En la cuarta historia de Rocco Schiavone, la trama está unida a la de Una primavera de perros. De hecho, en Sol de mayo han pasado solo dos semanas desde la liberación de Chiara Berguet. Dos semanas desde que Loba está con Rocco y parece que se conocen de toda la vida, «Estoy aquí porque me he quedado sin casa. Pero en cuanto encuentre una, me largo. Sobre todo por ella —Señaló a Loba— Esto se le queda pequeño». Dos semanas desde que Adele fue acribillada a balazos; por eso en esta entrega, el subjefe de policía está viviendo en una pensión, desconectado totalmente de lo que ocurre en la comisaría hasta que Marina le ayuda, como siempre, a tomar una decisión «—¡Haz algo ya, por Dios! —estalla, y desaparece tras la puerta».
Probablemente
el causante del atentado de Adele ha salido de la cárcel en los últimos meses.
Así pues, Rocco se multiplica esta vez para que Antonio Manzini convierta esta entrega en una trama rizomática que
le da al subjefe la oportunidad de evadirse de su desgracia; es lo que tiene el
trabajo intensivo.
Uno
de los secuestradores de Chiara, Corrado Pizzuti, trabaja en un bar de
Francavilla al Mare; a pesar de llevar una vida decente, es aniquilado. En la
cárcel de Varallo, aprovechando una reyerta, el que fuera mano derecha de
Berguet para luego venderlo y dejarlo casi en la ruina, Mimmo Cuntrera, también
es asesinado de forma misteriosa con un veneno difícil de conseguir «Abrió la caja: dentro había tres ampollas
de cristal. Con la misma etiqueta: “etilcarbamato”. Etiluretano».
Mientras
tanto, Berguet, sin adjudicaciones para sus negocios, sospecha de Turrini, el
nuevo empresario al que le han concedido todos los privilegios. En esta ocasión
Rocco contará, en Aosta, con la ayuda inestimable de los hijos de los
capitalistas, Chiara y Max «—Vamos a hacer una cosa, Chiara. Yo me llevo esto
al juzgado. No digo nada ni de ti ni de Max y tú a cambio haces algo por mí […]
—Vivir».
En
Roma, el agente De Silvestri, fiel a Rocco, continúa buscando a recién salidos
de la cárcel, también sus amigos Brizio, Furio y Seba se mantienen alertas para
encontrar al asesino de Adele «—Seba…
está convencido de que como encuentres tú al asesino acaba delante del juez. Y
a él, en cambio, le gustaría tener antes una pequeña charla...».
Las
diferentes investigaciones llegan a un punto muerto en el que Schiavone decide
introducirse en la cárcel para descubrir al asesino de Cuntrera; de esta forma
el lector que se enfrenta por primera vez a las entregas del subjefe Rocco
Schiavone, no tiene dificultad para entender los sucesos anteriores y
enlazarlos al de Sol de Mayo
—…Y
ahora le ruego la máxima discreción
—¡Qué
coño se cree Schiavone! —gritó Costa— ¡Que soy el jefe superior, no la portera!
—Perdone,
tiene razón […]
—…Pero
es posible que esté relacionado también con la historia de los Berguet y la
licitación
Y a
estos casos de asesinato y corrupción se le añaden a Rocco el tener que ayudar
a Chiara a vencer el trauma que le ocasionó el encierro donde casi muere,
ayudar a Italo Pierron en su relación imposible con Caterina, ayudarse a sí
mismo diciendo adiós ¿definitivo? a Marina y buscar una nueva casa en Aosta
para dejar la pensión.
Rocco
Schiavone es rotundamente un héroe humanizado por su mal humor, sus deslices en
las relaciones interpersonales, su visión algo retorcida de la situación en la
que se encuentra y el sarcasmo con el que afronta la vida. Todo esto será una
ventaja para dar con la verdad y poder solucionar los casos. Es cierto que, el
principal objetivo no está conseguido, tendremos que continuar la serie; pero
también lo es que, al buscar el origen de la culpa, encuentra las causas de sus
propios rencores. De ahí la seducción-rechazo hacia Anna, el freno que se
impone ante la atracción que siente por Caterina y la resolución, aunque
forzosa, de dejar marchar a Marina.
Entendemos
a este héroe humano y somos capaces de asumir la realidad en la que vive porque
también en la nuestra oscilan lo sórdido del ambiente y lo escabroso de
situaciones en las que se desata el mal sin control, de pronto, en una sociedad
que afecta tanto a los más necesitados como a los poderosos, aunque por
desgracia estos consigan salir mejor parados, a pesar de que lo más mezquino se
prepare en las altas esferas.
Antonio
Manzini escribe una novela de tendencia thriller
en la que combina el negro con la corrupción. Los personajes depravados,
sacados de una realidad que no hace falta imaginar, se mueven en una trama de
suspense en la que lo de menos son los homicidios, porque lo más negro es lo
que ocurre alrededor.
Sol de mayo puede leerse de forma autónoma,
independiente, pero no es una lectura cerrada si tenemos en cuenta que tanto la
sociología como la psicología tienen diferentes perspectivas. Por eso los
lectores descubrimos, a través de la ironía, el humor (mal humor) y el sarcasmo
del subjefe, las diferentes transformaciones que pueden aparecer en la
estructura mental del hombre. Y gracias a la estancia de Rocco en la cárcel
somos conscientes de que la base de una sociedad puede tambalearse hasta
transformarse en otra estructura socioeconómica que es políticamente
incorrecta.
La
moral de Schiavone es ambigua, el subjefe se mueve bien en el submundo que
pertenece a otros aunque él mantenga su vida y costumbres inamovibles. Esto
puede deberse a su principal característica: la tenacidad, tanto si se mueve
por amor, venganza, odio o dinero: «a las
relaciones hay que darles tiempo para madurar, ¿no lo sabes?».
Pues creo que también los lectores debemos ser tenaces como Rocco y continuar leyendo las siguientes entregas. La intriga está asegurada, el humor también, así que mejor seguir sus pasos, «El subjefe estaba siguiendo una tertulia política en televisión. Sin volumen. Los participantes parecían peces en un acuario».
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