Lectura fácil es un
título engañoso; se lee bien, en eso no hay problema. No hay palabras
difíciles, no hay metáforas complicadas, no hay términos especializados al
alcance de unos pocos. En ese sentido es un libro de lectura fácil. Lo
complicado aparece en el fondo, cuando se quiere profundizar en lo que piden
las cuatro protagonistas. Lo complicado está señalado en la propia portada, en
el subtítulo, que es de mayor tamaño que el propio título: Ni amo, ni dios,
ni marido, ni partido, ni de fútbol. Aquí está el contenido y aquí
está el problema, porque la sociedad está conformada según una estructura más o
menos rígida pero totalmente inflexible. Lo lógico es que todos se atengan,
incluso disfruten, a las normas que obligan a determinados comportamientos en
determinadas situaciones. Normas que, por otro lado, siguen siendo
patriarcales. Así que si eres mujer lo tienes más difícil, si eres
discapacitado también se complica la vida, si seres discapacitada, mujer y
además bisexual está claro que supones una lacra a la que hay que ocultar para
que el perfecto organigrama social siga su curso. No importan los sentimientos
de la afectada, que por otro lado, si es discapacitada no serán muchos.
Con
este sarcasmo y dureza hacia la sociedad actual está escrito Lectura fácil. Cristina Morales se apoya en cuatro discapacitadas con diferente disfunción
intelectual para que nos acerquen el punto de vista que otras personas, no
preparadas para vivir independientemente, tienen del funcionamiento de
distintas instituciones. En el análisis de estas cuatro familiares vamos viendo
sus gustos, sus necesidades, sus sentimientos y las coacciones que deben sufrir
desde que son diagnosticadas.
Las
cuatro se expresan libremente; irónicamente, al ser discapacitadas no entienden
de eufemismos, así que el lenguaje utilizado por todas ellas es directo, tanto
que a veces golpea con fuerza para que paremos a tomar aire y reflexionar.
En Lectura fácil encontramos una crítica a
la democracia, sistema que pone en marcha un excesivo paternalismo, para que
todos se adapten fácilmente a lo considerado “normal” «¿Por qué crees tú que al público se le debe enseñar a mirar? ¿También
tú crees que la enseñanza es algo inocente? ¿También […] crees en la
alfabetización al margen de la politización emancipadora?». Y está claro
que los que no tienen un coeficiente intelectual estándar no pueden adaptarse
fácilmente a las normas estándar. En este sentido las cuatro protagonistas
contradicen, desde su posición, al sistema sociopolítico. Ángels tiene un 40%
de discapacidad, ha leído el manual Lectura
fácil y, siguiendo al pie de la letra sus indicaciones, está escribiendo
una novela autobiográfica desde el WatShap. Patricia tiene un 52% «y subiendo porque aunque estoy bastante
buena por un trastorno alimentario adolescente y […] trastorno del lenguaje,
tengo un poco de esclerosis tuberosa en el lóbulo frontal y otro poco en los
ojos». Marga, con un 66% de discapacidad intelectual, se ha dado cuenta de
que no es normal y eso le ha hecho caer en una fuerte depresión que la obliga a
tomar pastillas. Nati tiene un 70% a raíz de un accidente que sufrió en la
universidad, a punto de obtener el doctorado.
Las
cuatro son primas, además Nati y Patri son hermanas. Desde la niñez, excepto
Nati, pasaron un calvario por centros para discapacitados, separadas de los
pocos familiares que tenían, y de su pueblo.
Ahora
han conseguido vivir organizadamente en un piso tutelado, cada una ayudando en
lo que puede, hasta que Marga cree que debería salir de allí para estar con
gente “normal” con la que realmente se pueda integrar y la haga ser más
espabilada. Así que se va del piso y recala en una reunión de okupas, que la
ayudan a entrar en otro «todo lo que
quiero es no vivir más con estas tres retrasadas que me están volviendo a mí
todavía más retrasada, porque tener esta depresión y darme cuenta de las cosas
(o darme cuenta de las cosas y por tanto tener esta depresión) es lo mejor que
me ha pasado en la vida». Pero Marga supone otro problema para esta
sociedad que quiere integrarla. Tiene un apetito sexual increíble y, al igual
que pusieron a dieta estricta a Ángels para que no comiera tanto, quieren
esterilizar a Marga para que aplaque esta necesidad. En las declaraciones del «proceso de solicitud de autorización para
la esterilización de incapaces» vemos la falta de libertad y el acoso al
que son sometidas por parte de las instituciones «no solo viene a nuestra casa sino que pregunta por nosotras en el
barrio, le pregunta al chino de abajo, les pregunta a los vecinos y pregunta en
el centro cívico».
