la misma manera.
Puede
que me haya extendido algo más de lo habitual, pero no hace mucho hablaba con
una compañera, creo que amiga, del mito de Pandora. Y de pronto aparece esta
novela, así que, sin dudarlo, Patro, te la recomiendo porque sé que vas a pasar
un rato fantástico leyéndola. Por supuesto la buena literatura la recomiendo a
todos.
Saludos Beatriz.
ResponderEliminarContinúo, a mi ritmo, dando cumplida cuenta de todas tus recomendaciones. Ahora le ha llegado el turno a este Cabaret Biarritz que me ha sorprendido muy gratamente, ingenioso, original y ameno, pero lo que mejor define a este libro es, sin duda alguna, el símil del puzle. Tú también eres brillante en tus comentarios de forma tal que aprendemos con la novela y con la crítica. Un perfecto maridaje.
Me descubro ante vos.
Sí que es ingenioso, y con una narración buenísima. Yo sólo me dejo llevar por las impresiones que me transmite. Gracias, de todas formas, por tus comentarios.
Eliminar¡Seguimos leyendo!
Pero qué genialidad encierra tu crítica. Esta novela es para gente inteligente, pues los puzzles no todas las personas los resolvemos en el mismo tiempo, cada persona intenta resolverlo y hay veces que no sale... Jaja, hace tiempo que no construyo uno,¡Me encantan! Dan paz, te hacen pensar, te agrada comprobar como avanzas, y te hace pasar el rato... Pero llamamos también "puzzle" a algo que no conseguimos comprender hasta que las piezas te van indicando el camino hasta que logras desentrañarlo. Me ha gustado esa similitud con el Mito de Pandora. Gracias, Beatriz.
ResponderEliminarGracias a ti. Seguiremos leyendo para encontrar nuevas joyas literarias.
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