Nuevamente quiero agradecer a Babelio y a su Masa Crítica, el inmenso regalo que supone recibir un libro. En este caso, al ser una edición infantil y juvenil, el reconocimiento viene acompañado de una enorme emoción: dentro de poco podré contar este cuento. Besos, besitos, besotes me atrajo, indudablemente, por el título; creo que, por muchos que demos o nos den, siempre son pocos.
El
cuento consta de un texto en verso, ilustraciones y música. Tres apartados que
no se pueden separar, aunque Laura Vila
sea la responsable de la letra, música e interpretación y Violeta Cano la encargada de ilustrarlo. Ambas, Laura y Violeta,
han demostrado una compenetración fantástica. La editorial Pijama Books debe
sentirse afortunada por contar con ellas.
Los
dibujos de Violeta abren un mundo en el que solo hay cabida para el amor. Un
mundo que refleja a la perfección la poesía de Laura:
Pestañeas
en mi moflete
y
mi corazón explota como un cohete.
Los
dibujos nos introducen en lo más íntimo del ser humano, ese espacio entrañable
que nos parece exclusivo. La ilustradora, no cabe duda, cuenta con una
sensibilidad especial pues ha captado, con sencillos trazos, la finalidad de la
historia que cuenta la escritora: Acentuar la importancia del contacto físico
desde el momento en que nacemos. Los niños crecerán más seguros, con menos
miedos, más felices, menos caprichosos.
Los
versos de Laura, plenos de ingenio y humor, dejan constancia de la alegría que
supone estar con un bebé. Vemos la alegría de la madre que besa los pies de su
hija porque nada le parece mejor
Me
encantan tus besos
me
saben a queso
Asistimos
emocionados a la imagen de esa niña que, feliz, chupetea la cara de su padre
hasta quedarse dormida en sus brazos con su canción preferida.
Presenciamos
el besito de esquimal que la abuela comparte con su nieta hasta que, en ambas,
arranca una sonrisa.
El
beso en la cara, de un niño a otro, para que sienta cosquillas en forma de
revoloteo.
El
beso que de forma fugaz se dan los hermanos y aun así perdura.
Besos
en la mejilla que, aunque algo molestos por absorbentes, van dirigidos a los
que queremos, y ellos lo saben.
Son
besos, besitos y besotes acompañados de abrazos y calor para que los niños se
sientan alegres, aprendan qué es el cariño y encuentren el significado de
protección; para que los padres y abuelos sean felices. Un beso dura un
instante. Un abrazo, puede que dos. Un achuchón, a lo mejor, tres instantes. La
sensación de plenitud en los niños y en los padres es para siempre.
Laura
Vila sabe qué debemos hacer con los niños; nos recuerda que solo los niños
abrazados podrán abrazar cuando sean adultos. Los niños felices serán los
adultos que hagan felices a quienes tengan a su alrededor.
Y
Violeta Cano nos muestra cómo hacerlo. Sus imágenes, redondeadas, perpetúan la
inocencia del bebé a lo largo de toda la infancia. Los colores fuertes,
vigorosos, aportan cierta grave sonoridad, profunda. Y el conjunto de la
ilustración, las formas y sus tonalidades evocan al mismo tiempo rotundidad y
suavidad; como los sentimientos que despiertan los niños.
El
formato del libro es cuadrado, compacto, pequeño, de hojas gruesas y puntas
redondeadas; adaptado para los párvulos de casa. Destaca, sobre todo, el color
amarillo en su variedad más cálida, que confiere una total armonía al conjunto.
No
hay sombras; no son necesarias para conseguir que las ilustraciones adquieran
volumen; de esta manera el significado es el que es, sin matices; desaparecen
las diferentes intensidades de color y con esto Violeta despierta sentimientos
fijos, consolidados.
Los
dibujos destacan sobre fondos bastante uniformes que recrean el ambiente:
fondos de color rosa para acercarnos a la jovialidad infantil; fondos en verde,
porque no se nos escapa la importancia del contacto con la naturaleza en los
niños; fondos en rojo, para que la acción a la que invita ese color vaya
siempre unida a los niños.
En
las figuras, que resaltan de ese horizonte simbólico gracias al perfilado
grueso, también predominan los verdes, rojos y amarillos por lo que asociamos
rápidamente las imágenes al crecimiento infantil, al aire libre, a la actividad
y pasión de los niños. Cada página se relaciona con la felicidad y la armonía
presentes en el ambiente infantil. Y, para terminar con el color, llama la
atención la piel de todos los humanos; tanto niños como adultos lucen un cutis
rosado, símbolo de la jovialidad e inocencia propias de los más pequeños, cualidades
con las que siempre deberíamos acercarnos a ellos.
Creo
que si Laura Vila ha expresado a la perfección, con palabras, qué es los mejor
que podemos ofrecerle a los niños:
Me
plantas los morros en la mejilla
y
pones cara de pescadilla
Violeta
Cano ha reflejado gráficamente la idea para que, si el niño es muy pequeño, no
necesite leerlo para entenderlo. A cualquier edad se pude manipular Besos, besitos, besotes para sentir la
felicidad que han conseguido transmitir sus autoras.
Y,
si el formato es bastante tradicional, encontramos un tercer lenguaje que lo
hace más novedoso pues, al escrito y al gráfico se une el musical gracias al
avance tecnológico. Con cualquier teléfono móvil actual podremos escanear el
código QR que, en este caso, ha almacenado el texto, cantado por la propia
Laura. Todo un acierto que contribuye a
potenciar el desarrollo auditivo, sensorial, motriz y social del niño.
Estos
beneficios influyen a su vez en la expresión emocional de los peques y, por
supuesto, de los adultos que compartan este o cualquier otro libro de la
editorial Pijama books.
Multidiversión
y multiestimulación aseguradas.
Momentos mágicos para comunicarse con los más pequeños de la casa.
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