También
podemos intuir la falta de profesionalidad con la que se diagnostican algunas “diversidades”
o superponer al bienestar del discapacitado el ahorrar un dinero a las
entidades autonómicas, «y por su desidia
hacia el bien común le pusieron a la Marga un porcentaje más bajo del que le
correspondía y […] en vez de su integración […] favoreciendo su marginación,
que es lo contrario a la inclusión, lo contrario al bienestar y lo contrario a
la democracia».
Lectura fácil es difícil; está escrita desde
diferentes formatos, de manera que constituye la exposición de un yo narrativo
que se acerca al yo ensayístico, reflexivo, desde variados discursos. La carga
discursiva poética de Ángels, la lógica teórica de Patri, la exegética de Nati
y la primaria de Marga consiguen que la novela genere una nueva especialidad de
narración autorreflexiva, que va cuestionando a posteriori lo expuesto en el discurso, «¿Qué ahora la Marga en vez de 66% tiene un 86% de minusvalía porque no
se puede preñar […] y entonces hay que “discapacitarla” o “diversificarle” el “chirri”?
¡Pues se le discapacita, se le diversifica y “pa” su casa con doscientos euros
más de pensión al mes!».
Al
tener las protagonistas un grado más o menos elevado de discapacidad, sus
pensamientos no forman parte de lo que entendemos los “capacitados” por sociedad
sino que se construyen en el terreno de lo discursivo, de lo ficticio, aunque
la finalidad principal sea profundizar en la crítica al sistema social real.
La
novela de Ángels constituye un texto metaliterario sobre cómo escribir, es una
literatura que trata de sí misma, de modo que se convierte en narrativa
metaficcional que pasa a ser performativa en los saltos temporales, en las
digresiones que convierten el decir en hacer, «esto es una digresión» «esto se hace siempre en los libros para que
los lectores se enteren mejor».
El
humor inocente preside las páginas de la novela de Ángels, lo vemos en la
polisemia «oraciones significa frases, no
oraciones de rezar», en el empleo del género lingüístico «aunque se diga solo lector […] pude ser una
mujer», o en la comprobación de definiciones «rebeldía es cuando no estás de acuerdo con una norma y te la saltas […]
Soy una escritora rebelde». Y a través de este humor nos adentramos en la
tristeza de quienes no pueden tomar iniciativas, de quienes no tienen derecho a
la queja, a la disconformidad, de quienes deben obedecer bajo amenazas, de
quienes temen a las represalias. Nos adentramos en una sociedad que no es
perfecta y además es especialmente cruel con aquellos que no se ajustan al
patrón, aunque se empeñe en aparentar que es políticamente correcta.
Mediante
las diferentes perspectivas de las protagonistas, la autora propone la
dirección en la que leer la novela. La idea que desarrolla una de ellas se
transforma en diferente por parte de otra, sugiriendo en esta cadena una
transformación del sistema. La novela de Cristina Morales se traslada a la
crítica social y nos la presenta desde la intención de conformar una
construcción estética. El pensamiento de Morales está en el acoplamiento de los
4 juicios que son de una claridad meridiana aunque vienen, paradójicamente, de
cuatro discapacitadas.
La
hibridez de formas escritas: fanzine, novela, diálogo, declaración… supone algo
que singulariza la narrativa actual posmoderna. Lo visible del mundo queda
fraccionado y disperso entre verdades absolutas o relativas en las que la
identidad de cada protagonista se disuelve en los reflejos que proyecta su
espejo; reflejos de trasfondo epistemológico del hombre o la sociedad. Las
verdades relativas conforman la oposición entre ficción – realidad. La
intertextualidad establece relaciones con la realidad, por lo que desvela
diferentes niveles de lectura. De esta forma, la crítica a la comercialización,
a la mediatización social y a la vulgarización de la literatura para hacerla
accesible a un público amplio se expone oculta en un pensamiento que sobrepasa
el coeficiente intelectual pretendido, porque queda oculto en la ficción
novelesca e impide la mímesis realista. Esto da como resultado la ironía
carente de toda la ingenuidad expuesta en la que el lector, como interpretante
de la lectura de ese mundo fantástico, irreal, es de gran importancia.
Lectura fácil es una novela totalmente actual, un
híbrido que reivindica simultáneamente la metanovela, la autobiografía, la
novela policíaca o el ensayo. Todos estos subgéneros tienen entidad propia, y
al desarrollarse en cada trama forman parte de la trama general: el estado de
una sociedad excesivamente normalizada en la que las diferencias a esa norma
tienen poca cabida, no son bien vistas o, como mucho, a la larga resultan
molestas. De este modo la ficción de Lectura
fácil es mínima o lo menos llamativo; lo que leemos, sin apenas darnos
cuenta, es un ensayo, o la crónica, de este mundo ininteligible del que
formamos parte.
Por lo que dices, una lectura actual y necesaria, crítica imprescindible de nuestro tiempo. Este es el análisis más completo que he leído de esta novela. Gracias!!
ResponderEliminar